Gonzalo Fanjul
El País,
Blogs Planeta Futuro.
Médicos Sin Fronteras anunció su boicot a la primera Cumbre Mundial Humanitaria.
La Cumbre Mundial Humanitaria:
que todo cambie para que todo siga igual.
Foto: UNOCHA. |
“Mientras continúan cada día las violaciones más escandalosas de la
ley internacional humanitaria y los derechos de los refugiados, los
participantes de la Cumbre Mundial Humanitaria
(CMU) se sentirán obligados a expresar buenas y vagas intenciones sobre
la necesidad de ‘hacer cumplir las normas’ (…).
A base de buenas
intenciones, la cumbre se ha convertido en una tapadera que permite que
estas violaciones sistemáticas sean ignoradas, en especial por los
estados”. El pasado 5 de mayo la organización internacional Médicos Sin
Fronteras anunció su boicot a la primera Cumbre Mundial Humanitaria con
un comunicado cuajado de frases como la anterior. Pocas semanas después, como para probar que MSF no se lo había inventado, las autoridades griegas comenzaron la evacuación forzosa de miles de refugiados de los campos de Idomenei.
La casualidad (y la habilidad política de un mandril) quiso que el
penúltimo capítulo de la vergonzosa actuación europea se produjese en
paralelo a la inauguración de la cumbre.
En asuntos humanitarios, la UE padece un alarmante problema de presbicia.
Sus principios brillan claros en África central, Venezuela o cualquier
país lejano de nombre impronunciable, pero se difuminan a medida que los
problemas se acercan a casa. En cierto modo, esto es una metáfora de lo
que ha ocurrido en la CMU, donde 173 delegaciones oficiales (incluyendo
55 jefes de estado) demostraron una asombrosa capacidad para llegar a
acuerdos firmes sobre los asuntos periféricos y arrinconar en el cajón
de las declaraciones retóricas algunas las cuestiones que, literalmente,
destruyen cada día la existencia de quienes deben ser protegidos y
quienes los protegen.
El resultado principal del año y medio de preparación de esta cumbre es un acuerdo
de los 30 principales donantes y agencias ejecutoras para mejorar la
transparencia, flexibilidad y eficiencia del gasto, lo que incluye
apoyarse cada vez más en programas de donaciones monetarias y reducir el
uso de cupones o ayuda en especie. No es un asunto menor. Las
redundancias, la concentración arbitraria de recursos, la vinculación de
la ayuda a intereses comerciales o el desmesurado papel de los
intermediarios internacionales frente a los locales han lastrado en el
pasado el impacto de unos fondos cada vez más escasos, sobre todo si consideramos que las necesidades globales se han multiplicado por 5 en los diez últimos años. Si el conjunto del acuerdo fuese aplicado en todos sus términos (algo que muchos dudan), podría suponer una liberación anual de unos 1.000 millones de dólares.
Lamentablemente, este resultado se queda muy corto y buena parte de los temores de MSF con respecto a la cumbre se han hecho realidad.
No solo los líderes reunidos en Estambul han perdido la oportunidad de
afrontar una reforma radical del modelo de intervención humanitaria,
sino que las discusiones han sorteado vergonzosamente algunas de
las cuestiones más relevantes y urgentes, como la inviolabilidad de las
instalaciones y profesionales que protegen a la población civil o el
deterioro galopante de las obligaciones internacionales con respecto a
los refugiados y solicitantes de asilo, por no hablar de la
reforma de una ONU cuya sumisión a las miserias e intereses de los
gobiernos ha quedado clara una vez más a lo largo de la propia cumbre.
Las inacabables y tediosas discusiones técnicas acerca de la
naturaleza y el impacto de la ayuda son a menudo una manera eficaz de
evitar los nudos que están en el origen de los problemas a los que se
quiere hacer frente, sean políticos o económicos. Este es un juego que
los gobiernos autocráticos han practicado con habilidad a lo largo de
medio siglo de acción humanitaria y parece claro que los estados más
desarrollados, como los europeos, están aprendiendo sus reglas con
rapidez.
Todos menos el Gobierno español, cuyo Ministro de Exteriores se
despachaba la semana pasada con un emocionado artículo sobre la necesidad de proteger a los profesionales sanitarios en conflicto. Él
no se ha dejado distraer por los tecnicismos del debate de la ayuda
humanitaria… tal vez porque en esta legislatura se ha ocupado de volatilizarla casi por completo, reduciendo sus presupuestos un 70% desde 2011. Había poco que discutir.
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