que es una situación de la que es difícil salir y
que, desde luego, la escuela no acaba de ayudar.
La pobreza infantil es el campo de estudio
de Pau Mari-Klose*.
“La escuela ni es el instrumento meritocrático que se presupone ni de inclusión eficaz”
Una pobreza que tiene enorme incidencia en los
procesos educativos, también en los posteriores, en hábitos de vida en
la edad adulta, por ejemplo.
Para fijar el marco, ¿qué es ser pobre?
Pau Mari-Klose. / Fotografía: Ferran Nadeu |
Son las familias con ingresos equivalentes inferiores al 60% de la
mediana de ingresos. Eso se ajusta por la composición del hogar (número
de miembros y edades). Esta es la definición convencional de pobreza,
que da un número, que en España es el 28%.
Hay otros indicadores que dan
otros números. La pobreza refleja situaciones de privación material que
van asociadas a otros déficit (educativos, de capital social, es decir,
la capacidad de tener entornos sociales donde puedes encontrar recursos
o información). Estas situaciones en algunos casos son transitorias,
pero en muchas son bastante permanentes. Esto no quiere decir que no se
pueda escapar de la pobreza, muchas familias pasan vaivenes en su vida,
pero buena parte del tiempo se encuentran en situación de desventaja
económica, estén por debajo del umbral de la pobreza o justo por encima.
La pobreza no solo es problemática porque afecte a bienestar o
rendimiento educativo de un niño o genere un problema sanitario, sino
porque cuando ese niño sea adulto arrastrará problemas originados por la
pobreza que vivió en la infancia. La probabilidad de que ese niño tenga
problemas laborales o sanitarios es mayor. Un ejemplo muy ilustrativo
es la obesidad infantil.
Parece mentira, pero ahora los pobres son
gordos en la infancia. La obesidad infantil puede ser un problema
infantil —te llaman “gordo”, no puedes jugar al fútbol—, pero es
fundamentalmente un problema porque es el principal indicador de la
obesidad en la vida adulta. Y en la vida adulta es la causa de todo tipo
de problemas sanitarios e influye mucho en la esperanza de vida. Aunque
después de ser niño gordo en la infancia te vaya bien en la vida
adulta, muchos no habrán dejado de ser adultos obesos que arrastran
problemas ocasionados por la pobreza infantil. Podríamos pensar en otros
ejemplos. A nivel educativo es muy descarado el tema: el fracaso
educativo te condiciona la vida en los puestos de trabajo a los que vas a
optar, los ingresos que vas a tener, etc.
Buena parte de sus estudios son sobre los procesos que llevan
a situaciones de desventaja educativa, muchas veces relacionada con la
pobreza. ¿Cuáles son estos procesos?
Un primer factor fundamental es la pobreza de las familias, que tiene
efectos desde distintas perspectivas. Vivir situaciones de pobreza está
asociado a privación económica que a su vez tien efectos sobre otras
dimensiones del bienestar infantil. Pobreza significa, por ejemplo,
viviendas inadecuadas, que muchas veces están relacionados con problemas
sanitarios (humedades, malos aislamientos y riesgos sanitarios en forma
de infecciones, hacinamientos, incremento de los días que pueden estar
hospitalizados), que pueden estar en el origen de problemas educativos.
Los efectos de la pobreza también se producen en
deterioros de los climas familiares. La pobreza se asocia al deterioro
de las capacidades parentales, y eso puede tener efectos educativos, de
retrasos cognitivos porque la implicación parental no es la más
adecuada. En el tema de la pobreza los efectos son acumulativos. En un
hogar con déficit de capital económico muchas veces habrá también
déficit de capital educativo o cultural. Son hogares con padres con
menos recursos educativos, menos capaces de estimular las capacidades de
los niños en edades tempranas, de reconocer los talentos de los niños y
cultivarlos. Hay menores expectativas sobre la trayectoria educativa de
sus menores, del valor que la educación tiene para ellos, de menor
capacidad de negociación con las escuelas (esto es un elemento
detectado, las familias con menor nivel de capital cultural son menos
capaces de negociar con un tutor por ejemplo que su hijo no repita un
curso). Cuando los niños desfavorecidos llegan a la etapa de educación
obligatoria, lo hacen con desventajas que les impiden progresar en la
misma medida que sus compañeros. Si se añade los efectos de
concentración espacial (los niños pobres viven rodeados de otros pobres y
van a escuelas pobres), el efecto es acumulativo. Hay mucha evidencia
que señala que en estos contextos donde se concentran niños que
arrastran problemas sociales que traen al aula, el progreso educativo es
mucho más difícil, la educabilidad se pone en juego. Los docentes no
solo gestionan retos educativos, sino sociales. Mi aproximación a todas
estas cuestiones es longitudinal. Las experiencias en las primeras
etapas son fundamentales para entender qué pasa después. El fracaso
escolar o abandono prematuro es imposible entenderlo sin experiencias
acumulativas que se generan en la más tierna infancia.
¿La escuela está cumpliendo su papel de eliminar estas diferencias de origen y compensar las desventajas?
El sistema educativo en abstracto no lo está consiguiendo. Toda la
evidencia señala que las brechas sociales al final del proceso educativo
obligatorio son muy similares a las que se observan al principio. Los
países que pueden seguir a los niños durante todo su recorrido educativo
lo observan muy claramente. Aquí, con menos información, también lo
vemos. La escuela ni es el instrumento meritocrático especialmente
eficaz que se presupone (la idea de que en el sistema educativo avanzan
los mejores) ni es un instrumento de inclusión eficaz. Más bien,
reproduce las diferencias de origen. Eso no quiere decir que no haya
escuelas o docentes que puedan tener ese efecto corrector. Pero hay
estudios anglosajones que dicen que incluso las diferencias se amplían a
lo largo del periodo escolar, de modo que los niños de origen
desfavorecido que lo hacían bien en las primeras etapas, tras el ciclo
educativo lo hacían peor, mientras los niños acomodados que lo hacen mal
al principio a los diez años se han recuperado bastante. Es decir, la
escuela rescata a los niños acomodados y perjudica a los que provienen
de entornos desfavorecidos.
Voy a hacer un pequeño matiz. No necesariamente el efecto es de la
escuela. También hay evidencia que muestra que más horas en la escuela
ayuda a los niños desfavorecidos. O que estar fuera del periodo escolar
los perjudica (los veranos, por ejemplo).
El problema no es estrictamente la escuela sino que la escuela no opera sola. Determinadas influencias del entorno empujan a la escuela a ser productiva para los niños acomodados, pero cercena la posibilidad de que niños de entornos desfavorecidos salgan adelante.
El problema no es estrictamente la escuela sino que la escuela no opera sola. Determinadas influencias del entorno empujan a la escuela a ser productiva para los niños acomodados, pero cercena la posibilidad de que niños de entornos desfavorecidos salgan adelante.
Menciona aspectos que pueden corregir estas deficiencias. No vamos a hacer un plan director aquí, pero, ¿puede esbozar alguno?
Un niño en situación de pobreza vive en desventaja. En ese sentido,
un elemento clave de inicio es corregir las situaciones de pobreza en la
infancia, o atenuarlas al menos. Cuando tienes un país con un 28% de
niños en situaciones de pobreza no puedes pretender los mismos
resultados educativos que otro como Finlandia, que tiene menos del 10%.
Un primer elemento entonces es atender estas situaciones con políticas de lucha contra la pobreza infantil o incluso ayudas directas. Un segundo elemento son escuelas infantiles de calidad y políticas que posibiliten el acceso a estas escuelas de colectivos desfavorecidos. España ha sufrido una gran explosión de la escuela infantil, el 0-3, pero no ha llegado a las familias que más se podrían beneficiar de ellas, las más desfavorecidas. Y más si son escuelas de calidad que producen lo que estos niños no tienen en casa, que es la estimulación cognitiva. Un tercer elemento es contener la segregación escolar.
Hay efectos concentración de la pobreza que se producen en el barrio. También en la escuela, sobre todo si los centros no cuentan con suficientes recursos para hacer frente a estos retos. Una política en esa dirección también sería ayudar más generosamente a las escuelas que afrontan situaciones socioeconómicas más dificultosas: asegurar que el personal docente sea experimentado, que se pueda centrar en la atención específica a las situaciones sociales problemáticas que pueda encontrarse, que conozca dinámicas pedagógicas que ayuden a estos estudiantes (competencias no cognitivos: cómo inculcarles motivación, perseverancia, paciencia).
Otro elemento obligatorio que mencionar porque las brechas son enormes a nivel socioeconómico es la repetición. Somos un país que hace repetir mucho, esto es conocido, pero no repite todo el mundo, repiten los estudiantes desfavorecidos. A los 15 años ha repetido un 53% de los estudiantes del cuartil más desfavorecido mientras solo lo ha hecho un 8% de los acomodados. Acercar estas cifras es imperativo, somos una anomalía total. Hay todo tipo de intervenciones, a nivel pedagógico también.
Un primer elemento entonces es atender estas situaciones con políticas de lucha contra la pobreza infantil o incluso ayudas directas. Un segundo elemento son escuelas infantiles de calidad y políticas que posibiliten el acceso a estas escuelas de colectivos desfavorecidos. España ha sufrido una gran explosión de la escuela infantil, el 0-3, pero no ha llegado a las familias que más se podrían beneficiar de ellas, las más desfavorecidas. Y más si son escuelas de calidad que producen lo que estos niños no tienen en casa, que es la estimulación cognitiva. Un tercer elemento es contener la segregación escolar.
Hay efectos concentración de la pobreza que se producen en el barrio. También en la escuela, sobre todo si los centros no cuentan con suficientes recursos para hacer frente a estos retos. Una política en esa dirección también sería ayudar más generosamente a las escuelas que afrontan situaciones socioeconómicas más dificultosas: asegurar que el personal docente sea experimentado, que se pueda centrar en la atención específica a las situaciones sociales problemáticas que pueda encontrarse, que conozca dinámicas pedagógicas que ayuden a estos estudiantes (competencias no cognitivos: cómo inculcarles motivación, perseverancia, paciencia).
Otro elemento obligatorio que mencionar porque las brechas son enormes a nivel socioeconómico es la repetición. Somos un país que hace repetir mucho, esto es conocido, pero no repite todo el mundo, repiten los estudiantes desfavorecidos. A los 15 años ha repetido un 53% de los estudiantes del cuartil más desfavorecido mientras solo lo ha hecho un 8% de los acomodados. Acercar estas cifras es imperativo, somos una anomalía total. Hay todo tipo de intervenciones, a nivel pedagógico también.
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¿Nos estamos preocupando poco como sociedad del fenómeno de la pobreza infantil?
El gran salto es entre la preocupación y poner los medios. La
preocupación que aparece en los medios de comunicación acaba incluso
expresándose en los programas políticos o hasta en los pactos que firman
los partidos. En las últimas dos negociaciones entre PSOE-Cs y entre
PP-Cs para presentar una alternativa de Gobierno, en los dos casos se
reconoció el grave problema de pobreza infantil y se comprometió una
gran cantidad de recursos para hacerle frente. El problema es que cuando
llega el momento de negociar los Presupuestos Generales del Estado esto
no acaba de concretarse. Los 2.000 millones de euros que comprometieron
el PP y Ciudadanos al final se quedaron en ciento y pico, que
desglosados ni siquiera van a la infancia y acaban en los refugiados,
por ejemplo.
En el último momento los actores que tienen que negociar los presupuestos se olvidan de la importancia del problema y atienden otras consideraciones, quizá a quién pueden contentar y a quién descontentar y con esto de los niños quizá te puedas permitir el lujo de no ponerlo en primera línea porque en el fondo no vas a descontentar a mucha gente.
En el último momento los actores que tienen que negociar los presupuestos se olvidan de la importancia del problema y atienden otras consideraciones, quizá a quién pueden contentar y a quién descontentar y con esto de los niños quizá te puedas permitir el lujo de no ponerlo en primera línea porque en el fondo no vas a descontentar a mucha gente.
Sorprende esta afirmación, porque uno diría que un 28% de las familias con hijos sí es mucha gente.
Suena a mucha gente, pero esa gente no se identifica como familias
con niños pobres. Se identificarán como catalanes, trabajadores, como
consumidores o como familias con un dependiente en casa, pero no con
familias con niños que necesitan una determinada atención hacia los
niños. Son grupos que no tienen a nadie que les defienda como colectivo.
Los trabajadores tienen a los sindicatos, los independentistas a los
partidos políticos nacionalistas… El tema de los niños queda más
relegado porque no tienen esas asociaciones bandera que puedan
defenderlos.
Esta situación está mejorando bastante porque hoy en día sí hay un Save the Children o Unicef que pueden jugar ese papel, pero aún quedan relegados en el último momento, en el proceso de negociación. Todos los partidos se apuntan al “hay que ocuparse de los niños” a nivel programático, pero no parecen traducirlo después
Esta situación está mejorando bastante porque hoy en día sí hay un Save the Children o Unicef que pueden jugar ese papel, pero aún quedan relegados en el último momento, en el proceso de negociación. Todos los partidos se apuntan al “hay que ocuparse de los niños” a nivel programático, pero no parecen traducirlo después
*.- Pau Marí Klose, Profesor de Sociología en la Universidad de Zaragoza, es toda una autoridad cuando se habla de pobreza infantil. Aunque empezó estudiando a los jóvenes, este profesor de Sociología de la Universidad de Zaragoza rápidamente pasó a los más pequeños.
Se le nota la pasión y el conocimiento al contestar las preguntas. Enlaza temas, ofrece datos, cita estudios.
En los más de diez años que ha dedicado al tema, ha averiguado que la pobreza es mucho más que falta de dinero, que es una situación de la que es difícil salir y que, desde luego, la escuela no acaba de ayudar.