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Infancia huérfana de la violencia de género: la víctima más invisible del drama

Estudio singular de la Defensoría de la Infancia y Adolescencia de Andalucía.

Este informe está dedicado a analizar la situación de aquellos niños y niñas que se han quedado huérfanos porque sus madres han sido asesinadas por sus padres o parejas. 




Defensoría de la Infancia 
y Adolescencia de Andalucía
2023






Desde la Defensoría tratan de poner de relieve los problemas y necesidades a los que se han de enfrentar los menores de edad tras el fallecimiento de la progenitora así como aquellas intervenciones públicas necesarias para superar el trauma vivido y hacer posible que sus vidas puedan tener un mejor futuro. 


La sociedad y los poderes públicos no pudieron proteger a sus madres pero sí deben ayudar a estos niños y niñas a superar el trauma, reparar el daño y garantizarles un futuro digno. Una infancia que, además, les ha tocado vivir uno de los mayores dramas a los que se puede enfrentar el ser humano: ser el hijo o hija del asesino de su madre.


La Organización de Naciones Unidas, en la IV Conferencia Mundial de 1995, reconoció que la violencia contra las mujeres es un obstáculo para lograr los objetivos de igualdad, desarrollo y paz y viola y menoscaba el disfrute de los derechos humanos y las libertades fundamentales.


Este tipo de violencia es una lacra social con historia silenciada durante muchos años y cuesta un peaje muy elevado a las mujeres, en ocasiones, incluso con su propia vida.


Son muchos los debates, análisis y estudios, tanto a nivel internacional como nacional, que vienen a señalar las repercusiones negativas que estos reprobables actos tienen sobre las mujeres víctimas. Paralelamente esta especial sensibilidad ha ido acompañada de un incremento de la atención social e institucional que se ha traducido en la aprobación de una serie de medidas legislativas y en la puesta a disposición de recursos para atender a las víctimas.


Pero la violencia de género no afecta exclusivamente a la mujer sino que se extiende ineludiblemente a los niños y niñas que conviven con el maltratador y aquella. Ésta es la razón que llevó a un amplio sector de la doctrina a proclamar que en la violencia de género no hay una sola víctima. Los hijos e hijas de las mujeres son tan víctimas como éstas, si bien el alcance es diferente en función de que la persona menor de edad sea también el centro de las agresiones, cualquiera que sea su tipología, o por el contrario, su protagonismo deriva de su condición de testigo de la violencia ejercida contra su madre. Son niños y niñas que les toca vivir un ambiente con comportamientos destructivos y modelos de conductas negativas cuyas consecuencias se dejarán sentir en su desarrollo y en su proceso de formación.


A pesar de la incidencia de este fenómeno sobre las personas menores de edad, los recursos y la protección que éstas han venido recibiendo de los poderes públicos, sin embargo, no han evolucionado al mismo compás que la atención a la mujer maltratada. Y ello porque la asistencia prestada a estos niños y niñas expuestos a violencia de género se ha encontrado íntimamente ligada a la de sus madres, sin tener en cuenta que los hijos debían ser acreedores de una atención propia, especializada y adaptada a sus características y necesidades específicas.


Pero abordar el fenómeno de la violencia de género sin una perspectiva de derechos de infancia, poniendo el foco únicamente en la mujer, invisibiliza la violencia sufrida por los hijos e hijas de esas mujeres como sujetos de derecho. Una violencia que deriva de su situación de vulnerabilidad múltiple: por vivir en un entorno violento que afectará a su desarrollo psicológico y bienestar -incluso la violencia directamente se ejerce sobre ellos-, porque pueden ser utilizados como instrumento para controlar o seguir dañando a sus madres y, también, por la difícil situación en la que se quedan cuando se produce el asesinato de la madre a manos del agresor.


Índice del informe:

Presentación


Testimonio de víctima

1. Avanzando en la protección a la infancia víctima de la violencia de género

2. Especial vulnerabilidad de las personas menores huérfanas de la violencia de género


3. Análisis de datos estadísticos: casi 400 huérfanos de la violencia de género en la última década


4. Retos y desafíos para los menores huérfanos de la violencia de género y sus familias


4.1. Soledad y abandono tras el entierro: un necesario acompañamiento a los huérfanos y sus familias

4.2. Otorgamiento de la guarda y custodia a las familias: un problema añadido

4.3. La crianza de los huérfanos: la importancia de las ayudas públicas

4.4. La doble victimización de los menores huérfanos en los procesos judiciales

4.5. Menores huérfanos de la violencia de género: solo víctimas indirectas

4.6. Menores huérfanos de la violencia de género: solo víctimas indirectas 

4.7. Escasas medidas de protección del patrimonio de las personas menores huérfanas 


5. Propuestas para mejorar la vida de las personas menores huérfanas de la violencia de género


Un recordatorio de la lucha por los derechos de la infancia, en Chile.


Por : Juan Pablo Venegas, Director 
Incidencia Pública World Vision Chile



En Chile, como en muchos otros países, celebramos en agosto el Mes de la Niñez con alegría y festividades. Sin embargo, nuestra realidad nos invita a reflexionar sobre si realmente existe algo que celebrar.


Mientras adornamos nuestras calles con globos y preparamos regalos, no podemos olvidar que hay una realidad país que entristece esta celebración. En nuestro país, miles de niños, niñas y adolescentes (NNA) viven en condiciones de vulnerabilidad en sus barrios, sus escuelas o en sus propias familias, y otros en una compleja atención del Estado que debería velar por su integridad y bienestar.


Las cifras son alarmantes y no pueden ser ignoradas. Según datos recientes, en Chile, más de 200 mil niños y adolescentes son víctimas de violencia física y emocional cada año. Además, otros miles se encuentran en hogares, o familias de acogida, muchos de ellos sin la atención y el cuidado adecuados porque la política pública especializada es aún deficiente.


La violencia contra los menores no es solo un problema social; es una crisis humanitaria que requiere nuestra atención inmediata. No podemos celebrar el Mes de la Niñez mientras sigan siendo víctimas de abusos, negligencia o de negar sus derechos.


Las familias son el agente clave, pero el Estado tiene la responsabilidad de proteger a nuestros niños y niñas  y garantizar sus derechos. Sin embargo, las políticas actuales son insuficientes y, en muchos casos, ineficaces. Niños y niñas no son aún reconocidos como personas y sus voces son ignoradas.


En el Mes de la Niñez, en lugar de simplemente celebrar, debemos reflexionar y actuar. Necesitamos políticas públicas más fuertes, una mayor inversión en programas de promoción, prevención y protección infantil, y por supuesto, una sociedad comprometida con su reconocimiento como actores sociales, sujetos de derechos y también  de protección.


No hay mucho que festejar mientras se siga invisibilizando  y vulnerando los derechos de niños, niñas y adolescentes en Chile. Es hora de que tomemos medidas concretas para cambiar esta realidad y asegurarnos de que cada niño, niña y adolescente en nuestro país tenga la oportunidad de crecer en un ambiente seguro y amoroso. 


La verdadera celebración será cuando podamos garantizar que todo niño, niña u adolescente pueda vivir una vida digna y plena.