El sistema condenó a María y José a tener al Niño entre los
animales.
De allí el establo, las bestias, el pesebre...
Era el orden establecido: ustedes son animales para
nosotros: los poderosos, las minorías privilegiadas.
Sin embargo, los tres apostaron al amor, la esperanza y la
lucha para que el futuro exista también para ellos.
Y el niño Jesús se hizo revolucionario y hasta la fecha
sigue mostrando que la pelea por un lugar más humano para los que son más es el
sinónimo de la palabra felicidad.
Su revolución constió en: "Dios es mi padre, por tanto
yo soy hijo de Dios, por tanto tú eres mi hermano, y lo lógico es: amaros los
unos a los otros"
Y la postal se repite en distintas geografías atravesadas
por crónicas diferentes.
Noticias que revelan amores que insisten.
Hechos que no se agotan en los segundos de televisión fugaz.
Y siguen las Marías, los José y los Niños.
Se multiplican las Marías, se multiplican los José y también
se multiplican los Niños.
Es lo que no pueden entender los Herodes de siempre.
Que los que luchan contra los crucificadores siguen naciendo
y creciendo a fuerza de amor, esperanza y lucha como sinónimo de futuro.
Fuente: Agencia Pelota de Trapo
¡Feliz Año Nuevo 2012!
os desea
La Asociación Grupo de Sociología de la
Infancia y la Adolescencia
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