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Efectos de la inversión en infancia en el desarrollo infantil: análisis del caso de Uruguay. Investigación.

Analizamos los efectos de la inversión en primera infancia en el desarrollo infantil 
en Uruguay en base a las distintas olas de la ENDIS.


Encontramos que, tanto la inversión total estimada como la inversión para cada uno de los rubros (educación, salud, alimentación, entre otros), tienen efectos significativos en la reducción de la probabilidad de presentar problemas en el desarrollo. 
La magnitud de los efectos es baja, aunque en la mayoría de los casos resulta significativa al 95% de confiabilidad. Los efectos en la reducción de la probabilidad de presentar problemas en el desarrollo se observaron para los tres indicadores analizados, y considerando tanto las inversiones de corto plazo (realizadas en el mismo periodo) como el acumulado de inversiones efectuadas en periodos anteriores. 
Los efectos identificados son robustos a la introducción de diferentes controles, incluidas las habilidades de los niños, medidas por los mismos indicadores en etapas anteriores.

Accesos al estudio

RESUMEN
El presente documento es un resumen de los resultados del Proyecto del Investigación “Inversión en infancia y desarrollo infantil: análisis del caso de Uruguay”
El proyecto fue realizado por el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Católica del Uruguay (Ucudal) y financiado por el Fondo Sectorial de Primera Infancia de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y el Programa Uruguay Crece Contigo (UCC) del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES). 
El objetivo del trabajo era contribuir al desarrollo de las políticas públicas en infancia, a través del estudio de los vínculos entre la inversión pública y privada en los niños y niñas del Uruguay, y los resultados del país en materia de desarrollo infantil
El interés por el desarrollo infantil radica en que se trata de un fenómeno en donde confluyen temas tan relevantes en la actualidad como los derechos humanos, la desigualdad y las posibilidades de desarrollo del país. A su vez, la intención de realizar un análisis integral de la inversión, incorporando los distintos orígenes, se debe a la convicción de que los supuestos o acuerdos acerca de lo público y lo privado al interior de la sociedad, tienen una influencia determinante en la distribución y el volumen de recursos que se destinan para el desarrollo de los niños y niñas. 
El documento comienza con una revisión los antecedentes más relevantes en materia del desarrollo infantil, la inversión pública y privada en primera infancia y el acceso a los distintos recursos por parte de los niños y niñas, tanto a nivel internacional como en el Uruguay. 
Luego se presentan los objetivos de la investigación junto con la metodología desarrollada. En relación a los aspectos metodológicos, se destacan: la estrategia para la construcción de los vectores de inversión, la imputación de los mismos en las distintas cohortes y rondas de la ENDIS y el análisis econométrico de las relaciones entre inversión y desarrollo infantil. 
Más tarde se presentan los resultados, empezando por la caracterización de la inversión en primera infancia según los datos más recientes para Uruguay (ENDIS1 2018, Primera Cohorte) y, continuando por una descripción de la evolución entre 2013 y 2018 (Primeras Cohortes de ENDIS 2013 y 2018). Para la caracterización se utilizan diferentes variables de cohorte como ser: el origen de los recursos (públicos o privados), el rubro (educación, salud, cuidados, vivienda y alimentación), los quintiles de ingreso de los hogares, las edades de los niños y niñas y las regiones de residencia (Montevideo o Interior). A su vez, las distintas cohortes de la ENDIS permiten reflejar las inversiones en niños y niñas en edades que van desde los 0 años hasta los 10 años de edad. 
El desarrollo de los resultados continua con el análisis y resumen de los modelos empleados para tratar de comprender los vínculos entre: los distintos rubros de inversión en infancia y los indicadores disponibles de desarrollo infantil. 
Por otra parte, en la penúltima sección se realiza un breve análisis de indicadores de desarrollo infantil e inversión en primera infancia según diferentes rubros, desde una perspectiva comparada, entre la realidad de Uruguay y la información disponible para otros países. 
El informe concluye con un apartado de consideraciones finales, en donde se combinan los distintos resultados obtenidos a lo largo del estudio y se proponen nuevas líneas de investigación.

CicloExpresso, literalmente un 'tren de bicicletas'.

 "Um CicloExpresso é um grupo de crianças que vão para a escola de bicicleta, 
acompanhadas por adultos/as monitores/as. 
Tal como um “comboio” regular, o CicloExpresso tem um percurso e horário definidos, 
e qualquer criança pode vir nele até à escola."

Un CicloExpresso, literalmente un 'tren de bicicletas', es 
- un grupo de jóvenes que viajan juntos a la escuela en bicicleta, 
- bajo la supervisión de un adulto 
- y, como un tren normal, tiene una ruta y un tiempo específicos.

Los objetivos clave combinan la promoción de la movilidad sostenible a la escuela a través de una alternativa de viaje divertida y segura a los vehículos motorizados, al mismo tiempo que beneficia la salud de los niños y ayuda a inculcar un sentido de independencia.

CicloExpresso está ganando cada vez más adeptos en ciudades como la capital, Lisboa, así como Braga, y el gobierno local de ambas ciudades se hace cargo de los costos del programa, para que las familias puedan inscribirse de forma gratuita, haciéndolo accesible para todos.

'Accesible para todos'

Las rutas pasan por casas individuales, lo que garantiza que los padres y cuidadores puedan tener la tranquilidad de que sus hijos estarán acompañados literalmente desde la puerta de su casa hasta la escuela. Los organizadores dicen que las rutas siempre se basan en evaluaciones de la seguridad y la comodidad de las redes viales y ciclistas disponibles.

El municipio de Lisboa dice que su propio esquema particular surgió en 2015 y se basó en un proyecto creado por el padre de un niño de cinco años. Deseoso de ayudar a asegurar un paso seguro a la escuela para su hijo y otros niños, decidió crear un tren de bicicletas para la escuela de su hijo: el CicloExpresso do Oriente.

El primer tren partió el 25 de mayo de 2015, llevando unos 12 niños solo en ese primer día. Padres, voluntarios y miembros del Consejo Parroquial del Parque das Nações aseguraron que todos los viernes siguientes, casi sin interrupción, el CicloExpresso do Oriente continuaría llevar a los niños a la Escuela Parque das Nações.

Apareció otro CicloExpresso, el de Barrocas, en Aveiro. Este dirigido por los padres también tuvo éxito y sigue llevando niños a la Escola Básica das Barrocas.

'Un proyecto pionero'

“CicloExpresso fue un proyecto pionero en la creación de trenes de bicicletas en Portugal y logró una importante visibilidad, habiendo tenido múltiples referencias en los medios”, dice el municipio de Lisboa.

“También fue reconocido como el caso de éxito portugués por la Organización Mundial de la Salud, en el campo de la promoción de la actividad física en las escuelas. El Ayuntamiento de Lisboa, inspirado por esta exitosa iniciativa, en el marco del desarrollo de un Programa de Movilidad Escolar, que promueve la movilidad activa y sostenible al ir a la escuela, puso en marcha un proyecto piloto de Trenes en Bicicleta y, posteriormente, un programa Municipal que se inició en el curso 2020/2021, con 11 escuelas y 18 rutas”.

Haga clic aquí para obtener más información sobre el concepto CicloExpresso.

Sociedad e Infancias, 1 de marzo, plazo para entrega de artículos al Volumen 7(1) de la Revista sobre "La Infancia migrantes como nuevo actor global".

 La Revista Sociedad e Infancias anuncia su plan de publicaciones para 2023 y 2024, al objeto de facilitar la previsión y la administración de sus tiempos a las autoras y autores interesados en aportar sus trabajos de investigación, ensayo, proyectos o noticias de publicaciones.






A continuación Plan de publicaciones para 2023 y 2024 en el que se detallan los títulos de las secciones monográficas previstas. 

El plazo queda abierto todo el tiempo para la admisión de artículos para el resto de las secciones (Miscelánea, Recensiones y Otras Colaboraciones). 

Volumen 7(1)
Publicación: Primer semestre 2023
LA INFANCIA MIGRANTE COMO NUEVO ACTOR GLOBAL
Fecha límite de recepción de artículos: 1 de marzo de 2023
Volumen 7(2)
Publicación: Segundo semestre 2023 
LA DIGITALIZACIÓN DEL AULA EN EL PROCESO DE INNOVACIÓN EDUCATIVA: LOS DESAFÍOS PARA LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA
Fecha límite de recepción de artículos: 31 de julio de 2023

Volumen 8(1)

Publicación: Primer semestre 2024

LA INFANCIA Y LA CIUDAD, PERSPECTIVAS INTERDISCIPLINARES 

Volumen 8(2)

Publicación: Segundo semestre 2024 

ACTIVISMOS INFANTILES POR LA JUSTICIA SOCIAL Y POLÍTICA (CHILDISM)

El registro y el inicio de sesión son necesarios para enviar elementos en línea y para comprobar el estado de los envíos recientes.  Ir a Iniciar sesión a una cuenta existente o Registrar una nueva cuenta. 

Las directrices y normas para autores y autoras se encuentran en la página de la revista: https://revistas.ucm.es/index.php/SOCI/about/submissions.   Se aceptarán trabajos escritos en español, portugués e inglés en las condiciones señaladas.

Para cualquier consulta por favor dirigirse a la secretaría de la revista: sociedadeinfancia@ucm.es


Se ruega difusión entre investigadores/as, profesores/as de su institución y demás personas interesadas.  Agradeciéndoles de antemano su colaboración.

Sociedad e Infancias
e-ISSN 2531-0720  |  ISSN-L 2531-0720
https://dx.doi.org/10.5209/SOCI
© 2021. Universidad Complutense de Madrid
Ediciones Complutense



Cómo es posible que uno de cada cinco jóvenes españoles tenga un problema de salud mental!

Las cifras muestran que los diagnósticos se han disparado en el último lustro. 
Aunque la situación ha hecho mucho, 
también es posible que hayamos caído en un círculo vicioso.

“...la psicopatologización y psiquiatrización de la vida cotidiana es algo que viene de lejos”. El autor de Los peligros de la moralidad achaca a “la disolución de estructuras que antes nos ayudaban a manejar problemas de la vida diaria (la familia extendida, el sacerdote o la religión en general, los vínculos con la comunidad)”, esta mirada hacia la psicología como tabla de salvación en la ausencia de otras soluciones.


Foto: Istock/EC Diseño.

A finales de los años ochenta, la Asociación Americana de Psiquiatría dio un paso que cambiaría para siempre la historia de la salud mental. Aunque se había hablado de los problemas de concentración de los niños desde principios de siglo, fue entonces cuando se les dio el nombre “trastorno de déficit de atención con hiperactividad”, que puso sobre la mesa que si un niño se distraía demasiado, quizá no es que simplemente fuese un niño despistado, sino que sufría una enfermedad que podía (y debía) ser diagnosticada. En muy poco tiempo, el número de diagnósticos se disparó y cientos de miles de niños empezaron a ser tratados farmacológicamente.

Durante los últimos años, cada vez más evidencia científica apunta a la posibilidad de que, aunque el aumento de casos fuese razonable, se estuvieron diagnosticando casos que en otras circunstancias no habrían sido calificados de TDAH por distintos motivos. 

Por ejemplo, el pasado año, 30 años después, una metainvestigación  (Sobrediagnóstico del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad en Niños y Adolescentes: Una Revisión Sistemática de Alcance ) señalaba que probablemente se había producido un sobrediagnóstico (y sobretratamiento) de los casos más leves: se consideraba enfermedad las que eran rasgos de personalidad, como impulsividad o falta de atención.

Saltemos a 2022. Hoy, alrededor de uno de cada siete adolescentes de 10 a 19 años en todo el mundo ha sido diagnosticado con algún problema de salud mental, como alertaba Unicef en su informe sobre el estado mundial de la infancia. En España, el país europeo con una cifra más alta de adolescentes diagnosticados, el porcentaje es aún más alto: el 20,8% (21,4% de las niñas y 20,4% de los niños), más de la quinta parte. Según la estadística y la forma de cuantificarlo, el número puede ser aún mayor. Hace menos de un mes, una encuesta realizada en EEUU mostraba que el 42% de la generación Z (los nacidos entre 1995 y 2010) está diagnosticado con un problema de salud mental. Ansiedad, depresión, TDAH (Trastorno de Déficit de Atención) y TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático) son los más frecuentes.

Hoy, un 15,9% afirma padecer un problema de salud mental continuo; en 2017, era el 6,2%

La pregunta del millón es, por lo tanto, cómo hemos llegado hasta aquí. No solo es que hace unas décadas estos niveles fuesen impensables, es que hace apenas un lustro la percepción que teníamos sobre salud mental era muy diferente. El barómetro sobre salud y bienestar juveniles realizado por la FAD y el Centro Reina Sofía sobre adolescencia y juventud muestra cómo entre 2017 y 2021, los años en que la salud mental dejó de estar estigmatizada, la percepción ha cambiado por completo. Hoy, un 15,9% de jóvenes señala que ha padecido algún problema de salud mental continuamente o con frecuencia, cuando hace menos de un lustro era apenas un 6,2%.

¿Aumentan los casos o aumentan los diagnósticos, tienen los jóvenes cada vez más problemas o están sobrerrepresentados? El caso del TDAH da alguna pista. Si bien es cierto que los problemas de déficit de atención habían aumentado en las décadas anteriores por distintas razones, también era posible que se hubiese producido un diagnóstico equivocado al atribuir explicaciones patológicas a comportamientos en principio naturales. Pablo Malo, psiquiatra en el Servicio Vasco de Salud y divulgador psicológico, recomienda cierto escepticismo, especialmente con las cifras estadounidenses: “Algunas provienen de encuestas y por tanto son autorreferidos y algo menos fiables”.

Son los dos pilares de lo que algunos han llamado epidemia psiquiátrica. Por un lado, un empeoramiento objetivo de la salud mental de grandes capas de la comunidad, asociado a la incertidumbre, la falta de esperanza en el futuro o las condiciones sociales. Al mismo tiempo, una preponderancia de los discursos psiquiátricos que ha terminado provocando que la terapia, después de décadas de estigmatización, se haya convertido en la respuesta a problemas muy variados. Una mayor conciencia sobre la salud mental y un deterioro de las condiciones objetivas. Como señalaba recientemente Elisa Seijo, presidenta de la Sociedad Asturiana de Psiquiatría, “por un lado, la sociedad vende la necesidad de estar contento y feliz, una felicidad enlatada de frases fáciles; por otro, es cierto que las cifras de la OMS son rotundas”.

Malo habla del “contagio social” como algo plausible. “Una influencia de los medios de comunicación en sentido amplio (incluidas las redes sociales) y una magnificación del problema que permite que los malestares y las crisis vitales se conviertan en trastorno, que lo que ha sido siempre psicología sea ahora psicopatología”, valora. Además, la sobrecarga de la atención primaria en España puede haber influido en este boom. “Los médicos de atención primaria tratan ellos mismos estas patologías menores y es posible que ahora se vean desbordados para hacerlo y nos deriven más”, razona.

"Cuando estás en una consulta ves rápidamente si, por ejemplo, se ha publicado que un ibuprofeno ha salido caducado: lo que adquiere relevancia en la sociedad tiene un reflejo claro", explica Juan Antonio López Rodríguez, médico de familia del Centro de Salud General Ricardos y miembro del grupo de Salud Mental de SEMFYC. "Uno de los principios básicos es que parece que cada vez que vas a una consulta tienes que salir con un diagnóstico y un tratamiento". Sin embargo, en muchos casos se trata de malestares que no tienen por qué convertirse en enfermedades, explica.

López publicó un paper sobre sobrediagnóstico en salud mental que señalaba a los sospechosos habituales: el ya citado TDAH, ansiedad o depresión. "A medida que pasa el tiempo, se diagnostican más cosas, pero no solo en salud mental, sino también en otros campos; sin embargo, algunas no van a producir una enfermedad grave". Hay razones para este aumento de los diagnósticos. Generan más tranquilidad al paciente, pero también permiten gestionar bajas o proporcionar medicamentos. "Eso se deriva en que hay etiquetas que aparecen porque tienes que poner una etiqueta", añade. "Me pasó hace poco en una charla sobre el cáncer: es difícil decirle a alguien que tiene cáncer de tiroides que está mal diagnosticado, porque en realidad no iba a repercutir en su vida, que iba a morir con ese cáncer sin que le afectase. Las etiquetas no son todo, y en salud mental menos".

"En algún momento, parece que no eres nadie si no tienes tu diagnóstico"

Esto se acentúa aún más en el caso de los niños y adolescentes, que como señalan padres y profesores, han encontrado su identidad colectiva en el reconocimiento de determinados diagnósticos. “Todas las personas tenemos necesidad de ponerle nombre a las cosas que nos ocurren, porque si no, nos movemos en una experiencia emocional sin nombre”, valora Roger Ballescà, psicólogo del Hospital Sagrat Cor de Hermanas Hospitalarias. “Lo que es cierto es que se han popularizado determinados diagnósticos, en algún momento parece que no eres nadie si no tienes tu diagnóstico”.

El caso de los trastornos adaptativos

Si revisamos las pirámides de impacto de enfermedades mentales entre la población española, en casi todos los casos (de ansiedad a depresión) estas tienden a aumentar con la edad, tocando techo entre los cuarenta y los sesenta. Con una ilustrativa salvedad, la de los trastornos de personalidad, donde son mucho más elevados entre los cinco y los 25 años. Son los trastornos límites (esquizoide o histriónico), los relacionados con los impulsos (como la adicción al juego) o los trastornos de conducta.

Ocurre algo semejante con los trastornos adaptativos mixtos, ya que, como señala Malo, es “relativamente sencillo diagnosticar a alguien de un trastorno adaptativo con síntomas mixtos de ansiedad y depresión, que ya es un diagnóstico psiquiátrico”. Por eso los diagnósticos más comunes están relacionados con la ansiedad, la depresión y el TDAH, señala el autor de Psiquiatría evolucionista: una introducción. “Cualquier problema personal o estrés de la vida diaria, sea a nivel laboral o interpersonal, da lugar a una serie de síntomas como insomnio, ansiedad, bajo ánimo, preocupaciones obsesivas, etc., y ello ya cualifica para esta etiqueta diagnóstica”.

La tribu ha desaparecido

Los niños y adolescentes viven en una sociedad en la que la ansiedad al futuro es cada vez más fuerte. Pandemia, crisis económica, guerra y crisis energética, magnificadas por los medios de comunicación, generan el caldo de cultivo perfecto para la proliferación de problemas mentales. “En general, no tenemos una sociedad demasiado amiga de la infancia ni de la adolescencia, sino que crea muchas presiones de todo tipo sobre niños y adolescentes”, explica Ballescà. “Somos una sociedad que tolera muy poco las frustraciones, les pedimos mucho pero acompañamos poco a nuestros hijos e hijas”.

"Tendemos a colocar el diagnóstico en los chicos, pero el diagnóstico es social"

Ballescà matiza que él no considera que haya un sobrediagnóstico como tal, sino “un desplazamiento del diagnóstico” que tiende a situar el foco en el individuo, en este caso, entre los jóvenes. No se trata de que haya un exceso de diagnóstico, porque como explica, “probablemente un chico que amerita un trastorno de ansiedad, lo tiene”, sino que el diagnóstico más preciso atendería también a lo social. “Tenemos tendencia a colocar el diagnóstico en los chicos y chicas, entre los que aumentan la depresión, la ansiedad y la hiperactividad, pero muchos de estos trastornos son adaptativos. Lo que hay que preguntarse es qué hace que esos chicos tengan tantas dificultades”.

A ello hay que añadir el elemento agravante de la pandemia y sus consecuencias. Como asegura Cristina Larroy, directora de la Clínica Universitaria de la Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, todos los estudios señalan en la misma dirección. No es casualidad, especialmente en lo que concierne a la ansiedad y los trastornos de los estados de ánimo, ni considera que haya un sobrediagnóstico. La investigadora apunta a la pandemia, con el vuelco de estilos de vida que ha provocado, como el gran catalizador. “En la adolescencia los jóvenes empiezan a tener otro rol distinto al que tenían en la niñez, y al que van a tener en las edades adultas”, explica. “Eso genera, como toda época de transición, incertidumbres y vulnerabilidad”.

La referencia ya no es tanto la familia como los amigos, y sin embargo, durante meses (o años) la socialización de estos con los adolescentes se ha reducido a lo mínimo. “La adolescencia y principio de la juventud es una época en la que puede haber muchos roces familiares, porque las personas están intentando encontrar su hueco y para eso tienen que enfrentarse a lo que hay”, prosigue Larroy. “Por tanto, imagínate que estás durante un mes y medio rodeado de tu familia y sin el apoyo de tus amigos. Esto ha hecho que los problemas emocionales y de estado de ánimo de los jóvenes, que ya están en una situación de vulnerabilidad, se hayan disparado”.

Entre los diagnósticos más comunes que se han encontrado están los de ansiedad y trastornos del estado de ánimo, que son los que, como explica la psicóloga, “aparecen después de una situación como la que hemos vivido”. Ya ocurrió después de las cuarentenas mucho más limitadas de SARS en Canadá y Hong Kong, añade, así que los efectos tras una pandemia que ha provocado el cambio en los estilos de vida de millones de personas es aún más agudo. “Entre las mujeres, lo que también han aumentado han sido los trastornos de conducta alimentaria”, explica.

La psicopatologización de la vida cotidiana

Una observación frecuente es que se han patologizado muchos problemas que simplemente formaban parte de la experiencia humana. Donde antes había una dificultad, ahora hay una enfermedad. “Otra de las problemáticas es el etiquetaje o la psicopatologización, que supone atribuir una casualidad patológica a algo que en realidad corresponde a un malestar asociado al hecho de vivir”, coincide Ballescà. “El problema no es el nombre que le ponemos a la cosa, sino el malestar que existe: ese malestar tiene que ser atendido, seguramente no necesita un diagnóstico clínico pero sí una atención, y no vivimos en un entorno social demasiado adecuado para hacerse cargo de esos malestares que forman parte de la experiencia de vivir”.

"Los psiquiatras cumplimos el papel que antes cumplían otras instituciones sociales"

Para Malo, “esta psicopatologización y psiquiatrización de la vida cotidiana es algo que viene de lejos”. El autor de Los peligros de la moralidad achaca a “la disolución de estructuras que antes nos ayudaban a manejar problemas de la vida diaria (la familia extendida, el sacerdote o la religión en general, los vínculos con la comunidad)”, esta mirada hacia la psicología como tabla de salvación en la ausencia de otras soluciones.

Hoy en día, los psiquiatras cumplimos ese rol que antes jugaban otras instituciones sociales y, por otro lado, animamos continuamente a la gente a recurrir a psiquiatras y psicólogos, así que tampoco es sorprendente que la gente lo haga”, añade con autocrítica. 

El círculo se cierra: cuando se abren las puertas a hablar de salud mental, es normal que muchas más personas acudan a consulta, lo que provocará que aumenten los diagnósticos

Pero también a que esta se convierta, en algunos casos, en una panacea que nos haga olvidar que nuestro problema no es solo nuestro, sino de todos; que el cambio no afecta únicamente al individuo, sino a una sociedad enferma.

"Derechos humanos, infancia y vivienda: una aproximación jurídica", Informe Provivienda 2022.

‘‘Derechos humanos, infancia y vivienda: una aproximación jurídica’’, 
Informe.
Programa de Promoción de los Derechos Humanos de los niños, niñas y adolescentes 
en riesgo de pérdida de vivienda habitual.

El informe ‘’Derechos humanos, infancia y vivienda: una aproximación jurídica’’ de Provivienda se centra en la situación actual de los niños, niñas y adolescentes afectadas por la pérdida de su vivienda habitual, con el objetivo de analizar esta realidad desde un prisma jurídico y comprobar si la Administración pública y los agentes jurídicos competentes aplican los mecanismos y la legislación internacional vigente en relación a la protección de los derechos de la infancia.

María Teresa García del Vello Moreno,
Miguel Ruiz Díaz-Reixa,
Raquel Libertad Jiménez Moreno,
Coordina: Natalia Palomar González.

#infanciayvivienda.


Descargar desde aquí.

La investigación repasa el Derecho Internacional en relación a los derechos humanos y la infancia, y su vinculación con el derecho a la vivienda, así como el marco jurídico español y los instrumentos que velan por la protección de los y las menores, con el objetivo de examinar los principales supuestos donde existe vulneración en el ámbito de la vivienda.

Para la consecución del informe se han realizado más de una treintena de entrevistas a padres y madres y niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad residencial, y un grupo de discusión con menores que también han atravesado esta situación. Por su parte, se han realizado peticiones de información pública a distintas Administraciones como el Consejo General del Poder Judicial, la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura de la Comunidad de Madrid, la Consejería de Familia, Juventud y Política Social de dicha Comunidad, o el área de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid.

“Perder la casa es peor que una peli de miedo”, Ranjit.

 

Según las principales conclusiones extraídas, pese a la existencia de un marco normativo internacional, éste no se aplica de manera íntegra en nuestro ordenamiento jurídico debido a que:

  • En ocasiones, las Administraciones públicas no pueden asegurar una alternativa habitacional que cumpla con los criterios recomendados por el Comité DESC.
  • Niños, niñas y adolescentes sufren discriminación residencial.
  • A pesar del creciente peso en la formación de la judicatura, no se aplica de forma habitual el contenido de los tratados en los procedimientos ordinarios.
  • Ni la vivienda ni los principios sobre niños, niñas y adolescentes tienen categoría de derecho fundamental.
  • El análisis de proporcionalidad no suele ser la práctica habitual en los procedimientos de pérdida de vivienda habitual.
  • No existe una definición consolidada y unitaria sobre qué es la vulnerabilidad, ni a nivel general ni en los procesos de pérdida de vivienda habitual.
  • El control ex ante de la alternativa habitacional no aparece recogido en la normativa nacional aunque el Tribunal Supremo considera que tiene que valorarse.

Por todo ello, se estarían contraviniendo las directrices marcadas por los diferentes tratados y mecanismos internacionales de protección de la infancia, ya que España no los está aplicando correctamente.

“La vivienda no es un derecho fundamental porque es algo que tienes que adquirir, no naces con él”, Soraia.

 

‘’Derechos humanos, infancia y vivienda: una aproximación jurídica’’ también incluye una serie de recomendaciones dirigidas a dotar de una protección específica a las niñas, niños y adolescentes afectadas en procedimientos judiciales con posible pérdida de su vivienda habitual:

  1. Modificación de la Ley de Enjuiciamiento Civil ( Ley 1/200, de 7 de enero) para que se instaure un auténtico mecanismo de coordinación entre todas las competencias en materia de vivienda y vulnerabilidad socioeconómica.
  2. Unificación e incorporación a la legislación española de una definición del concepto de vulnerabilidad socioeconómica e incremento de las cuantías adicionales por cada niño, niña y adolescente que integre la unidad familiar.
  3. Protección y prioridad de niños, niñas y adolescentes en los procesos de adjudicación de vivienda pública eliminando las causas de discriminación, directas o indirectas.
  4. Cumplimiento de la normativa internacional sobre los requisitos de los recursos temporales de alojamiento y las alternativas habitacionales ofrecidas por las Administraciones públicas competentes.
  5. Incorporación de medidas orientadas a dotar de la oportuna protección de niños, niñas y adolescentes en la futura Ley por el Derecho a la Vivienda.

Consulta el informe completo

El ‘’Programa de Promoción de los Derechos Humanos de los niños, niñas y adolescentes en riesgo de pérdida de vivienda habitual’’ en el que se enmarca este informe, ha sido financiado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.

Europa obliga a España a restablecer la luz en la Cañada Real. Quedan 4 días.

Si el Estado no actúa antes del día 15 para devolver la luz a los habitantes del barrio, 
estará incumpliendo sus obligaciones como miembro de la Carta Social Europea.


Protesta de vecinos de la Cañada Real para que se restablezca el suministro eléctrico. LUIS DE VEGA

El 6 de diciembre de 1978, el pueblo español ratificó en referéndum nuestra Constitución. Su núcleo de justicia, recogido esencialmente en el artículo 10, se basa en el reconocimiento y protección de los derechos humanos de todos, porque todos tenemos una igual dignidad intrínseca. Y, como los derechos evolucionan en su interpretación, el mismo artículo prevé que la interpretación de los derechos y libertades fundamentales se hará conforme a los tratados internacionales a los que voluntariamente aceptemos someternos. Este es el pacto social que nos hemos dado todos los españoles. Pacto social que será quebrado si el Estado español no garantiza el suministro eléctrico en la Cañada Real el próximo día 15.

A lo largo de estos 44 años de vigencia de la Constitución, en España se han producido muchas violaciones de derechos humanos, pero la violación que se está produciendo en la Cañada Real Galiana de Madrid desde el 2 de octubre de 2020, podemos calificarla como una de las más graves.

Lo inaudito de esta situación tiene diferentes causas, como son la identificación clara del inicio de la misma (el corte de suministro eléctrico el 2 de octubre de 2020), su extensión (manteniéndose de forma ininterrumpida hasta hoy, más de dos años y dos meses después) y la gravedad de sus consecuencias, tanto por el elevado número de derechos humanos que se vulneran (como son los derechos a la salud, la educación, la protección social o a una vivienda adecuada) como por la afectación a personas que viven en situación de especial vulnerabilidad (como son los niños y niñas, las personas con discapacidad, las personas con problemas de salud, las personas de origen extranjero, las personas mayores, las personas de etnia gitana y las personas en situación de pobreza). En los sectores 5 y 6 de la Cañada Real viven sin luz eléctrica más de 4.000 personas, de las que más de 1.800 son niños y niñas. La gravedad de su situación fue reconocida incluso por el propio Gobierno en el preámbulo del Real Decreto 1058/2021, de 30 de noviembre: “[…] La salud de niños y niñas ya está sufriendo las consecuencias de la falta de electricidad en sus casas, lo que, además de vulnerar el derecho de la infancia a una vivienda adecuada, acarrea un impacto fuertemente negativo en sus derechos a la alimentación, a la educación y, en definitiva, al disfrute de una vida en condiciones de dignidad”.

La Cañada Real Galiana es un barrio con viviendas que se encuentran fuera de ordenación urbanística, como ha señalado el Defensor del Pueblo, por lo que, aunque también hay problemas de infravivienda, no es un campamento transitorio ni chabolista. Y, en todo caso, esa situación implica otros problemas y soluciones diferentes de los que ahora exigen una respuesta inmediata, que son debidos única y exclusivamente a la privación a la que están sometidos de suministro eléctrico, y cuya solución pasa, pues, por garantizar inmediatamente la luz, permitir que los vecinos y vecinas de la Cañada Real realicen contratos individuales de suministro eléctrico y se establezca una mesa de seguimiento en la que puedan participar los propios vecinos y vecinas.

La situación es tan grave para los habitantes de los sectores 5 y 6 de la Cañada Real, que es difícil encontrar tanta unanimidad por parte de los organismos nacionales e internacionales de defensa de los derechos humanos como la que se ha concitado en esta ocasión. Estos organismos no solo denuncian con dureza la situación existente, sino que señalan una solución muy clara, que es restablecer de manera inmediata el suministro eléctrico.

Ya en diciembre de 2020, nueve relatores especiales de Naciones Unidas realizaron un escrito conjunto para denunciar ese corte de suministro eléctrico, señalando que “los cortes de electricidad ponen en peligro la vida de los niños y niñas en la Cañada Real”; y en enero de 2021, en una entrevista que publicaba EL PAÍS, Olivier de Schutter, relator especial de Naciones Unidas sobre pobreza extrema y derechos humanos, afirmaba que “dejar a familias en esta terrible situación es una violación de convenios que España ha ratificado”. Desde entonces las denuncias de organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos y la reclamación del restablecimiento del suministro eléctrico son innumerables. Nuestro propio Defensor del Pueblo se ha pronunciado en este sentido hasta en tres ocasiones, y organizaciones como Amnistía Internacional y Save the Children han realizado sendas campañas de recogidas de firmas. Esta última organización entregó en septiembre más de 47.000 firmas a la Delegación del Gobierno de Madrid.

Las vecinas y los vecinos de la Cañada Real han liderado un movimiento social ejemplar de reivindicación de sus derechos, que desde octubre de 2021 cuenta con el apoyo de la Plataforma Cívica de Apoyo a la Lucha por la Luz de Cañada Real Galiana, con una única demanda: “Luz ya, contratos para los vecinos y mesa de seguimiento”, que hicieron llegar el pasado 29 de noviembre al Parlamento Europeo, donde la propia presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, mostró un explícito interés. Las mujeres de la Cañada han estado siempre en primera línea de la reivindicación, siendo especialmente afectadas por las violaciones de los derechos y dejando su salud en el cuidado de las personas en situación más vulnerable.

La reivindicación adquirió una nueva dimensión cuando se presentó ante el Comité Europeo de Derechos Sociales del Consejo de Europa una reclamación colectiva por parte de cinco entidades internacionales legitimadas para ello. El Comité se pronunció el 19 de octubre pasado con una decisión histórica, en la que, por unanimidad, declara la admisibilidad de la reclamación, determinando su tramitación prioritaria, y exhorta a España a que, con el fin de evitar un daño grave e irreparable a la vida y la integridad física y moral de las personas que viven en la Cañada Real, tome las medidas necesarias para garantizar el acceso inmediato a la electricidad y calefacción, antes del 15 de diciembre, teniendo especialmente en cuenta las necesidades de los grupos en situaciones de especial vulnerabilidad. El Comité reclama que el Estado se asegure de que todas las autoridades públicas competentes tengan conocimiento de esta decisión y le informe de las medidas previstas para su aplicación antes del 15 de diciembre.

La Carta Social Europea es un tratado internacional que forma parte de nuestro ordenamiento jurídico. España ha aceptado explícitamente la competencia del Comité Europeo de Derechos Sociales para recibir denuncias en caso de violación y las decisiones del Comité, como órgano que supervisa su cumplimiento, son de obligado cumplimiento para todas las administraciones españolas. Pero, hasta ahora, ni la Comunidad de Madrid, ni los ayuntamientos de Madrid y Rivas-Vaciamadrid, ni el propio Gobierno central, que son los que tienen las competencias administrativas sobre la Cañada Real, han cumplido con el núcleo de justicia de nuestro pacto social que reconoce la Constitución. Si el Estado español, a través de todas las administraciones implicadas, no actúa antes del día 15 para garantizar el suministro eléctrico, y con ello la luz y la calefacción a todos los habitantes de la Cañada Real, estará incumpliendo de manera directa sus obligaciones jurídicas como miembro de la Carta Social Europea, además de condenar a más de 4.000 personas, entre ellos más de 1.800 niños y niñas, a un nuevo invierno de indignidad, en el que estarán expuestos a daños graves e irreparables en sus vidas e integridad.

Las autoridades están advertidas, han recibido del Comité Europeo de Derechos Sociales la decisión con la obligación de adoptar medidas inmediatas. Sólo quedan seis días para saber si están dispuestas a respetar lo que se dice en el artículo primero de nuestra Constitución de que España es un Estado social y democrático de derecho y proceder al restablecimiento inmediato del suministro eléctrico.

Las niñas y niños se plantan en la tierra y piden la palabra.

El número 114 de la revista Biodiversidad se dedica en gran parte a la infancia: 
ante ese futuro, las niñas y niños se plantan en la tierra y piden la palabra. 
Son ahora quienes comienzan a hacer propuestas para asentar el paso entre los huecos de la incertidumbre. 
Su fuerza nos asombrará, en su mirada camina la vida.



Hoy la niñez ya no autogestiona la infancia como antes, cuando podía deambular por prados y bosques, estanques o riachuelos, por el monte de regreso o ida a los quehaceres de la casa. Cuando se cruzaba el barrio donde se podía jugar en la calle, donde la seguridad era un asunto político resuelto por la convivencia y las buenas relaciones entre las familias, los ámbitos de comunidad, las fiestas y encuentros.

by Véronica Villa (Grupo ETC). 
Aunque desde los años noventa se habla de la responsabilidad con las generaciones futuras, la velocidad con que se pierden bosques, la insistencia en el derroche energético, la voracidad de las industrias mineras, han enterrado todas las buenas intenciones de las Naciones Unidas por discutir el desarrollo teniendo en cuenta verdaderamente las voces jóvenes y las generaciones futuras...
Ante la destrucción ambiental, “la mayor parte de la gente que se manifiesta en el mundo posiblemente sean jóvenes, sobre todo mujeres, en Asia, América Latina y otros lugares. La generación que ahora tiene 15 años es una generación que ha decidido salir a la calle a reclamar, no solamente en el tema climático. Nunca ha sido más cierto que ahora esa vieja frase que aprendí cuando era joven”...

by niñas Liberth Jurado y Denisse Nuñez.
Somos dos niñas ecuatorianas, vivimos en la Región Amazónica, en las provincias de Sucumbíos y Orellana. Nacimos aquí hace catorce años y nuestro mayor deseo es seguir viviendo bien. Seguir viviendo en este hermoso lugar y por eso estamos luchando para que se termine con una de las fuentes de contaminación que aquí existen: los mecheros que queman el gas asociado al petróleo y provocan mucha contaminación.
Ya son 56 años desde que en el Ecuador se empezó a extraer petróleo en el norte de la Amazonía y en todo este tiempo, esta actividad ha provocado mucha contaminación. Nosotras vivimos en medio de esos campos petroleros y somos testigos y víctimas de los daños irreparables que ocasiona el petróleo al agua, a los suelos, al aire, a la flora y fauna y a la población, a las familias que aquí vivimos...

by Julián Ariza Arias* 
Una de las varias experiencias estimulantes para reflexionar sobre la garantía de los derechos a “Tierra, Techo y Trabajo” de juventudes del campo y la ciudad, de clase popular y trabajadora, sucede en Uruguay y es protagonizada por el colectivo de jóvenes de la Aldea Avatí.
Las y los jóvenes de Avatí accedieron en 2014 a 20 ha de tierras públicas y desde entonces desarrollan no sólo un proyecto productivo de horticultura agroecológica, sino una apuesta de vida.
La Aldea Avatí no tiene nada que ver con las famosas “ecoaldeas”, “ecovillas” o “ecocomunidades”, que se encuentran en cualquier región de América Latina y que pueden tener aprendizajes interesantes, pero que fundamentalmente están restringidas a clases privilegiadas...
El despoblamiento del campo es un fenómeno complejo y multidimensional que tiene causas diversas como la guerra, las presiones del agronegocio, la concentración de la tierra, la falta de acceso a mercados, la vulneración a derechos fundamentales o la avasallante narrativa del progreso. Este fenómeno de despojo, que se vive en toda América Latina, tiene un correlato con el crecimiento de los cinturones de pobreza en las ciudades y es una expresión del periodo de crisis civilizatoria por el que estamos atravesando...

by Marielle Palau (BASE-IS).
Este artículo presenta el impacto del modelo del agronegocio en las escuelas rurales del país, particularmente en la región oriental, donde se encuentran 5 mil 010 de las 5 mil 330 instituciones educativas rurales y el 99% de los cultivos del agronegocio...
Los datos que se comparten son los resultados más significativos del estudio de Palau, M., Lo Bianco, M. (2022). Agronegocios y escuelas rurales. El peligro de las fumigaciones en la Región Oriental. BASE-Is. Asunción. Paraguay...

by Red de Coordinación en Biodiversidad.
Costa Rica consume unos 34,4 kg de ingredientes activos por hectárea cultivada por año. Así lo confirman los datos publicados en el mes de junio por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en el estudio Uso aparente de plaguicidas en la agricultura de Costa Rica. Este país centroamericano se coloca a la cabeza a nivel global en materia de uso de agrotóxicos...

by Colectivo por la Autonomía.
.- Una charla del Colectivo por la Autonomía con la partera y doctora Norma Escalante
.- Diálogo con José Luis Pamplona sobre la experiencia de huerta educativa “Semillas Colibrí” con niñas y niños.
.- Contaminación y presencia de pesticidas en la infancia y el territorio: Reconfiguración Agroecológica Alimentaria y de Salud (RAAS).
.- Reflexiones con el Centro de Investigación y Recursos para el Desarrollo (CIRDAC, AC).
.- Agroecología en el contexto agroindustrial, diálogos con la Red en Defensa del Maíz en Jalisco, Palos Altos, ejidos de San Isidro y La Ciénega, comunidades cocas de Mezcala y wixárika de San Sebastián, GRAIN y el Colectivo por la Autonomía. Colectivo de jóvenes...


Editorial de la revista Biodiversidad, nº 114.
Zapotlán, Jalisco, México. Foto Santiago Villalobos Villalobos
  ...Hoy la niñez ya no autogestiona la infancia como antes, cuando podía deambular por prados y bosques, estanques o riachuelos, por el monte de regreso o ida a los quehaceres de la casa. Cuando se cruzaba el barrio donde se podía jugar en la calle, donde la seguridad era un asunto político resuelto por la convivencia y las buenas relaciones entre las familias, los ámbitos de comunidad, las fiestas y encuentros. Donde las conversaciones o los contactos entre niñas, niños y personas adultas, muchachas y muchachos incluidos, no entrañaban las zozobras de ahora.

Era un mundo que se basaba en la confianza, y la incertidumbre casi no estaba teñida de miedo. Podían ocurrir accidentes y hasta desastres, pero el miedo no era la moneda de cambio. En esa niñez autogestionada donde niñas y niños se organizaban aparte de sus familiares había principios de responsabilidad que eran posibles porque el tejido social no sólo los permitía sino que los cuidaba. Y los cuidaba porque era factible hacerlo.

Lo que cambió en el mundo actual es que en el tramado social se instauró la zozobra. En muchas comunidades los acaparamientos de tierra son súbitos, y la gente tiene que abandonar su vida, no la tierra. Y moverse a ciudades o campos de labor. Y los menores cambian de vida también, si bien les va seguirán en la escuela pero tal vez tengan que ponerse a trabajar también en términos que no esperaban.

Según un informe reciente de del Fondo Internacional de Emergencia Infantil de Naciones Unidas (Unicef) junto con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la cantidad de niños que trabajan se eleva actualmente a 160 millones en todo el mundo, tras un aumento de 8. 4 millones en los últimos cuatro años, y varios millones de niños más se encuentran en situación de riesgo debido a los efectos de la Covid-19.

En el informe se destaca un aumento sustancial de la cantidad de niños de 5 a 11 años que trabajan, y que actualmente representan algo más de la mitad de todos los casos de trabajo infantil a escala mundial. La cantidad de niños de 5 a 17 años que realizan un trabajo peligroso, por el cual se entiende todo trabajo susceptible de mermar su salud, seguridad o moral, ha aumentado en 6.5 millones desde 2016, hasta alcanzar 79 millones.

En ese mismo informe, se calcula que 8.2 millones de niños de entre 5 y 17 años trabajan en América Latina y el Caribe. La mayoría de estos niños son adolescentes varones, y el 33% son niñas. El trabajo infantil está presente tanto en las zonas rurales como en las urbanas, y el 48.7% se encuentra en el sector agrícola. Algo menos del 50% de los que participan en el trabajo infantil lo hacen en el trabajo familiar.

Esto significa llanamente que la idea de la infancia se ha desdibujado para muchas sociedades. Y claro, la historia del trabajo infantil no podría soslayar que la niñez ha laborado en condiciones deplorables desde la Edad Media, por lo menos, pero lo que hoy ocurre es una normalización y un crecimiento desmesurado de esa población infantil que no tiene infancia.

La ecología política nos puede decir más cosas respecto de la degradación de las condiciones para una infancia sana.

Hablamos de la contaminación del agua y del aire. De la contigüidad de las estructuras peligrosas y contaminantes con el entorno que podría ser un espacio de seguridad y vida sana para niñas y niños incluidas las escuelas y los campos de recreación y juego. Hablamos de la zozobra por la inseguridad, y el ataque a la integridad plena de las personas, que ha aumentado también desproporcionadamente.

La condición de pandemia en el mundo en realidad nos avisó de la existencia de un colapso en varios procesos macro que ya no cuadran unos con otros, como la calidad del aire, el CO2 en la atmósfera, los índices extremos de polución del agua. Además, asistimos a un proceso general de degradación de las condiciones de la vida.

Según algunos informes existe una disminución radical en esas condiciones de vida por “la contaminación general del aire y los daños en los sistemas de polinización cruciales para la reproducción de las especies utilizadas por las personas y el impacto de las catástrofes ambientales como las inundaciones y los incendios forestales”. Estos dos últimos rubros, que podrían considerarse “desastres naturales”, en realidad siempre tienen implícito el tramado de irresponsabilidades, intereses oscuros, corrupciones y desprecio que orillan a declarar que no hay desastres naturales. Así lo concluyó El Tribunal “Tiempo de Desastres” que sesionó en Quito, Ecuador el 18 de octubre de este año al decir en su dictamen final:

En un mundo que enfrenta una crisis climática y ambiental, y un deterioro de la naturaleza sin precedentes, los desastres se han incrementado de manera dramática, y al ser llamados ‘desastres naturales’ ocultan acciones y omisiones de los Estados, así como la responsabilidad de las empresas. Los desastres son el resultado de la interacción de la degradación ambiental [que también ha sido provocada por la acción de las empresas], las condiciones de marginalidad de las poblaciones (y otros sucesos, naturales o no) que los desencadenan. Sus impactos son diferenciados de acuerdo a la clase social, al género, las condiciones de vida, al grupo étnico al que pertenecen las sociedades afectadas por éstos.

Si estas condiciones afectan gravemente a las poblaciones, afectan mucho más a las niñas y niños que las sufren, porque los efectos son multidimensionales y pocas veces se muestran fácilmente. Según la Unicef, de nuevo.

Las sequías y la variabilidad de los regímenes pluviométricos alrededor del mundo están ocasionando la pérdida de cosechas y elevando los precios de los alimentos, lo que significa para los pobres inseguridad alimentaria y privaciones nutricionales que pueden tener repercusiones a lo largo de toda la vida. También pueden destruir los medios de subsistencia, propiciar la migración y los conflictos, y acabar con las oportunidades para los niños y los jóvenes.

Los niños son las personas más vulnerables a las enfermedades que más se propagarán como resultado del cambio climático; por ejemplo, el paludismo y la fiebre del dengue. Cerca del 90% de la carga de morbilidad atribuible al cambio climático recae en los niños menores de 5 años.

Todo lo que podamos hacer para reparar los daños ocasionados por esa multidimensionalidad de las crisis que se agolpan en nuestros territorios y de las que quieren culpar genéricamente a un “antropoceno” abstracto, tendremos que hacerlo en aras de un futuro que va creciendo en nuestras casas, nuestros patios, nuestros campos. Ese futuro, nuestras niñas y niños, se plantan en la tierra y piden la palabra. Son ahora quienes comienzan a hacer propuestas para asentar el paso entre los huecos de la incertidumbre. Su fuerza nos asombrará, en su mirada camina la vida.