Las huelgas de estudiantes en Bélgica
en defensa de sus derechos de futuro:
Los derechos de las Generaciones Futuras.
Ha habido marchas similares en Alemania, Australia, Canadá o Suiza.
Álvaro Sánchez
Anuna de Wever, con el móvil en la mano, se fotografía con manifestantes durante la marcha contra el cambio climático del jueves pasado. YVES HERMAN REUTERS |
Bélgica está sorprendida. Sus adolescentes se han lanzado a la huelga en los institutos
y en esta ocasión no piden tasas educativas más bajas ni oportunidades
de empleo al salir de las aulas. Desde hace tres semanas, miles de
estudiantes de secundaria y bachillerato han dejado de asistir a clase
los jueves y desfilan por las calles de Bruselas escoltados por la
policía con un objetivo altruista: reclamar medidas efectivas contra el
cambio climático. El crecimiento de la protesta es exponencial. El 10 de
enero fueron 3.000 manifestantes, luego 12.500 y la pasada semana
35.000.
En la mañana de este jueves alumnos de todo el país han vuelto a
reunirse para una nueva demostración de fuerza que ha congregado a
12.500 de ellos en Bruselas y 10.000 en Lieja. La cuestión climática ha
aglutinado en Bélgica un descontento generacional tan poderoso como
inesperado. Su potencia en la calle se ha vuelto imposible de ignorar. Y
ha llevado la ecología a la agenda del primer ministro, Charles Michel,
obligado a explicar en qué ha contribuido su Gobierno a frenar el
deterioro del planeta. “Hemos hecho mucho, pero quizá no lo hemos sabido
explicar demasiado bien”, justificó en el diario Le Soir.
Como en tantos otros movimientos, las redes sociales han sido claves
en la organización de las marchas. ¿Por qué ahora? Una joven sueca tiene
parte de culpa. A sus 16 años, Greta Thunberg inició en su país una protesta para apelar a los políticos a actuar contra los efectos del cambio climático. Decidió dejar de ir a clase los viernes y dedicar ese
tiempo a sentarse ante el Parlamento con un cartel que rezaba “huelga
escolar por el clima”. Su gesto no pasó inadvertido. Fue invitada a
intervenir en la cumbre del clima de Katowice, y luego en el Foro
Económico de Davos. Una frase demoledora lanzada a la cara de los
líderes mundiales en la ciudad polaca terminó por convertirla en un
icono para los defensores del planeta: “Estáis robando el futuro a vuestros hijos”.
Esa lúgubre advertencia impregna el movimiento en Bélgica. La
flamenca Anuna de Wever, de 17 años, vio a Thunberg abochornar a los
mayores y se propuso imitarla. Grabó un vídeo llamando a la huelga
escolar por el clima y pronto se hizo viral en Facebook. Tras su
llamamiento en redes sociales, su vida ha adquirido un ritmo frenético.
Para el sociólogo Johan Tirtiaux, de la Universidad de Namur, si el
Ejecutivo quiere contentar a los escolares debe evitar la
autocomplacencia y dar una respuesta ambiciosa y concreta, perceptible
en el día a día. “El sentimiento general es que se hace poco”, alerta.
Tirtiaux dirigió en 2016 un macroestudio sobre las inquietudes de los
jóvenes de entre 18 y 34 años basado en 30.000 entrevistas. El medio
ambiente apareció como la primera preocupación por delante del acceso al
empleo y la calidad del sistema educativo. Un síntoma del malestar que
hoy empuja a las calles a los hijos, sobrinos o hermanos pequeños de los
que respondieron.
Descolocados ante la corta edad de los manifestantes, hay quien ve en
el movimiento una mera excusa para perder clase. "No creo en la
caricatura de que sean vagos que no quieren ir al colegio", rebate
Tirtiaux. El sociólogo ve muy ambicioso que puedan mantener el poder de
convocatoria actual cada jueves, aunque una protesta muy diferente, la
de los chalecos amarillos, suma 11 sábados seguidos en las calles de
París. Aún así, Tirtiaux cree que no hay que subestimar el aviso de los
adolescentes. "Hay que tomar en serio ese sentimiento de declive. Esta
generación ha crecido en medio de un discurso de crisis muy fuerte. Un
relato de que todo se deteriora e incluso será peor para sus hijos y
nietos".
Habitualmente desconectados del debate político, la fuerza con que el
mensaje de la joven Greta ha conectado con adolescentes de todo el
mundo tiene pocos precedentes. Sin llegar a las altas cifras de
asistentes de Bélgica, ha habido marchas similares en Alemania,
Australia, Canadá o Suiza. De Wever confía en que el fenómeno se vuelva
global: “Quiero animar a todos los estudiantes a sumarse. Es importante
que hagamos esto juntos”.
Tres mujeres al frente del movimiento
El despertar contra el cambio climático en los institutos está
liderado en Bélgica por tres mujeres. En Flandes, Anuna de Wever (17) y
Kyra Gantois (19). En Valonia, Adélaïde Charlier (18). Ellas coordinan
la estrategia en redes sociales, negocian el recorrido con la policía,
preparan la logística y lanzan los discursos. “Hay una enorme brecha
entre lo que debemos hacer contra el cambio climático y lo que se hace”,
lamenta Charlier, quien cree que las movilizaciones no son una moda
pasajera. “Los jóvenes están muy sensibilizados con la causa del clima”.
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