Romper los prejuicios sobre los jóvenes.


"Los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros". La cita se le atribuye a Sócrates, siglo quinto antes de cristo. 
Y hay otra supuestamente de Platón muy similar: "¿Qué les pasa a nuestros jóvenes? No respetan a sus mayores, desobedecen a sus padres, ignoran las leyes, su moralidad decae". Ambas frases son apócrifas. Ni Platón ni Sócrates dijeron nunca nada similar.
Cuando en eldiario.es decidimos dedicar una revista monográfica a los jóvenes, me acordé de esas citas, que un amigo una vez me contó. Me sonaron estupendas para ilustrar lo que me parecía una gran verdad: que las críticas que siempre recibe la juventud por parte de quienes ya no somos jóvenes no son una novedad; que son una constante universal, una queja permanente desde que existe la humanidad.
Antes de darlas por buenas —todo lo que suena tan redondo normalmente no es verdad— decidí contrastar ambas frases. Y así descubrí que son un bulo, que lleva casi un siglo dando tumbos por todo tipo de revistas y periódicos. En las últimas décadas, han aparecido en The Guardian, en Forbes, en The New York Times... Pero el verdadero autor —según Quote investigator, una estupenda web que rastrea citas falsas— nunca fue Sócrates ni Platón. Es Kenneth John Freeman: un anónimo estudiante de Cambridge que las escribió en 1907, en un trabajo académico. La primera atribución errónea a los filósofos griegos es de 1922. Y desde entonces se usan para argumentar que la crítica a los jóvenes responde a una simetría que lleva siglos siendo igual, como si fuera una maldición bíblica: dirás de tus hijos lo mismo que tus padres dijeron de ti.
No hay por tanto citas magistrales de la Grecia clásica para justificar que el discurso apocalíptico contra la juventud sea una constante histórica. Pero sí para argumentar que llevamos al menos un siglo de enorme brecha generacional. Porque los jóvenes siempre han sido la vanguardia de la sociedad y han roto con sus mayores. Pero en las últimas décadas, sin duda las transformaciones han sido más rápidas y profundas que en la antigüedad.

La historia se ha acelerado por los cambios tecnológicos. A mis abuelos les costó usar un cajero automático. Mis padres nunca han entendido por qué sigo con los videojuegos, a mi edad. Y yo me veo incapaz de escribir con el móvil a la velocidad con la que mi hijo lo hace ya. Tampoco le veo la gracia a los youtubers, ni a TikTok o Snapchat.
Es el signo de los tiempos, quiero pensar. Y todas las generaciones tienden a ser egocéntricas cuando se comparan con las demás: "Ninguna juventud fue mejor que la que yo viví", queremos pensar. A eso ayuda la memoria, que es un soporte defectuoso: borra lo malo y acentúa lo bueno. Por eso la nostalgia es, para la mercadotecnia, tan eficaz.

Despreciar cuanto se ignora, pensar que no hubo mejores jóvenes que nosotros, es un defecto muy extendido y que no se cura con la edad. Por eso hemos querido dedicar este monográfico a los jóvenes entre los 16 y 26 años. Es una generación sobre la que pesan más prejuicios que información. Se les tacha de machistas, cuando son la generación más feminista. De ninis, cuando son los más formados. De materialistas, cuando son las principales víctimas de la precariedad. Para combatir esos prejuicios hemos elaborado esta revista monográfica. Porque, al igual que con las citas falsas, conviene informarse antes de opinar.

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