Malaui -
El tabaco que se vende en Estados Unidos, Europa y otros sitios del
mundo contiene hojas producidas en arduas condiciones por niños.
Los
expertos afirman que los bajísimos salarios que se pagan a los
trabajadores rurales en países como Malaui hacen que el trabajo infantil
sea inevitable.
Las niñas en situación de trabajo infantil han disminuido en un 40% desde el año 2000, los niños, sólo en un 25% / Fotografía: OIT |
Una investigación de The Guardian ha revelado que el trabajo infantil
abunda en la industria tabacalera y está en aumento en países pobres, a
pesar de que las empresas multimillonarias aseguren que están
trabajando en el tema.
Pruebas encontradas en tres
continentes demuestran que niños de 14 años y aún menores no van a la
escuela y trabajan en condiciones difíciles y a veces incluso sufriendo
daño físico para producir la hoja de tabaco que rellena los cigarros que
luego se venden en Estados Unidos y Europa.
Las familias están atrapadas en círculos de pobreza
generacional, mientras que los salarios en la cima de la industria
ascienden a millones de dólares al año. Las empresas dicen que
supervisan el trabajo infantil y que retiran a los niños de los campos
para que vayan a la escuela, pero los expertos han dicho a The Guardian que el número de niños trabajando está aumentando, no disminuyendo, mientras crece el cultivo de tabaco en África y Asia.
Los niños sufren consecuencias de por vida: "Quería ser enfermera",
afirma una niña malauí de 14 años que se pasa el día en el campo bajo el
sol abrasador, trabajando con una pesada azada.
Las
familias creen que no tienen más opción que utilizar a sus hijos como
mano de obra no remunerada. Muchos están endeudados con los dueños de la
tierra y los arrendadores, y deben permanecer en los campos de una
temporada a la otra, incapaces de romper el círculo de pobreza.
"No se está tomando ninguna medida efectiva para revertir este
escenario", dijo Vera Da Costa e Silva, jefa de la Secretaría del
Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, un organismo clave
que se enfrenta a una industria que mata más de siete millones de
personas al año. "Lo que sucede es que los campos de cultivo de
tabaco concede altos beneficios a la industria pero muy poco dinero a
los trabajadores rurales".
Las empresas tabacaleras aseguran que están haciendo todo lo posible por acabar con la explotación infantil.
Silva destaca que las empresas multinacionales tienen una
responsabilidad directa por este escándalo. "La responsabilidad que
tienen es doble: por un lado la responsabilidad por el trabajo infantil y
por otro la de hacer que los niños trabajen manipulando un producto
letal que acaba por afectarles".
Silva dice que en
2011 había unos 1,3 millones de niños al año trabajando en los cultivos
de tabaco, y que –según la Organización Internacional del Trabajo (OIT)–
el número ha ido en aumento al trasladarse el cultivo de países en
mejor situación económica a países más pobres. Entre 2000 y 2013, el
cultivo de tabaco disminuyó en países como Brasil, Turquía y Estados
Unidos –afirmó un informe de la OIT de febrero de 2017–, pero ha
aumentado en otros, como Argentina, India y Zimbabue.
Dado que el trabajo rural infantil es más común en países pobres, el
informe de la OIT afirma: "Este cambio en la producción puede haber
resultado en un aumento del trabajo infantil y en un mayor déficit de
empleo decente en la producción de tabaco. Aunque no existe una
estimación del número de niños trabajando en la industria tabacalera a
nivel mundial, los sondeos indican que en las comunidades tabacaleras
pobres, el trabajo infantil está fuera de control".
Los puntos negros
En Malaui: padres que trabajan en el cultivo del tabaco y viven en
extrema pobreza no dejan que sus hijos asistan a la escuela para que
ayuden en la cosecha de las hojas de tabaco. Algunas familias que viven
en chozas de paja no reciben ningún pago durante 10 meses, hasta que la
cosecha de tabaco se vende. Viven con un cubo de maíz a la semana que
les dan los arrendadores y para reunir el dinero para molerlo deben
trabajar además en otros campos, algo en lo que también participan los
niños.
En México: The Guardian
vio niños trabajando en siete de las diez plantaciones de tabaco que
visitó en marzo en la región de Nayarit, a pesar de los avances que han
hecho tanto la industria como el Gobierno para combatir el problema y
asegurarse de que los niños vayan a la escuela.
En Indonesia: The Guardian
visitó comunidades cultivadores de tabaco en Lombok y conversó con
niños trabajadores, incluido un niño de 14 años que afirmó tener
problemas respiratorios que su familia atribuye a su trabajo en los
campos de tabaco.
El Departamento de Trabajo de
Estados Unidos elaboró una lista de 16 países donde suponen que hay
niños trabajando en el cultivo de tabaco. Organizaciones de derechos
humanos incluida Human Rights Watch han documentado el trabajo infantil
en el cultivo de tabaco en Bangladesh, Kazajistán, Indonesia, Brasil y
más recientemente en Zimbabue.
Los expertos afirman
que los bajísimos salarios que se pagan a los trabajadores rurales en
países como Malaui hacen que el trabajo infantil sea inevitable.
Las empresas tabacaleras BAT y JTI aseguran que es aceptable que niños
de entre 13 y 15 años realicen en el campo tareas livianas siempre que
no afecten a su salud ni su acceso a la educación. Sin embargo, los
activistas dicen que no deberían estar en contacto con el tabaco hasta
los 18 años.
El ingreso promedio de un trabajador
rural en Kasunga, una de las mayores regiones tabacaleras de Malaui, es
de 223.710 kwacha (unos 325 euros) por 10 meses de trabajo, según un
estudio realizado en 2017 por el Centro por el Interés Social, una ONG
de Malaui.
Se estima que cada kilo de tabaco rinde
para 1.200 cigarrillos. El año pasado, los trabajadores rurales de
Kasunga ganaron 200 kwacha (0,25 euros) por kilo una vez que se vendió
la cosecha.
Los trabajadores rurales son el eslabón
más pequeño de la cadena alimenticia tabacalera. Acceden a trabajar
durante un año para un arrendador que tiene un contrato y tiene la
tierra, sea ésta de su propiedad o alquilada. Ese contrato es con una de
las grandes empresas que compran hoja de tabaco –Alliance One,
Universal (que el Malaui es conocida como Limbe Leaf) o Japan Tobacco
International (JTI).
Las empresas que compran la hoja
de tabaco acuerdan comprarle a los arrendadores con quienes tienen
contrato y a cambio proveen las semillas, los fertilizantes, los
pesticidas y las herramientas. Estas empresas dicen que les aclaran que
no deben trabajar niños. Alliance One aseguró que una de los
"principales prioridades" es la eliminación del trabajo infantil y
afirmó estar comprometida a luchar contra el trabajo infantil.
Las empresas que compran la hoja de tabaco cumplen órdenes de las
productoras de cigarrillos: British American Tobacco, Philip Morris y
Japan Tobacco.
Principal problema, los salarios
Las grandes empresas tabacaleras tienen sus propios programas de
responsabilidad social empresarial. Dicen que supervisan el trabajo
infantil y que construyen pozos y escuelas. Sin embargo, Marty Otanez,
profesor de la Universidad de Colorado en Denver, un antropólogo que
hace muchos años que estudia el cultivo de tabaco en Malaui, indica que
los proyectos de bienestar social han "demostrado cierta buena voluntad
por parte de las empresas tabacaleras para hacerse cargo de algunos de
los problemas, pero evitan encarar temas más difíciles como el precio de
la hoja de tabaco y los salarios".
Las cuatro
mayores empresas tabacaleras dicen que están haciendo todo lo que
pueden. "BAT se toma muy en serio el trabajo infantil y está de acuerdo
en que los niños nunca deben ser explotados, expuestos a situaciones de
peligro o impedirles el acceso a la educación", afirmó un portavoz.
"Nosotros no empleamos a niños en ninguna de nuestras operaciones en
ningún país del mundo y les dejamos claro a nuestros agricultores y
proveedores que no toleraremos la explotación infantil". Imperial
Tobacco afirma: "El trabajo infantil es inaceptable y hacemos todo
nuestro esfuerzo para que no haya trabajo infantil en nuestra cadena de
suministro".
PMI dice que el trabajo infantil es una
realidad inaceptable. "Estamos comprometidos a eliminar el trabajo
infantil y otras formas de abuso laboral en todos los lugares donde
producimos tabaco", afirmó Miguel Coleta, director de sostenibilidad de
la empresa. "Hemos trabajado para atacar las raíces del problema del
trabajo infantil y hemos logrado una reducción mundial de los incidentes
de trabajo infantil en las tierras con las que tenemos contrato.
Agradecemos la supervisión continuada de nuestros esfuerzos y
reconocemos que no podemos vencer nosotros solos. Esto requiere
esfuerzos serios y a largo plazo por parte de todas las partes
interesadas, incluidos el Gobierno y la sociedad civil".
JTI también afirmó que el trabajo infantil es endémico en el mundo
rural, pero que han logrado reducirlo en las zonas donde contratan a los
trabajadores de forma directa. "La realidad es que el trabajo infantil
surge de una combinación de factores sociales, económicos y normativos.
En JTI, no fingimos que somos capaces de resolver nosotros solos el
problema del trabajo infantil, pero estamos haciendo todo lo posible
desde nuestro lugar para solucionarlo, trabajando en colaboración con
otros", declaró la empresa.
Traducido por Lucía Balducci
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