El coordinador de parentalidad.
Juan Nieto,
dentro de una
experiencia piloto para mediar en conflictos de parejas separadas.
La iniciativa se puede aplicar de oficio y pretende evitar
que las decisiones que afectan a los menores colapsen los juzgados.
"Como niños", con perdón de los niños:
«¿Cómo
le cortamos el pelo al niño?».
«La pequeña no se va contigo porque me
la llevo yo de fin de semana».
«Pues yo no pienso pagar las
extraescolares, así que ya sabes...».
«Colegio público». «¡No, colegio
privado!».
«¿No pensarás que el niño va a hacer la comunión?».
España es el segundo país de la Unión Europea con mayor tasa de divorcios,
por detrás de Portugal con una media de 400.000 al año. Los españoles
se divorcian mucho y en la mesa de los juzgados se acumulan casos de
familias rotas en las que todo se convierte en drama, hasta el más
mínimo detalle.
Los Juzgados de Familia reciben a diario escritos para dirimir el
uso del móvil de los menores, la organización del banquete de la
primera comunión y hasta conflictos como la caída de los dientes de
leche. Los padres preguntan a los jueces si dejan salir a sus
hijos, qué días y hasta a qué hora tienen que volver porque papá y mamá
son incapaces de ponerse de acuerdo.
Los cinco jueces de Familia de Valencia (cuatro más un refuerzo) han detectado unos 100 casos de parejas altamente conflictivas que se dedican a denunciarse entre sí y a cronificar los problemas.
Son familias que arrastran graves conflictos parentales y que no
consiguen llegar a puntos mínimos de entendimiento tras una ruptura
sentimental.
Para ver si dejan de ser como los niños, con perdón de los niños, Pedro Viguer, juez decano de Valencia desde 2007, ha puesto en marcha como experiencia piloto la figura del «coordinador de parentalidad»,
una ayuda para evitar que los menores sigan desfilando por el juzgado
para ser escuchados y conseguir que los padres se den cuenta de que lo
que se ha roto es la pareja y no la familia.
Normalizar una
relación tras una sentencia de divorcio es el típico caso por el que a
un juez de Familia se le acumula el trabajo. «Si eres abogado,
es el típico supuesto en el que te llaman un domingo cuando estás
comiendo para denunciar que la ex ha llegado tarde».
Desde
el mes de mayo la figura del coordinador de parentalidad atiende estos
asuntos en Valencia. Viguer ha aplicado una sentencia de la ex
presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, Maria Eugènia Alegret,
para dotarse de un marco jurídico y ha desarrollado el sistema junto al
personal del gabinete psicosocial del Instituto de Medicina Legal, un
equipo de psicólogos y trabajadores sociales que financia la Conselleria
de Justicia.
Esta figura
surgió en los años 90 en EEUU y la primera vez que se habló de ella en
España fue en 2012, en una jornada de jueces y abogados de Familia. «Su
gran ventaja es que la podemos acordar de oficio, sin que las familias tengan que dar su consentimiento», explica Pedro Viguer.
El magistrado de la Audiencia de Barcelona Pascual Ortuño lo define como un «coach
familiar». El coordinador de parentalidad está a mitad camino entre la
mediación y el perito, pero es más perito que mediador. «Es una figura
híbrida que puede adoptar ciertas decisiones, tiene carácter dinámico y
está permanentemente en contacto con las familias», resume Pedro Viguer.
- ¿Cómo se ha aplicado la experiencia piloto?
- Los cinco
jueces de Familia seleccionaron dos casos cada uno, diez en total. A la
semana ya estaban derivados al gabinete y cuando pasó un tiempo me
dijeron: 'Esto va como un tiro. ¡Han dejado de presentar escritos!'. A día de hoy los diez casos están en cumplimiento de sentencia.
- ¿Qué tipo de casos abordan?
-
Cambios de colegio, tratamientos médicos, si les vacunan, si no... A
qué médico los llevan. Tratamientos psicológicos, que si eso es una
chorrada, que me va a costar una pasta... Todo es un conflicto.
- ¿Por qué se llega a estas situaciones?
- Muchas veces es simplemente por falta de habilidad parental.
Hay padres que llevan años sin tener una relación con sus hijos y hacen
cosas, sin mala intención, que demuestran una falta tremenda de
habilidad parental.
La experiencia piloto evidencia que las
parejas que peor llevan la ruptura cuentan con mayores recursos
económicos y se encuentran muchas veces sobreasistidas. No necesitan más abogados ni más mediadores, sino un profesional dinámico que les enseñe a resolver sus disputas. A veces solamente hay que aceptar que tu hijo quiera llevarse al perro cuando va a casa de tu ex.
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