La base de la empatía en la adolescencia son las relaciones seguras en el hogar.
Rompiendo seis mitos de la disciplina positiva.
Primero aprendes a satisfacer las necesidades básicas de tus hijos como la higiene, la alimentación, el sueño o la seguridad, pero pronto te das cuenta de que la profesión de ser papá o mamá va mucho más allá. Nadie nos prepara para saber dar respuesta a las necesidades emocionales de nuestros hijos, para enseñarles a gestionar la frustración o los miedos, para hacer frente a las terribles rabietas o acompañar la adolescencia con calma y templanza. Situaciones a las que nos cuesta dar respuesta y que nos hacen sentir en muchas ocasiones vulnerables, inseguros o llenar nuestra educación de recelos. Que nos muestran y enseñan que no existen atajos ni recetas mágicas para hacer frente a los retos diarios con los que nos desafía la maternidad o paternidad.
Por suerte un día se cruzó en mi camino educativo la disciplina positiva. Una teoría basada en el trabajo realizado por los psicólogos humanistas Rufus Dreikurs y Alfred Adler y desarrollada por Jane Nelsen. Una disciplina que permite educar desde el respeto mutuo y el amor incondicional que tiene en cuenta las necesidades y capacidades del niño en su momento de desarrollo, facilitando una buena confianza, autonomía y autoestima. Un método que favorece el desarrollo emocional y refuerza los vínculos afectivos entre padres e hijos.
Por diversas razones muchas familias piensan que educar desde esta visión positiva significa no establecer límites o normas a nuestros hijos dándoles todo aquello que nos pidan, convirtiéndoles en pequeños tiranos. Que permite que sea el menor quien decida qué quiere hacer en cada momento y los padres deben complacer todas las demandas. La disciplina positiva, sin embargo, no es permisiva ni sobreprotege a nuestros hijos. Tampoco pretende que se conviertan en niños sumisos y obedientes. Su objetivo principal es que nuestros hijos crezcan felices, seguros e ilusionados, sintiendo que pueden contar con nosotros sin condición. Una crianza respetuosa que va con los ritmos de aprendizajes, les ayuda a desarrollar sus capacidades y a que sean conscientes de ellas. Además, enseña valiosas habilidades para la vida como el respeto, la colaboración, la resolución de problemas y la participación.
¿Cuáles son los principales bulos que acompañan a esta teoría educativa?
- Es simplemente una nueva moda educativa que convierte a nuestros hijos en niños caprichosos, “mal educados” y frágiles. FALSO. La disciplina positiva educa desde la seguridad y el equilibrio entre la firmeza y la amabilidad. Estableciendo normas y límites claros y potenciando el esfuerzo y la responsabilidad.
- Como no se utilizan castigos o premios los niños acaban haciendo aquello que les apetece en cada momento. FALSO. Cuando educamos en positivo no utilizamos recursos educativos que hagan sentir mal a nuestros hijos. Les ayudamos a desarrollar competencias que les permitan tomar sus propias decisiones, aceptar el error como parte fundamental del aprendizaje y convertirse en personas resilientes. La utilización de consecuencias lógicas y naturales permiten a nuestros pequeños aprender de forma más efectiva y significativa.
- Es un método al que le falta mano dura y mucha disciplina. FALSO. Es una teoría que elimina del acompañamiento las amenazas, las represalias, los chantajes o la humillación. Cuando hablamos de educación en positivo hablamos de amor y respeto, pero también de orden y disciplina. Se educa en positivo potenciando la autonomía, el pensamiento crítico y la responsabilidad rechazando la obediencia y el sometimiento.
- Es un método que nunca utiliza “no”. FALSO. La crianza respetuosa huye de abusar y centrar nuestra forma de educar en un no constante, pero establece límites claros y consensuados. Nuestros hijos necesitan padres empáticos que escuchen asertivamente, validen emociones, entiendan las necesidades y ofrezcan opciones.
- La disciplina positiva evita a toda costa que el niño se frustre, llore o se sienta triste. FALSO. Es un método basado en el desarrollo de la inteligencia emocional de nuestros hijos que pretende enseñar a identificar, poner nombre a los sentimientos y gestionar y dar respuesta a todas las emociones. Si nuestros hijos aprenden a conectar con sus emociones, serán mucho más empáticos, felices y tendrán mayor confianza en sí mismos.
- Únicamente pueden aplicar la teoría padres o madres meditativos o contemplativos. FALSO. Todas las familias pueden educar en positivo. Solo es necesario formarse, conocer las características propias del método y ser conscientes que no obtendremos resultados de forma inmediata. Educar en positivo requiere mucha paciencia, constancia e ilusión. Aprender a hacerlo ayuda a las familias a acompañar a sus hijos desde el amor y el cariño con paciencia, sentido común y firmeza. Permite a nuestros pequeños crecer y desarrollarse de forma positiva, cultivar una buena autoestima y autoconcepto, desarrollar las competencias necesarias para hacer frente a los retos que la vida les regala a diario.
Como decía Teresa de Calcuta: “El amor comienza en casa, y no es lo mucho que hacemos… Es cuánto amor ponemos en cada acción”.
Más información
Revista HDIA: Hablando de Infancia y Adolescencia, GSIA, nº de Julio 2021.
Hablando de Infancia y Adolescencia
Crear mecanismos que reconozcan a los niños, niñas y adolescentes como actores sociales con capacidad de agencia debe ser un compromiso de la sociedad en un avance por reconocer su accionar en el mundo actual.
Desde que comenzó la pandemia a inicios del año 2020 han sido múltiples los estudios, sondeos y artículos tanto de tipo académico como periodísticos que se han divulgado abiertamente acerca de los efectos de esta emergencia sanitaria en los niños, niñas y adolescentes. Algunos de estos trabajos han destacado su comportamiento ejemplar durante el confinamiento, llegando incluso a que ciertas administraciones públicas organicen homenajes y premios a dicha conducta. Sin embargo, este valor que aunque resalta con excesivo positivismo, encubre una realidad compleja y no reconoce la afectación, las necesidades e intereses de los niños, niñas y adolescentes en la gestión de la pandemia. Es cierto que con gran ahínco y resiliencia han tenido que hacer frente a una situación extraordinaria que transformó las formas de socializar, pero no por ello quiere decir que no estén afectados por todas estas circunstancias. De esta forma, más allá de alabanzas y condecoraciones a la infancia por una conducta ideal, es necesario y urgente reconocer su papel activo, escuchar sus necesidades y su voz en la gestión de una realidad que les afecta.
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GSIA es una asociación sin ánimo de lucro, de carácter independiente, que fue creada hace 10 años por un pequeño pero apasionado grupo de profesionales de diferentes especialidades.
Su finalidad principal es la de contribuir al reconocimiento de los derechos humanos en la infancia y la adolescencia, a través del estudio, la formación, la sensibilización y la difusión de los mismos.
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MAKE-IT-SAFE: Promoción del uso seguro de Tecnologías de Relación, Información y Comunicación (TRIC) .
"Decide Convive: Ciudadanía Global en contextos de exclusión, una herramienta clave para la inclusión social de la adolescencia”. Informe Entreculturas.
Esta publicación forma parte de Educar para cambiar el Mundo, la línea de publicaciones de Entreculturas a través de la cual sistematizamos nuestra práctica y la ponemos a disposición de toda la comunidad educativa.
En este caso, hemos querido sistematizar nuestra experiencia a la hora de aplicar el enfoque de Educación para la Ciudadanía Global (EpDCG) en el trabajo con jóvenes en contextos de exclusión, y sus efectos en la mejora de la convivencia y la inclusión social....
El Acto contó con las intervenciones de Ramón Almansa, director ejecutivo de Entreculturas, Clara Maeztu, técnica de educación no formal de Entreculturas y coordinadora del informe Decide Convive, Carmen Gayo, directora de la oficina del Alto Comisionado que coordina la Alianza País y representantes de organizaciones clave en este ámbito de intervención como Carmen García, del programa de Infancia, Adolescencia y Familia de Cáritas Española, Jaime Pons, del Servicio Jesuita a Migrantes y Miguel Pérez, del servicio jesuita a infancia y juventud Red Mimbre.
I Congreso Internacional de Educación y Jóvenes en Dificultad Social en Transición a la Vida Adulta
Últimos días para el envío de resúmenes de comunicaciones es el día 26 de julio 2021.
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El bullying del que nadie habla:
Solo hace falta dar un repaso a la sección de deportes, espectáculos, programas de televisión, videojuegos o series para entender por qué el problema está instalado y cronificado. Pero hay una señal de alivio y es muy poderosa: por fin estamos hablando de ello.
Las “partes” implicadas: un todo que refleja nuestra sociedad.
La parte espectadora, las filas más ocupadas y densas, se niegan a implicarse en un conflicto que no sienten como suyo ya que la sociedad les inculca que eso es poco “rentable”; “pragmático” e incluso contraproducente.
A veces, el acosador es un fiel reflejo de lo que se fomenta en nuestro medio: el rechazo de la excelencia, la anulación de la diversidad. La exclusión de la originalidad. Se elige un blanco vulnerable, sin privilegios. Además, no solo es el blanco de la ira sino la consecuencia evidente de un fallo de todos para detectarlo a tiempo.
El mercantilismo y el falso concepto de éxito como origen del bullying más actual.
El bullying, tal y como lo entendemos ahora, ha sido durante años una cuestión tabú. Ahora es la adhesión a la new-age de la psicología y la pedagogía influenciada por una competitividad salvaje. Se obvia todo lo molesto, se mercantilizan todos los recursos de las escuelas, se echan balones fuera si cierto grupo de niños no se adapta.
Podemos ver como se enseñan a los niños varios idiomas no por la riqueza cultural, sino por la riqueza material que un día obtendrán. Cada vez se profundiza menos en materias como filosofía. Se les enseña y se les prepara para ganar, cuando ni tan siquiera saben convivir.
No se les habla de otras realidades y se trabaja la empatía, lo que podría prevenir muchos de estos casos de acoso. Esto no es pintar una realidad demasiado oscura, es remarcar que el avance de los recursos no está yendo a la par de grandes avances educativos. A veces esto no solo tiene relación con tener un 10 en los deberes, si tienes un 0 en educación.
Si no queremos acoso, si queremos igualdad y si queremos educación podemos conseguirlo. La condición indispensable para llegar a pintar una realidad cálida y confortable es saber cómo abona el campo para evitar el acoso. No hay una varita mágica para ello, hay que trabajarlo día a día, conjuntamente. Crear conciencia y no indiferencia.
Los padres colonizadores del espacio escolar: un bullying actual del que nadie habla.
Tenemos que ser capaces de detectar qué puntos en común siempre existirán en el bullying pero como se pueden camuflar entre nuevas conductas, lo que incluye a padres, profesores y alumnado. En los últimos tiempos, la sobreprotección a la par que la delegación absoluta a los centros escolares de una instrucción que compete a los padres está provocando serios problemas de disciplina en las aulas.
Existe una confusión entre roles y deseos en muchos padres actuales. Por un lado, desean que sus hijas e hijos permanezcan más tiempo realizando actividades fuera de casa. Por otro lado, sin implicarse, pretenden tener una autoridad total sobre todos aquellos profesionales que trabajan con sus hijos.
El problema de la educación actual es que no ha habido una transición progresiva y óptima entre los antiguos modelos educativos, obsoletos y autoritarios, a otros modelos cooperativos y democráticos que no arrebaten autoridad a los profesionales educativos.
Esto afecta a la educación en general, pero muy en particular al problema del bullying. ¿Cómo pueden denunciar los profesores o psicólogos escolares una situación de abuso cuando sus competencias son cuestionadas de forma sistemática por los padres y luego por los propios alumnos?.
Existe una cierta desnaturalización del desarrollo escolar de muchos niños en la actualidad, lo que provoca mayor dificultad para poder detectar casos de bullying . Cada vez más actividades se realizan en el ámbito del espacio del colegio. Celebraciones y cumpleaños que deberían ser una celebración para todos, pero en las que algunos niños empiezan a verse excluidos por decisión de los progenitores de otros alumnos.
Rencillas entre adultos que se proyectan en un espacio común. Otros padres son espectadores pero se niegan a tomar partido. Los profesores no cuentan con colaboradores y datos fiables para cambiar la dinámica de la situación. Los niños y niñas ven reforzadas conductas de exclusión. El bullying de los niños en las aulas fomentado por los padres con sus actitudes.
Muchos adultos empiezan a comportarse como “niños”. Cuestionan a los profesores sitemáticamente, niegan cualquier comportamiento erróneo de sus hijos. Estigmatizan el comportamiento de otros niños, amplifican y airean cualquier rencilla entre dos niños antes que optar por un diálogo. Ese también es un bullying silencioso, del que nadie habla.
No dejemos que el bullying adopte nuevas formas.
Pero existe una alegría: se detectó el “antiguo” bullying y ahora estamos intentando concienciar y erradicar. No dejemos que adopte nuevas formas y se nutra de nuevas raíces.
Detectemos con antelación este nuevo tipo de bullying que no por estar silenciado causa menor malestar. No convirtamos a nuestros hijos en muñecos rotos de nuestras frustraciones, poniéndoles etiquetas que pueden causar en los adultos que tratan con ellos el conocido “Efecto pigmalión“.
Dejemos que cometan errores y aciertos antes de creernos con el derecho de establecer una sentencia sobre su comportamiento y personalidad que condicione a los demás en sus formas de relacionarse entre ellas/os. No nos convirtamos en espectadores nunca, pero sobre todo no fomentemos con nuestro modelo actitudes de acoso en los niños