Los huérfanos de Duplessis

Se calcula que más de 21.000 niños sanos fueron internados en los centros mentales, diagnosticándoles falsamente enfermedades psicóticas.
¿Sucede algo parecido en la actualidad?
No fue hasta 1990 en el que los juzgados comenzaron a tramitar y admitir demandas presentadas por cerca de 3.000 supervivientes de las atrocidades en las instituciones mentales, consiguiendo reunir las pruebas e informes médicos suficientes que demostraban todos los martirios por los que tuvieron que pasar durante sus infancias.

A día de hoy todavía no se ha resuelto la totalidad en los casos de abusos, aunque un gran número de los ya conocidos como ‘los huérfanos de Duplessis’ (que todavía continúan con vida) recibieron algún tipo de compensación económica, algo que por muy cuantiosa que fuese no podrá borrar de sus cabezas los horrores vividos durante la infancia.


Contó con la complicidad de la iglesia católica

Historias infames, escalofriantes y que causan autentica repulsión ha habido centenares a lo largo y ancho de todo el planeta. Sucesos que ponen el vello de punta y que nos hacen ver hasta qué grado puede llegar la maldad de algunos seres humanos hacia los más débiles y desprotegidos.



El relato que os traigo en esta ocasión al blog es una de esas historias que deja a más de uno con el corazón encogido, sobre todo al comprobar que quienes la padecieron fueron unos pobres niños de corta edad que quedaron a merced de la despiadada ambición de Maurice Duplessis, Primer Ministro de Quebec (Canadá) , quien formo parte de un perverso plan para enriquecerse junto a destacados miembros de la Iglesia Católica, todo ello a costa de la salud mental de los pequeños huérfanos.
Duplessis ocupó el cargo en dos periodos (1936-1939 y 1944-1959) y fue en la segunda etapa cuando se puso en práctica la estrategia ideada para conseguir más subvenciones a través de los fondos federales.

Los orfanatos se estaban llenando de niños allí abandonados por miles de madres solteras que, obligadas por la vergüenza de no ser señaladas por culpa de la política ultraconservadora que se ejercía, decidían dejar a sus hijos en las instituciones públicas.

El nombramiento como Primer Ministro de Canadá del quebequés Louis St. Laurent ayudó para que su gobierno central dotase de generosas subvenciones de los fondos federales a su provincia de origen, siendo de las más beneficiadas las instituciones mentales gestionadas por miembros de la iglesia católica (religión oficial y mayoritaria en Quebec).

Esa generosa contribución económica desde el gobierno central para los centros mentales (que triplicaba en cuantía lo que recibían los orfanatos) hizo que se pusiera en marcha un plan con el que se traspasó durante los siguientes años y de forma gradual a miles de huérfanos hacia los hospitales psiquiátricos, de forma que cuantos más niños hubiese allí internados más dinero recibirían (aunque esa cuantía no se destinaría a ese fin, sino a enriquecer los bolsillos de Duplessis y sus socios eclesiásticos).


Los huérfanos de Duplessis sufrieron todo tipo de maltratos, abusos y vejaciones. 
Se calcula que más de 21.000 niños sanos fueron internados en los centros mentales, diagnosticándoles falsamente enfermedades psicóticas.

Debido a que periódicamente se recibía diferentes visitas por parte de inspectores provenientes de Ottawa (capital de Canadá) que comprobaban la buena marcha de las instituciones, miles de esos niños fueron sometidos a todo tipo de experimentos científicos, con el fin de dejar mermadas sus facultades y poder hacerlos pasar por verdaderos enfermos mentales.

Se les practicó lobotomías y múltiples sesiones de electroshock, que en un gran número de ocasiones acabaron con la vida de las inocentes criaturas. Pero los niños fallecidos a consecuencia de esos experimentos no eran enterrados sin más, sino que seguían proporcionando pingües beneficios económicos a la institución, ya que tenían un acuerdo por el que sus cadáveres eran vendidos a las facultades de medicina con el propósito de que los estudiantes pudieran experimentar y practicar con los cuerpos sin vida de los pequeños, quedando de éstos tan solo múltiples pedazos descuartizados que finalmente eran lanzados a fosas comunes.

Los huérfanos que no corrieron tal desgracia no se puede decir que tuvieran un destino mucho mejor, ya que también se cuentan por miles los que sufrieron todo tipo de abusos y vejaciones, tanto físicas como sexuales.


Miles de huérfanos fueron llevados a instituciones mentales controladas por la iglesia católica.
La repentina muerte en 1959 de Duplessis, a causa de un accidente cerebrovascular, destapó las atrocidades cometidas en el infame caso de los huérfanos enviados a los hospitales psiquiátricos y uno de los mayores casos de pedofilia de la historia por parte de destacados miembros de la iglesia. Un hecho que escandalizó a la sociedad quebequense, que durante cerca de dos décadas había vivido bajo una represión gubernamental, tanto a nivel social, político y laboral por culpa del catolicismo ultraconservador ejercido durante todo ese tiempo por Maurice Duplessis.

No fue hasta 1990 en el que los juzgados comenzaron a tramitar y admitir demandas presentadas por cerca de 3.000 supervivientes de las atrocidades en las instituciones mentales, consiguiendo reunir las pruebas e informes médicos suficientes que demostraban todos los martirios por los que tuvieron que pasar durante sus infancias.

A día de hoy todavía no se ha resuelto la totalidad en los casos de abusos, aunque un gran número de los ya conocidos como ‘los huérfanos de Duplessis’ (que todavía continúan con vida) recibieron algún tipo de compensación económica, algo que por muy cuantiosa que fuese no podrá borrar de sus cabezas los horrores vividos durante la infancia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Danos tu opinión, Escribe tu comentario, AQUÍ