Para eso, es indispensable la
implicación de los padres, que se consideran una parte esencial de la
educación de los niños. Casi tanto o más que los propios profesores.
Es una de las conclusiones que se extrae de la tesis doctoral realizada
por una onubense, María del Carmen Márquez Vázquez, que ha coronado sus
estudios de Sociología con un trabajo de 450 folios que desmonta varios
mitos, como que los inmigrantes suspenden más o que los hijos de los
maestros sacan mejores notas.
Un trabajo que nació en
la mente de esta doctora, según ha explicado a eldiario.es/andalucia,
cuando llevó a cabo prácticas como trabajadora social del Equipo
Provincial de Orientación Educativa de la Delegación Provincial de
Educación de Huelva. Fue entre 2009 y 2011, y “me llevó a descubrir un
contexto educativo que hasta el momento había sido desconocido para mí y
cuanto menos inquietante. En este contexto convergían a la vez: una
amplio grupo de alumnos que manifestaban no sentirse integrados en sus
respectivos centros ni motivados para continuar sus procesos de
aprendizaje, padres que por desconocimiento o incapacidad, se sentían
limitados para resolver las situaciones de desajustes escolar que vivían
sus hijos y grupos de profesores que debían hacer frente sin recursos
ni formación específica para ellos, en multitud de ocasiones, a
dificultades en el aprendizaje y continuas problemáticas disciplinarias
entre su alumnado”.
Por ello, en cuanto pudo se lanzó
a investigar, con el fin de aportar un estudio único que ayude a los
profesionales a comprender mejor el entorno en el que se mueven,
mentalizar a los padres y entre todos aportar posibles mejoras al día a
día de la educación.
Estudio preliminar en toda la provincia
El campo de trabajo de la doctora Vázquez no ha sido mínimo, todo lo
contrario. Su universo estuvo formado por todo el alumnado estudiante de
ESO en Huelva durante el curso escolar 2010/11 (18.814 alumnos/as). Del
total de centros educativos de la provincia seleccionó 11, clasificados
previamente en función del volumen total del alumnado, la tasa de
promoción educativa del municipio y el absentismo escolar registrado por
el centro. Con todo ello, tuvo acceso a una muestra de 206 alumnos y 11
equipos de profesionales educativos (directivos y docentes).
La edad media del alumnado se sitúa en los 14,8 años, edad calificada
por algunos autores como de alto riesgo de aparición de problemáticas
escolares. Además, con una incidencia de la inmigración del 11,2% del
total de los estudiantes. La mayor parte de este grupo de alumnos
procede fundamentalmente de la UE comunitaria (en particular de Rumania y
Polonia), seguidos de los estudiantes procedentes de América Latina (en
concreto de Brasil, Colombia y Venezuela) y en menor proporción de
Marruecos.
Los resultados del estudio son ciertamente
llamativos, pero el principal titular es que nada influye más en un
buen expediente académico que lo que los niños hacen en sus casa de
puertas para adentro. Ni el nivel económico, ni la calidad presupuesta
del centro educativo, ni ningún otro concepto es más positivo para el
niño que contar con un apoyo para sus tareas dentro de casa.
Las niñas hacen tareas domésticas en sus ausencias
La investigadora se detiene, además, en los factores sociodemográficos
de los niños (la edad, el sexo o el país de procedencia) y concluye que
“no se muestran asociados a la aparición del fracaso escolar, sin
embargo, el país de origen sí aparece vinculado a la tasa de absentismo
escolar y el sexo del alumnado a las actividades que desarrolla el
alumnado en su tiempo de ausencia al centro educativo”.
Y es que, en la tesis se observa un claro sesgo de género al
comprobarse que las alumnas dedican en su mayor parte el tiempo de no
asistencia al centro a realizar tareas domésticas o de cuidado de otros
miembros de la familia mientras que los alumnos manifiestan dedicar este
tiempo a "no hacer nada".
Además, analiza la
implicación educativa, y los resultados obtenidos permiten asociar la
utilidad que el alumnado atribuye a los estudios para la consecución de
sus proyectos futuros, a sus expectativas educativas y a la posibilidad
de abandono con los resultados que obtiene y por lo tanto, con los
procesos de éxito y fracaso escolar que presenta.
En
este sentido, se observan dos grupos claramente diferenciados: un primer
grupo de estudiantes que se caracterizan por estar implicados en su
proceso de aprendizaje, mostrar un alto grado de compromiso con su
formación, presentar altas expectativas educativas y poseer una alta
valoración de los estudios, que en la mayor parte de los casos presentan
buenos resultados académicos.
El segundo grupo está
integrado por estudiantes que poseen una valoración baja de los
estudios, bajas expectativas educativas, intención de abandono del
sistema educativo y un bajo rendimiento educativo que en muchos casos se
traduce en fracaso escolar.
A pesar de esto, en
líneas generales, el alumnado hace una valoración aceptable (7,1 en una
escala de 0-10) del sistema educativo en el que está inmerso, siendo las
relaciones con el profesorado y la valoración de la metodología de
enseñanza-aprendizaje los aspectos peor valorados por ellos (6,7 y 6,5
respectivamente).
El estudio ha salido de la mente de
una mujer que ahora cuenta con un Doctorado Europeo por la Universidad
de Huelva, en el Programa de doctorado Globalización y Cambio Social del
departamento de Sociología y Trabajo Social. Su tesis salió adelante
con una nota de Sobresaliente Cum Laude por unanimidad.