GINEBRA/NUEVA
YORK/AMMÁN/SANAA, 3 de julio 2018 -
“El conflicto incesante en Yemen ha
llevado al abismo a un país que ya estaba en una situación desesperada.
Los servicios sociales apenas funcionan. La economía está destruida.
Los precios se han disparado. Los hospitales han sufridos graves daños.
Las escuelas se han transformado en refugios o están ocupadas por grupos
armados.
Acabo de llegar de
Adén y Sanaa, donde he visto lo que tres años de guerra intensa
-después de décadas de poco desarrollo y de una indiferencia
internacional crónica- pueden causar en los niños: están fuera de la
escuela, se han visto obligados a combatir o a casarse, están
hambrientos y mueren de enfermedades prevenibles. Hoy, 11 millones de
niños en Yemen, más que toda la población de Suiza, necesitan ayuda para
obtener alimentos, tratamientos, educación y agua y saneamiento.
Desde
2015, debido a los ataques aéreos y los bombardeos, más de la mitad de
los centros de salud han dejado de funcionar y 1.500 escuelas han
sufrido daños. Al menos 2.200 niños han muerto y 3.400 han resultado
heridos. Estos son solo los datos que hemos podido verificar. Las cifras
reales podrían ser aún más altas.
No hay justificación para esta matanza.
En
Adén, en un centro que ofrece apoyo psicosocial a niños que huyeron de
la violencia en Hodeida, una niña me entregó un dibujo del mundo en el
que le gustaría vivir. Mostraba a una niña bien vestida sentada en un
parque con una amiga en un día soleado, justo al lado de una gran casa.
Era lo opuesto al mundo que la rodeaba, donde imperan el desplazamiento,
la destrucción y el miedo.
En
Sanaa, en un pabellón para niños desnutridos, vi a un niño de ocho
meses que pesa lo mismo que un bebé recién nacido. En una unidad de
cuidados intensivos para recién nacidos vi a pequeños bebés en
incubadoras luchando por respirar. Entre ellos había un par de gemelos
siameses que necesitan cirugía para sobrevivir, una cirugía que no se
puede realizar en Yemen. La unidad, en el hospital principal de la
ciudad, no tiene una fuente de electricidad de emergencia; durante los
cortes del suministro eléctrico depende de generadores alimentados con
combustible. Pero los cortes son frecuentes y el combustible es escaso y
caro. He conocido a trabajadores sanitarios comprometidos y
desbordados, que hacen todo lo posible para salvar vidas ofreciendo
atención y medicamentos sin costo para sus pacientes. Es posible que
hayan ayudado a frenar la propagación del peor brote de cólera de la
historia, pero llevan dos años sin cobrar su salario.
Sin embargo, el conflicto continúa.
En
Hodeida, 5.000 familias han huido de sus hogares en las últimas dos
semanas. Los equipos de UNICEF sobre el terreno han informado de que
gran parte de las tiendas, panaderías y restaurantes de la ciudad están
cerrados, lo que limita la disponibilidad de suministros en el mercado.
Los suministros de productos básicos como la harina de trigo, el aceite
vegetal y el gas para cocinar están disminuyendo. En la última semana,
el precio del trigo y el aceite vegetal han aumentado un 30%, y el del
gas de cocina un 50%. No hay electricidad en la mayor parte de la
ciudad, y el daño a las tuberías de suministro de agua ha causado una
grave escasez de agua.
El
jueves llegaron a Hodeida, procedentes de Yibuti, más de 50 toneladas de
artículos médicos de UNICEF, incluidos antibióticos, paracetamol y
ácido fólico para 250.000 mujeres y niños. Antes de este envío, y antes
de que comenzara la batalla por Hodeida, UNICEF preparó suficientes
suministros para ayudar a reponer los centros de salud y proporcionar
artículos básicos de salud a 500.000 personas, entre ellas mujeres
embarazadas, bebés y niños.
En
Hodeida, como en el resto del país, la necesidad de que llegue la paz
nunca ha sido más urgente. Las partes en el conflicto, y quienes tienen
influencia sobre ellas, deberían unirse a los esfuerzos diplomáticos
para evitar un mayor deterioro de la situación en todo el país, así como
reanudar las negociaciones de paz.
También
es fundamental que las familias que desean huir puedan hacerlo de
manera segura y que se proteja la infraestructura civil, incluidas las
escuelas, los hospitales y las instalaciones de agua. En una crisis de
esta magnitud, las organizaciones humanitarias deberían poder enviar a
sus equipos rápidamente y sin demora para ayudar a los afectados.
La
protección de los niños, tanto contra las minas terrestres como contra
el reclutamiento, la explotación y los ataques, debe seguir siendo
primordial en todo momento.
UNICEF
permanece sobre el terreno en Adén, Sanaa, Ibb, Hodeida y Saada con un
equipo de más de 250 personas, la mayoría de ellas yemeníes que trabajan
arduamente para atender a los niños al mismo tiempo que tienen que
hacer frente a los desafíos cotidianos de la vida en una zona de guerra.
En lo que va del año, mediante la colaboración con nuestros aliados
gubernamentales y las organizaciones no gubernamentales, hemos podido:
•
Proporcionar ayuda en efectivo a alrededor de 9 millones de
personas mediante una iniciativa conjunta con el Grupo del Banco Mundial
para aumentar el poder adquisitivo de las familias vulnerables.
• Distribuir agua potable a 4,6 millones de personas a través de la rehabilitación de los sistemas públicos de agua.
• Dar tratamiento a casi 80.000 niños menores de cinco años con desnutrición grave.
• Ofrecer atención sanitaria primaria a casi medio millón de niños.
Nos
comprometemos a hacer todo lo posible para ayudar a los niños y los
jóvenes de Yemen, pero debería encontrarse una solución política al
conflicto. Todos debemos dar una oportunidad a la paz. Es el único
camino a seguir”.
(Material audiovisual de la visita: https://weshare.unicef.org/ Package/2AMZIFV87CN4)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Danos tu opinión, Escribe tu comentario, AQUÍ