Relatos ilustrados de adolescentes migrantes

La Fundación Terre des Hommes Italia lleva seis años trabajando en el puerto de Pozzallo (RG) con el Proyecto Faro de atención psicológica y psicosocial a los menores extranjeros y familias con niños migrantes. 
Estas son algunas de las cientos de historias que han recopilado entre los menores que atraviesan el Mediterráneo de forma irregular. 

Texto, fotografía e ilustración aliados para reflejar las vivencias de chavales 
que lo han arriesgado todo, hasta la vida.

Claudia Bellante, Mirko Cecchi y Michela Nanut


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Del 1 de enero al 25 de octubre de 2017, más de 14.000 menores no acompañados desembarcaron en las costas italianas, el 13% de todos los migrantes que llegaron sin autorización por mar. Se trata de un fenómeno cada vez más importante que ha crecido a lo largo del tiempo, reflejando una migración predominantemente individual de jóvenes casi adultos que suelen llegar desde el continente africano. Al mismo tiempo, aumenta el número de niños y niñas alojados en los centros de recepción: el 30 de septiembre 2017 había más de 18.000, el 43% de ellos solo en Sicilia, suspendidos en un limbo donde muchos sienten que están perdiendo el tiempo, entre un curso de italiano y la espera de un documento que puede tardar meses. La Fundación Terre des Hommes Italia lleva seis años trabajando en el puerto de Pozzallo (RG) con el proyecto Faro de atención psicológica y psicosocial a los menores extranjeros y familias con niños, siguiendo los casos más vulnerables en los meses y años siguientes. Estas son algunas de las cientos de historias que el equipo de Terre des Hommes ha recopilado:
A., de Nigeria, llegó a Italia en agosto de 2016 a los 17 años. Dejó su país a la muerte de su padre para escapar de un matrimonio forzado con su tío. "Tenía 50 años, recuerda, una exesposa y otros hijos. Dije que no, me enojé y mi mamá lo entendió. La partida fue repentina, una tarde recibí una llamada y una voz me dijo que fuera a Benin City. Desde allí salimos. La persona que me había comprado en Benin estaba de acuerdo con un libio que me llevó al gueto de Saba, donde estuve seis meses porque nunca tuve suficiente dinero para irme. Salir de ahí es aún más peligroso. Una vez fui a buscar agua, estaba con otra chica, vinieron los chicos de Asma Boys y nos secuestraron, nos llevaron a un edificio abandonado e hicieron con nosotras lo que quisieron".


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B., de Gambia, llegó a Italia en julio de 2016, a los 14 años. Abandonó la escuela y su país cuando su padre murió para ir a buscar trabajo y apoyar a su madre. "Le dije a mi mamá: 'Intentaré ir a Senegal, tal vez allí encuentre algo que hacer,' pero ella dijo que no, así que le insistí: 'Si me quedo aquí no tengo ninguna posibilidad, terminaré vendiendo drogas. Y yo soy musulmán, esto no está permitido".
"Mi libro favorito es: 'Things fall apart', de Chinua Achebe, dice B., pero desde que llegué aquí solo he leído: 'Yo hablo italiano".

"Estoy muy preocupado, agrega, porque no tengo un tutor. Comencé a asistir a la escuela secundaria aquí, en Sicilia, pero cuando cumpla 18 años me trasladarán a un centro para adultos que podría estar en cualquier parte y podría verme obligado a dejar de estudiar, una vez más".



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C., de Gambia, llegó a Italia en julio de 2017 a los 17 años. "Pertenezco a parte pobre de la población de mi país y mis padres provienen de dos tribus diferentes: fula y mandinga".
"Cuando mi abuelo murió, dejó 40 vacas a mi padre. Él las confió a un señor de la tribu Fula para que las cuidara, le dijo que no vendiera una en concreto porque era "sagrada", pero el hombre la vendió y se fue, y las otras vacas murieron, una después de la otra. Fue así como mi padre perdió su riqueza y siempre bromea con mi madre, que viene de la misma tribu de ese hombre".
El viaje de C. duró casi tres años. En Libia fue secuestrado, encarcelado y torturado varias veces. "A veces tengo miedo", confiesa. "pero luego me digo a mí mismo: 'está bien, mantén la calma, estás aquí, estás a salvo'. He visto a gente actuar como en el cine: disparar, torturar, he visto todo esto suceder en la realidad". “Hay días en los que me siento “suspendido”, como cuando estaba en Gambia, que no hago nada. El tiempo pasa. Estoy acostado, no voy a la escuela, estoy tirando mi tiempo a la basura. Veo a otros chicos que han llegado hace uno o dos años y tengo miedo de que me espere lo mismo".


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D., de Guinea, llegó a Italia en enero de 2017, a la edad de 17 años. "Me fui de casa con poca ropa, pero cuando llegué ni siquiera tenía zapatos", explica D. "Mi vida aquí ya ha cambiado, estoy tranquilo, estoy mejor, pero para estudiar tengo que ir a Francia. Estoy guardando el dinero: aquí en el centro nos dan 10,50 euros por semana y, a veces, trabajo afuera ayudando a un vidriero".
"Quiero ir a Niza -lo dice en inglés, 'Nice'-, y se ríe. "Tengo amigos allí".
"Tarde o temprano quiero ver el desierto otra vez porque es otro mundo, no hay nada, estudié en la escuela lo que era el desierto pero nunca había estado allí. Le gustaría volver en cinco o diez años, cuando en Libia terminen "estas cosas bastardas". Le gustaría ir con su familia.
"Dormía allí, en la arena, sin una manta. Hacía frío, cero grados, pero la arena estaba caliente porque había 70 grados durante el día. Estuvimos cuatro días en el desierto, tuvimos suerte, muchos mueren o se pierden. Dios nos ayudó".


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M., de Nigeria, llegó a Italia en junio de 2017, a los 16 años. "Estoy aprendiendo italiano porque creo que es útil, puedo decir: buenos días, nos vemos mañana, soy M., soy de Nigeria, tengo 17 años, me gusta la manzana, mi abuela me llamó ayer". "Cuando a mi abuelo dejó de pagar la pensión, el dinero se agotó y tuve que abandonar la escuela", explica M. "Quería estudiar música y arte. Sé cantar y toqué en algunos espectáculos de la iglesia, quería ser actriz. Me fui a la ciudad a trabajar como mucama pero no ganaba lo suficiente, mis abuelos lloraban porque no podian ayudarme. Un chico con el que salía me preguntó si quería ir al extranjero porque tenía una hermana con su marido en Francia y dijo que se podía hacer. Me metieron en una casa donde me hicieron el Juju, me dijeron que era para protegerme. La deuda que había contraído para el viaje era de 35,000 euros, pregunté cuánto era en moneda nigeriana, pero me dijeron que no me tenía que importar. Después de tres días comenzamos el viaje. Ya no oí a mi novio, se había ido y mi teléfono no funcionaba. Estuve en Libia durante siete meses y medio, comencé a cocinar en el gueto donde estaba en Sabratha y me gané algo de comer, no pensé que sería una prostituta, pero me gritaron, me maltrataron, y lo hice. Yo no quería hacerlo". “Mi abuela es como mi madre para mí, es muy vieja, tiene un bastón, no puedo explicarle todo, podría tener un ataque al corazón. Ya no tengo miedo aquí porque creo en Dios".



6R., de Nigeria, llegó a Italia en julio de 2016, a los 16 años. "Un día lllovió mucho, mi hermana y yo estábamos en la escuela y cuando volvimos nuestra casa se había derrumbado y nuestros padres habían muerto. La casa se construyó con dinero prestado, y la deuda tenía que pagarse. La gente a la que mi padre había pedido el préstamo me amenazaba constantemente, pero yo no sabía cómo pagar, así que un día seguí a un amigo que se iba a Libia. No sabía que iba a llegar hasta a Italia. Solo me fui, porque de lo contrario me hubieran matado". Antes de llegar a Libia, R. nunca había visto el mar. "Cuando llegó el momento de irnos, los traficantes me empujaron en el bote, me golpearon y me hicieron volar un diente. En un momento, el agua comenzó a entrar; yo no sé nadar, estaba petrificado. Hasta que un barco italiano nos salvó. Estaba tan feliz de no estar muerto... ".


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S., de Nigeria, llegó a Italia en septiembre de 2016, a los 17 años. La madre de S. la abandonó cuando ella tenía 10 años, aí que se quedó sola con su padre y su hermana menor. A los 16, S. salió de Nigeria por primera vez y siguió a una amiga a Mali. La mujer le había prometido un trabajo en una tienda con el que podría ayudar a su padre, que había quedado discapacitado después de un accidente. Pero el trabajo que S. encontró una vez allí era la prostitución. “Yo quería volver pero no tenía dinero. Ella me golpeó, me encerró en una habitación durante un mes. Y entonces tuve que hacerlo. Cuando regresé a mi casa, mi padre me preguntó lo que había pasado y no le dije nada, pero los vecinos se reían de mí, no pude resistirme y me fui de nuevo".
S. viajó sola a Italia, pagando con el dinero ganado en Mali y sin el control de ninguna Madame. "Cuando veo a otras chicas [víctimas de la trata] cada vez tengo un flashback y les digo: 'Créeme, te está mintiendo. Si vas con ellos va a ser esclava para siempre, tu vida será miserable, sin sentido..."
En el centro donde vive, S.controla las llamadas telefónicas que hacen las chicas con sus familiares para saber si las presionan para que se prostituyan y respeten al Juju. Y todos los miércoles va al hospital donde ayuda a los inmigrantes nigerianos recién llegados a hacerse entender.
S. tiene una cicatriz profunda en el brazo, marcada a fuego: "Un hombre en Mali me la hizo para vengarse. Me dijo: 'si algún día tienes hijos tendrás que explicar por qué tienes este signo, tendrás que contar tu historia".


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W., de Marruecos, llegó a Italia en agosto de 2016, a los 17 años. "Vengo de una ciudad en el centro de Marruecos, es pequeña pero más grande que donde vivo ahora", explica W. "Me fui porque un día discutí con mis hermanos, y me enteré de que mis padres eran en realidad mis abuelos. Todavía estoy en contacto con ellos y nos queremos, pero ya no quería estar con mi familia. En Libia estuve encerrada en una habitación durante un mes y medio, pero no me maltrataron. Llegué a Italia gracias a la ayuda del hijo de mis vecinos en Marruecos, que ya había venido aquí hace tres años, y me explicó cómo hacer un Facebook.”
“Éramos muchos en el barco, yo iba sola y dos mujeres sirias que viajaban con un niño pequeño se ocuparon de mí y me protegieron".


Derecho a votar: Los países donde los niños,niñas y adolescentes pueden votar

DERECHO A VOTAR: 
Los países donde los menores de 18 años  ya pueden votar

Fuente CRIN


Mayores de 16 años


Alemania (solo en algunos estados y municipios)
Argentina
Austria
Bosnia and Herzegovina (solo si tienen empleo)
Brasil
Croacia (solo si tienen empleo)
Cuba
Ecuador
Eslovenia (solo si tienen empleo)
Estonia (solo en elecciones locales)
Filipinas (solo en elecciones locales y solo si están casados)  
Hungría (solo si están casados)
Malta (solo en elecciones locales)
Montenegro (solo si tienen empleo)
Nicaragua
Reino Unido: Isla de Man (en elecciones locales); Guernsey (en elecciones locales); Jersey (en elecciones locales); Escocia (solo en elecciones locales y del Parlamento Escocés)
República Dominicana (solo si están casados)
Serbia (solo si tienen empleo)
 

Mayores de 17 años


Grecia
Indonesia (pero no hay umbral si están casados)
Israel (solo en elecciones locales)
Korea del Norte
Timor Oriental




A nivel mundial, 23 países actualmente permiten que los menores de 18 años voten en las elecciones locales o nacionales, según datos recopilados por CRIN. Cinco países en Latinoamérica - Argentina, Brasil, Cuba, Ecuador y Nicaragua - permiten el derecho a votar en las elecciones generales a partir de los 16 años. Los mayores de 16 años también pueden votar en la República Dominicana, pero solo si están casados. Al otro lado del océano, en Europa, Austria es el único país del continente donde es legalmente permitido votar en elecciones nacionales a partir los 16 años. Con la condición de que tengan empleo, este derecho también se les otorga a jóvenes de la misma edad en Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Montenegro, y Serbia. En cuanto a las elecciones municipales, los mayores de 16 años pueden votar en Estonia y Malta, mientras que en Israel es a partir de los 17 años. Y en Grecia, Indonesia y Timor Oriental se puede votar en sus elecciones generales a partir de los 17 años. 
Para leer más sobre el debate sobre el derecho a votar, consulte nuestro informe aquí (en inglés). 

El tema también está ganando tracción en otros países. Por ejemplo, en Nueva Zelanda, del defensor de los derechos del niño ha propuesto rebajar la edad mínima para votar en las elecciones nacionales de los 18 a los 16 años. El defensor explicó que los jóvenes son "el único grupo sin voz" de la sociedad, y añadió que "[los] menores de 18 años son el 23 por ciento de nuestra población y no tienen otra forma de influir en la política". Mientras tanto en Islandia, un proyecto de ley propone rebajar la edad mínima para votar en las elecciones municipales de los 18 a los 16 años. De ser finalmente aprobada por el parlamento, entrará en vigor inmediatamente, y los jóvenes podrán votar a partir de mayo de esta año. Asimismo en País de Gales, se espera que los legisladores aprueben una propuesta que también busca rebajar a los 16 años la edad mínima para votar en las elecciones locales. Y el Chile, ingresaron este mes un proyecto de ley que busca modificar la Constitución de manera que se pueda rebajar la edad para votar a los 16 años.


Acceso al Documento del CRIN 

Las Observaciones Finales del Comité de los Derechos del Niño a España 2018 y Video de la Jornada.

La inversión en infancia, la violencia contra la infancia 
y los menores extranjeros no acompañados en España, 
las principales preocupaciones del Comité de los Derechos del Niño.








La inversión en infancia, la erradicación de la violencia contra la infancia y los menores extranjeros no acompañados, son las grandes preocupaciones del Comité de los Derechos del Niño sobre la aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño en España. Sobre estos y otros temas se ha profundizado hoy en la Jornada sobre las Observaciones Finales del Comité de los Derechos del Niño a España organizada por la Plataforma de Infancia y por la Cátedra Santander de Derecho y Menores de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE.

Esta Jornada, en la que han participado dos miembros del Comité de Naciones Unidas, Luis Pedernera y Jorge Cardona, así como representantes de diversas organizaciones y expertos en temas de infancia, contribuye a explicar y dar a conocer las Observaciones que el Comité de Naciones Unidas trasladó a España el pasado mes de febrero y analiza el alcance de su aplicación para el cumplimiento de los derechos de la infancia en España. Estas Observaciones Finales son el resultado de un examen que se realiza periódicamente a los Estados que han ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño.

Luis Pedernera, Miembro del Comité de Derechos del Niño y participante en el Task Force del Comité a España, ha felicitado al Estado Español por su buena disposición normativa y recomienda que cada proyecto de ley sea evaluado en su impacto en materia de infancia. Además, valora positivamente la creación de los observatorios de infancia. Por otra parte, ha manifestado su preocupación por el impacto de los recortes presupuestarios sobre niños, niñas y adolescentes. En este sentido, el Comité recomienda tomar medidas para promover, en todas las comunidades autónomas, un análisis de las necesidades de inversión en infancia con el objetivo de redistribuir recursos para el cumplimiento de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, incrementando la inversión en educación y la provisión de servicios públicos.

El Comité urge además al Gobierno a aprobar una ley integral para erradicar la violencia contra la infancia. Pedernera ha expresado también la especial preocupación del Comité sobre los niños, niñas y adolescentes solicitantes de asilo y los menores extranjeros no acompañados. “Recomendamos establecer centros de recepción adaptados a niños, niñas y adolescentes, terminar con las prácticas de devolución inmediata y mejorar los protocolos de determinación de la edad”, ha dicho. Por último, ha insistido en la importancia del derecho a la participación y ha pedido fortalecer los consejos de participación infantil “no sólo en la voluntad de escuchar a los niños y niñas, sino también con recursos económicos.”

Para elaborar las Observaciones Finales el Comité de los Derechos del Niño tiene en cuenta el informe presentado por el Gobierno así­ como su comparecencia ante el Comité, que tuvo lugar el pasado 22 de enero. También tiene en cuenta los informes presentados por la sociedad civil, como el Informe Complementario de la Plataforma de Infancia –en el que ha colaborado la Cátedra Santander de Derecho y Menores de Comillas ICAI-ICADE–  y el informe realizado por más de 3.000 niños y niñas de toda España a través de organizaciones que forman parte de la Plataforma de Infancia Poniendo nota a nuestros derechos que, una delegación de niños, niñas y adolescentes, presentó en persona a los miembros del Comité. 




Delincuencia de menores: cárcel o brazos cruzados: un falso debate.

Los que no pensamos que metiendo niños en la cárcel vaya a avanzar mucho la sociedad, 
no sufrimos menos por esos sucesos. 

Roberto Uriarte Torrealday,
Profesor de Derecho Constitucional 
de la UPV-EHU.

Copiar de los modelos represores y anticuados, 
todos los cuales tienen niveles de delincuencia muy superiores a los nuestros, 
es poco inteligente. 

Umberto Eco nos enseñó magistralmente en ‘El nombre de la rosa’ la necesidad que el pensamiento reaccionario tiene de inyectar en las personas el clima de miedo que justifique su perpetuación. La coincidencia en un tiempo reducido de varios delitos graves en Bilbao, protagonizados por menores de edad, ha generado una alarma social importante, al amparo de la cual personas que habitualmente predican la resignación y el sometimiento a las políticas que nos imponen los poderes fácticos nos descubren repentinamente su faceta más crítica. Al contrario de lo que predican respecto de otras políticas públicas, en materia de seguridad ciudadana no plantean la resignación, sino que se dedican a agitar la legítima indignación popular. 

Y lo hacen planteando atajos fáciles para resolver problemas complejos. Dicen que no podemos quedarnos de brazos cruzados ante la gravedad de los delitos cometidos por menores de edad. Que no puede ser que delitos tan graves queden impunes. Que es preciso rebajar la edad penal.

Aunque su argumentación esconde una falacia evidente, hay que reconocer que quienes así opinan han conseguido, por una parte, erigirse en portavoces del dolor que generan las muertes violentas y a la vez, establecer el marco del debate en unos términos que, aún siendo falsos, les resultan favorables. La pregunta sería, según ellos: ¿Debemos permanecer de brazos cruzados o hay que plantearse la rebaja de la edad penal?


Frente a esta maniobra, conviene recordar que los que no pensamos que metiendo niños en la cárcel vaya a avanzar mucho la sociedad no sufrimos menos por esos sucesos. 
Pero creemos que meter un niño en la cárcel es facilitar que se convierta en un delincuente de por vida. 
Es más, si echamos una mirada desprejuiciada al mundo, podemos comprobar que hay  diferencias importantes entre unos países y otros sobre cómo abordar el problema de los delitos cometidos por menores e incluso de los delitos en general. 
Y podemos comprobar también que los países que tienen sistemas penales más agravados coinciden exactamente con los menos civilizados y más atrasados y en los que la inseguridad y la delincuencia son superiores a las que tenemos nosotros. 
Es evidente que ninguno de nosotros tomaría como modelo para abordar nuestros problemas sanitarios o educativos los sistemas sanitarios o educativos de los países que aún siguen encarcelando a niños en pleno siglo XXI. Si no nos planteamos seguir sus sistemas sanitarios o educativos, ¿por qué tomar como modelo sus sistemas penales?   

No faltará quien alegue la excepción norteamericana: un país económicamente próspero y que sigue manteniendo uno de los sistemas penales más crueles. Es el país con mayor número de presos del mundo y con mayor proporción de su población encarcelada. Más de un millón y medio de sus habitantes abarrotan sus cárceles. A quienes plantean este modelo se les podría responder que, a pesar de ello, probablemente habrá pocos países con un desarrollo económico equiparable y que sean menos eficientes garantizando la seguridad de sus ciudadanas y ciudadanos.

En resumen, considero que el debate al que nos quieren llevar es un debate falso: 
.- no se trata de elegir entre la ley del Talión o la benevolencia; 
.- no se trata de elegir entre cárcel y brazos cruzados: 
.- se trata de que todas las políticas públicas se inspiren en los modelos más racionales y sensatos y no en la demagogia. 

Las políticas de reeducación de niños y adolescentes predelincuentes, como las políticas sanitarias, las políticas educativas o cualquier otra política pública, se deben basar en los mismos criterios, en la racionalidad y en la eficiencia, en los programas más vanguardistas, las técnicas más eficientes, el personal más capacitado; y deben tomar como modelo a los países que obtienen resultados más eficaces y que poseen unas sociedades con tasas menores de delincuencia.
Copiar de los modelos represores y anticuados, todos los cuales tienen niveles de delincuencia muy superiores a los nuestros, es poco inteligente. El debate no es entre aplicar la cárcel o no hacer nada. El debate es sobre cómo intervenir: o con políticas públicas eficientes o con las que ya se sabe que no funcionan, porque a todos los países que las aplican les dan malos resultados.

Es evidente que se han cometido errores en las políticas públicas relativas a estos menores. Que muchos de estos errores se han cometido por falta de coordinación suficiente entre los servicios forales, la policía y los jueces y fiscales; cuando no por omisión o dejación de responsabilidades por parte de las administraciones implicadas. 
Es evidente también que hace falta una mayor sensibilidad respecto del problema; que hay que revisar a fondo las políticas desarrolladas; que hay que diagnosticar los muchos puntos débiles del modelo; y que hay que rectificar cuanto antes los errores cometidos. 
Pero de lo que no cabe duda es de que nunca se rectifica un error cometiendo otro mayor. Es absurdo pretender mejorar la seguridad en nuestras ciudades tomando como modelo políticas de países que en materia de seguridad están muy por detrás de nosotros.

Infancias y medios: atención a las voces de los niños y las niñas

Atención a las voces de los niños y las niñas.Heloísa Andreia de Matos Lins, Renata Reis Genuíno, Helena Ferroni Branquinho

Diversidad en la infancia,
Ediciones Complutense,
Vol 1 (2017),



Este artículo recoge elementos de dos estudios empíricos realizados con niños y niñas entre 4 y 12 años de la ciudad de Campinas (São Paulo, Brasil), mapeando sus relaciones con los medios y cuestionando las representaciones comunes alrededor de ellos, sobre todo a partir del marco teórico centrado en la llamada pedagogía de la infancia y los posibles vínculos entre la sociología de la infancia y la psicología histórico-cultural. Ambos estudios fueron realizados con una perspectiva cualitativa y las principales fuentes para la producción de datos fueron las conversaciones con los niños y niñas, con algunos adultos (padres o profesores) y/o la observación de campo (registros fotográficos de juegos y notas en un cuaderno de campo). Los principales aspectos analizados, a partir de la escucha de los niños y niñas, revelan una complejidad de elementos para la construcción de indicadores. Sin embargo, también señalan que los artefactos y/o contactos con los medios digitales constituyen marcas importantes con respecto a la constitución y la pluralidad de las infancias – sus deseos, juguetes, creaciones y fantasías – a veces similares a las generaciones anteriores, otras completamente diferentes, lo que impulsa a los investigadores y educadores hacia nuevas vías de investigación.

es una revista interdisciplinaria e iberoamericana, cuyo objetivo es promover el conocimiento científico sobre las vidas de los niños, niñas y adolescentes, principalmente en el ámbito español, portugués e iberoamericano y orientado en la línea de los nuevos estudios de infancia.

© 2017. Universidad Complutense de Madrid
Está permitida la difusión y reproducción no comercial de este artículo siempre citando al Autor, a la Revista Sociedad e Infancias y a Ediciones Universidad Complutense.

Con el Patrocinio de  Aldeas Infantiles SOS y Asociación GSIA 

          




Ardor guerrero en las aulas.

Fernando Hernández Sánchez,
Profesor de Didáctica de las Ciencias Sociales,
Fac. de Formación de Profesorado y Educación, 
Universidad Autónoma de Madrid.  
                



Qué lejos estaba el maestro Alonso, autor de la zarzuelilla Las corsarias, 
de sospechar que la historieta de ese fray Canuto,
cuyos favores sexuales se rifaban las integrantes del cuerpo de baile del Teatro Martín al compás del “foxtrot bailable de las dormilonas: Buenas noches caballeros” y las picantes evoluciones de Celia Gámez y sus coristas,
iban a pasar, de enervar al público masculino frecuentador del subgénero sicalíptico, 
a formar parte del currículum de formación en valores en colegios e institutos.

Hace seis años, José Ignacio Wert, ministro de Educación de imperecedera memoria, realizó unas declaraciones al vetusto diario de los Luca de Tena (ABC) en las que sentenció: “Educación para la Ciudadanía (EpC) se convirtió en una asignatura con carga de adoctrinamiento”. Reciclando todo tipo de intoxicaciones emanadas del lobby integrista, Wert descalificó el currículum de la materia por considerarlo trufado de ideología anticapitalista, anticristiana y antiespañola —la trilogía invertida de las esencias patrias—. Como no se cansarían de repetir las voces alojadas en lo más profundo de la caverna, EpC promovía un nuevo modelo de moral subversiva, relajada, promiscua y disolvente acorde al proyecto desnacionalizador de la izquierda.

Cuando declinaba la primavera de 2015, Wert nos dejó para instalarse en los Campos Elíseos, y no al estilo de los héroes griegos, que recibían tal recompensa por razones virtuosas y sin gravar el erario público. Wert se fue, pero su espíritu dejó impregnaciones. Su sucesor, Íñigo Méndez de Vigo y Montojo, y la ministra de Defensa, María Dolores Cospedal García, tomaron el testigo en la misión de “españolizar” a la infancia y la juventud.
Catecismo en horario escolar, evaluable y computable en el expediente, o “cultura de defensa y los valores asociados a ella”
En diciembre de aquel mismo año, los dos departamentos firmaron un Acuerdo Marco Interadministrativo con la finalidad de “promover el conocimiento y sensibilización de los jóvenes escolares sobre los temas relacionados con la paz, la seguridad y la defensa” mediante el desarrollo de contenidos curriculares de las asignaturas de Valores Sociales y Cívicos (Enseñanza Primaria) y Valores Éticos (Enseñanza Secundaria).

Ambas son la alternativa a Religión, otra materia que el conservadurismo se ha empeñado en reforzar durante estos años con la correspondiente sanción del Tribunal Constitucional. El diseño resultante habría sido muy del gusto de la aristocracia del Antiguo Régimen: “Iglesia, Mar o Casa Real” era el destino para los hijos segundones hasta el siglo XVIII. “Altar o Milicia” parece ser la falsa disyuntiva que se les ofrece a los estudiantes y a sus familias en la segunda década del XXI. Catecismo en horario escolar, evaluable y computable en el expediente, o “cultura de defensa y los valores asociados a ella”.
Como parte del programa destinado a proporcionar un cierre ultraconservador a la crisis política abierta en 2011 llega hoy a nuestras manos el Proyecto “Conocimiento de la Seguridad y la Defensa Nacional en los centros educativos” para la etapa de Primaria.
Se trata, según sus autores, de una iniciativa que se basa en un supuesto “consenso social sobre la relación existente entre el futuro comportamiento como ciudadanos de nuestros menores y jóvenes y la educación que estos reciben, además de en el ámbito familiar, en la escuela”.

Dando por sentado que exista semejante acuerdo y en tal sentido, más allá de la episódica generalización de la estética de casa-cuartel aplicada a los bloques de vecindad por mor de la reacción al contencioso catalán, los autores nos ofrecen diez unidades didácticas destinadas a “mejorar el conocimiento de la Seguridad y la Defensa Nacional” y a concienciar al alumnado “sobre los aspectos relacionados con estas”.

Un somero repaso a las 240 páginas del material colgado en la web del MEC da que pensar, a pesar del aval del Centro Nacional de Innovación e Investigación Educativa (CNIIE), que sus autores hace mucho que no pisan un centro educativo y que, casi sin lugar a dudas, hace mucho también que no salen de un cuartel.

Desde el punto de vista pedagógico, es un desastre en cuanto a planteamiento, metodología y diseño de las actividades. Las unidades didácticas cuentan con un planteamiento expositivo absolutamente inadecuado para los estudiantes de los niveles a los que se dirige: ¿alguien piensa que el alumnado de 5º y 6º de Primaria puede digerir, sin la correspondiente adecuación del vocabulario o un extracto de los principales contenidos, cuatro páginas de apretado texto de las Reales Ordenanzas? ¿O una entrevista de la misma extensión al secretario general de la OTAN? ¿Nadie ha caído en las sustanciales diferencias existentes entre un aula de Primaria y un Hogar de Suboficiales?
A modo de compensación y para contrarrestar la densa parte doctrinal, el apartado relativo a las actividades se ajusta al clásico esquema pinta-recorta-colorea. Parece un muy pobre concepto de lo que es contenido educativo. Hacer por hacer, eso sí, con mucha exposición de manualidades, muchos ¡vivas! y unas cuántas apelaciones al alistamiento desde tierna edad.

La transmisión vertical y jerárquica —el tema obligado de contenidos y el activismo sin finalidad clara- quedan compensados por los broches musicales que cierran cada unidad didáctica, consistentes en seguir el compás, cuando no entonar a paso rítmico los respectivos himnos de las distintas armas.
Cabría preguntarse si los asesores del Proyecto sobre Cultura de la Defensa no han encontrado otro hito mejor que el de las guerras de Marruecos para anclar los valores de las fuerzas armadas del siglo XXI
Destaca entre todas, a modo de corolario, la propuesta sobre el aprendizaje del pasodoble “Banderita, tú eres roja/ banderita, tú eres gualda”. Qué lejos estaba el maestro Alonso, autor de la zarzuelilla Las corsarias, de sospechar que la historieta de ese fray Canuto cuyos favores sexuales se rifaban las integrantes del cuerpo de baile del Teatro Martín al compás del “foxtrot bailable de las dormilonas: Buenas noches caballeros” y las picantes evoluciones de Celia Gámez y sus coristas iban a pasar, de enervar al público masculino frecuentador del subgénero sicalíptico, a formar parte del currículum de formación en valores en colegios e institutos. Todo un reto para los encargados de ajustar semejantes contenidos a los estándares de aprendizaje…
Ironías aparte, cabría preguntarse si los asesores del Proyecto sobre Cultura de la Defensa no han encontrado otro hito mejor que el de las guerras de Marruecos para anclar los valores de las fuerzas armadas del siglo XXI.

¿Una guerra colonial es el mejor referente posible en el marco de la escuela multicultural, multiétnica y plurinacional actual? ¿Es conmemorable una matanza como la que llevó a los reclutas carentes de recursos para procurarse un sustituto o comprarse un destino confortable —los soldados de cuota— a pagar un terrible tributo de sangre en el Barranco del Lobo o Annual?.

Una empresa exterior sin más justificaciones que el afán de sublimar un complejo de inferioridad internacional, la defensa de los intereses mineros vinculados a determinados sectores de la oligarquía restauracionista o las fanfarronadas de un monarca inconsciente de los sufrimientos de su propio pueblo ¿rinde un buen servicio a institución alguna? Una campaña brutal, en la que se aquilató el espíritu inclemente e inhumano de toda una generación de oficiales, los africanistas, cuya vesania se tradujo en execrables crímenes de guerra entonces y en la posterior guerra civil ¿puede erigirse en espejo del talante de las fuerzas armadas en 2018?

La aproximación a las obras de algunos autores a los que se cita, aunque se lean poco, en la Historia de la Literatura de Bachillerato —Imán, de Ramón J. Sender, o La ruta (segunda parte de la trilogía La forja de un rebelde) de Arturo Barea— desarbolaría, de ser así, buena parte de lo aprendido por el alumnado al llegar a etapas superiores.

Tampoco resulta muy edificante la exposición a unos himnos cuajados de ditirambos debidos al numen poético de José María Pemán. Casan mal con el afán de modernidad y, puestos a mayores, con el alineamiento exterior de España y sus ejércitos. Sería curioso conocer la opinión de los mandos de los ejércitos aliados de la OTAN, organización en cuyo origen se encuentra la Carta del Atlántico que sirvió de programa común de acción para la derrota del Eje, al saber que ese Pemán era, según la OSS-CIA en octubre de 1948, un “notorio falangista comprometido con el espionaje pro-nazi durante la segunda guerra mundial”.
Más allá de su recorrido por todas y cada una de las organizaciones reaccionarias extremistas de la época, resulta inaceptable la reintroducción en las aulas de un personaje indigno de figurar en el panteón de la escuela española, si no es a título de enterrador.
Como presidente entre 1936 y 1938 de la Comisión de Cultura y Enseñanza de la Junta Técnica del Estado, encargada de la depuración del funcionariado docente, José María Pemán fue el destructor no solo del magisterio republicano, sino también del procedente de la tradición liberal. Por consiguiente, corresponsable del páramo cultural que hundió a España en medio siglo de aislamiento y retraso. No parece el mejor aval para figurar en los manuales escolares.

Nos encontramos, en definitiva, ante un proyecto que nace ya anticuado, dotado de materiales con evocaciones rancias, metodológicamente obsoleto, filosóficamente reaccionario y adoctrinador en los principios hueros de un nacionalismo castizo, limitado y excluyente. 
Una iniciativa impropia de una sociedad avanzada y plural; inadecuada para con un patriotismo cívico que esté más pendiente de las personas que de los símbolos; y desacorde con la imagen de unas fuerzas armadas modernas, profesionales y comprometidas con la defensa de los valores democráticos. 

  La resiliencia de los estudiantes con antecedentes de inmigración.

Factores que conforman el bienestar.







  Los flujos migratorios están cambiando profundamente la composición de las aulas. Los resultados del Programa de la OCDE para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) revelan que en 2015, casi uno de cada cuatro estudiantes de 15 años en países de la OCDE informaron que habían nacido en el extranjero o tenían al menos un padre nacido en el extranjero. Entre 2003 y 2015, la proporción de estudiantes que habían emigrado o que tenían un padre que había migrado a través de las fronteras internacionales creció en seis puntos porcentuales, en promedio en todos los países de la OCDE.
La resiliencia de los estudiantes con antecedentes de inmigración: Factors that Shape Well-being revela algunas de las dificultades con las que se encuentran los estudiantes con antecedentes de inmigración y dónde reciben el apoyo que necesitan. 
El informe proporciona un análisis en profundidad de los factores de riesgo y de protección que pueden socavar o promover la resiliencia de los estudiantes inmigrantes. Explora el papel que los sistemas educativos, las escuelas y los docentes pueden desempeñar para ayudar a estos estudiantes a integrarse en sus comunidades, superar las adversidades y desarrollar su resiliencia académica, social, emocional y motivacional.

“El lugar más peligroso para un niño es su casa y el coche de sus padres”. Dejarlos salir de casa es una manera de cuidarlos.


“Los dos lugares más peligrosos para los niños son su casa y el coche de sus padres”. Así de tajante se manifiesta el psicopedagogo y dibujante italiano Franceso Tonucci, conocido por el seudónimo Frato, sobre el contexto actual de la infancia, principalmente en los países occidentales. En este sentido, alude a la “gran contradicción” que a su juicio se produce entre la disminución del número de delitos o accidentes de tráfico y el miedo que se traslada a los niños sobre estas situaciones, provocando que “ un niño no pueda salir de casa sin que un adulto lo acompañe”.
Sobre esta visión de la infancia y otros temas como el papel que actualmente ejercen los adultos en la sociedad y el control absoluto que tienen en los gobiernos ha reflexionado este lunes el pensador italiano en el campus de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) en Toledo, donde ha ofrecido una conferencia en la que ha cuestionado, entre otros asuntos, el desconocimiento (y su consecuente “incumplimiento”) de la Convención sobre los Derechos del Niño (1989) por parte de la sociedad actual.
“Es una parte que me interesa y me preocupa mucho porque, desde ese año -el 89-, los adultos del mundo decidieron establecer y definir los derechos del niño, y sigue siendo una ley totalmente desconocida. Y claro, si es desconocida, casi no vale la pena decir que se está incumpliendo”, razona Tonucci en una entrevista con eldiarioclm.es sobre esta normativa que establece criterios como la participación de los niños en la toma de decisiones que puedan afectarles directamente, como las políticas de urbanismo de una ciudad. Una filosofía necesaria para comprender la afirmación que realiza sobre la peligrosidad de la casa o el coche familiar para los niños.
El cambio “fundamental” que recoge esta normativa, explica Tonucci, es la transformación de la visión de los adultos sobre los niños como “futuros ciudadanos” a considerarlos “ciudadanos, pequeños pero ciudadanos”. Es decir, sustituir la premisa “conservadora” de educar a los niños “para mañana” poniendo “como modelo el ayer” por la aceptación de sus derechos como ciudadanos y su influencia en las decisiones que puedan adoptarse a nivel político en el desarrollo de los municipios.
Precisamente, esta última reflexión es una de las que aborda en su conocido libro ' La ciudad de los niños', un proyecto experimental que se llevó a cabo en la ciudad italiano de Fano y que se ha extendido a otras del resto del mundo. “Este proyecto se funda sobre una idea básica: hemos reservado todo el poder a los adultos y lo hemos gestionado muy mal” en ámbitos como “el medio ambiente, la economía o la justicia social”, recalca Frato.
De esta manera, el psicopedagogo subraya que la reconstrucción y el desarrollo de las ciudades después de la Segunda Guerra Mundial se ha hecho “para los adultos y no para todos”. “Si salgo cuando la escuela está cerrada no encuentro ni un niño de menos de 10 años jugando solo en la calle o en la plaza, muchas veces estas presencias están prohibidas”, señala Tonucci al tiempo que denuncia que esta clase de restricciones son “abusos, y la Convención de los Derechos del Niño lo dice muy claro: el interés del niño siempre debe ser superior”.

Niños en los gobiernos y el ejemplo de Pontevedra.

El también dibujante italiano, que ha expuesto su conferencia alternando sus viñetas y sus reflexiones sobre la infancia, apunta a dos ejes como base de este proyecto social: la escucha a los niños y la participación de estos en el gobierno de la ciudad. “No los estamos escuchando por generosidad sino por necesidad”, recalca Frato, que destaca que, en ocasiones, las decisiones que se puedan tomar por ejemplo a nivel urbanístico en una ciudad puede poner “prácticamente en contra a los propios padres”.
“Si la política ofrece propuestas buenas, la gente lo va a entender, pero deben ser buenas, apuestas muy coherentes sin hacer nunca marcha atrás”, describe Tonucci. En este ámbito, el italiano destaca como ejemplo de ciudad a Pontevedra, que ha hecho un recorrido “impresionante” en la transformación de su estructura urbana en los últimos años.
“La administración se presentó hace 16 años con un programa muy claro: si nos votáis ponemos la ciudad al servicio de la gente, con todo lo que implica. Los dueños son los peatones por lo que se ampliaron aceras, se estrecharon calzadas, se prohibió el aparcamiento en muchos sitios...y el alcalde, Miguel Anxo Fernández, ha sido reelegido en las últimas cinco elecciones”. “La gente se ha acostumbrado y está contenta, esto es muy interesante porque hoy en día es muy difícil encontrar ciudadanos orgullosos de su ciudad”, añade.
Imagen de la entrevista con Francesco Tonucci / UCLM
Imagen de la entrevista con Francesco Tonucci / UCLM

Tonucci vive en Roma, “la ciudad más bella del mundo pero donde es insoportable vivir”. “Criar hijos en Roma es imposible, nosotros lo hemos hecho pero con un esfuerzo fatal”, expone el pensador italiano como ejemplo contrario a Pontevedra, una ciudad de tamaño similar a Toledo y en la que, no obstante, apunta cosas que mejorar como una mayor participación de los niños en el gobierno.
“Proponer que los niños entren en el gobierno de la ciudad es una propuesta novedosa, pero es muy clara en la Convención de los Derechos del Niño, que dice que ellos tienen que dar su opinión y que esta ha de tenerse en cuenta con las cosas que les afecten”, dice Tonucci, que lamenta que, “por el contrario, la autonomía de los niños se ha perdido en los últimos 30 años de una manera brutal”. “Hoy un niño no puede salir de casa sin que un adulto lo acompañe”.

El miedo y los medios

Retomando la cuestión sobre el miedo, Tonucci apunta al suceso que ha copado en las últimas semanas la actualidad mediática del país, el asesinato del niño de 8 años Gabriel Cruz. “Estoy aquí una semana -en España- y cada vez que enciendo la televisión solo se habla de este pobre chico”. En todas las conferencias que ha realizado, Frato señala que he escuchado la misma pregunta: ¿Cómo se pueden llevar a cabo estas ideas habiendo ocurrido algo así?
“¿Dónde ha ocurrido? ¿En la calle? Ha ocurrido dentro de casa, una persona de la familia... con lo cuál, ¿cómo podemos justificar que no dejemos a los niños salir de casa?¿de quién tenemos miedo?”, cuestiona Tonucci, que recalca de nuevo que el lugar “más peligroso para los niños es su casa, igual que para las mujeres”. “Pasando a un nivel menos grave, si se hace una encuesta sobre la causa de los accidentes de niños y su ingreso en hospitales, verán que son solo accidentes domésticos o de coches (el de sus padres), por lo que sería interesante que los medios explicaran a los lectores esta situación. Dejarlos salir de casa es una forma de cuidarlos”, asevera.

Revista GSIA Marzo 2018, Hablando de Infancia y Adolescencia.

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Los derechos humanos de las niñas 
en la agenda política
Adelantándose de algún modo al protagonismo que tendría la causa de las mujeres el pasado 8 de marzo, la prensa nos trajo en el mes de febrero un conjunto de noticias que tenían a las niñas en su centro de atención. Noticias que mostraban la misma doble cara que las que, unos días más tarde, se referían a las mujeres, esto es, por un lado, noticias positivas y esperanzadoras en la medida que realizaban el reconocimiento de los valores y las capacidades de las niñas en un mundo que tiende a dejarlas en segundo plano, mientras que, por otro, señalaban el largo camino que todavía queda por recorrer para que sus derechos humanos sean plenamente respetados.