Rompiendo seis mitos de la disciplina positiva.

Este método de crianza no es permisivo ni sobreprotege a nuestros hijos. 
Tampoco pretende que se conviertan en niños sumisos y obedientes. 
Su objetivo principal es el respeto en el crecimiento, que crezcan felices.
Sonia López Iglesias.
De Mamas and de Papas.
El País.
Recuerdo el día que me dijeron que estaba embarazada por primera vez, una mezcla de ilusión y miedo se apoderaron de mí. Recuerdo la primera vez que se cruzaron nuestras miradas y sentí que aquel bebé había llegado para hacerme ser mucho mejor persona. A medida que mi hijo iba creciendo, me di cuenta de que la maternidad es el único oficio del mundo en el que primero te otorgan el título y luego cursas la carrera. Una carrera de fondo llena de dudas, de errores y de miles de cosas por aprender.

Primero aprendes a satisfacer las necesidades básicas de tus hijos como la higiene, la alimentación, el sueño o la seguridad, pero pronto te das cuenta de que la profesión de ser papá o mamá va mucho más allá. Nadie nos prepara para saber dar respuesta a las necesidades emocionales de nuestros hijos, para enseñarles a gestionar la frustración o los miedos, para hacer frente a las terribles rabietas o acompañar la adolescencia con calma y templanza. Situaciones a las que nos cuesta dar respuesta y que nos hacen sentir en muchas ocasiones vulnerables, inseguros o llenar nuestra educación de recelos. Que nos muestran y enseñan que no existen atajos ni recetas mágicas para hacer frente a los retos diarios con los que nos desafía la maternidad o paternidad.

Por suerte un día se cruzó en mi camino educativo la disciplina positiva. Una teoría basada en el trabajo realizado por los psicólogos humanistas Rufus Dreikurs y Alfred Adler y desarrollada por Jane Nelsen. Una disciplina que permite educar desde el respeto mutuo y el amor incondicional que tiene en cuenta las necesidades y capacidades del niño en su momento de desarrollo, facilitando una buena confianza, autonomía y autoestima. Un método que favorece el desarrollo emocional y refuerza los vínculos afectivos entre padres e hijos.

Por diversas razones muchas familias piensan que educar desde esta visión positiva significa no establecer límites o normas a nuestros hijos dándoles todo aquello que nos pidan, convirtiéndoles en pequeños tiranos. Que permite que sea el menor quien decida qué quiere hacer en cada momento y los padres deben complacer todas las demandas. La disciplina positiva, sin embargo, no es permisiva ni sobreprotege a nuestros hijos. Tampoco pretende que se conviertan en niños sumisos y obedientes. Su objetivo principal es que nuestros hijos crezcan felices, seguros e ilusionados, sintiendo que pueden contar con nosotros sin condición. Una crianza respetuosa que va con los ritmos de aprendizajes, les ayuda a desarrollar sus capacidades y a que sean conscientes de ellas. Además, enseña valiosas habilidades para la vida como el respeto, la colaboración, la resolución de problemas y la participación.

¿Cuáles son los principales bulos que acompañan a esta teoría educativa?

  1. Es simplemente una nueva moda educativa que convierte a nuestros hijos en niños caprichosos, “mal educados” y frágiles. FALSO. La disciplina positiva educa desde la seguridad y el equilibrio entre la firmeza y la amabilidad. Estableciendo normas y límites claros y potenciando el esfuerzo y la responsabilidad.
  2. Como no se utilizan castigos o premios los niños acaban haciendo aquello que les apetece en cada momento. FALSO. Cuando educamos en positivo no utilizamos recursos educativos que hagan sentir mal a nuestros hijos. Les ayudamos a desarrollar competencias que les permitan tomar sus propias decisiones, aceptar el error como parte fundamental del aprendizaje y convertirse en personas resilientes. La utilización de consecuencias lógicas y naturales permiten a nuestros pequeños aprender de forma más efectiva y significativa.
  3. Es un método al que le falta mano dura y mucha disciplina. FALSO. Es una teoría que elimina del acompañamiento las amenazas, las represalias, los chantajes o la humillación. Cuando hablamos de educación en positivo hablamos de amor y respeto, pero también de orden y disciplina. Se educa en positivo potenciando la autonomía, el pensamiento crítico y la responsabilidad rechazando la obediencia y el sometimiento.
  4. Es un método que nunca utiliza “no”. FALSO. La crianza respetuosa huye de abusar y centrar nuestra forma de educar en un no constante, pero establece límites claros y consensuados. Nuestros hijos necesitan padres empáticos que escuchen asertivamente, validen emociones, entiendan las necesidades y ofrezcan opciones.
  5. La disciplina positiva evita a toda costa que el niño se frustre, llore o se sienta triste. FALSO. Es un método basado en el desarrollo de la inteligencia emocional de nuestros hijos que pretende enseñar a identificar, poner nombre a los sentimientos y gestionar y dar respuesta a todas las emociones. Si nuestros hijos aprenden a conectar con sus emociones, serán mucho más empáticos, felices y tendrán mayor confianza en sí mismos.
  6. Únicamente pueden aplicar la teoría padres o madres meditativos o contemplativos. FALSO. Todas las familias pueden educar en positivo. Solo es necesario formarse, conocer las características propias del método y ser conscientes que no obtendremos resultados de forma inmediata. Educar en positivo requiere mucha paciencia, constancia e ilusión. Aprender a hacerlo ayuda a las familias a acompañar a sus hijos desde el amor y el cariño con paciencia, sentido común y firmeza. Permite a nuestros pequeños crecer y desarrollarse de forma positiva, cultivar una buena autoestima y autoconcepto, desarrollar las competencias necesarias para hacer frente a los retos que la vida les regala a diario.

Como decía Teresa de Calcuta: “El amor comienza en casa, y no es lo mucho que hacemos… Es cuánto amor ponemos en cada acción”.

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