Frente a la calificación de la infancia y la adolescencia
hay que descubrir las cualidades de los niños y las niñas.
En 29 años de la CDN aún nos quede, simplemente, acercarnos a los niños y niñas.
Entre compañeros y compañeras de
profesión se cuestiona qué ha ocurrido con los niños y las niñas desde
que hace 28 años ratificara España la Convención sobre los Derechos del
Niño de Naciones Unidas.
Aún sólo son algunos adultos y algunas adultas
quienes presumen mayoritariamente de la necesidad de escuchar más a los
niños y niñas o de haber leído u oído que son sujetos de derechos,
mientras que sólo una minoría de los niños y las niñas son quienes
presumen de sentirse escuchados y de haberse apropiado de sus derechos.
Frente a la calificación de la infancia y la adolescencia hay que descubrir las cualidades de los niños y las niñas.Resulta más provocador preguntar a un
niño o una niña por su opinión que por ser grato querer escucharle con
unos oídos no adaptados a sus mensajes y códigos. El tiempo de
adaptación requiere de mayores dosis de interlocución. Seguro.
1ª calificación: “la opinión de las niñas y niños no es importante“.
Es una tónica. Una constante. Existe
una amplia distancia para los niños y las niñas entre el “adulto que me
escucha” y el “adulto que considera hacer lo que le digo”.
Se deforma la escucha en una pose pertinente. Y lo pertinente se puede convertir en costumbre.
2ª calificación: “los niños y las niñas no son seres morales“.
Todo por la educación. En cuanto un
adulto pretende resolver un asunto que le preocupa de los niños y las
niñas aparece la palabra “educación”. Todo se resuelve con la educación o
todo se debe a la falta de educación. Creo que “educación” es una
palabra polisémica, y puede significar para el adulto: adquirir mis
costumbres, ir por el recto camino, falta de moral, preguntar menos, ser
obediente, etc.
En todo caso, si definiéramos
educación como proceso de adquisición de conocimiento para el desarrollo
cognitivo, desconozco que exista un ser humano en la tierra que no deba
adquirir conocimientos y por tanto aprender a cualquier edad.
Resulta curioso la necesidad de inculcar valores a los niños y niñas, y no mostrarles sus derechos. Esa parece ser la educación.
3ª calificación: “las niñas y los niños son menores (de edad)”.
Claro, no los consideramos aún
ciudadanos y ciudadanas. Entonces, si a partir de 18 años somos capaces,
es dudosa esa capacidad. La inmensa mayoría de los adultos y adultas ni
leen ni analizan con criterio propio los programas electorales de las
organizaciones políticas que concurren a las elecciones. Entonces es
criterio o arbitrariedad.
4ª calificación: “los niños y niñas actúan por imitación“.
Por supuesto, todos los adultos y
adultas jamás se dejan influir por los medios de comunicación, y cada
vez que leen o escuchan una noticia (además de ser escasas y poco
frecuentes) se toman un tiempo personal para la reflexión, la
contextualización, el contraste, y el análisis.
Tampoco hay que descartar la imitación
o el aprendizaje vicario. En momentos determinados, puede ser una
adecuada estrategia de aprendizaje, la observación tampoco conoce de
edades.
5ª calificación: “las niñas y los niños son el porvenir“.
Aún no hemos sido capaces de declinar
el verbo “por-estar”. Efectivamente, si las niñas y los niños no son
ciudadanos, son objeto y no sujetos de derechos, carecen de opinión,
carecen de moralidad, deben obedecer, etc. Sólo parece necesario
educarlos y educarlas para que adquieran ciertas costumbres sociales.
La lista de calificaciones no acaba
aquí. Seguro que se nos pueden ocurrir más. Sólo hace falta recordar.
Todos fuimos niños y niñas.
Dichas las calificaciones, y a partir de este momento serán conocidas las descalificaciones.
Este conglomerado de calificaciones y
descalificaciones diarias de las niñas y niños, identificadas y por
identificar, conforman el constructo social que denominamos infancia y/o
adolescencia. Ya cada cual ponga el acento sobre lo que califica y
descalifica o de quien califica o descalifica. Va por barrios.
Con lo dicho no pretendía sólo hacer
juegos de palabras. Quería expresar la diferencia entre la afirmación
que el estereotipo social impone a la infancia y adolescencia, y la
adquisición de los atributos personales que conforman la identidad de un
ser humano independientemente de su edad.
Creo que es necesario atribuir,
descubrir y potenciar las cualidades de las niñas y niños para que se
expresen, actúen y produzcan.
Respondiendo a lo que cuestionan mis
compañeros y compañeras de profesión, quizá durante los 29 años desde la
aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño por la Asamblea
General de Naciones Unidas hayamos aprendido a seguir matizando los
nombres diversos de la infancia y la adolescencia pero aún nos quede
simplemente acercarnos a los niños y niñas.
La Asociación GSIA
desea a todas las niñas, niños y adolescentes
un estupendo Día Universal de la Infancia.
Seguiremos con ellos, donde ellos nos lleven.
*Kepa Paul Larrañaga * es presidente de la Asociación GSIA.
NETólogo. Interesado en el estudio del impacto de la tecnología de la información y de la comunicación entre los niños, niñas y adolescentes como en los efectos de la “inteligencia artificial” sobre la “inteligencia colectiva” en los procesos de interacción temporales. Autor de la guía sobre el uso adecuado de Internet por adolescentes editada por Thomson Reuters “Atención Mamás y Papás”. Coordinador del “Diccionario de Política e Intervención Social sobre Infancia y Adolescencia” coeditado por SENAME y Thomson Reuters-Aranzadi, y del libro coeditado por UNED, Ministerio de Justicia y Thomson Reuters-Aranzadi: “Menores e Internet”. Es miembro asesor de la revista científica “Sociedad e infancias” y asesor, a su vez, de la “Cátedra Santander de derecho y menores”. Director y colaborador en múltiples investigaciones sobre la infancia y la adolescencia.
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