Una tabla clasificatoria de la desigualdad respecto al bienestar infantil en los países ricos.


Nada  de todo  esto es culpa  del niño.

John Hudson y Stefan Kühner.
Report Card n.º 13, 
Centro de  Investigaciones Innocenti, 
UNICEF.


En este Report  Card se describen las desigualdades en el bienestar infantil en 41 países de la Unión Europea (UE) y la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Se examina la desigualdad en el extremo inferior de la distribución, es decir,  la brecha entre los niños  que  se sitúan en la parte baja y los que  ocupan la posición media. Al mismo tiempo, se estudia hasta qué  punto  se deja que  los niños  se queden atrás en términos de ingresos, educación, salud  y satisfacción en la vida.

¿Por  qué  existen desigualdades?
La brecha entre los ricos  y los pobres se encuentra en su nivel más  alto desde hace 30 años en la mayoría  de los países de la OCDE, por lo que ahora vuelve a prestarse más  atención a las cuestiones relacionadas con la desigualdad.

Si bien gran  parte del debate político  se ha concentrado en los ingresos cada  vez mayores del 1% más  acaudalado, en numerosos países ricos,  los ingresos por debajo de la mediana han crecido a un ritmo inferior a los situados por encima1.
En todos los países de la OCDE, el riesgo de caer  en la pobreza era mayor  para  los ancianos, pero  desde la década de 1980, el riesgo amenaza principalmente a los jóvenes. Esa evolución acentúa la necesidad de supervisar el bienestar de los niños  más  desfavorecidos —aunque la desigualdad de ingresos también tiene consecuencias de amplio  alcance para  la sociedad—, puesto que socava los logros  académicos, los resultados sanitarios clave e incluso el crecimiento económico2.

El interés por instaurar la equidad y la justicia  social  obliga  a determinar si la desigualdad que  sufren algunos miembros de la sociedad es tal que afecta injustamente a su vida presente y futura.  En este Report  Card se plantea la misma pregunta básica que  en el Report Card n.° 93, el cual se centraba en la desigualdad en el bienestar infantil, pero  se emplean los datos disponibles más  recientes y se abarca un mayor número de países.

Desigualdad, equidad e infancia
La equidad y la justicia  social  revisten una importancia particular cuando se
aborda la desigualdad no entre adultos, sino  entre niños.

La desigualdad social  entre adultos puede justificarse si se produce como consecuencia de una competencia  leal y en condiciones de igualdad de oportunidades. En cambio, cuando se trata  de los niños,  las circunstancias sociales y económicas a las que  se enfrentan son  ajenas a su control, por lo que  no pueden utilizarse  los méritos personales  como justificación razonable de las desigualdades entre ellos.

Además, es difícilmente refutable que las experiencias durante la infancia tienen efectos de gran  calado no solo en la vida cotidiana de los niños,  sino también en sus oportunidades y perspectivas de futuro.  Del mismo modo, los obstáculos socioeconómicos en las primeras etapas de la vida aumentan el riesgo de obtener menos ingresos, padecer problemas de salud y carecer de las aptitudes suficientes en la edad adulta. A su vez, esta situación puede perpetuar las desventajas durante generaciones4.

Nada  de todo  esto es culpa  del niño.

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