Sociedad cooperativa versus competitiva.
Hace tiempo que me preguntan sobre cómo se deben afrontar los celos
entre hermanos y es una pregunta frecuente en consulta. En el artículo
de hoy voy a intentar resumir los aspectos principales para trabajarlos
de la mejor manera posible, aunque el tema es mucho más extenso y
complejo.
Las familias viven la presencia de hermanos entre los hijos e hijas
de manera muy diferente. Existen familias que lo viven como una
bendición y la llegada de un hermano es un regalo porque les va a
suponer una ayuda en la gestión familiar. En cambio, existen otras
familias que viven la convivencia de los hermanos de manera muy
traumática donde la hermandad se convierte en una competición
constante y foco de conflictos sin resolución.
¿Cómo evitar los celos entre hermanos?
Hay que romper la tradicional estructura jerárquica parental por una
estructura cooperativa. Pero, ¿cómo? Los celos entre hermanos es algo
normal, sobretodo con la llegada del hermano pequeño en casa. El
sistema familiar pierde su equilibrio con la llegada de un nuevo hijo y
se puede acompañar esta nueva situación de la mejor manera posible
para que los celos no se escapen de su función normal de transición a
la llegada del nuevo equilibrio.
Es muy importante romper una estructura jerárquica competitiva entre
los progenitores y los hijos e hijas. Entendemos por estructura
jerárquica una estructura en que los progenitores se refieren y dedican
a sus hijos e viceversa, pero no se potencia la estructura transversal
hijo-hijo. A menudo, padres y madres tienen la necesidad de sentir que
deben repartirse al máximo posible entre los hermanos para que no
sientan celos de una pérdida de atención, olvidando que tienen un
importantísimo recurso a parte de los progenitores: a los hermanos
entre sí.
Así, estamos provocando, con la mejor de nuestras intenciones, que
“compitan” por nuestra atención. El sistema familiar pasa a
estructurarse en un sistema competitivo. Recordemos que en un sistema
competitivo siempre hay una persona que quiere ganar y ello supone que
la otra persona debe perder (Yo gano – Tu pierdes). Y aquí tenemos la
aparición de los “celos”. La victoria del hermano es mi derrota.
Para que esto no suceda debemos establecer, desde bien pequeños o lo
antes posible, una estructura familiar cooperativa. Para conseguirlo
debemos tener muy claro la existencia de una estructura familiar con
normas claras, también con apoyos claros, pero con una presencia de un
eje transversal básico entre los propios hermanos.
Para ello debemos aplicar estrategias desde bien pequeños, por
ejemplo: con el nacimiento del hermano pequeño se pueden establecer
tareas y responsabilidades del hermano mayor para con éste: como ayudar
a cambiar el pañal, con la bañera, a la hora de recoger su ropa,
acompañarlo a las revisiones pediátricas tomando responsabilidades,…
pero también cuando son hermanos más grandes: el hermano mayor puede
ayudar al pequeño en las tareas escolares, con lo que los aprendizajes
del hermano pequeño también pueden ser un logro del hermano mayor.
Así, estamos estableciendo un sistema de relación cooperativa donde
el éxito del hermano pequeño es el éxito del hermano mayor (sistema
cooperativo donde tú ganas y yo gano). Compartir las decisiones
familiares, las tareas domésticas desde bien pequeños, etcétera. Si
queremos que nos tengan en cuenta y que se tengan en cuenta deberemos
fomentarlo a diario (teniéndolos nosotros también en cuenta, por
supuesto).
Es muy importante establecer este sistema cooperativo y deshacer el sistema competitivo que suele imperar en nuestra sociedad.
¿A quién dar la razón en los conflictos entre hermanos?
A menudo aparecen conflictos entre hermanos que se resuelven buscando
al padre o la madre para que sentencie, como un juez, quien tiene la
razón. Los progenitores, ante la tesitura de acatar su responsabilidad
de padre o madre responsable cumplen con su cometido: sentencian. Muchas
veces estas sentencias se han realizado de manera rápida, recogiendo
cuatro informaciones superficiales y con un componente emocional muy
alterado. ¿El resultado? Un fuerte sentimiento de injusticia para el
derrotado.
Es mejor no dar la razón a ninguno de los dos que sentenciar de
manera equivocada. Por decirlo de otra manera es mucho mejor hablar con
ellos de manera tranquila sobre lo que ha pasado sin dar la razón a
nadie.
Seria cambiar nuestro rol de “juez” por un nuevo rol: el de
“mediador”. Con el rol de mediador y siguiendo los ejes de la
comunicación no violenta (CNV) deberemos:
-Informarnos de lo que ha pasado: preguntar de manera ordenada a los
dos sobre lo sucedido, insistiendo en la importancia de no hacer juicios
de valor y simplemente explicar los hechos.
-Preguntar sobre cómo se han sentido. Y que se puedan escuchar mutuamente.
-Preguntar sobre lo que necesitaban en ese contexto (y ver si sus necesidades eran compatibles o incompatibles).
-Preguntarles sobre sus peticiones: qué quieren pedir el uno al otro.
El siguiente paso es decirles que, con esa información, piensen
posibles soluciones para la resolución del conflicto para reunirse con
ellos a las horas o días posteriores y negociar entre las propuestas
que ellos mismos han hecho. Es importante recoger los acuerdos y revisar
su cumplimiento una semana después. Y siempre con una palabra que debe
estar presente: el respeto.
Como vemos, este proceso requiere tiempo, pero nadie dijo que educar
fuera fácil o rápido. Hay que tener paciencia y trabajar poco a poco,
día tras día y año tras años para poder obtener y observar
resultados. Se trata de tenerlo claro y ser persistente.
Tener un hermano o una hermana es lo más bonito que se puede vivir.
Alguien con quien compartir los éxitos y con quien superar los
fracasos. Propios y ajenos. Alguien con quien podremos contar para toda
la vida. Es tarea de padres y madres trabajar duramente para poder
encauzar y transformar cada situación complicada en una oportunidad de
crecer contando con el otro. Porque es contando con el otro que seré
más feliz.