Terrorismo de Estado y libros para niños.


¿Escribir novelas, cuentos, poesías, libros informativos, ensayos que recreen la violencia, que la expliquen, que la transformen con una metáfora, que la nombren?

¿No era que debíamos proteger a los menores del mal en el mundo? 
¿Darles historias felices, amables, justas?

¿Y si la realidad que escuchan, ven y sienten es otra? 




La composición interiores 2
Ilustración de Alfonso Ruano para 
“La composición” de Antonio Skármeta 
(Ekaré, 2000).leyenda
“Me siento destrozada… ahorita fue mi hijo, mañana puede ser otro niño inocente y no sabemos hasta cuándo va a terminar tanta violencia”. 
Roberta Evangelista Hernández era la madre de David Josué García Evangelista, “El Zurdito”, un jugador de futbol de 15 años de edad asesinado por miembros de la policía municipal de Iguala la noche del 26 de septiembre de 2014.

Esa noche, la policía mató también a Víctor Manuel Lugo, el chofer del autobús donde viajaban Los Avispones, equipo de futbol de Tercera División al que pertenecía El Zurdito; a Blanca Montiel Sánchez, una mujer que viajaba en un taxi, porque tenía una urgencia, hacia casa de su hermana; y a tres estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa: Julio César Ramírez Nava, Daniel Solís Gallardo y Julio César Mondragón Fontes. Esa noche desaparecieron también 43 jóvenes, la mayoría en su primer año de estudios. 
No llevaban ni dos meses de clases.

“Fue el Estado”, “Fue el Estado”, gritan. 
Y el Informe Ayotzinapa realizado por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, GIEI, lo confirma: Antes de los hechos los normalistas tuvieron seguimiento tanto de la policía federal, como de la estatal y del ejército, que tenían conocimiento de que se trataba de estudiantes de Ayotzinapa en actividades de boteo y toma de autobuses. 

Las policías municipales de Iguala y Cocula acorralaron, persiguieron, torturaron, intentaron atropellar, dispararon a quemarropa y atacaron por casi tres horas a los estudiantes. La policía federal, estatal y el ejército lo permitieron. En Argentina no temen llamarlo, oficialmente: “Terrorismo de Estado”. 

Empezamos a correr hacia atrás, pero desde Iguala venían unas tres o cuatro patrullas municipales, por lo que decidí meternos así hacia un sitio de árboles, espinas y nos escondimos hacia una colina, dice uno de los estudiantes sobrevivientes en el Informe del GIEI.

Cuesta hablar de El Zurdito, el único menor de edad que murió aquella noche, que había jugado su primer partido de la temporada y ganado 3 a 1. Cuesta escribir de estos crímenes en México. Los tenemos de frente, recién empezamos a reconocerlos, a ver las caras, a poner los nombres, pero cuesta. Cuando hice memoria y busqué ejemplos de publicaciones para un público infantil y juvenil que abordaran los crímenes que comete el Estado no encontré mucho en México (¿les viene alguno a la mente?), pero sí en Chile y en Argentina. ¿Comparar el terror y el arrebato de las dictaduras de Pinochet y Videla con la violencia en México? No la forma pero, quizá sí, las cifras: Del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa al de Enrique Peña Nieto existen, hoy, 22 mil 322 personas en el estatus de “no localizadas”. 
Según Amnistía Internacional un total de, por lo menos, 90 mil personas fueron desaparecidas en Guatemala, Honduras, El Salvador, Perú, Bolivia, Colombia, Brasil, Chile y Argentina durante sus gobiernos militares. 
Cuesta hablar. Pero cuando la poeta chilena María José Ferrada se enteró que existía un registro de niños desaparecidos y ejecutados en la dictadura de Augusto Pinochet, escribió un libro. Un año tardó en confirmar la lista de 34 nombres: 32 niños ejecutados, algunos de apenas 1, 3, 4 meses de nacidos, los mayores de 13 años de edad; un niño, Sergio Arturo Gómez Arriagada, de 11 años, todavía desaparecido; y uno más, Pablo Athanasiu, encontrado por las Abuelas de la Plaza de Mayo en 2013, víctima de la Operación Cóndor: robado a sus padres chilenos y apropiado por militares argentinos. 34, 43.
Cuesta hablar. Ponerse en el lugar de esos niños y niñas, recuperar sus voces. Pero la escritora Mariana Osorio Gumá, quien vivió la dictadura chilena cuando era niña y consiguió escapar a México con su familia, y las escritoras argentinas Paula Bombara y Raquel Robles, hijas de desaparecidos, lo hicieron desde las voces de niñas pequeñas que vivieron el horror de aquella época. Sus libros, Tal vez vuelvan los pájaros, El mar y la serpiente y Pequeños combatientes, respectivamente, llegan a jóvenes lectores porque comparten con ellos la mirada y, con ellos, cualquiera que los lee.
¿Cómo contar una verdad así de grande y dolorosa? ¿Es necesario hablar a niños, niñas y jóvenes de otros niños, niñas y jóvenes torturados, desaparecidos y asesinados? 
Mar, la protagonista de Tal vez vuelvan los pájaros tiene una respuesta: 
Siempre eso: ya lo entenderás cuando crezcas. A veces pienso que los grandes creen que soy un pedazo de empanada frita. No sé por qué es tan difícil explicarme por qué sería un problema que los papás de mis amigos tengan ideas distintas a las nuestras. ¿Y que es eso de derechista?.


Espero que con esta primera entrega de la lista, y las respuestas de muchos de estos escritores, lo entendamos tan bien como Mar, y que, poco a poco, perdamos el miedo y empecemos a escribir sobre el tema, a conversar estas lecturas con niños, niñas y jóvenes, a nombrar al terrorismo de Estado, así: Terrorismo de Estado. Sí, es necesario.


Niños

María José Ferrada. Ilustraciones de Jorge Quien. Grafito Ediciones, 2013. 



Los describió vivos, haciéndose preguntas, con sueños, deseos, voces familiares. Y, al final, los nombres completos que erizan la piel y hacen leer dos veces el libro, para resignificar cada palabra leída: Alicia Marcela Aguilar Carvajal, ejecutada; 6 años; Jaime Ignacio Rojas Rojas, ejecutado; 9 años;  Sergio Arturo Gómez Arriagada, detenido desaparecido; 11 años. Y está también Pablo Athanasiu, que se salvó. La fuerza del libro no solo radica en la belleza de cada poema, en la intimidad que María José Ferrada crea para cada niño, cada niña, y al mismo tiempo la universalidad de sus juegos, de sus pensamientos; la fuerza está, sobre todo, en que los escribió vivos. En su libro, esos niños y niñas viven


Dice María José Ferrada: 

La verdad no imaginé un lector. Era tan fuerte la imagen de los niños que habían sido detenidos y ejecutados, que no cabía nada más. Si lo escribí para alguien fue para ellos. Y de ahí en adelante para todos los que somos responsables –niños y adultos- de pensar nuestra historia para que cosas como estas no vuelvan a suceder.

Yo creo que se puede hablar de todo con los niños, pero creo que en ciertos libros, como éste, sería recomendable que hubiera un adulto que pudiera responder a las preguntas que el niño pueda tener al finalizar el libro.
Y no se trata de darle al niño una respuesta definitiva, los adultos muchas veces no tenemos respuestas, pero el niño es capaz de comprender eso, entender que en nuestra fragilidad intentamos acompañarlo.
Lo que me preocupó fue la gente cercana a esos niños. Hay dolores que son muy fuertes y no sabes si el otro quiere o no hablar de ellos. Pero también sentí que era importante conocer esa historia que ha sido tan olvidada.
El mundo es un lugar muy bello y un lugar que también puede ser muy duro. La literatura debe abordar ambas caras si quiere ser sincera.


Tal vez vuelvan los pájaros
Mariana Osorio Gumá. Ediciones Castillo, 2014. 
Tiene ocho años pero debe portarse como grande: Si llegan los milicos a buscar a papá o a este cabro, o lo que sea, ni una palabra. No puedes decir que estuvimos quemando cosas, ni que vino el tío Andrés, ni nada de lo que hayas oído o visto. ¿Te queda claro? Tienes que portarte como grande, Mar.
Un día, el mundo de Mar, se pone negro, “pero muy negro”. A su alrededor todo es revuelo, susurros, llantos y movimientos sin explicación, pero le dicen que no se preocupe. Entonces, se preocupa de verdad: ella sabe que cuando un adulto dice eso, la cosa va en serio. La capacidad de Mar para atravesar el dolor (la de Mariana Osorio para describirlo), sin embargo, es más fuerte. Va y viene, se esconde, se calla, toma la mano de su mamá, cuida a su hermano, dice adiós, inventa palabras, recuerda cuentos y juega todo lo que puede. Y en esa realidad contada en primera persona, definida por las decisiones que toman otros, y ante el desconsuelo de esperar a un padre que no vuelve a la hora prometida (una casa que no vuelve, un barrio, un país, una nana y unos amigos que no vuelven a su vida), ella demuestra que también puede decidir algo para sí misma y nos hace cómplices: no hablará más, no dirá una palabra hasta que su papá regrese. Y tal vez, con él, los pájaros (lo que me recuerda aquel cuento desgarrador de Esteban Valentino: Los pájaros mudos).
Esta novela es extraordinaria, “fuera del orden o regla natural o común”, es la única que encontré escrita y editada en México para incluir en este listado. Y hasta México llegan sus protagonistas exiliados que, cuando rompen una piñata, oyen: —¡Duro, Lalo! ¡Pégale duro, como si fuera un milico de los que se llevaron a tu papá! ¡Duro, duro!
Y la piñata se fue al traste. Le sacó la cresta completa. Y los dulces salieron volando, pero él se quedó de piedra, como estatua, con el palo en la mano y mirando fijo, como hipnotizado, a los cabros que se peleaban por las golosinas. Y tuvo que venir su tía a abrazarlo, se lo llevó al baño para lavarle la cara, que la tenía roja de rabia, mocos y lágrimas.

Dice Mariana Osorio Gumá:
Por supuesto que se puede y se debe hablar sobre el tema (desaparecidos, ejecutados, violencia) a lectores menores (es decir, niños, jóvenes). El asunto es cómo se hace. Hablar de esos temas a través de una ficción, indirectamente se convierte en una manera de sensibilizar la humanidad que habita a cada quien. Y la humanidad es algo que se construye a través del cultivo del alma y la sensibilidad.

Mi apuesta con este libro fue hacerlo a través de una ficción. Considero que es la ficción la que puede dar cuenta de manera más profunda de hechos que son muy difíciles de nombrar. Ponerle palabras al horror, al terror, al dolor, la pérdida y la desgarradura de una guerra a través de una historia literaria, lo hace mucho más accesible y permite que el lector elabore los dolores propios y se aproxime o sensibilice con los ajenos, a través de personajes inventados. Y también es una manera de nombrar la esperanza, el anhelo de la libertad, la posibilidad de conseguirla a través de las herramientas que se tengan a mano. Una de las más destacadas, desde mi punto de vista, es la imaginación. Como la de Mar: a quien de cierto modo salva su propia imaginación y el anhelo y esperanza de libertad.


El mar y la serpiente
Paula Bombara. Grupo Editorial Norma, 2005.
He leído una y otra vez sus primeras páginas, no solo porque me gustan su sonido, su ritmo, el carácter determinado de la niña que habla, si no porque me parece excepcional la manera en que la autora establece el conflicto, las voces de los personajes (sobre todo la de la protagonista) y el camino que habrá de tomar la novela en tan poco tiempo. Lo hace, además, cortando la prosa en renglones pequeños, pero sin que se corte nada, con una fluidez como de pensamiento que lo lleva a uno hasta el final. Cambiará el tono en la segunda y tercera parte, como cambia la protagonista, pero aquel arranque se queda grabado como un tesoro: ¿y si fuéramos capaces de recordar a detalle lo que pensábamos, sentíamos y hacíamos cuando teníamos 3, 4 años? La propia protagonista, en esa segunda y tercera parte, dice que no se acuerda de todo aquello terrible que pasó, tal vez solo tenga miedo a recordar. 

Mamá viene a mi pieza. Tiene el bolso verde. Abre los cajones y saca ropa. ¿Vamos a lo de los abuelos?
Papá no está.
¡Dale, vamos!, dice mamá.
¿Y papá?, digo.
Cuando vuelva nos va a buscar a lo de los abuelos. Mamá está seria. Apurada.
Mamá tiene los ojos con agua. Pero no llora.
Mentira. 
Llora. Pero para adentro.
Mamá se ríe de mentira. Dice, ¿por qué me mirás tanto?
Mamá guarda ropa y juguetes en el bolso verde. 
Me pone una campera. Tengo calor.
Digo, tengo calor. 
Dice, para después.
Dice Paula Bombara:
Creo que es necesario hablar/escribir a los niños sobre todo aquello que ellos preguntan, sobre lo que no comprenden, sobre lo que ven que ocupa el pensamiento de los adultos que viven con ellos. Sea el origen de la vida, la existencia de dios, el amor, el sexo, la violencia o la muerte (y muchos etc). Estoy convencida de esto porque sé que si no ponemos palabras en esas preguntas, a veces vociferadas y otras veces silenciosas, los niños las buscarán solos. Esa búsqueda solitaria de respuestas es mucho más dura, difícil y confusa. 
Como los acontecimientos políticos y sociales se conversan en los medios de comunicación, los niños tienen contacto con lo que sucede en su ciudad, en su país (porque escuchan y sienten, aunque los adultos pensemos que no les interesa) y comprenden, muchas veces, sólo retazos, tomando elementos de su propio imaginario para unirlos en un relato que les dé respuesta.
Yo siempre intento hablar/escribir desde mi humanidad, poniendo en juego todo lo que haga falta, ser lo más clara posible, usando palabras sencillas y contra preguntando para cerciorarme de que lo que conté fue comprendido. Intento salirme del lugar de “la que sabe” porque la realidad es que no sé lo que está sucediendo en el interior de ese niño, esa niña en particular. Respondo, pregunto, escucho. Dialogo intentando siempre escoger palabras que acorten distancias, comparaciones cercanas a ellos, claridad. Y claro, también puedo equivocarme. Si me percato de eso, me disculpo y vuelvo a empezar.


Diario de un hada
Florencia Ordóñez. Malasaña Ediciones, 2015.
Cuando el mundo estalla en pedazos, lo percibimos por partes. En mi casa lo primero que estalló fue una jarra de leche. Era la jarra que mi madre sostenía entre las manos cuando llegaron Ellos, los hacedores de muerte. Sobresaltada por los gritos de esos seres oscuros, dejó caer la jarra al suelo y se precipitó a trancar la puerta. Fue inútil. Ya estaban ahí. Mientras la apresaban me lanzó una mirada que lo decía todo. Tenía esa clase de mirada capaz de atravesar las paredes y las conciencias. Era una de las razones por las que era llamada bruja. Quizás también fue una de las razones por las que se la llevaron.
Este arranque brutal se corresponde con su desarrollo. La novela, contada desde la voz de una niña, va recogiendo los trozos de vidrio y con ellos cuenta pequeñas historias, con personajes clásicos, mientras la protagonista avanza en su búsqueda. En el camino habrá brujas, princesas, sirenas y niños que se pierden. Una comparación del terror de los cuentos de hadas clásicos: el abandono de Hansel y Gretel, la pérdida de la infancia de Alicia o Wendy, la permanencia de la fantasía de Peter… con el miedo y la necesidad de invisibilidad que rodea una niñez en medio de una dictadura. Y una nueva historia en ese universo de personajes reconocibles. Su autora, vivió muchas de esas experiencias y emociones de chica y, aunque dice que al principio solo quería escribir una historia para ella, terminó contando la de toda una generación.

Dice Florencia Ordóñez:

La infancia no es un paraíso como algunos creen: el miedo, el conflicto, la muerte, la política, también son cosas que atraviesan las infancias. Sí, me parece que hay que hablar. Sobre todo cuando hablamos de violencias que tienen continuidad en el presente. Trabajo en un ex centro clandestino de detención donde todos los días vienen niños y jóvenes. Ellos no piden protección, lo que manifiestan es que quieren saber qué pasó. Me parece que es bueno escucharlos. El humor es una vía, la poesía y la fantasía también lo son.



¿Quién soy?
Textos: Paula Bombara, Iris Rivera, María Teresa Andruetto, Mario Méndez. Ilustraciones: Irene Singer, María Wernicke, Istvansch, Pablo Bernasconi. Calibroscopio, 2013.
Cuatro cuentos que retoman los casos reales de cuatro nietos recuperados. Un proyecto bien concebido para ser leído por niños y niñas, una carta, una invitación a saber, a preguntar y a encontrar a más nietos: la última historia, como cientos, no ha concluido: la protagonista busca a su mellizo, robado, como ella, cuando era un bebé. El texto informativo que cierra el libro y las experiencias de los procesos de escritura que narran los autores (un “detrás de cámaras” que encantará al lector) dan una dimensión de documento testimonial que enriquece el libro.


El relato de Maria Teresa Andruetto es el de unos hermanos, Marcelo y Victoria, que son separados de muy chicos y a los que les cuelgan un cartel que dice “Mis padres no pueden cuidarme…”. Son dos hermanos pero hay muchas voces, tres por lo menos: la de Marcelo, la de Victoria y la de la escritora que cuenta. Y así, con fragmentos de historias, como la memoria, uno va descubriendo qué pasó. Algunos momentos son clarísimos, hay nombres, sabores, un color, uno más, un abrazo, una certeza; otros son como una voz pequeña, que tiembla y duda, que no sabe dónde ni por qué ni los nombres, solo sabe que suena.
En el fondo de sus ojos hay un secreto: no sabe dónde nació, ni quiénes son sus padres. No recuerda dónde la tuvieron encerrada, ni el auto en el que la llevaban, ni la cara del hombre que la dejó en Rosario. No sabe si tiene hermanos o abuelos o primos. Y si los tiene, no sabe cómo se llaman. Tal vez vivió en la montaña. O en una ciudad inmensa. O en un país lleno de frío. O junto a un mar donde era verano siempre. ¿De quién vienen estos ojos oscuros, estas ganas de ser maestra, esta boca grande?.

Dice María Teresa Andruetto:
Tu pregunta pone en la mesa una cuestión central de la literatura. ¿Debe el arte ocuparse de lo social, de lo político y de la desnuda vida sucediendo allá afuera de los libros con su horror, con su dolor? ¿O debe en cambio poner los ojos en un lugar ideal que nos haga ensoñar, que nos aparte de lo real? ¿Arte por el arte o arte comprometido con lo social?
Tuvo distintos momentos y aspectos esa pregunta y distintos modos de resolverse en cada época, corriente estética y escritor. Por mi parte creo que (la frase es de Oscar Masotta) un escritor es una conciencia dialogando con el mundo y entonces ese mundo, de mil maneras metaforizado, aparece. Pero para que una obra alcance su forma estética (porque de eso se trata) no podemos hacer que lo social aparezca en nosotros como un mero mandato que nos hacemos o recibimos de otros, de modo que las ficciones de mayor calidad son siempre resultado de esa tensión entre lo monstruoso y su metaforización.
Como nos lo recordaba Italo Calvino, Perseo no puede matar de frente a la medusa, debe hacerlo mirando su reflejo en el espejo, porque mirada directo a los ojos, la medusa nos vuelve de piedra, nos convierte en insensibles. Entonces, es como escribir algo que, atravesado por lo que allá fuera sucede, sea también nuestro, tan completamente social como íntimo, algo que no nos deje inertes (ni a quien escribe ni a quien lee), algo que supere al siempre potente testimonio de las víctimas o de sus familiares. No puedo menos que pensar en algunas frases que el padre de uno de los estudiantes mexicanos desaparecidos dijo, no puedo citarlas de memoria, pero tenían la potencia de un párrafo de Rulfo o, para decirlo mejor, Rulfo alcanzó con sus ficciones la potencia de las voces del pueblo mexicano.

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Adolfo Córdova

Según Poleke, hoy en día se puede “tener a un papá que no es tu papá
O a un papá que es tu papá pero vive en otro lugar. 
O un papá que existe, pero no sabes dónde. 
O un papá de probeta al que no conoces. 
O a un papá de probeta que sí conoces, pero a quien no llamas papá porque así le dices al marido de tu mamá. 
O un papá de probeta que no es el marido de tu mamá, pero a quien de todas maneras llamas papá. 
O un papá del que sabes dónde está, pero al que no puedes ir a ver porque está prohibido. 
O tienes dos papás a los que les gustan los chicos. 
O dos papás que son mujeres”.

En esta entrada hay por lo menos seis tipos de papás más. Está el papá poeta de Poleke, divorciado y vuelto a casar. Hay dos padres que viajan con sus hijas buscando mejores oportunidades: uno va hacia el Norte, con un coyote; otro emprende una viaje en automóvil entre bosques y desiertos. Hay una niña que pierde un diente y un papá en casa que la ayuda a resolver sus miedos. Y dos más: uno que le escribe a su hija una larga historia de vida, como un poema, y otro que la llama por teléfono desde lejos, ansioso de reencontrarse con ella.
Ya habíamos visto aquí cómo resulta más común encontrar relatos de padres ausentes, regañones y tiranos que relaciones positivas. Si la búsqueda es de padres e hijas, el panorama no es más abundante, pero tampoco es pobre. Aquí una prueba. 
Para celebrar a los padres que se quedan o que vuelven, pero que sí están.


1. Dos conejos blancos.  Jairo Buitrago y Rafael Yockteng, Ediciones Castillo.
Aunque proliferen los libros álbum, todavía no es tan común encontrar propuestas donde el texto y la imagen dialoguen como en este libro, en dos niveles lectura tan claramente trazados. En uno, el del texto, una niña narra en primera persona su vida viajando con su padre. Mira y cuenta: cinco vacas, cuatro gallinas, cincuenta pájaros, un niño; perros que pasan, autos que pasan; la gente que vive en las vías del tren, las nubes. Todo, menos los soldados. Ella hace preguntas: ¿Para dónde vamos? Su papá no responde, está alerta, pensativo, silencioso. No responde, pero las ilustraciones sí. En ese otro nivel está el viaje que reconocemos y que empezamos a encontrar en más libros para niños: el de los migrantes de sur a norte.
Ya en el magnífico Migrar (Ediciones Tecolote, 2011) compartíamos la mirada de un niño que deja su casa y se sube La Bestia para llegar a Estados Unidos. Dos conejos blancos es un libro hermano, pero aquí no es la voz de la niña la que da orden y tiempo a la narración, son las imágenes, llenas de sombras y cielos, las que nos llevan. Los paisajes se abren y se cierran; los personajes suben y bajan, corren, se tallan los ojos, trabajan, juegan, pero están juntos, la hija y el padre. Él la sostiene y si se aleja la llama enseguida, porque el entorno es amenazante. Rafael Yockteng no lo maquilla, aunque tampoco dramatiza de más. Y el final no es conclusivo, porque es difícil decir qué pasará en estas historias (Según el Instituto Nacional de Migración, cada año unos 40 mil niños y niñas migrantes son repatriados desde Estados Unidos a México. Alrededor de 18 mil viajan solos), pero no es desesperanzador. El lector, sabe, por lo menos, que son dos, y están juntos.

Igual que Buitrago y Yockteng que, a estas alturas, parecen una de las parejas creativas más sólidas en la producción de libro álbum en Iberoamérica; dos conejos, también ellos, sensibles a la relación de padres e hijas en contextos complejos. Basta recordar a la entrañable Eloísa rodeada de bichos (Eloísa y los bichos, Babel Libros, Ediciones Tecolote, 2011) o Camino a casa (FCE, 2008, Premio A la Orilla del Viento) que, muy anticipadamente en México, aborda, de manera sutil (se revela en las páginas finales), la desaparición de un padre y su sustitución alegórica con un enorme león.

2. Hermano Lobo.   Carla Maia de Almeida. Ilustraciones: António Jorge Gonçalves. Traducción: Jerónimo Pizarro. Ediciones El Naranjo. 
La de Bellota es una voz que no se olvida. Una voz dividida en dos: Bellota, de ocho años, que viaja en auto, en presente, con su padre, tras la pista de un nuevo hogar; y Bellota, una joven de unos 15 años, que recuerda y cuenta cómo su familia empezó a desmoronarse. Esa voz es nostálgica pero llena de descripciones de las dinámicas familiares inteligentes y divertidas. Cada miembro de la familia es un personaje en la voz de Bellota, no es su madre ni sus hermanos mayores, son Blanche, Miss Kitty y Fósil, miembros de una tribu apache, liderada, apenas, por Alce Negro o el Hombre de Hielo (inofensivo), su padre. Y Malik, el perro, casi un hermano, y Conejo Volador, un muñeco de peluche.
El viaje de la Bellota de ocho años también tiene humor y momentos bellísimos de calma y descanso al lado de su padre. El roadtrip, al ella que titula la “Gran Travesía por el Desierto de la Muerte”, es una búsqueda desesperada por el paraíso perdido, una casa vieja, que el padre recuerda idílica. Mientras él busca dónde dormir, qué comer, por dónde continuar el viaje, Bellota recuerda al resto de su familia, pero también observa, escucha y conoce a su papá. Son sólo ellos dos en el auto, ella elabora una historia propia a su lado y una historia para su padre. De pronto es una narración que parece remontarse a los orígenes del hombre y que condensa el espíritu incansable y desesperado del padre de Bellota. Quiere proteger y mantener a su familia, lo intenta “con todas sus fuerzas y coraje”, pero parece que nadie lo nota… salvo ella, que está dispuesta a quererlo siempre. 
Yo sabía que el Hombre de Hielo no era peligroso cuando se transformaba, porque Conejo Volador me había contado historias acerca de él: 
“Hace muchos, muchos años, un hombre había salido a cazar buscando comida para alimentar a la familia. Era invierno. Había nieve y hielo por todos lados y la mayor parte de los animales se refugiaba en sus cuevas y lugares de abrigo. Ya había caminado muchos kilómetros y estaba exhausto. Entonces avistó los cuernos de un venado tras los árboles y comenzó a correr tras el animal sin advertir que se encontraba demasiado cerca del glaciar. La idea de llevar carne para muchos días lo dejaba ciego, tan ciego como la nieve que le caía sobre los ojos. Y el hombre dejó de ver…”. 


3. Escalera al cielo.   Andrés Acosta. Ilustraciones: Richard Zela. SM Ediciones.
Tú, desde antes estabas tú, no aquí, de este lado; / vivías dentro, muy dentro de mamá y desde entonces / yo soñaba contigo. A lo lejos te vi, caminabas distraída / junto a un río y caíste a las aguas de vertiginosos / remolinos que arrastraron tu pequeño cuerpo / cual muñeca de trapo. Veloz me adentré en el río, / aferré una raíz, las piernas temblando, / y cuando pasabas frente a mí te tomé de la mano. / Te arranqué de las aguas, de los helados brazos / de la muerte. Estabas desmayada. / Tus ojos cerrados para el mundo. / El mundo, cerrado para ti. Oprimí tu pecho / y brotó un chorro de agua / y también salieron burbujas y pequeñas piedras / y plantas y un pez que regresó contento al río.
Uno de los relatos en verso más conmovedores y potentes que he leído. Si no es habitual la poesía para niños, menos un proyecto de esta naturaleza, que revela, en 60 páginas, renglón a renglón, como si fueran peldaños, el testimonio de un padre que le habla a su hija. El tono es entre mítico y realista. La hija de este hombre nace extraña: El médico dijo, es una niña. El médico dijo, / que ha roto antes de tiempo su cordón umbilical. / Habrá problemas, el médico dijo. / Nadabas sola, extraviada dentro del saco amniótico, / desconectada. Eras una niña astronauta, / perdida en el espacio interior de tu madre. 
El autor va y viene entre las metáforas y los acontecimientos concretos de esta niña que va creciendo, cada vez más extraña, para mantener la tensión y construir una voz paterna atenta, amorosa, comprensiva… y, de verdad, memorable. Andrés Acosta se apoya, sutilmente, en otros peldaños, algunos versos de sus “padres” literarios: Borges, Elliot, Gorostiza, Paz, Villaurrutia, Sabines, Girondo, Nezahualcoyótl… Es un gesto más bien simbólico, porque apenas retoma una línea o un par de palabras, pero refuerzan ese sentido mítico del libro: contar una voz que es la de muchos padres.


4. Dientes.   Antonio Ortuño y Flavia Zorrilla. Petra Ediciones.
Encima: esta es la historia de Natalia, una niña que pierde su primer diente cuando se cae de la bicicleta. Debajo: la historia de una primera pérdida íntima, un pequeño rasgo familiar de la muerte, y la ansiedad que eso puede generar en una niña.

Y entonces, cuando Natalia piensa cómo vencer, con la ayuda de su conejo, al compañero que la molesta en la escuela y que tiene dos perrotes, aparece el papá. Es sobre todo él quien escucha a Natalia y la ayuda a resolver sus problemas. Buscan en un libro sobre el cuerpo humano cuánto falta para que le salga un nuevo diente. Al parecer no mucho, pero más que encontrar una respuesta, se abren más preguntas y aumenta el miedo: el papá le cuenta que se le caerán TODOS los dientes. Y más: ella ve una de las imágenes del libro: ¡es una calavera! Él la consuela: “… mi papá dice que todos tenemos una calavera dentro. Hasta él. A la mía le falta un diente pero volverá a salirle”.
Desde la cotidianidad de Natalia, se abre un mundo ilustrado que se encoge y crece todo el tiempo. Perros gigantes, papá gigante, conejo gigante al ataque y la propia Natalia, una superhéroe conejo, más alta que los edificios, dispuesta a vencer lo que la hace sentir amenazada; con poquito de ayuda y toda su imaginación puesta en marcha. El texto fluye sin adornos. Logra, en su sencillez y búsqueda de una voz infantil, transportarnos al complejo mundo de Natalia, con ilustraciones en rojos, negros y amarillos, llenas de detalles, objetos ocultos y personajes de ojos grandes y expresivos que vuelven trascendente la experiencia del libro.


5. Vamos a ver a papá.  Lawrence Schimel y Alba Marina Rivera, Ediciones Ekaré.
El día preferido de la protagonista es el domingo. Ese día se levantan temprano su mamá, su abuela y ella. Esperan juntas en la cocina, silenciosas. Mientras la mamá y la abuela toman café, y el perro, Kike, un trozo de pan remojado, ella toma sólo un vaso de leche. Entonces, ¡al fin!, ¡suena el teléfono! 

Es el papá de la niña. Llama todos los domingos porque ese día es más económico. Hace más de un año que se fue. Esta llamada es diferente a las otras, porque anticipa un reencuentro que la niña ni soñaba. Su vida y sus emociones cambiarán a partir de ahí, y nosotros, con ella, nos conmoveremos cada vez más.
Aunque no está presente físicamente, el papá es el centro de esta historia, como un sol lejano. La añoranza de la niña da paso a una mudanza que revela el ciclo interminable de las despedidas y las llegadas. Con mucha sensibilidad y atención a su lector, Lawrence Schimel ordena las emociones contradictorias de la niña y nos las muestra a través de diálogos capaces de hablarnos. Va del interior al exterior, la niña habla con ella misma y se pregunta: “¿Encontraré nuevos amigos?”, luego lo conversa con su mejor amiga, cómplice, igual que nosotros. Y ante el desconcierto y la incertidumbre, un contrapunto de humor, en dosis justa, que es el perro Kike, y las ilustraciones de Alba Marina Rivera, que construyen escenarios acogedores entre miradas tristes y texturas difuminadas.
Hacia el final del libro ya estamos más cerca del padre. Atrás quedan los domingos de levantarse temprano, con la abuela y Kike, pero no el cariño, ese es el verdadero centro de la historia.


6. Poleke.   Guus Kuijer. I lustraciones de Agata Raczynska.
La vida de Poleke no es sencilla, pero se la toma con gracia. Este personaje es uno de los más descarados y divertidos que he leído recientemente. Niña poeta, de 11 años, de padres divorciados y a la que acaba de dejar su novio. Con un sentido del humor que provoca carcajadas, este fantástico autor, ganador del Premio Memorial Astrid Lindgren 2012, consigue conectarnos desde la primera palabra con Poleke y querer más y más páginas de ella con nosotros.

Poleke es movida principalmente por el amor a su papá y la llegada de un nuevo “papá” a su vida, el futuro marido de su madre, que para colmo de males ¡es su profesor!
Por lo general, el profesor Wouter me parece bastante simpático, pero no a las ocho de la noche en mi casa, a solas con mi mamá. 
El suyo, dice, es un “PC” (Papá Complicado), que es mejor que un PMC (Papá Muy Complicado) como el de Caro, su mejor amiga.
Antes todavía se veían algunos papás normales, que volvían a casa por la tarde, veían televisión y bebían cerveza. Papás como esos ya no existen, creo.
Con todo, Poleke quiere mucho a su papá.
Mi Papá Complicado es un papá maravilloso. Esa es la pura verdad. Es poeta, como yo. La diferencia entre él y yo es que yo escribo y él no. Es un poeta sin poemas. Es poeta porque así nació. Se nota enseguida en su aspecto, su manera de hablar, de caminar. ¿Captas? Una vez escribió un pequeño poema para mí: 
Siempre habrá aire / para mi castillo / y siempre habrá un nido / para mi Poleke.
¡Tan bello! Casi se me salen las lágrimas. ¿Sabes por qué? Por ese “mi” que escribió antes de “Poleke”. Eso me conmovió.
Su franqueza es cautivadora. También sorprende su actualidad, la naturalidad con la que se mueve en un entorno multicultural, con preferencias sexuales diversas y familias compuestas. No puede contar con su papá para, por ejemplo, hablar de sus problemas amorosos, pero tiene a sus abuelos.  Y así, poco a poco irá transformando la idealización en la que tenía a su papá, por hacerse un retrato más real, lo que la vuelve un personaje más humano para nosotros. Y quizá ese sea el único defecto del libro: es tan profundo lo que consigue Kuijer que sentimos que termina demasiado pronto. ¿Un consuelo? Volver a leerlo.


Otros libros de padres e hijas ya reseñados aquí

La inversión en la Primera infancia en América Latina.


Sistema de Información sobre la Primera Infancia en América Latina    

Este estudio está orientado a promover el análisis de la Inversión social orientada a la primera infancia a la región. 
En primer lugar se presenta una propuesta metodológica que permite medir el alcance del esfuerzo, en términos de gasto, que realizan los Estados  para garantizar el cumplimiento efectivo de los derechos de la niñez en los primeros años de vida. 

Seguidamente se pone a prueba esta metodología, en un primer ejercicio de aplicación en nueve países de la región.

Mediante este estudio se busca sentar las bases para la elaboración de documentos nacionales que presenten el resultado de ejercicios de identificación y sistematización de la información sobre el gasto social orientado a la niñez, el armado de una base de datos que se integre al sistema relacional del SIPI y el desarrollo de diferentes tipos de documentos de análisis y difusión de la información relevada, con el fin de informar a los diferentes actores sociales el esfuerzo financiero que realizan los Estados de la región para garantizar el pleno ejercicio de los derechos de la niñez, en especial en los primeros años de vida.

Como resultado de este estudio se presentan diez documentos: 
.- El Boletín de difusión, con una síntesis de la metodología y primeros resultados del estudio y las Fichas con los principales resultados en los nueve países de América latina seleccionados. 
.- También se ofrecen los diez documentos juntos en un único archivo.

Próximamente estará disponible aquí el informe completo del estudio. 


*El SIPI sistematiza la información sobre las acciones orientadas al cumplimiento de los derechos de la primera infancia en América Latina, y da cuenta del grado de cumplimiento de estos derechos. El sistema ofrece datos actualizados de la normativa y las políticas en los países de América Latina y provee indicadores estadísticos. Para orientar la búsqueda, se puede acceder a los datos por país o por grupo de derechos.

Acercando la ciencia a la Infancia.






Vivimos rodeados de ciencia. 
Todas y cada una de nuestras acciones vienen delimitadas por algún principio científico: desde las teorías físicas que permiten el funcionamiento de nuestros teléfonos móviles a la erradicación en los países desarrollados de enfermedades que, hasta hace tan sólo unas décadas, afectaban gravemente a la infancia; pasando por el uso y popularización de Internet como plataforma predominante para comunicarnos y acceder a información.

En un mundo cuyo desarrollo viene marcado por la expansión del conocimiento científico y tecnológico se hace necesario que los niños y niñas accedan al mismo desde edades tempranas y del modo más ameno y lúdico posible. De ahí la importancia de la pedagogía científica, de la capacidad de hacer entender a la infancia los principales conceptos científicos que rigen nuestro mundo. En definitiva, la Ciencia es mucho más que la acumulación de conocimientos. Es también una forma de pensar el mundo, de enfrentarnos a nuestros interrogantes desde una perspectiva crítica, con las armas de la razón y la lógica. 

En este sentido, instituciones como la Escuela, los museos -como el Parque de las Ciencias de Granada- o las diversas entidades públicas y privadas que recogemos en este Boletín, tienen una importancia capital a la hora de introducir a la infancia en esta forma de pensamiento. 
Pero no sólo desde las instituciones formales se contribuye en la difusión de la ciencia, también desde nuestros propios hogares podemos poner en práctica -gracias a herramientas como Internet- iniciativas accesibles y divertidas que permitan a los niños y niñas dar respuesta a los interrogantes que les rodean. 
Así, con este Boletín Informativo ofrecemos a padres, madres, profesorado, niños y niñas una serie de documentos, enlaces, vídeos y recursos que les puedan servir de ayuda en la comprensión, difusión y puesta en práctica del conocimiento científico. 





El Proyecto ‘Listen to the child’

Aborda prácticas validadas para niños víctimas y testigos en procesos legales

(Conferencia Final)



El proyecto ‘Listen to the child – Justice befriends the child’ (Escucha al niño – La justicia hace amistad con el niño’) celebró su conferencia final en Sofía el 26 y 27 de abril, titulada ‘Integrated Approach for Fair Justice’ (‘Enfoque integrado para una Justicia justa’). El trabajo principal del proyecto de dos años se centró en crear vínculos entre instituciones de protección del niño, así como en la implementación efectiva de enfoques integrados en interés de los niños víctimas, en cuatro Estados miembros de la Unión Europea (Bulgaria, Rumania, Italia y Francia). El proyecto está bajó la coordinación de Social Activities and Practices Institute (SAPI, Bulgaria), miembro del CEJJ, con el apoyo del programa de justicia penal de la Unión Europea.


Los socios del proyecto, entre ellos el OIJJ, han unido esfuerzos y conocimientos para identificar prácticas validadas, reforzarlas y compilar una lista de recomendaciones con el fin de mejorar la situación de los niños víctimas o testigos de delitos en procesos legales de acuerdo con la directiva 2012/29/EU, por la que se establecen normas mínimas sobre los derechos, el apoyo y la protección de las víctimas de delitos.

Durante la conferencia final, los resultados del proyecto presentados subrayaron la importancia de contar con lugares protegidos para los niños víctimas, acciones y evaluaciones multidisciplinares, y prácticas innovadoras. Socios y expertos presentaron ante una audiencia internacional prácticas validadas y mejoras que resultaron de las actividades del proyecto en relación con la implementación de los requisitos de la directiva. De igual manera, las recomendaciones europeas y las opiniones de los jóvenes sobre diferentes iniciativas fueron presentadas por los socios del proyecto, en el contexto de una ‘Declaration for a Child Friendly Justice’(‘Declaración de una justicia adaptada a los niños’).

El Observatorio Internacional de Justicia Juvenil, representado por Sophie Duroy, presentó su investigación sobre la Justicia Restaurativa con niños, considerado como el siguiente paso en la implementación de la directiva. Dicha investigación de Justicia Juvenil Restaurativa ha sido realizada en el contexto de la actividad del Consejo Europeo de Justicia Juvenil del OIJJ.

Expulsión Social y recuperación Económica.Fundación FOESSA

Fundación FOESSA y Cáritas, 
correspondiente a 2016 




En el informe se analiza la doble cara de la realidad que revelan los indicadores sociales, donde la situación de las personas y los hogares en el cambio de ciclo económico no muestra una fotografía homogénea en términos de igualdad de oportunidades. 

Estructurado en tres secciones, en el primer epígrafe, “Analizamos”, se examina cuál está siendo la evolución por Comunidades Autónomas de la desigualdad, la pobreza y el desempleo en España. E intenta responder a la pregunta de si las diferentes comunidades están en la misma situación ante un escenario de salida de la crisis.

En el apartado “Profundizamos”, los autores plantean, por una parte, respuestas a la pregunta “¿es posible revertir la desigualdad en España?” y, por otra, ahondan en las transformaciones que la crisis actual del Estado social está provocando en el vínculo social y en las nuevas condiciones que este cambio está produciendo en la solidaridad.

Por último, en el capítulo “Debatimos” se abordan tres temáticas de fondo: la Cumbre del Clima desde el punto de vista de los más excluidos; la situación de los refugiados y las capacidades de nuestro sistema de acogida; y una valoración sobre lo que se esconde tras las siglas TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership).

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También recientemente la Fundación FOESSA ha editado los materiales pedagógicos derivado del VII Informe FOESSA el año 2014.




Los podéis encontrar en el link que os ofrecemos a continuación: http://www.foessa2014.es/informe/material_pedagogico.php

Se trata de 6 vídeos breves y una guía pedagógica de cómo trabajar con ellos.

Este material va orientado a todo tipo de grupos interesados en reflexionar sobre algunas de las cuestiones recogidas en el VII Informe FOESSA.

Aprovechamos además para facilitaros el acceso al canal de Youtube de la Fundación FOESSA: https://www.youtube.com/channel/UCZ7PynCkyqbWPFZrMquXTxA

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Encomio de una generación resiliente.

La pérdida de respeto y consideración por el trabajo propio. Los eternos contratos de formación, la sonrisa forzada del falso autónomo. La igualdad traducida en la normalización del contrato parcial, las diferencias salariales, el techo de cristal, la desprotección frente al acoso de la trabajadora precaria. Los años invertidos en una tesis doctoral, borrados en cuestión de segundos del currículum: no buscan a gente tan preparada.

Las sillas vacías en las comidas familiares; las lágrimas que ruedan por las mejillas cuando la hermana, el primo, el nieto o la sobrina aparecen en la pantalla del ordenador. La mala conexión no logra disimular la voz quebrada que saluda a miles de kilómetros de distancia. “Abuela, no llores, que allí al menos tiene una vida digna”. El vacuo consuelo de quienes han pagado el pato de la primera gran estafa del siglo.
“Por mucho empeño que se le ponga, es difícil ser activo en política cuando te faltan horas al día o cuando hace ya un año que te marchaste a la isla Reunión”
Había que contarlo. De ellos y ellas eso se trataba, de la Generación NiNiNi: “ni estudio, ni trabajo, ni me dejan hacerlo”. Alguno, duro de oídos o de entendimiento, ha respondido que de joven él también tuvo que trabajar duro. Ser joven nunca fue fácil, argumenta.

El proyecto Sueños Rotos solo ha confirmado lo que esta lógica reaccionaria se niega a ver: que esta generación ya vive peor que la de sus padres. La recompensa por los años de trabajo parece haberse esfumado. Al menos, en España.


De ahí también los 100 retratos, un caleidoscopio de la emigración juvenil española, un fenómeno que ha afectado ya a más de 823.000 jóvenes, según el Instituto Nacional de Estadística, aunque hay quien denuncia que tras las estadísticas oficiales se esconde una cifra mucho mayor.
Los números, sin embargo, no bastaban. Quizás un error de nuestro tiempo sea conformarnos con cuantificarlo todo. Había que darles voz. Que contasen sus experiencias, sus expectativas, sus decepciones. Que diesen un puñetazo en la mesa, que brindasen por su éxito, que pudiesen poner su nostalgia por escrito. Si el voto rogado les robó el derecho al sufragio, al menos les debíamos la oportunidad de aportar al debate público la escurridiza realidad de la “movilidad exterior”, Báñez dixit.
Hace poco leí un interesante artículo sobre la inesperada capacidad de resiliencia que han demostrado los españoles durante esta crisis. En los peores momentos para las instituciones y los actores económicos, la sociedad civil ha actuado de colchón a la hora de paliar algunas de las consecuencias más nefastas de la crisis. Creo sinceramente que nuestros jóvenes son un inspirador ejemplo de ello.
El 15-M, en este sentido, solo fue la punta del iceberg de una movilización juvenil que contra todo pronóstico supo dar a luz proyectos de un inestimable valor para lo común, lo de todos; valgan la Marea Granate o la Oficina Precaria como ejemplos de las muchas otras iniciativas que han defendido lo que otros habían dado por perdido.
Y, sin embargo, han estado a menudo ausentes del debate público. Quizás porque, por mucho empeño que se le ponga, es difícil ser activo en política cuando te faltan tantas horas al día o cuando hace ya un año que te marchaste a la isla Reunión; pero también, sin ninguna duda, porque brilló por su ausencia el interés en ir a buscarlos.
Reconocer que hacía falta hablar de ellos y de ellas no es, en mi opinión, autocomplacencia, sino un ejercicio de justicia (periodística, democrática, social). Lo resumió bien Miguel Vila cuando le pedimos, como a otros representantes políticos, que escuchara a estos jóvenes: “un país del que sus jóvenes se tienen que ir es un país enfermo”.
Antes lo intuíamos, ahora lo sabemos: las consecuencias económicas, demográficas y políticas estaban ahí, solo hacía falta tener voluntad para echar un vistazo. La pregunta, en este eterno año preelectoral, es si habrá voluntad para ofrecer algo distinto a esta generación cuyos sueños se han roto en mil pedazos.

* Enrique Anarte es un estudiante de Relaciones Internacionales que se está formando como periodista y colabora en diferentes medios como Diagonal y el blog 1 de cada 10, de 20 Minutos.
En el momento de escribir este post, está realizando prácticas universitarias en la fundación porCausa.

Humanitarismo de tapadera: a base de buenas intenciones se olvidan de las personas.













La Cumbre Mundial Humanitaria: 
que todo cambie para que todo siga igual. 

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Foto: UNOCHA.
“Mientras continúan cada día las violaciones más escandalosas de la ley internacional humanitaria y los derechos de los refugiados, los participantes de la Cumbre Mundial Humanitaria (CMU) se sentirán obligados a expresar buenas y vagas intenciones sobre la necesidad de ‘hacer cumplir las normas’ (…). 

A base de buenas intenciones, la cumbre se ha convertido en una tapadera que permite que estas violaciones sistemáticas sean ignoradas, en especial por los estados”. El pasado 5 de mayo la organización internacional Médicos Sin Fronteras anunció su boicot a la primera Cumbre Mundial Humanitaria con un comunicado cuajado de frases como la anterior. Pocas semanas después, como para probar que MSF no se lo había inventado, las autoridades griegas comenzaron la evacuación forzosa de miles de refugiados de los campos de Idomenei. La casualidad (y la habilidad política de un mandril) quiso que el penúltimo capítulo de la vergonzosa actuación europea se produjese en paralelo a la inauguración de la cumbre.

En asuntos humanitarios, la UE padece un alarmante problema de presbicia
 Sus principios brillan claros en África central, Venezuela o cualquier país lejano de nombre impronunciable, pero se difuminan a medida que los problemas se acercan a casa. En cierto modo, esto es una metáfora de lo que ha ocurrido en la CMU, donde 173 delegaciones oficiales (incluyendo 55 jefes de estado) demostraron una asombrosa capacidad para llegar a acuerdos firmes sobre los asuntos periféricos y arrinconar en el cajón de las declaraciones retóricas algunas las cuestiones que, literalmente, destruyen cada día la existencia de quienes deben ser protegidos y quienes los protegen.


El resultado principal del año y medio de preparación de esta cumbre es un acuerdo de los 30 principales donantes y agencias ejecutoras para mejorar la transparencia, flexibilidad y eficiencia del gasto, lo que incluye apoyarse cada vez más en programas de donaciones monetarias y reducir el uso de cupones o ayuda en especie. No es un asunto menor. Las redundancias, la concentración arbitraria de recursos, la vinculación de la ayuda a intereses comerciales o el desmesurado papel de los intermediarios internacionales frente a los locales han lastrado en el pasado el impacto de unos fondos cada vez más escasos, sobre todo si consideramos que las necesidades globales se han multiplicado por 5 en los diez últimos años. Si el conjunto del acuerdo fuese aplicado en todos sus términos (algo que muchos dudan), podría suponer una liberación anual de unos 1.000 millones de dólares.

Lamentablemente, este resultado se queda muy corto y buena parte de los temores de MSF con respecto a la cumbre se han hecho realidad. No solo los líderes reunidos en Estambul han perdido la oportunidad de afrontar una reforma radical del modelo de intervención humanitaria, sino que las discusiones han sorteado vergonzosamente algunas de las cuestiones más relevantes y urgentes, como la inviolabilidad de las instalaciones y profesionales que protegen a la población civil o el deterioro galopante de las obligaciones internacionales con respecto a los refugiados y solicitantes de asilo, por no hablar de la reforma de una ONU cuya sumisión a las miserias e intereses de los gobiernos ha quedado clara una vez más a lo largo de la propia cumbre.

Las inacabables y tediosas discusiones técnicas acerca de la naturaleza y el impacto de la ayuda son a menudo una manera eficaz de evitar los nudos que están en el origen de los problemas a los que se quiere hacer frente, sean políticos o económicos. Este es un juego que los gobiernos autocráticos han practicado con habilidad a lo largo de medio siglo de acción humanitaria y parece claro que los estados más desarrollados, como los europeos, están aprendiendo sus reglas con rapidez. 

Todos menos el Gobierno español, cuyo Ministro de Exteriores se despachaba la semana pasada con un emocionado artículo sobre la necesidad de proteger a los profesionales sanitarios en conflicto. Él no se ha dejado distraer por los tecnicismos del debate de la ayuda humanitaria… tal vez porque en esta legislatura se ha ocupado de volatilizarla casi por completo, reduciendo sus presupuestos un 70% desde 2011. Había poco que discutir.

A participar se aprende Participando.


Pilar Muñoz Villanueva, Coordina
Plataforma de Infancia







La Plataforma de Infancia, alianza de entidades sociales dedicadas a la protección, promoción y defensa de los derechos de los niños y niñas en España, organiza acciones, actividades, materiales, talleres, entre otros recursos, para facilitar el ejercicio del derecho a la participación que tienen los niños y niños en la sociedad. Se trata de fomentar el ejercicio a su derecho a opinar, a expresarse, a decir lo que piensan, a la libertad de pensamiento, a elevar su voz y tomar parte en aquellos asuntos que les afectan o les interesan, entre otros.

En este sentido, A participar se aprende participando,   es   una   Guía   metodológica   que hemos  diseñado  especialmente  para  educadores y educadoras u otros profesionales que trabajen directamente con niños y niñas y que busquen alternativas diferentes para profundizar en el conocimiento de sus derechos, especialmente de aquellos derechos relacionados con su derecho a participar.
La Guía se estructura en 5 actividades y está orientada a trabajar con chicos y chicas de edades comprendidas entre los 7 y 17 años. Cada educador o educadora podrá adaptar y ambientar la actividad para que resulte lo más atractiva posible en el grupo, dependiendo de la edad o intereses, e incluso realizar todas, varias o una sola de ellas.

Esta Guía se ha diseñado en el marco de la conmemoración del Día Universal de los Derechos de la Infancia. Cada año la Plataforma de Infancia organiza unos meses previos a esta fecha, 20 de noviembre, una serie de talleres y de recursos metodológicos para que niños y niñas puedan profundizar en el conocimiento de sus derechos y participen en la sociedad, en la familia, en la escuela y en todas las decisiones importantes que les afectan. El día de la conmemoración, presentan sus conclusiones a las autoridades presentes y la Plataforma de Infancia recoge sus demandas para elevar su voz en todos los espacios donde estamos presentes.

Objetivos de la actividad:                                                                
Analizar el “papel” que los niños, niñas y adolescentes tienen en la sociedad a partir de los medios de comunicación.
Empoderar a los niños y niñas en el ejercicio de su derecho a participar como ciudadanos de pleno derecho.

4º Encuentro Estatal de Consejos de Participación Infantil y Adolescente, Inscripciones abiertas.

“Tras la pista de mis derechos”.

La Plataforma de Infancia, 
UNICEF Comité español y 
el Ayuntamiento de Santander 
impulsan

días 4, 5 y 6 de noviembre 
en la ciudad de Santander.

NNA-sardina-santander-2016El Cuarto Encuentro Estatal de Consejos es un espacio de trabajo en red donde niños, niñas y adolescentes pertenecientes a Consejos locales de participación infantil procedentes de distintas Comunidades Autónomas, elaboran propuestas para mejorar el ejercicio de sus propios derechos en España.


Esta edición 2016 tiene como lema “Tras la pista de mis derechos”  porque los chicos y chicas ejercerán de investigadores sobre cómo está la aplicación de sus derechos en España y compartirán sus hallazgos y recomendaciones en un manifiesto que se hará publico en Santander y se trasladará a las autoridades responsables del diseño de las política de infancia en España y del seguimiento de la aplicación de los derecho en el ámbito internacional.


Los objetivos del Encuentro se centran en:
  • Facilitar el ejercicio del derecho de los niños, niñas y adolescentes a participar en todo lo que les afecta.
  • Promover y potenciar las estructuras de participación infantil de ámbito local poniendo en valor su derecho a ser escuchados y tenidos en cuenta.
  • Conocer las demandas de los niños, niñas y adolescentes para incluirlas en el Plan Estratégico Nacional de Infancia y Adolescencia y en el Informe complementario al Informe de España que se presentará a Naciones Unidas sobre el cumplimiento de sus derechos.

¡Apúntate!

Ya hemos iniciado la primera fase…
Hemos abierto el plazo de inscripción para que los Consejo de Participación Infantil y Adolescentes que lo deseen, empiecen a apuntarse. 

Así que si tienes entre 8 y 17 años, y participas activamente en un Consejo, anima a tu grupo a apuntarse y participar de todo el proceso previo y durante la celebración del Encuentro.

Si deseas conocer más información, no esperes más, entra a la web del Cuarto Encuentro