Cristina del Barrio investigaba el
acoso escolar cuando todavía no era un asunto mediático. Esta
catedrática en Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad
Autónoma de Madrid ha dedicado 20 años de su carrera a estudiar la
convivencia en los centros escolares y esta semana fue invitada por
Unidos Podemos a presentar a los diputados sus recomendaciones para el
futuro pacto educativo.
Ha coodirigido los dos
informes del Defensor del Pueblo y Unicef sobre violencia escolar y
estuvo al frente del equipo de la UAM que participó en el proyecto
europeo Nature and Prevention of Peer Bullying and Social Exclusion in Schools entre 2007 y 2011 con otras nueve universidades de la UE.
¿Han impactado los recortes en la educación pública en la capacidad de los centros para abordar el acoso escolar?
No hay datos que nos permitan decir que el acoso ha aumentado. No
estamos en condición de afirmarlo. Sí es verdad que lo ha hecho el
ciberacoso. Y también la conciencia social. Antes ni nos inmutábamos,
por eso da esa sensación.
Creo que los centros están
haciendo cosas interesantes por su cuenta pero depende básicamente de su
voluntad. Y eso no puede ser. Hay poco apoyo de la administración. Los
recursos para la formación del profesorado han disminuido mucho. Lo suyo
sería que hubiera personas descargadas de horario lectivo, con
flexibilidad de entrada y salida que pudiera atender estos temas, abrir
los canales de comunicación con las familias... No se debería pensar en
la dedicación de los docentes como equivalente a horas de clase.
Yo creo que el plan está muy bien, están muy bien las ocho líneas que
toca. Son todas muy acertadas y un poco coinciden con lo que se sabe y
dónde hay que atender. Pero sería mejor que la inspección pudiera ver
cómo se materizan. Cada centro tiene que tener obligatoriamente un plan y
muchos se han acogido al que propone su comunidad autónoma sin pensar
mucho mas.
¿Y esos planes de las comunidades son suficientes?
El de Madrid, por ejemplo, no lo comparto. Se basa fundamentalmente en
aplicar un cuestionario en el que piden a los niños y niñas identificar a
los alumnos que están mal o hacen algo reseñable. Esto significa
iluminar a los que son víctimas, confirmar su papel como tal. Creo que
repele las buenas relaciones. ¿Para qué necesitamos ese diagnóstico?
¿Cómo se va a usar? Además, no se pide consentimiento parental para
realizarlo.
¿Qué le parece que la medida estrella del plan de convivencia del Ministerio de Educación sea un teléfono gratuito?
Ya existe un teléfono, el de ANAR, y creo que es mejor que haya uno solo. Lleva a confusión.
¿Los colegios suelen actuar bien cuando identifican un caso?
Creo que los centros tienden a ocultarlos. Pasa mucho. Mucha gente nos
llama y nos cuenta que como el profe ha comunicado situaciones al equipo
directivo y no se le ha dado importancia, de manera que no se ha hecho
nada.
¿Y por qué lo ocultan?
No quieren que se relacione el nombre del colegio con el acoso porque
piensan que les desprestigia. A veces se tiene una idea equivocada de lo
que es el prestigio, asociada solo al rendimiento. La gente lo entiende
mal. El prestigio debería estar asociado a que el clima sea positivo, a
que haya buena convivencia como un fin en sí mismo. Ocultar no lleva a
nada bueno. Si se da un caso y lo tapas, seguramente habrá más porque no
tienes herramientas para tratarlo y prevenirlo. El conflicto es algo
consustancial al ser humano.
Qué claves les daría para evitar que suceda, o que suceda menos.
En los colegios donde los chicos y chicas sienten que el centro forma
parte de su vida y ellos y ellas del centro es menos probable que se
produzca. Lo mismo ocurre con las familias. Se les tiene que permitir
participar más en todo y deberían ser convocadas en las comisiones de
convivencia, en planificar, tomar conciencia e intervenir. El clima es
un predictor y que sea bueno previene el acoso.
¿Y cómo identificamos un centro escolar con un clima bueno?
Ves que hay cuidado mutuo, que se reconoce a todos y todos se sienten
reconocidos. En estos casos cuando se produzca una disparidad de
visiones, la resolución será más fácil. Y además, ocurrirá menos. Si a
eso le sumamos recursos como compañeros que les escuchan y que les
acompañan como un equipo de mediación en el que también participan las
familias, esos centros marcan la diferencia.
¿Los docentes están suficientemente formados para enfrentarse a un caso de acoso?
Considero que es clave y los que van a ser maestros no tienen esa
formación. No se les enseña a gestionar emociones y conflictos, ni a
trabajar ideas sobre cómo hacer que el clima social sea positivo. Si el
profesor es cercano y los chicos y chicas lo perciben como un punto de
apoyo, las cosas van mucho más rodadas. En los centros, como
consecuencia de esto, es habitual que tiren de especialistas de fuera
que cuentan algo puntualmente en una sesión. Y eso, así aislado, no
sirve para nada.
¿Recomienda como psicóloga sancionar a los acosadores?
La intervención tiene que ser antes. No puede ser solo a posteriori,
solo remedial. Hay que trabajar codo a codo con la familia y prestar
ayuda psicológica y atención especial. Y no estigmatizar. Él o ella como
persona tiene todo el valor, lo que no aprobamos es una conducta. Las
sanciones tienen que ser motivadas para que sean eficaces, no
arbitrarias. No una consecuencia punitiva para humillar, para hacerle
pagar porque entonces no sirve como aprendizaje. Se trata de poner
sanciones educativas que le den la oportunidad de cambiar la conducta
infractora.
En su intervención
en la subcomisión parlamentaria afirmaba que se produce más acoso en las
escuelas privadas y concertadas, ¿cómo se explica?
Es lo que dice la OCDE en un estudio publicado este año con datos de
2015. Puede tener que ver con el ambiente más competitivo, y la
competitividad genera discriminación. Por lo general estos centros son
más homogéneos y cualquier diferencia se resalta más. Son hipótesis en
todo caso, habría que comprobarlo.
En los medios han salido casos muy graves, ¿eso genera pánico entre las familias?
Sería muy interesante que los medios no hablaran solo de esto cuando se
dan estos casos terribles, sino que también contaran las cosas que se
hacen bien. Cada vez hay más redes de colaboración entre centros y más
iniciativas de gente que se mueve, como por ejemplo las redes de alumnos
ayudantes que escuchan a sus compañeros y los acompañan cuando tienen
algún conflicto.
¿Es conveniente
que los programas de mediación llevados por estudiantes intervengan
cuando hay abuso de poder de unos sobre otros?
No, no lo es. Esto es muy eficiente para tratar conflictos entre
iguales, pero no en los casos en los que uno ejerce poder sobre otro.
Abordar esto desde la mediación supone un insulto a la víctima. El
sistema de alumnos ayudantes es muy bueno porque están entrenados justo
para eso, escuchar y acompañar, y puede servir de filtro de detección
del acoso. Los iguales son los interlocutores favoritos, antes que la
familia y que los profesores. En los casos en los que se da abuso de
poder los chicos y chicas siempre deben ponerlo en conocimiento de un
adulto.
* Cristina del Barrio, Catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación en la UAM intervino la semana pasada en la subcomisión del pacto educativo del Congreso