Varios testimonios dan cuenta del maltrato físico y psicológico que sufren los menores encarcelados en prisiones israelíes, en las que pueden terminar por el mero hecho de lanzar piedras contra un tanque o manifestarse contra la ocupación.
Diario Público
EMILIA G. MORALES
13/07/2024
Soldados israelíes detienen a un joven palestino/ Abed Al Hashlamoun (EFE).
En 2018, la imagen de una niña rubia gritando y abofeteando a un soldado israelí mientras este ríe dio la vuelta al mundo. La niña era Ahed Tamimi y, con sólo 11 años, desafiaba a un miembro de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) por tratar de detener a su hermano. Tres años más tarde, la escena se repitió: Tamimi pateó a un soldado israelí que había disparado una bala de goma a su primo. Por estos actos, la preadolescente estuvo presa durante ocho meses, convirtiéndose en un icono de la causa palestina. Siempre en el ojo del huracán por su activismo contra la ocupación israelí, Tamimi volvió a ser detenida tras los atentados de Hamás del 7 de octubre en una redada en Nabi Saleh (Cisjordania) donde reside. Semanas más tarde, fue liberada.
Las detenciones de menores de edad son una práctica común en esta región de Oriente Próximo. Aproximadamente entre 500 y 700 niños palestinos son detenidos cada año por las FDI, según los datos de la organización local Defense for Children International Palestine (DCIP). Algunos de ellos tan sólo tenían 12 años en el momento de su arresto, edad mínima con la que los niños y niñas palestinos pueden ser juzgados y encarcelados según la legislación israelí. La estimación de la organización palestina es similar a la que hace la internacional Save The Children (STC), que en su informe de 2023 sobre la situación de los niños palestinos estimaba que Israel arrestaba a entre 500 y 1.000 menores anualmente.
Tras los atentados del 7 de octubre, la situación ha empeorado considerablemente. A inicios de julio, 250 niños y niñas palestinos se encuentran entre rejas, según el recuento de la Asociación palestina de Apoyo a Prisioneros y Defensa de los Derechos Humanos (Addameer). Ellos son el 2,5% de las 9.700 personas que Israel mantiene encerradas en prisión, algunos de ellos sin siquiera acusación. También organismos internacionales como la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) hablan de niños y niñas detenidos, maltratados en las prisiones de Israel, aunque no se aventuran a dar cifras concretas.
"Lanzar piedras" contra tanques o soldados, o "manifestarse" son las razones más comunes por las que los menores palestinos son detenidos por Israel, según STC. En otros casos, la mera sospecha de que hayan delinquido es suficiente para arrestarlos, gracias a la figura de la detención administrativa, que permite a las FDI arrestar a palestinos sin que se hayan presentado cargos contra ellos. Mientras que los actos de vandalismo o protestas son considerados como desobediencia civil y juzgados por la Justicia ordinaria en la mayoría de los países democráticos, Israel los somete a la justicia militar.
Tribunales militares para menores
Que militares juzguen a menores "es algo muy anómalo", evidencia a Público Vicente Raimundo Núñez-Flores, director de Cooperación Internacional de Save The Children. Tanto es así que Israel es el único país del mundo que mantiene este modelo en la actualidad. Dicho de otra manera, los niños y niñas palestinas son los únicos en todo el mundo en ser juzgados por militares. "Cuando un menor comete un delito en cualquier otro país, el sistema judicial es profundamente garantista y más respetuoso precisamente por su condición de niños, que los hace muy vulnerables", abunda Núñez-Flores. En cambio, "el sistema procesal militar es mucho más agresivo a todos los niveles: tienen menos garantías procesales, las sanciones son mayores, las condiciones de detención y reclusión son más duras... todo es peor".
Estas premisas hacen que algunos niños pasen años en prisión. Es el caso de Ahmad Manasra, quien este año ha cumplido 22 años de edad en la cárcel después de ser detenido siendo un niño de 13. Según denuncia Amnistía Internacional, Manasra fue insultado y amenazado durante su interrogatorio cuando era apenas un niño. Además, en aquellos momentos no estuvo acompañado por sus padres ni por un abogado. Este abuso de poder se repite constantemente, de acuerdo a los testimonios recabados año tras año por Save The Children. Según la investigación publicada por esta ONG en 2023, al 58% de los niños y niñas palestinos se les prohibieron las visitas y la comunicación con sus familias mientras estaban detenidos.
A Manasra se le acusó de intento de asesinato y se le impuso una condena de 12 años de prisión que finalmente fueron rebajados a nueve. Ocho años después de su detención –dos de los cuáles los ha pasado en régimen de aislamiento– las secuelas psicológicas de Manasra son brutales. Así lo demostró un informe psiquiátrico que le fue realizado durante su hospitalización a finales de 2022. A pesar de ello, como informó en su momento la organización internacional, cuando pudo recuperarse, Manasra fue llevado de nuevo a su celda de aislamiento.
"Por eso ningún otro país del mundo aplica regímenes militares a niños", defiende Núñez-Flores. "Es como si te hacen un consejo de guerra por hacer un grafiti en el metro", compara. El único avance que ha emprendido el Estado sionista para mejorar la situación de los menores es designar un tribunal militar específico para los casos de menores. Pero la realidad es que lo sustancial no ha cambiado y que, en la actualidad, Israel sigue aplicando condiciones de detención aterradoras a los menores palestinos. Ellos mismos dan cuenta de ello, testimonio tras testimonio, tras ser liberados.
Manual de represión: palizas, desnudos y aislamiento
Llegan en mitad de la noche y los sacan de sus camas a rastras. Después de reducirlos, les atan las manos tras la espalda y colocan una venda en sus ojos. Probablemente, permanecerán cegados y maniatados durante las primeras 24 horas de su detención. Tampoco les dan de comer. Dará igual su condición de niños cuando, durante las primeras horas de su arresto, sean sometidos a trato vejatorio e interrogatorios intensivos sin defensa. Podría ser esta madrugada o la siguiente, en esta casa o en la del vecino. Nunca se sabe cuando vienen, pero sí que tarde o temprano lo harán.
Así son la mayoría de las detenciones de menores de edad palestinos que llevan a cabo las FDI, de acuerdo al estudio publicado el pasado año por Save The Children. De nuevo, no es el único organismo que ha recopilado numerosos testimonios que apuntan al sometimiento de los menores a estas violencias. El trato que reciben los niños y niñas al ser detenidos por el autodenominado "ejército más moral del mundo" dista mucho de hacer honor a su nombre. Las cifras de STC son contundentes: cuatro de cada cinco niños son golpeados durante su detención o estancia en prisión y el 42% son heridos en el momento en el que son arrestados. "Hablamos de heridas de bala o fracturas de huesos, no de cualquier cosa", aclara Núñez-Flores.
El 70% de ellos son desnudados, el 86% sufren palizas y el 60% son amenazados con algún objeto, incluidas armas. Además, un número indeterminado de menores denuncian algún tipo de violencia sexual. Si bien la investigación que sacó a la luz estas cifras se llevó a cabo antes de los atentados del 7 de octubre, todos los reportes apuntan a que la violencia contra los menores no ha hecho más que crecer.
Todas estas prácticas tienen un impacto durísimo en la salud mental de estos menores, aunque algunas están específicamente destinadas a maltratar psicológicamente a niños y niñas. Así, el 60% de los menores palestinos detenidos han sido sometidos a régimen de aislamiento durante un periodo que oscilaba entre uno y 48 días. En algunos casos, como el de Ahmad Mansara, esta situación se alarga durante años. Su caso es un claro ejemplo de cómo el encierro extremo y la incomunicación genera daños gravísimos en la salud mental de los más jóvenes.
Esto contraviene la Convención sobre Derechos del Niño de la ONU y, por tanto, el derecho internacional. "Si tu quieres quebrar a alguien psicológicamente para siempre y reducir su esperanza de vida, sólo tienes que aislarlo", denuncian desde STC. Y sentencian: "Todo esto es tortura psicológica, ya lo sabemos".
Daños colaterales de la deshumanización
Cómo ha llegado Israel a este punto de deshumanización de los palestinos es algo que se preguntan los sectores más críticos de la sociedad israelí, al que pertenece el exsoldado y activista Yehuda Shaul, así como miembros antisionistas de la comunidad judía en el resto del mundo. En una entrevista concedida a Público a principios de julio, Shaul se mostró consternado por "el deterioro moral que hemos atravesado [los israelíes]" y que calificó de "alucinante y vergonzoso".
Yehuda usa un suceso acaecido durante la operación militar israelí de 2002, Escudo Defensivo, para explicar esta degradación. El 22 de julio de aquel año, las FDI bombardearon un edificio en el que se encontraba Salah Shehade, jefe del brazo armado de Hamás. En el ataque también fueron asesinados su esposa y nueve niños y niñas. La fuerte oleada de indignación que desataron aquellos asesinatos corrió como la pólvora, llevando el caso a instancias judiciales en el propio Israel. Fuera de Próximo Oriente el ataque también fue duramente criticado, incluso por el entonces presidente de EEUU, el republicano y firme defensor de Israel, George Bush, quien pidió explicaciones al primer ministro sionista Ariel Sharon. Israel terminó reconociendo un error de cálculo, y aseguró que, de haber sabido que morirían inocentes, no hubiese llevado a cabo el ataque. Esta empatía, al menos narrativa, está a años luz del escenario actual, donde 14.000 menores han sido asesinados sin que nadie detenga la matanza.
No hay cifras claras del número de menores detenidos durante aquella operación militar, si bien la ONU reconoció que entre los 7.000 arrestados en aquel contexto había menores de hasta 15 años. A finales de 2008 y principios del 2009 se produjo otra operación militar, llamada "Plomo Fundido", en la que alrededor de 1.400 palestinos perecieron bajo las bombas israelíes. Entre ellos unos 400 niños. El año 2008 fue el primero en el que la organización Defense for Children International Palestine (DCIP) comenzó a recoger datos de menores de entre 12 y 17 años encarcelados. Febrero de 2009, mes de la finalización de la operación, fue uno de los meses con más niños y niñas palestinos detenidos hasta la actualidad según el registro de la ONG: un total de 423 menores. Esta cifra sólo ha sido superada durante los primeros meses del 2016.
Sin embargo nunca, siquiera durante este conflicto, se han vuelto a alcanzar esas cifras. Al menos, que se sepa, ya que, al igual que ocurre con los datos de fallecidos, las cifras de detenidos también bailan. Israel no aporta datos claros sobre los detenidos y sólo las ONG locales hacen como pueden recuentos de los arrestos de menores. Save The Children ha estimado que actualmente hay 20.000 menores palestinos desaparecidos. Es posible que muchos de ellos se encuentren bajo los escombros, mientras que otros se hayan perdido en el transcurso de alguno de los muchos desplazamientos que sus familias se ven obligadas a hacer para huir de las bombas. Por último, explica a Público Núñez-Flores, otra cantidad indeterminada de niños y adolescentes se encuentran detenidos secretamente en prisiones israelíes.
Mientras las fotos, nombres e historias de vida de los menores israelíes asesinados o secuestrados por Hamás se reproducen constantemente en todos los medios israelíes, un manto de silencio y anonimato cubre los cuerpos con o sin vida de los niños y niñas palestinos desaparecidos. Para una cooperante vasca que ha vivido en Cisjordania y la Franja de Gaza durante años —y que prefiere no dar su nombre—, esta invisibilizarían de forma parte de la estrategia de deshumanización que Israel lleva años desarrollando. Sin cifras claras, ni nombres, paradero, defensa o garantías procesales, estos niños y niñas, no existen.