Junta de Andalucía,
Boletín nº 84.
Aunque resulta difícil definir y delimitar el concepto de altas capacidades en la infancia -por su gran heterogeneidad- parece haber consenso en aplicarlo a aquellas niños y niñas que poseen una capacidad intelectual superior a la media, en relación tanto a habilidades generales como específicas; un alto grado de dedicación a las tareas (perseverancia, resistencia, práctica dedicada, confianza en sí mismo, etc.) y altos niveles de creatividad, considerando ésta como la capacidad de las personas para responder a los distintos retos que se le plantean con fluidez, flexibilidad y originalidad.
Estos tres grandes rasgos se concretan en una serie de características específicas como son la alta capacidad para manipular símbolos y comprender ideas abstractas; una alta capacidad intelectual; una gran velocidad de adquisición y procesamiento de información; un desarrollo madurativo precoz y elevado en habilidades perceptivo-motrices, atencionales, comunicativas y lingüísticas; una capacidad superior para resolver problemas complejos; gran capacidad lectora, sobre todo en aquellos temas que les interesan; mayor capacidad de razonamiento complejo; un alto nivel de creatividad o un sentido del humor elevado, inteligente e irónico, inusual para su edad, entre otros aspectos.
Sin embargo, pese a los aparentes beneficios que comúnmente se suelen asociar a estas características, no debemos creer que el alumnado con altas capacidades intelectuales, por el hecho de poseer unas aptitudes superiores, no requiere una respuesta diferente a la que se ofrece a sus compañeros y compañeras para alcanzar el éxito escolar. De hecho, no identificar al alumnado con altas capacidades y, por tanto, no llevar a cabo las medidas adecuadas que den respuesta a sus necesidades, puede derivar en situaciones de frustración, falta de motivación, problemas de conducta, indiferencia hacia las materias escolares, acoso o inadaptación escolar. Datos del Ministerio de Educación señalan que el 70% de los alumnos superdotados tiene bajo rendimiento escolar y que entre un 35 y un 50% de ellos se hallan en el fracaso escolar. Para poder articular una respuesta educativa adecuada a este alumnado se requiere una identificación previa y una adecuada valoración de las necesidades educativas que presenta. En este proceso de identificación deben participar tanto el centro educativo como la familia.
A través de este Boletín Informativo queremos tratar de ofrecer información que permita la adecuada definición y caracterización de la realidad de la infancia con altas capacidades así como distintas estrategias y experiencias educativas que sirvan de ayuda, tanto a los responsables educativos como a las familias, a la hora de acompañar a estos niños y niñas en su actividad académica, permitiendo el desarrollo de todo su potencial.
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