Cuando siendo una niña no pude exonerarme de pecados ajenos que asumí como propios,
ya que, durante mucho tiempo, me he culpado, e incluso me he avergonzado,
de muchas circunstancias de mi vida en las que yo no tenía ninguna responsabilidad.
Hoy con 30 años: Supone enfrentarme a una parte de mí que tenía absolutamente oculta.
No soy culpable sino más bien una superviviente
o incluso, por qué no, hasta una heroína de una guerra
en la que nadie me preguntó si quería pelear.
Cuando tienes 7 años cuál es el dios verdadero,
si tienes una madre supercatólica, unos abuelos musulmanes,
y tu padre es un bestia?.
La historia de una niñez desolada junto a unos padres
que abandonan su rol protector para convertirse en dos desconocidos
que
infunden terror e incomprensión.
Rebeca Khamlichi
‘Las hijas de Antonio López’*
- Editorial: BRIDGE
La
artista madrileña es conocida por sus coloridos diseños de estética
pop. Una obra en la que encontramos desde iconografía religiosa del
siglo XVII a dibujos animados, Michael Haneke, las Pinturas Negras de Goya,
el Superflat o la copla, entre otros temas. Todo un cóctel lleno de
tonalidades llamativas que ha conquistado al público.
Ahora, Rebeca Khamlichi se estrena como escritora con su primer libro, Las hijas de Antonio López, que ya va por su segunda edición.
“Me gustaría poder decir que Las hijas de Antonio López es un
ajuste de cuentas con la vida. Pero no puedo. Porque la vida nunca nos
debe nada. Nunca. Por mucho que nos quite. Y por eso nunca nos lo
devuelve.
Lo perdido, perdido está. Solo queda mirar hacia adelante. Y
proteger lo que está por llegar”. Con estas palabras se refiere Khamlichi
a su debut literario. En él nos sitúa en la década de los ‘90 y nos
muestra la desolada infancia de dos niñas.
La historia nos llega desde
la visión irónica de una de ellas, obligada a convertirse en adulta
antes de tiempo.
Su sinopsis oficial sería así como: “El
alcoholismo, el fanatismo religioso, la violencia doméstica, el
abandono y el miedo rotundo desfilan como perennes fantasmas por unas
páginas en las que el terror aparece como nunca: hermosa y delicadamente
ilustrado”.
En Las hijas de Antonio López su protagonista
se ve a sí misma como una niña-mono, fruto de la incomprensión que ha
sufrido. Toda una historia de esperanza, superación y luz al final del
túnel.
Entrevista a Rebeca Khamlichi,
autora de Las hijas de Antonio López*.
«Da igual lo miserable y oscuro que sea el callejón de tu vida,
siempre tiene una salida.»
¿Qué significa para ti este libro ?
Este libro ha sido algo así como la punta de la barrena de una
perforadora que llega a una bolsa de gas que estaba oculta bajo la
tierra. Un estallido. Una liberación. Un peligro. Supone enfrentarme a
una parte de mí que tenía absolutamente oculta. Por eso me está ayudando
a conocerme y a entender quién soy. Y sobre todo está sirviendo para
exonerarme de pecados ajenos que asumí como propios ya que, durante
mucho tiempo, me he culpado, e incluso me he avergonzado, de muchas
circunstancias de mi vida en las que yo no tenía ninguna
responsabilidad. Revisando ahora la historia, me he dado cuenta de que
no soy culpable sino más bien una superviviente o incluso, por qué no,
hasta una heroína de una guerra en la que nadie me preguntó si quería
pelear.
¿Por qué ahora?
Acabo de cumplir treinta años. Y eso me ha hecho mirar hacia atrás y
hacia adelante. Ha sido una barrera imaginaria significativa, una
especie de puente colgante a la madurez obligada y definitiva. Esa
mirada valorativa, desde una distancia que permite ver en perspectiva el
paisaje de la infancia, me ha hecho darme cuenta de que había una parte
de mí de la que renegaba porque me dolía. Una parte que las amistades y
muchas de las personas con las que he compartido mi vida ni siquiera
conocían. Ese renegar me llevó hasta a cambiar de nombre para empezar de
cero. Ahora tengo la capacidad de poder enfrentarme a todo y ser
valiente. También de alguna manera, sin tratar de ser ejemplo de nada,
creo que quizá dentro de esta historia haya un mensaje de aliento para
jóvenes que se sientan atrapados por sus circunstancias: da igual lo
miserable y oscuro que sea el callejón de tu vida, siempre tiene una
salida, siempre hay un momento en que puedes decidir caminar hacia el
lado luminoso de la calle, decidir hacia dónde quieres llevar tus pasos,
en qué quieres convertirte, saber que aunque te hayan robado tu pasado
siempre puedes ser dueño de tu futuro.
¿Quién eres tú ahora? ¿Cómo te describes como artista, como pintora y como escritora?
Me resulta muy difícil definirme. Era un mono pintor y ahora soy
además un mono que intenta escribir. No sabría decir mucho más.
Simplemente soy yo y trabajo en las cosas que me nacen. Ahora quería
compartir esta historia. Y era el momento preciso, adecuado, necesario.
Mañana seguramente volveré a pintar iconografía religiosa porque al
final solo somos eso: yo y mi bucle de obsesiones.
¿Qué son el arte y la escritura para ti?
Para mí pintar es parte de mi ortografía: es mi manera de expresar,
de contar historias y de compartir algo de la mía, de escribir con
colores un trozo de mi vida que termina colgada en el cuarto de estar de
otra gente. Escribir está siendo lo mismo: un trozo de mí que pasará a
ser parte de otras personas. Una historia que ya no será mía sino de
todo aquel al que le pueda mover cualquier tipo de emoción.
«Esa mirada valorativa, me ha hecho darme cuenta de que había una
parte de mí de la que renegaba porque me dolía. Una parte que las
amistades y muchas de las personas con las que he compartido mi vida ni
siquiera conocían. Ese renegar me llevó hasta a cambiar de nombre para
empezar de cero.»
* No tiene nada que ver con el artista pintor Antonio López.
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