Unos 500 millones de niños habitan en zonas donde las jornadas de calor extremo al menos duplican las que afectaron a sus abuelos. “Los niños no son adultos pequeños. Sus cuerpos son mucho más vulnerables al calor extremo”, dice la responsable de la agencia para la infancia.
Noticias ONU
14 Agosto 2024
“El aumento del calor extremo está alterando la salud, el bienestar y las actividades cotidianas de los niños”, dijo este miércoles la directora ejecutiva del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), al dar a conocer un análisis que muestra que 466 millones de menores de edad -uno de cada cinco-, vive en zonas donde cada año se registra al menos el doble de días de calor extremo que hace tan solo seis décadas.
Catherine Russell señaló que los días más calurosos del verano parecen ahora normales, pero aludió a la comparación que hizo UNICEF del promedio de temperaturas de la década de 1960 y el del periodo de 2020-2024, que evidencia la rapidez y la intensidad con las que los días extremadamente calurosos aumentan en todo el mundo.
Actualmente, las temperaturas de más de 35ºC afectan a casi 500 millones de niños que muy a menudo carecen de la infraestructura o los servicios necesarios para soportarlas.
Efectos del estrés térmico
UNICEF explicó que el estrés térmico causado por la exposición al calor extremo supone una amenaza muy grave para la salud y el bienestar de los niños y las mujeres embarazadas, sobre todo si no hay medidas de refrigeración disponibles.
El estrés térmico puede desatar complicaciones en el embarazo, como enfermedades crónicas gestacionales, y con resultados adversos en el parto, como mortinatalidad, bajo peso al nacer y partos prematuros.
Además, favorece la malnutrición infantil y la proliferación de enfermedades no transmisibles relacionadas con el calor, y aumenta la vulnerabilidad de los niños a las enfermedades infecciosas que se propagan a altas temperaturas, como el paludismo y el dengue. También tiene un impacto negativo en el desarrollo neurológico, la salud mental y el bienestar en general.
Otros hallazgos del estudio revelan que el calor extremo tiene otros efectos preocupantes cuando dura un tiempo prolongado y advierte que los niños están expuestos a olas de calor más graves, largas y frecuentes, detallando que en cien países, más de la mitad de los pequeños soportan hoy el doble de olas de calor que hace 60 años.
Los niños no son adultos pequeños
“Los niños no son adultos pequeños. Sus cuerpos son mucho más vulnerables al calor extremo. Los cuerpos jóvenes se calientan más rápido y se enfrían más lentamente. El calor extremo es especialmente peligroso para los bebés debido a que tienen un ritmo cardíaco más rápido, por lo que el aumento de las temperaturas es aún más alarmante para la infancia”, enfatizó Catherine Russell.
Las vulnerabilidades y desigualdades que sufren los niños debido a su situación socioeconómica, género, ubicación, estado de salud y el contexto de su país exacerban los efectos negativos del calor, subraya UNICEF.
Según los datos del análisis, los niños de 16 países sufren ahora más de un mes adicional de días extremadamente calurosos que lo que ocurría hace seis décadas.
En América Latina, unos 48 millones de niños sufren calor extremo
A escala mundial, los niños de África Occidental y Central son los que están más expuestos a temperaturas extremadamente calurosas y los que sufren los aumentos más considerables a lo largo del tiempo.
En América Latina y el Caribe, casi 48 millones de niños viven en zonas donde se registra el doble de días de calor extremo que hace 60 años.
UNICEF recordó que todos los Estados miembros que son parte en el Acuerdo de París deberán presentar nuevos planes nacionales sobre el clima y que éstos marcarán el rumbo de la acción climática durante una década, por lo que llamó a los gobiernos y el sector privado a adoptar medidas climáticas urgentes y audaces para proteger el derecho de todos los niños a disfrutar de un medio ambiente limpio, saludable y sostenible.
En este sentido, instó a los países a reducir las emisiones y cumplir con urgencia los ambiciosos acuerdos internacionales sobre sostenibilidad y cambio climático para controlar el aumento de las temperaturas; proteger la vida, la salud y el bienestar de los niños y la resiliencia de sus comunidades; y empoderar a cada niño a lo largo de su vida a fin de que goce de las oportunidades de desarrollo y educación para convertirse en defensor del medio ambiente.
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