Todas las
generaciones tienden a ser egocéntricas cuando se comparan con las
demás:
"Ninguna juventud fue mejor que la que yo viví", queremos pensar.
Despreciar lo que se ignora es un defecto muy extendido y que no cura
la edad.
Los jóvenes siempre ha sido la vanguardia de la sociedad y han roto con sus mayores.
Pero en las últimas décadas, las transformaciones han sido más rápidas y profundas
'Sueños y pesadillas de la juventud en España', revista nº 25 de eldiario.es.
"Los jóvenes de hoy aman
el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Responden a sus
padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros". La cita se le
atribuye a Sócrates, siglo quinto antes de cristo.
Y hay otra
supuestamente de Platón muy similar: "¿Qué les pasa a nuestros jóvenes?
No respetan a sus mayores, desobedecen a sus padres, ignoran las leyes,
su moralidad decae". Ambas frases son apócrifas. Ni Platón ni Sócrates
dijeron nunca nada similar.
Cuando en eldiario.es
decidimos dedicar una revista monográfica a los jóvenes, me acordé de
esas citas, que un amigo una vez me contó. Me sonaron estupendas para
ilustrar lo que me parecía una gran verdad: que las críticas que siempre
recibe la juventud por parte de quienes ya no somos jóvenes no son una
novedad; que son una constante universal, una queja permanente desde que
existe la humanidad.
Antes de darlas por buenas —todo lo que suena tan redondo
normalmente no es verdad— decidí contrastar ambas frases. Y así
descubrí que son un bulo, que lleva casi un siglo dando tumbos por todo
tipo de revistas y periódicos. En las últimas décadas, han aparecido en The Guardian, en Forbes, en The New York Times...
Pero el verdadero autor —según Quote investigator, una estupenda web
que rastrea citas falsas— nunca fue Sócrates ni Platón. Es Kenneth John
Freeman: un anónimo estudiante de Cambridge que las escribió en 1907, en
un trabajo académico. La primera atribución errónea a los filósofos
griegos es de 1922. Y desde entonces se usan para argumentar que la
crítica a los jóvenes responde a una simetría que lleva siglos siendo
igual, como si fuera una maldición bíblica: dirás de tus hijos lo mismo
que tus padres dijeron de ti.
No hay por tanto citas
magistrales de la Grecia clásica para justificar que el discurso
apocalíptico contra la juventud sea una constante histórica. Pero sí
para argumentar que llevamos al menos un siglo de enorme brecha
generacional. Porque los jóvenes siempre han sido la vanguardia de la
sociedad y han roto con sus mayores. Pero en las últimas décadas, sin
duda las transformaciones han sido más rápidas y profundas que en la
antigüedad.
La historia se ha acelerado por los
cambios tecnológicos. A mis abuelos les costó usar un cajero automático.
Mis padres nunca han entendido por qué sigo con los videojuegos, a mi
edad. Y yo me veo incapaz de escribir con el móvil a la velocidad con la
que mi hijo lo hace ya. Tampoco le veo la gracia a los youtubers, ni a TikTok o Snapchat.
Es
el signo de los tiempos, quiero pensar. Y todas las generaciones
tienden a ser egocéntricas cuando se comparan con las demás: "Ninguna
juventud fue mejor que la que yo viví", queremos pensar. A eso ayuda la
memoria, que es un soporte defectuoso: borra lo malo y acentúa lo bueno.
Por eso la nostalgia es, para la mercadotecnia, tan eficaz.
Despreciar
cuanto se ignora, pensar que no hubo mejores jóvenes que nosotros, es
un defecto muy extendido y que no se cura con la edad. Por eso hemos
querido dedicar este monográfico a los jóvenes entre los 16 y 26 años.
Es una generación sobre la que pesan más prejuicios que información. Se
les tacha de machistas, cuando son la generación más feminista. De ninis,
cuando son los más formados. De materialistas, cuando son las
principales víctimas de la precariedad. Para combatir esos prejuicios
hemos elaborado esta revista monográfica. Porque, al igual que con las
citas falsas, conviene informarse antes de opinar.
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