Niños activistas, la otra infancia
Puede que les cueste el doble hacer oír su voz, pero eso no les frena.
A veces, los líderes de la protesta son muy, muy pequeños.
Y sus logros, muy grandes.
En este Blog GSIA existe múltiples ejemplos que corroboran
lo que afirma la autora de ese artículo
La niña paquistaní Malala Yousafzai se convirtió en un símbolo global
cuando los talibanes le dispararon en la cabeza por ir a la escuela.
En julio habló ante la ONU en Nueva York,
en la proclamación oficial del Día de Malala.
Foto: Cordon Press
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Según el psicólogo infantil y profesor de la Universidad Complutense
Valentín Martínez-Otero, probablemente sí. «Siempre que siga contando
con el apoyo de su entorno. A menudo estos niños acreditan un acentuado
desarrrollo en el plano intelectual, social, y ético moral. No se
amilanan y se crecen ante la adversidad».
El psicólogo, sin embargo, cree que no siempre es aconsejable que un
niño se convierta en la cara pública de una causa política. «Eso
corresponde a los adultos. De otro modo, la excesiva presión sobre la
infancia, empujada hacia una falsa madurez, puede tener consecuencias
negativas: estrés, ansiedad, depresión...».
Se refiere al caso de Coy Mathis, la niña transexual de 6 años que llevó a juicio al estado de Colorado, en el que reside, por su derecho a utilizar el baño de niñas de su colegio (Coy nació con sexo masculino). El abogado de su familia, Michael Silverman –del Transgender Legal Defense Fund, un despacho que lleva estos casos sin ánimo de lucro–, justifica la decisión de la familia Mathis de salir a la luz pública: «La gente no tiene muchas oportunidades de ver a niños transgénero. Al ver a Coy –que hizo toda una ronda de apariciones mediáticas– se encontraron con una niña normal y preciosa y con una familia que sólo quería que todos sus hijos fueran igualmente felices. Es importante poner una cara a estas batallas por los derechos civiles». Silverman está más que satisfecho con el resultado, que dio la razón a los Mathis y está sentando jurisprudencia en varios estados.
No hay duda de que la cara de un niño multiplica el interés de los medios y puede dar el empujón a una campaña, la que sea. Lo sabe Martha Payne, la niña escocesa que el año pasado abrió un blog, Never Seconds, en el que posteaba fotos del muy poco apetecible menú de su escuela. Un tuit de apoyo del famoso chef Jamie Oliver encendió la chispa y poco después la BBC y el Daily Telegraph estaban hablando de lo que pensaba esta cría de 9 años. Señalaban, entre otras cosas, que la dieta escocesa es la peor de Europa y que, de seguir así, difícilmente mejoraría. El distrito de Argyll and Bute, al que pertenece el colegio de Payne, le obligó a cerrar el blog, y eso aumentó todavía más su popularidad.
«Ese día lloré porque era injusto, no había hecho nada malo», cuenta Martha a S Moda. Un año más tarde ha conseguido que mejore la nutrición escolar en la región y ha recaudado fondos para un comedor infantil en Malaui. «Pero aún nos queda trabajo», asegura.
Se refiere al caso de Coy Mathis, la niña transexual de 6 años que llevó a juicio al estado de Colorado, en el que reside, por su derecho a utilizar el baño de niñas de su colegio (Coy nació con sexo masculino). El abogado de su familia, Michael Silverman –del Transgender Legal Defense Fund, un despacho que lleva estos casos sin ánimo de lucro–, justifica la decisión de la familia Mathis de salir a la luz pública: «La gente no tiene muchas oportunidades de ver a niños transgénero. Al ver a Coy –que hizo toda una ronda de apariciones mediáticas– se encontraron con una niña normal y preciosa y con una familia que sólo quería que todos sus hijos fueran igualmente felices. Es importante poner una cara a estas batallas por los derechos civiles». Silverman está más que satisfecho con el resultado, que dio la razón a los Mathis y está sentando jurisprudencia en varios estados.
No hay duda de que la cara de un niño multiplica el interés de los medios y puede dar el empujón a una campaña, la que sea. Lo sabe Martha Payne, la niña escocesa que el año pasado abrió un blog, Never Seconds, en el que posteaba fotos del muy poco apetecible menú de su escuela. Un tuit de apoyo del famoso chef Jamie Oliver encendió la chispa y poco después la BBC y el Daily Telegraph estaban hablando de lo que pensaba esta cría de 9 años. Señalaban, entre otras cosas, que la dieta escocesa es la peor de Europa y que, de seguir así, difícilmente mejoraría. El distrito de Argyll and Bute, al que pertenece el colegio de Payne, le obligó a cerrar el blog, y eso aumentó todavía más su popularidad.
«Ese día lloré porque era injusto, no había hecho nada malo», cuenta Martha a S Moda. Un año más tarde ha conseguido que mejore la nutrición escolar en la región y ha recaudado fondos para un comedor infantil en Malaui. «Pero aún nos queda trabajo», asegura.
Los niños de un colegio de San Rafael, California, consiguieron que la marca Crayola recicle los rotuladores que produce. |
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