Aunque no son una población de riesgo específica, los niños y niñas
se han convertido en el grupo de edad más perjudicado, por esta crisis
del coronavirus.
Más incluso que los animales domésticos, a los que el texto en el que se decreta el estado de alarma hace referencia varias veces.
Sin embargo, por sus características especiales, por el hecho que están en período de crecimiento, forman parte de las personas más vulnerables a las que tenemos que prestar especial atención.
No solo DEBERÍAMOS haberles tenido en cuenta al diseñar la estrategia para superar la pandemia. También es URGENTE que les consideremos, que legislemos con sensibilidad e inteligencia sobre su caso, si no queremos incurrir, como sociedad, en un delito de negligencia y abuso.
Los niños y niñas tienen necesidades fisiológicas imperiosas como el contacto humano, el movimiento, el aire fresco, la vitamina D del sol, el juego espontáneo etc..que son fundamentales para su salud, su desarrollo y su bienestar. Si queremos que sus sistemas inmunes estén fuertes necesitan cariño, alegría, disfrute y confianza en la vida a su alrededor. Pero su situación ahora mismo, está lejos de permitirles satisfacerlas. Confinados en las casas (donde, por cierto, con las ventanas cerradas circulan mejor los virus), muchas veces cuidados por sus abuelos, porque sus padres deben salir a trabajar (una medida curiosa si tenemos en cuenta que estas dos poblaciones juntas son problemáticas desde el punto de vista del contagio), con unos adultos angustiados por el miedo y la incertidumbre, agobiados por las pérdidas económicas y las cuentas que no salen, o la situación de estrés en el trabajo…sin duda no están en un entorno físico ni emocional adecuado. Los espacios cerrados, el sedentarismo, las tareas escolares y el exceso de pantallas les exigen largas horas de concentración que no pueden sostener, les cargan de una energía que no pueden renovar y les producen inquietud, tensión y movimientos descontrolados, incapacidad para atender consignas o una continua fatiga que suele estallar en malhumor, gritos, peleas y otras conductas indeseadas. Es imprescindible que ellos y sus familias puedan salir a oxigenarse y liberar tensiones en los parques cercanos, aunque sea de una manera regulada, con cierto orden. De esta forma podrán recuperar su capacidad de atención, su buen humor y gestionar mejor el estrés y la angustia que a todas nos está produciendo esta situación.
Decía que abordar esto es urgente por varias razones, entre ellas:
1- porque es previsible que esta situación se prolongue más allá de dos semanas,
2- porque los más perjudicados (como siempre) son los niños y niñas de las familias más desfavorecidas, las infancias urbanas que no disponen ni de un pequeño balcón o terraza. Si encima no pueden utilizar los parques públicos, están siendo discriminados en su salud, su bienestar y su desarrollo, respecto a las familias con recursos que cuentan con jardines privados y espacios de campo abiertos a los que nadie les impide acceder.
Hagamos de nuestro país y del mundo un lugar donde las infancias cuenten, donde tener hijos, ser padre o madre no tenga que ser una labor heroica y privatizada. Consigamos que toda la población se vuelque en el cuidado, el cariño y el respeto hacia nuestras criaturas.
Defendamos lo común frente al “sálvese quien pueda”.
Quiero dejar bien claro que no pretendemos llamar a la rebelión, a saltarse el confinamiento, sino a la reflexión para gestionar esta crisis con una mirada empática y respetuosa hacia la infancia.
Si estás de acuerdo, puedes firmar aquí (https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSeVmuQTEsHaB2JlS1mmChrmWjmjpBTRRwJC8gtKw4_7nRKSlg/viewform?usp=sf_link) para solicitar que el gobierno, las CCAA y los ayuntamientos estudien las posibilidades de ofrecer a los niños y a sus familias espacios de movimiento y juego al aire libre, de manera ordenada y sin poner en peligro la salud pública. Las firmas recogidas y este escrito se presentarán a diferentes instancias de la administración.
Acceso a entrevista a Heike en ABC 25/03/2020
Más incluso que los animales domésticos, a los que el texto en el que se decreta el estado de alarma hace referencia varias veces.
Sin embargo, por sus características especiales, por el hecho que están en período de crecimiento, forman parte de las personas más vulnerables a las que tenemos que prestar especial atención.
No solo DEBERÍAMOS haberles tenido en cuenta al diseñar la estrategia para superar la pandemia. También es URGENTE que les consideremos, que legislemos con sensibilidad e inteligencia sobre su caso, si no queremos incurrir, como sociedad, en un delito de negligencia y abuso.
Los niños y niñas tienen necesidades fisiológicas imperiosas como el contacto humano, el movimiento, el aire fresco, la vitamina D del sol, el juego espontáneo etc..que son fundamentales para su salud, su desarrollo y su bienestar. Si queremos que sus sistemas inmunes estén fuertes necesitan cariño, alegría, disfrute y confianza en la vida a su alrededor. Pero su situación ahora mismo, está lejos de permitirles satisfacerlas. Confinados en las casas (donde, por cierto, con las ventanas cerradas circulan mejor los virus), muchas veces cuidados por sus abuelos, porque sus padres deben salir a trabajar (una medida curiosa si tenemos en cuenta que estas dos poblaciones juntas son problemáticas desde el punto de vista del contagio), con unos adultos angustiados por el miedo y la incertidumbre, agobiados por las pérdidas económicas y las cuentas que no salen, o la situación de estrés en el trabajo…sin duda no están en un entorno físico ni emocional adecuado. Los espacios cerrados, el sedentarismo, las tareas escolares y el exceso de pantallas les exigen largas horas de concentración que no pueden sostener, les cargan de una energía que no pueden renovar y les producen inquietud, tensión y movimientos descontrolados, incapacidad para atender consignas o una continua fatiga que suele estallar en malhumor, gritos, peleas y otras conductas indeseadas. Es imprescindible que ellos y sus familias puedan salir a oxigenarse y liberar tensiones en los parques cercanos, aunque sea de una manera regulada, con cierto orden. De esta forma podrán recuperar su capacidad de atención, su buen humor y gestionar mejor el estrés y la angustia que a todas nos está produciendo esta situación.
Decía que abordar esto es urgente por varias razones, entre ellas:
1- porque es previsible que esta situación se prolongue más allá de dos semanas,
2- porque los más perjudicados (como siempre) son los niños y niñas de las familias más desfavorecidas, las infancias urbanas que no disponen ni de un pequeño balcón o terraza. Si encima no pueden utilizar los parques públicos, están siendo discriminados en su salud, su bienestar y su desarrollo, respecto a las familias con recursos que cuentan con jardines privados y espacios de campo abiertos a los que nadie les impide acceder.
Hagamos de nuestro país y del mundo un lugar donde las infancias cuenten, donde tener hijos, ser padre o madre no tenga que ser una labor heroica y privatizada. Consigamos que toda la población se vuelque en el cuidado, el cariño y el respeto hacia nuestras criaturas.
Defendamos lo común frente al “sálvese quien pueda”.
Quiero dejar bien claro que no pretendemos llamar a la rebelión, a saltarse el confinamiento, sino a la reflexión para gestionar esta crisis con una mirada empática y respetuosa hacia la infancia.
Si estás de acuerdo, puedes firmar aquí (https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSeVmuQTEsHaB2JlS1mmChrmWjmjpBTRRwJC8gtKw4_7nRKSlg/viewform?usp=sf_link) para solicitar que el gobierno, las CCAA y los ayuntamientos estudien las posibilidades de ofrecer a los niños y a sus familias espacios de movimiento y juego al aire libre, de manera ordenada y sin poner en peligro la salud pública. Las firmas recogidas y este escrito se presentarán a diferentes instancias de la administración.
Acceso a entrevista a Heike en ABC 25/03/2020
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