El maltrato infantil a través de los ojos de los niños y niñas del proyecto de participación infantil.

Los niños y niñas consideran que el desempleo o la falta de conciliación de sus progenitores 
es el maltrato más habitual al que se tienen que enfrentar.

Lo ya es sabido...:

"...actuar sobre el individuo, en este caso la familia, como responsable de la violencia hacia los niños y niñas 
no solo simplifica el problema, señalando un culpable objetivo, 
sino que desvía la atención de las verdaderas responsabilidades estructurales de la comunidad 
donde se inserta y la administración competente para solucionarlo”.

La Familia soporta y traslada a sus funciones parentales los conflictos y crisis sociales, laborales o económicas.
Y en ese traslado se propicia el maltrato contra NNA.






Según la última estadística del Registro Unificado de casos de sospecha de Maltrato Infantil (RUMI) referidas al año 2015 en España, 13818 menores están sufriendo potenciales abusos y malos tratos en el ámbito familiar. Ello supone que al menos 37 niños o niñas pueden estar sufriendo malos tratos al día en España. Esto supone un 18,2% más que en años anteriores. Datos más alarmantes también se encuentran en el Registro, como el aumento de casos de violación en un 11,7% a menores de 13 años y un 21,3% a adolescentes. 

¿Éste es probablemente el problema de violencia más alarmante al que se enfrentan los niños y niñas? Seguramente sí, pero ¿es así como ellos y ellas lo perciben? Pues si algo nos han demostrado en el proyecto de participación infantil del 2018 de Fundación Atenea en la MISECAM, es que existen otros tipos de violencia que, de alguna manera, pasan mucho más desapercibidas para los/as adultos/as.

Durante el 2018 la mancomunidad MISECAM nos hizo el encargo de aprovechar el proyecto de participación infantil, que la Fundación Atenea lleva gestionando de forma discontinua desde el 2004, para que los y las niñas de los 13 pueblos que forman la mancomunidad, colaborasen en el protocolo de maltrato infantil que el Consejo Local de Atención a la Infancia y la Adolescencia estaba elaborando.
A raíz de esta propuesta se estuvo barajando de qué manera introducir la temática del maltrato a la población precisamente más sensible a esta problemática. Tarea compleja pues se trataba de acercarlo con la sensibilidad suficiente para que, por un lado, los niños y niñas fuesen capaces de reflexionar sobre ello sin que ello motivase angustias innecesarias, pero a la vez, pudiesen aportar información valiosa que diese claves importantes al Consejo.

El método, como en otras ocasiones, ha intentado partir del autoconocimiento emocional, de forma que, mediante ello, se logren extraer conocimientos racionales de lo que ellos vivencian como situaciones de maltrato. Por lo demás, no se pretendía circunscribir el maltrato a la familia sino el maltrato, y el buen trato en este caso, a todos los ámbitos contextuales por donde los/as niños circulan en su vida cotidiana.
Durante el proceso, se formaron comisiones infantiles por cada uno de los pueblos encargadas de la representación de sus compañeros/as, y cuyo cometido era elevar las conclusiones de los y las niñas/os a las autoridades municipales y mancomunadas. Y es aquí donde los niños y niñas nos sorprendieron: para la mayoría de ellos y ellas el mayor maltrato al que podían estar sometidos en su familia es no poder ver a sus padres el tiempo necesario debido a sus trabajos, o que, precisamente, no tuviesen empleo y viviesen en una situación desesperada. En concreto esto es lo que llevaron a las autoridades respondiendo lo que para ellos suponía una vida familiar sin maltrato:
Que la familia viva cerca, que mi padre y mi madre tengan otro horario de trabajo para estar más tiempo con ellos, hacer cosas con mis padres y para muchos niños/niñas que no les falte nada en su familia.

Curiosamente, los niños y niñas han logrado exponer determinadas claves que, quizás, no se corresponden del todo a lo que adultos y adultas pensamos en torno a un problema tan grave como el maltrato. Damos, por hecho, en muchas ocasiones, que los fenómenos de maltrato infantil, acoso o abuso a los/as menores son los problemas más graves a los que se puede enfrentar un/a niño/a. Y efectivamente es así, pero cuando se les alienta a que reflexionen de sus propias vivencias nos sorprenden con cuestiones que, a lo mejor, no habíamos prestado suficiente atención.

De tanto vivirlo como inevitable se nos hace corriente que muchos/as padres/madres no puedan estar el suficiente tiempo con sus hijos/as. Resulta toda una lección para los y las adultas que la mayoría de los niños y niñas considere que el desempleo o la falta de conciliación de sus progenitores es el maltrato más habitual al que se tienen que enfrentar. La violencia estructural de este tipo es un fenómeno al que nos acostumbramos rápido. El cual se invisibiliza en el momento en que la necesaria adaptación sociolaboral nos obliga. Sin embargo, los niños y niñas, en su encuentro con el mundo, es algo que no entienden y viven, en los casos más agudos, de forma traumática. Es quizás, en las situaciones más problemáticas, causa de futuros problemas de adulto.
Por lo demás, todo el proceso ha servido, también, para el aprendizaje emocional de la sensación de maltrato, el trabajo empático con el otro, la reflexión crítica en torno a su contexto geográfico y la diversión como fuente, también, de aprendizaje.

En conclusión, este es el mayor aprendizaje que podemos extraer de los niños y niñas: la familia como fuente de protección y acompañamiento, no solo por los posibles maltratos que puedan ejercer sobre los niños y niñas, sino por los que ella misma, debido a causas sociales, laborales o económicas soporta y traslada a sus funciones parentales.
Nos surge, sin embargo, muchas más preguntas que darían para reflexionar largamente sobre ello, ¿Por qué no se plantea el Consejo Local de Atención a la Infancia y la Adolescencia protocolos de actuación ante la falta de conciliación familiar? ¿Por qué no sale más en los medios estas dificultades familiares tan comunes cuando, sin embargo, nos bombardean intensamente ante casos aislados (y absolutamente macabros) de violencia intrafamiliar? ¿Se destinan los mismos recursos al seguimiento, control, protocolos, profesionales implicados, etc… al contexto micro de la familia que a políticas de conciliación o desempleo?…. Según Mariano Barba, coordinador de proyectos de Fundación Atenea “esto viene a confirmar argumentos de por sí sabidos: actuar sobre el individuo, en este caso la familia, como responsable de la violencia hacia los niños y niñas no solo simplifica el problema, señalando un culpable objetivo, sino que desvía la atención de las verdaderas responsabilidades estructurales de la comunidad donde se inserta y la administración competente para solucionarlo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Danos tu opinión, Escribe tu comentario, AQUÍ