Juventud, competencias y emprendimiento: Perspectivas económicas de América Latina 2017.


OCDE/CEPAL/CAF. 

Perspectivas económicas de América Latina 2017: 
Juventud, competencias y emprendimiento”
OECD Publishing, Paris. 2016; 335 pp. 
ISBN: 978-92-64-26502-8

Fuente  





La presente recensión se centra en las principales ideas y conclusiones de todos los capítulos de este estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Tendencias económicas recientes. Actitudes y comportamientos, oportunidades y desafíos a los que se enfrenta la juventud en América Latina y el Caribe (ALC)

Ante un panorama en que la economía en ALC se está desacelerandoa causa de las difíciles condiciones macroeconómicas y el bajo crecimiento de la productividad, los y las jóvenes se encuentran en la disyuntiva entre el riesgo que esto supone y el progreso social, político y económico de la última década en la región.
Siendo la tasa de crecimiento de estos países negativa en 2015 (el PIB cayó entre un 0,5% y un 1,0%), y aunque se experimenta una modesta recuperación en 2017, la OCDE considera que existe en general una incapacidad de reorientarse hacia un modelo de innovación y de producción más intensivo en conocimiento; algo debido, sobre todo, a la prevalencia de muchas deficiencias relacionadas con el Estado de derecho, a excepción de Chile y Uruguay. La desaceleración actual, añade el texto, reduce los recursos disponibles para financiar inversiones decisivas a largo plazo, máxime en capital físico y humano. Algunas economías tienen cierto margen, que en casos están limitados por las reglas fiscales estructurales. Otras economías están en proceso de consolidación fiscal. Y en otros casos, lo que han de hacerlos países es fortalecer el sistema tributario. Este contexto, concluyen, pone a prueba el progreso socioeconómico, en particular la reducción de la pobreza y la desigualdad, y la expansión de la clase media.


Análisis

Según el Banco Mundial (2013), se había logrado disminuir la pobreza en ALC con mayores ingresos laborales y la expansión de las transferencias monetarias; pero unos siete millones de latinoamericanos cayeron en la pobreza en 2015, el 29,2% respecto del total de personas (CEPAL, 2016). Sin embargo, durante la segunda década de este siglo, la desigualdad del ingreso ha disminuido a menor ritmo en la mayoría de los países, creciendo 14 puntos porcentuales la clase media. Aun así, el 64% de mujeres y hombres latinoamericanos jóvenes viven en hogares pobres o vulnerables.
Así mismo, el documento expone la marcada discrepancia entre las expectativas juveniles y la demanda social, por una parte, y los resultados socioeconómicos reales, por otra,que han exacerbado la insatisfacción social y han mermado la confianza en las instituciones democráticas. Esta brecha supone, para la primera generación latinoamericana nacida y crecida en democracia, un ensanchamiento de distancia entre las sociedades y sus gobiernos.
Dada esta situación, desde el informe se aboga por invertir en los y las jóvenes para superar la coyuntura y crecer en mayor inclusión social y económica. Además, el análisis observa que con el bono demográfico (una cuarta parte de la población tienen entre 15 y 29 años) y la celebración de 18 elecciones presidenciales en los dos próximos años, se ofrece un escenario propicio para transformaciones importantes en América Latina, que vincule la productividad y el ajuste fiscal inteligente.Para ello es necesario reconocer las múltiples dimensiones de la exclusión, así como la exposición de la juventud a vulnerabilidades y amenazas que dificultan el camino para participar en los mercados laborales. Esto entraña más riesgo en países latinoamericanos, países de alto crecimiento demográfico acompañado de gran desigualdad. Los jóvenes en ALC enfrentan riesgos sanitarios asociados a factores externos, y suelen ser estigmatizados con supuestas tendencias de participación en violencia urbana, elementos que son causa y efecto de aislamiento social y exclusión económica.
Uno de los factores que impide la inclusión de la juventud latinoamericana en la sociedad es que no tienen buenas perspectivas de empleo, siendo aún peores entre las mujeres jóvenes. Según los datos del análisis, una quinta parte de los 163 millones de jóvenes que viven en territorio latinoamericano trabajan en empleos informales, mientras que una proporción equivalente no tiene empleo, no estudia, ni recibe capacitación, en comparación con el 15% en los países de la OCDE.
El texto señala que las dificultades que los y las jóvenes latinoamericanos enfrentan en su transición al empleo son particularmente importantes entre aquellos de origen socioeconómico menos favorecido, que dejan la escuela antes y cuando consiguen empleo es, normalmente, en el sector informal. Así, en los hogares vulnerables, más de la mitad de los y las jóvenes trabajan en el sector informal a los 29 años, o no tienen empleo, no estudian, ni reciben capacitación. Comenzar en el sector informal y no en el formal, se reflexiona en el análisis, puede llevar a resultados muy distintos. Esto hace pensar que en América Latina existe cierta segmentación del mercado laboral, que hace de la transición de la escuela al trabajo una etapa de suma relevancia en la trayectoria futura de los y las jóvenes. En la región,30 millones de jóvenes no tienen empleo, no estudian, ni recibe capacitación. No están orientados, pues, a ninguno de los dos canales de inclusión social.
El nivel de capacitación juvenil tampoco es un elemento que sume, pues más de dos tercios no tiene educación superior universitaria o técnica superior, y el 31% de la población juvenil no ha terminado la educación secundaria y no están matriculados en la escuela. Estos datos suponen un reto de transformación estructural.
El nivel de competencias es bajo en la región en comparación con sus pares en países de la OCDE, informan los resultados de PISA (2015 a). Y es debido, entre otros motivos, a la baja calidad de la educación primaria y secundaria, y a deficiencias estructurales. Esto constituye un obstáculo para el desarrollo posterior de aptitudes más específicas.La región tiene la mayor brecha mundial entre las competencias disponibles y las competencias que las economías y los negocios requieren: en torno a la mitad de las empresas formales de Latinoamérica no encuentra fuerza laboral con las competencias requeridas, frente al 36% en los países de la OCDE, apunta Manpower Group (2015). Un tercio de los empleadores contrata a personal cualificado del extranjero para suplir la escasez, según Aedo y Walker (2012).
Competencias y oportunidades de emprendimiento para favorecer la inclusión económica, social y política de los y las jóvenes de la región
Por un lado el texto invita a invertir en educación, competencias y oportunidades de empleo que faciliten la transición a la vida adulta.La educación es, se indica, fundamental para mejorar la productividad y la inclusión, y reforzar las sinergias con las competencias.El acceso a la educación superior en América Latina y el Caribe se ha ampliado en la última década del 29% al 44%, pero aún es inferior a los niveles de la OCDE. No obstante, su culminación en este ciclo de enseñanza sigue siendo un problema importante en ALC. Por su parte,la educación técnica y vocacional en la región rara vez instruye a los y las jóvenes en competencias técnicas, profesionales y administrativas en mediano y alto nivel. Pocos estudiantes de educación superior se dedican a las ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas (STEM en inglés), disciplinas asociadas con mayores retribuciones.
En resumen, el informe apunta que para mejorar las competencias es fundamental hacer evolucionar el capital humano, impulsando la educación formal, los programas de capacitación laboral que combinan enseñanza en las aulas, capacitación en el trabajo y servicios de búsqueda de empleo, y el “aprender haciendo”. Se añade, que esas mejoras deben ir acompañadas de un cambio institucional y de las estructuras productivas, para maximizar los beneficios de la tecnología sobre la productividad. La educación general, así como la técnica y vocacional, deben ampliar sus vínculos con el sector productivo, para fortalecer los sistemas de capacitación en el empleo, que deben ser piedra angular de la educación y capacitación laboral durante toda la vida.
Por otro lado, el informe invita a promover las oportunidades de emprendimiento, para con ello mejorar la empleabilidad y movilidad social en ALC. Los autores hacen hincapié en que es fundamental para la innovación y transformación productiva, y para la superación de la trampa del ingreso medio. Se explica que la actividad empresarial del territorio latinoamericano se caracteriza por la coexistencia de pocos emprendedores de alto crecimiento y muchos emprendedores de subsistencia (casi tres veces más que en la OCDE).Estos, suelen ser trabajadores por cuenta propia, de estrato socioeconómico desfavorecido y con bajos niveles de educación, que inician un negocio por necesidad. Los ecosistemas de actividad empresarial para emprendedores de alto crecimiento se desarrollan con rapidez en ALC, pero aún son incipientes. La consolidación de este tipo de empresas en algunos países de la región ha hecho que entren en escena nuevos actores: gobiernos, academia, las ciudades, la participación del sector privado (que va en aumento)… Las prácticas de negocios compartidos e innovación abierta para empresas grandes también son cada vez más comunes, dicen los autores.
El informe también alerta de que los obstáculos a la iniciativa emprendedora en América Latina y el Caribe son mayores que en otras economías emergentes y en la OCDE, pese a los avances recientes. Los y las emprendedores jóvenes en general tienen un reto para acceder a instrumentos de financiación, generar capacidades, crear redes empresariales y una cultura de emprendimiento, acceder a nuevos mercados y superar obstáculos regulatorios. Entre los instrumentos disponibles, se señala que se dispone de financiación basada en activos, microfinanciamientos colectivos, instrumentos híbridos y el financiamiento por acciones. Además, existen programas de emprendimiento juvenil con un componente de educación financiera, que han demostrado su eficacia. Sin embargo, desaparecen a medida que los negocios crecen, lo que afecta críticamente a su capacidad de evolucionar. 
A la hora de que estos emprendedores jóvenes de ALC se unan a cadenas globales existen, se indica, limitaciones y cargas administrativas que suponen obstáculos adicionales a su integración. Mientras que en la región sólo tiene un 10% de clientes internacionales, en los países de la OCDE se obtiene casi el doble (21%). En este aspecto, según los autores, el avance de las reformas estructurales puede tener un efecto considerable en el desempeño económico.
Los programas de emprendimiento de capacitación en dirección y administración de empresas, servicios de asesoramiento y orientación, que se ofrece a los y las jóvenes de América Latina y el Caribe, son los que muestran mejores resultados. El enfoque integral de apoyo al emprendimiento es lo más adecuado, teniendo beneficios a largo plazo. Sin embargo, las evaluaciones de impacto muestran que los mecanismos de apoyo financiero tienen una eficacia más limitada. Por otra parte, los programas financiados públicamente resultan eficaces.
Los autores sugieren que invertir en competencias y emprendimiento también significa aprovechar las tendencias y oportunidades actuales en estos ámbitos, y dar oportunidades a la población joven para que sea partícipe de los cambios sociales, políticos y económicos del futuro.
La globalización y los cambios tecnológicos y demográficos están transformando el estilo de vida de los y las jóvenes. Este conjunto de transformaciones se consideran como “la cuarta revolución industrial”. En el texto se proyecta que cuando sea adulta, la juventud latinoamericana se enfrentará a un mundo laboral distinto al actual, ya que el empleo se irá desplazando de la manufactura y la construcción hacia los servicios de comercio e información y comunicaciones (FEM, 2016). Es más, en Latinoamérica 3,4 millones de empleos podrían perderse antes de 2030, con un gran viraje desde los sectores tradicionales, y las desigualdades quizá se amplíen. Así pues, se anota que sería esencial que pudiesen acceder de manera asequible a una infraestructura de banda ancha (OCDE/BID, 2016).
A partir de ahí, se apunta la probabilidad de que surjan nuevos empleos que incluyan tareas complejas que requieran competencias genuinamente humanas, de ahí que las políticas de capacitación laboral deban anticiparse y adaptarse a las nuevas demandas. Las competencias cognitivas generales serán más valiosas a medida que disminuya la importancia de las tareas manuales y cognitivas rutinarias.
Este informe de la OCDE defiende que los y las jóvenes tienen el potencial y las posibilidades tecnológicas para fomentar ciudades más inteligentes y sostenibles en ALC, ya que en 2050 nueve de cada diez habitantes será población urbana, según datos de la ONU (2014). Además, la juventud latinoamericana también usa las nuevas tecnologías para expresar y organizar sus demandas y movilizaciones sociales, dada la pérdida de confianza ciudadana en las instituciones. Sólo el 36% de jóvenes expresa confianza en la transparencia de las elecciones, un promedio mucho menor que en los países de la OCDE (62% de confianza). Los movimientos de protesta también se gestaron en las redes sociales como plataformas alternativas a la política tradicional.
Principales recomendaciones de política pública a raíz del estudio de la publicación:
Para que sus competencias se refuercen y se promueva el emprendimiento, el informe recomienda empoderar a la juventud como actores sociales, políticos y económicos, a través de:
  • Políticas para potenciar sus competencias a través del fortalecimiento del sistema educativo y la promoción de la formación y la capacitación continua. Ello debe hacerse con un marco fiscal creíble, que promueva el crecimiento a largo y corto plazo. Las economías con escasos ingresos tributarios tienen que emprender reformas fiscales estructurales para aumentarlos, las que tienen grandes niveles de deuda deben modificar la asignación del gasto hacia la inversión pública, y las de escaso nivel de deuda deben acudir a los mercados en busca de financiamiento.
  • La combinación de la enseñanza en las aulas con la capacitación en el empleo, y con otras políticas activas del mercado laboral que proporcionen formación y ayuden a preparar mejor a los estudiantes para el mundo laboral.
  • Mecanismos eficientes para recoger información sobre las competencias de las personas y las demandas por el sector productivo, para elaborar mejores estrategias nacionales de competencias. Ello requerirá estrategias a largo plazo para identificar y promover nuevos ámbitos de conocimiento y capacidades. Para ello, se explica que es básico fomentar asociaciones público-privadas.
  • La creación de programas de competencias que respondan mejor a las necesidades de mercado.Asesorar y desarrollar programas para fortalecer el vínculo entre emprendedores jóvenes y redes empresariales; y fomentar programas de capacitación empresarial entre jóvenes para generar competencias gerenciales y financieras, cuyas iniciativas desde el principio incorporen una perspectiva juvenil y se elaboren a la medida de este segmento poblacional.
  • La integración fundamental de una perspectiva de género a todas las políticas para los y las jóvenes. Ayudan a este propósito las becas para no dejar la escuela, los servicios de guardería infantil asequibles y de buena calidad, la ayuda financiera y métodos de enseñanza sin discriminación de género. Para mejorar el emprendimiento de las mujeres jóvenes, el estudio incorpora la idea de que hay que ofrecerles apoyo financiero cuando les falte experiencia o garantías.
  • Instrumentos de financiamiento escalonado para apoyar al mismo tiempo el aumento de la productividad y la equidad.
  • La reducción de obstáculos regulatorios para emprendedores jóvenes. De tal manera que se simplifique la legislación, y se refuercen los programas de mentoría y asesoramiento, que son eficaces según recientes evaluaciones. Y además, añade el informe, es útil crear asociaciones regionales de emprendedores y plataformas de financiamento, para ayudarles a integrarse en redes de producción.
  • Por último, la evaluación de programas de capacitación laboral y de emprendimiento, para identificar qué da resultado y qué debe mejorarse.La investigación apoya la inclusión de la evaluación en la fase de elaboración del programa, y la medición del impacto social y el rendimiento, además de la consideración de las pérdidas por la asignación ineficiente de recursos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Danos tu opinión, Escribe tu comentario, AQUÍ