20.000 niños y niñas holadeses abusados por religiosos católicos

Informe sobre abusos sexuales 
dentro de la Iglesia Católica Holandesa

Obispos de la Iglesia Católica en Holanda protegieron a los abusadores sexuales y encubrieron sus crímenes, según un importante informe publicado hoy. 

Robert Chesal, 16/12/201
La Comisión Deetman, instituida por la Iglesia, establece que por lo menos se produjeron 20.000 víctimas de abusos entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y 1981. El periodista de Radio Nederland Robert Chesal sacó a la luz los abusos, lo que condujo a un escándalo a nivel nacional. El profesional echa una mirada a la manera cómo se desarrolló la historia.

Se podría decir que 2010 fue el año en que el escándalo de abusos sexuales dentro de la iglesia se transformó en “viral”. Hasta febrero del año pasado, el abuso de menores por parte del clero era visto como un problema principalmente en Irlanda y EE.UU.

Escándalo alemán

Pero ese mes de febrero, mientras el norte de Europa estaba cubierto por la nieve, un conflicto larvado comenzaba a alcanzar su punto de ebullición. Un informe de un internado católico administrado por jesuitas en la capital alemana Berlín, primero habló de algunos casos, luego de una docena y más tarde de más de cien víctimas de abusos por parte de curas.

Uno de esos informes llegó a la sala de prensa de Radio Nederland a mediados de febrero. Ese mismo día, leí que el Papa Benedicto XVI había ordenado a toda la conferencia episcopal irlandesa a presentarse al Vaticano, donde recibirían las admoniciones por sus fallos en controlar los abusos en sus diócesis. Decidí investigar si algo había pasado en Holanda.

Salesianos
No tardé en encontrar en internet el testimonio de un hombre llamada Janne Geraets, actualmente de casi sesenta años, quien alegaba que había sido abusado en un internado a comienzos de los años 60. Arreglé una cita con él al día siguiente y escuché la historia de un abuso vergonzoso y que dejó daños sicológicos permanentes para el menor, cometido por un sacerdote salesiano. Cuando caminaba hacia al autobús después de la conversación, con mi cabeza llena de las violentas imágenes que Geraets había descrito, comencé a pensar dónde seguir investigando.

Señales alarmantes
Descubrí que había algunos patrones preocupantes en Holanda que todavía no habían sido denunciados por los medios oficiales. Por ejemplo, un importante jurista holandés me dijo que había renunciado a su cargo de presidente de un panel de evaluación de los abusos de la iglesia católica. De hecho, dijo, todo el panel renunció porque las recomendaciones acerca de cómo enfrentar los abusos en la iglesia fueron repetidamente ignorados por los obispos holandeses.

Hervidero de abusos
Movido por la insistencia de Janne Geraets que él era solo uno de los muchos niños que habían sido violados en su escuela, acudí al experimentado periodista de investigación Joep Dohmen del periódico NRC Handelsblad. Juntos Dohmen y yo dimos forma una historia que revelaba el abuso de otros tres menores por los salesianos del mismo internado.

También sacamos a la luz el hecho que uno de los obispos más respetados de Holanda, monseñor Ad van Luyn, había enseñado en esa misma escuela, en medio de lo que más tarde se demostró como un hervidero de abusos. Nuestra primera publicación, el 26 de febrero de 2010, detonó una avalancha de testimonios de abusos provenientes de ex alumnos de ese internado en toda Holanda. La línea de denuncia católica no daba abasto para recoger todo el trabajo y en pocas semanas se dieron los primeros pasos para crear la comisión presidida por el ex ministro holandés, Wim Deetman.

El papa indigna a Europa
Mientras tanto, rápidamente comenzaba a quedar claro que la Iglesia Católica tenía en su seno un escándalo de proporciones epidémicas en Europa. Desde Alemania, Holanda, Bélgica y Austria los periódicos comenzaron a llenarse de testimonios espeluznantes de abusos y de denuncias de encubrimiento de los crímenes por parte de la iglesia. Hubo una indignada reacción cuando el Papa Benedicto pidió disculpas a los fieles en Irlanda por décadas de abusos que quedaron impunes. ¿Por qué, se preguntaban alemanes y holandeses, nosotros debemos ser tratados de forma diferente a las víctimas irlandesas?

El Vaticano nunca dio una respuesta satisfactoria a esa cuestión. Por el contrario. Un cardenal cercano al Papa calificó los informes de habladurías insignificantes, e incluso algunos obispos que reconocieron la presencia de abusos a gran escala, culparon de ellos a los masones, a la homosexualidad y a la relajación de la moral sexual de la sociedad producida después del Concilio Vaticano Segundo (una falacia especialmente absurda, considerando que tantos casos de abuso datan de los años 50 e incluso antes.)

Durante el Viernes Santo, el sermón del Papa Benedicto comparó las acusaciones contra sacerdotes en el escándalo por abusos sexuales con ejemplos anteriores de la persecución de los judíos de Europa. Las relaciones públicas parecen no ser exactamente el punto fuerte de la Santa Sede.

La metida de pata de Simonis
La impresión dada por la iglesia holandesa no fue mucho mejor. La figura católica más relevante del país, el cardenal Simonis, dejó a todo el mundo boquiabierto cuando negó que las altas autoridades de la iglesia holandesa estuvieran conscientes de los abusos a gran escala de los curas en su entorno.

Escogió una formulación históricamente controvertida que normalmente usan los holandeses para ridiculizar la ignorancia que alegaban los alemanes sobre la existencia de los campos de concentración nazis: 'Wir haben es nicht gewusst' (“No lo sabíamos”). Las palabras de Simonis perdieron decididamente todo valor cuando, algunos meses más tardes, dimos a conocer que él había ayudado a trasladar a un cura pedófilo de una parroquia a otra, permitiendo que los abusos continuaran.

Daños permanentes
Incidentes como éste son algunos de los muchos hechos desconcertantes que la Comisión Deetman tuvo que dilucidar en su investigación. De las estimadas entre 10.000 a 20.000 víctimas que se hallaban bajo el cuidado institucional entre 1945 y comienzos de 1980, aproximadamente la mitad fue sometida repetidamente a abusos sexuales por más de un año, dice la comisión. Testimonios personales revelan que los daños físicos y sicológicos causados por períodos tan extensos de victimización son inmensos y permanentes.

La comisión se concentró en internados, orfanatos, seminarios y otras instituciones de la iglesia católica donde los niños corrieron un mayor riesgo de ser violados. La investigación criticó duramente la falla de las instituciones en controlar y proteger el bienestar de los menores a su cargo.

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