Escucha proactiva de los adultos como base de los derechos de la Infancia, GSIA Opina, Revista HDIA Octubre 2022

Escucha proactiva de los adultos como base de los derechos de la Infancia

Cuando no sé quién soy, regreso a tu pupitre, a tu agitado afán de descubrir un alfabeto 
y guardar entre sus signos tus memorias. 
(Carmen Castellote en Cartas a mí misma.)


Parece interesante señalar, previamente a la lectura de las noticias seleccionadas, la necesidad de pensar en las posibles contradicciones a las que nos lleva una posible confusión (error o equivocación causados por entender, utilizar o tomar una cosa por otra) a la hora de interpretar nuestras palabras.

A tal efecto, puede ser didáctico contrastar la reiterada y reivindicada escucha hacia las niñas, niños y adolescentes que se recogen en discursos, normativas, programas y proyectos de instituciones o Entidades y una percepción subjetiva muy compartida sobre su escasa realización cotidiana tanto en lo familiar y social como en lo institucional.

Sería saludable que sin caer en minimizar la importancia de los logros en la mejora del bienestar infantil, que de forma progresiva se van produciendo, fuésemos capaces de responsabilizarnos de nuestro papel adulto en los procesos. Y asumir, que la necesaria escucha - oír y prestar atención a lo que se oye- ha de incluir una actitud proactiva y un compromiso con los cambios.

Los debates adultos y localistas sobre la situación de la infancia en nuestros medios, no nos deben despistar. Ni debemos olvidar, por vergonzosos y dolorosos que sean, los datos sobre la infancia en el mundo extraídos de los últimos análisis globales

·               .- 45 millones de niños y niñas menores de 5 años sufren desnutrición aguda severa.

·            .-  426 millones de niños y niñas viven actualmente en zonas de conflicto armado, tratándose de la segunda mayor cifra de la historia.

·             .- El número de niñas y niños en situación de trabajo infantil ha aumentado a 160 millones en todo el mundo.

·             .- 1 de cada 10 niños y niñas en el mundo crece sin el cuidado de sus padres o está en riesgo de perderlo.

Sería saludable volver a nuestros pupitres, y compartir con ellas y ellos el alfabeto del sentir y el hacer, además del alfabeto del pensar y analizar.

Con esa realidad, y después de un verano “calentito” literalmente, comienza un curso escolar marcado por debates técnico-laborales, en algunas Comunidades Autónomas, sobre los horarios y aplicaciones curriculares. Una vez más desde la necesidad adulta y sin la consulta previa a las niñas, niños y adolescentes como protagonistas receptores o sufridores de los posibles acuerdos.

Una realidad en la que la necesaria escucha se invisibiliza. Pero en la que sí se manifiesta como noticia la preocupación por afrontar y reducir la violencia infantil en las escuelas y el interés en la figura del coordinador de bienestar ya obligatoria desde éste curso escolar. Donde la desigual planificación y conocimiento previo de la nueva figura se pone de manifiesto en la débil oferta de voluntarios y la falta de concreción de la necesaria formación y apoyo al profesorado y a otros profesionales implicados y en la falta de información generalizada a las familias.

Un contexto improvisado y poco participado que no favorece la actitud proactiva global necesaria, y en el que las afirmaciones de los adultos no generan la necesaria confianza y credibilidad que las niñas, niños y adolescentes han de depositar en nosotras y nosotros para compartir vida.

Recogen las noticias del mes el énfasis desde la mirada sanitaria en los ya clásicos temas de salud mental, dependencias a los videojuegos y la falta de recursos sanitarios infantiles. Datos sobre una remarcada vulnerabilidad que pretenden señalar las posibles carencias. Pero que no recogen ni la promoción ni la implicación ni el compromiso para cambiarlas.

La mirada sobre el protagonismo infantil se hace visible este mes en el rechazo del Congreso a bajar a los 16 años la edad para votar, mientras Carla Quílez, de 14 años, recibía la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián por su papel en la película 'La maternal’ y diferentes Consejos de Participación de la Infancia y la Adolescencia, presentan sus propuestas al Gobierno a partir de la Estrategia de Desarrollo Sostenible amigable con la infancia conjuntamente con UNICEF. Diferentes miradas. Posiblemente, encontradas.

La nuestra, adulta y preocupada, queda reflejada entre líneas en las noticias que dicen que los niños confían más sus preocupaciones a un robot que al psicólogo, y en la importancia de la inteligencia artificial en la ayuda de los adolescentes con problemas. Una buena base para la reflexión sobre los lugares comunes y la escucha como camino vital, además de como derecho compartido.

Paco Herrero Azorín, reflexiona este mes desde El País sobre la colonización de la infancia y las repercusiones de la adultocracia. Y nos convida, sino más, a una escucha cualificada.

“Necesitan presencia: personas que pongan su tiempo y su cuerpo en disponibilidad para entrar en relación.”

“La respuesta a la colonización es habitar la infancia. Habitar es compatibilizar el hacer, el ser y el existir, es una concreción de la libertad y del cuidado que necesitamos más que nunca como sociedad.”

Miradas poliédricas que pueden facilitar nuevos enfoques a nuestros debates sobre las propuestas de temáticas actuales. Entre otras, sobre la socialización, la base y los límites de la conciliación familiar, el papel de la escuela y la educación formal a lo largo de toda la vida y el tiempo libre, encaminado excesivas veces al vivido por algunas y algunos niñas niños y adolescentes como el menos libre de todos los tiempos.

Cuesta visualizar en las informaciones el convencimiento que tenemos de que los derechos de las niñas, niños y adolescentes son nuestros deberes. Tal vez porque hemos de incrementar nuestra responsabilidad en su cumplimiento, más allá de la delegación y del señalamiento e implicación pedida a las instituciones y al Gobierno. Como ya sabemos, al proceso de la delegación le acompaña a menudo el desentendimiento.


Tal vez porque atender, tanto a nivel personal como profesional, debería estar cercano y fundamentado en la afirmación reiterada por Jack P. Shonkoff Los niños no son ayudados por programas, sino por personas.”

Nosotras y nosotros seguimos sumando voluntades. 
Seguimos multiplicando la actitud proactiva. 
¡Seguimos!

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