¿Explicarles qué es el terrorismo de Estado?
¿Preguntarnos con ellos dónde están 43 estudiantes que recién habían empezado sus clases?
Me he planteado estas preguntas muchas veces...
Dossier Fascismo en la
nº 858, Nueva Época 2020, pag. 30-37.
“Han oído hablar
de Ayotzinapa?”, pregunto a un grupo de niños y niñas de quinto grado de
primaria. Responden a coro que no. Me sorprende el consenso. No esperaba que
gritáramos “¡Vivos se los llevaron!”, pero creí que tendrían alguna idea.
Insisto: “¿No les suena el número 43?” Y allí un niño se apresura a responder
que sí, pero no logra explicar nada más. Su compañera de banca intenta: “¿Es
algo de unos estudiantes?” La noche del 26 de septiembre de 2014 policías
municipales, estatales y federales, miembros del ejército, sicarios y un
observador de inteligencia militar perpetuaron, con sus propias manos y armas o
en calidad de testigos cómplices, la desaparición forzada de 43 estudiantes y
el asesinato de seis personas, tres estudiantes y tres civiles, entre ellos un
joven futbolista de 15 años. A esta “etapa material”, así llama al primer
momento del “operativo” el periodista John Gibler, le siguió una “etapa
administrativa” que consistió en ocultar los hechos y fabricar una explicación
de lo ocurrido; una perversa “verdad histórica” que pretendía cerrar el caso y
proteger la extensa red narcopolítica, y que ha retrasado enormemente el
proceso de esclarecimiento y justicia. En septiembre de 2014 la mayoría de los
niños y niñas a quienes lancé esta pregunta tenían cinco años de edad.
Naturalmente nadie les explicó entonces qué había ocurrido. ¿Quién hubiera
querido sumirlos en semejante desasosiego? ¿Dónde acomodar un horror así de
paradójico: cuidarte de quien debería cuidarte? .
Más de cinco años
después (6 años ya), ¿deberíamos contarles? ¿Es
necesario hablar a niños, niñas y jóvenes de otros niños, niñas y jóvenes
torturados, desaparecidos y asesinados? ¿Explicarles qué es el terrorismo
de Estado? ¿Preguntarnos con ellos dónde están 43 estudiantes que recién habían
empezado sus clases? Me he planteado estas preguntas muchas veces en mi trabajo
como mediador de lectura y como escritor; he preguntado a otros creadores,
editores y mediadores. La respuesta es siempre la misma que imagina Cristina
Bautista, madre de Benjamín Ascencio Bautista, normalista desaparecido: “Pienso
que sí. Para que no se olvide.” Vuelvo al salón de quinto grado de primaria. Es
septiembre de 2019, inicio un nuevo ciclo de lecturas y se acerca el día del quinto
año sin saber dónde están. Planeo leerles La composición de Antonio Skármeta y
Alfonso Ruano para detonar una conversación sobre Ayotzinapa. Ya he compartido
con estos niños otras lecturas, cuando iban en cuarto grado, y sé que pueden
dar un paso adelante como lectores y ciudadanos críticos. “¿Es algo de unos
estudiantes?”, pregunta la niña. Y les digo que sí. “Hace cinco años
desaparecieron a 43 jóvenes que estudiaban para ser maestros en una escuela de
un lugar llamado Ayotzinapa. No sabemos dónde están; un grupo de criminales se
los llevó, pero no sabemos a dónde ni cómo...”
Por más confianza que tenga en el grupo, son niños de diez años; no puedo ser explícito ni fatalista. Lanzo mi ancla y continúo: “Hoy les voy a leer un libro que se llama La composición, que se conecta de alguna forma con Ayotzinapa. Ustedes deben descubrir cómo.....
Los títulos de LIJ que ilustran
este texto son parte de una secuencia de lectura que el autor propone en su
blog Linternas y Bosques, disponible en:
https://linternasybosques.wordpress.com/2019/09/25/contarles-ayotzinapa-a-cinco-anos-de-la-desaparicion-forzada-de-43-estudiantes/
https://linternasybosques.wordpress.com/2019/09/25/contarles-ayotzinapa-a-cinco-anos-de-la-desaparicion-forzada-de-43-estudiantes/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Danos tu opinión, Escribe tu comentario, AQUÍ