Un 23% han aumentado las muertes de bebés con la prohibición del aborto en Texas, EE.UU.
El Nº de niños y niñas que murieron antes de cumplir cinco años alcanzó un mínimo histórico en 2022.
Un recordatorio de la lucha por los derechos de la infancia, en Chile.
En Chile, como en muchos otros países, celebramos en agosto el Mes de la Niñez con alegría y festividades. Sin embargo, nuestra realidad nos invita a reflexionar sobre si realmente existe algo que celebrar.
Mientras adornamos nuestras calles con globos y preparamos regalos, no podemos olvidar que hay una realidad país que entristece esta celebración. En nuestro país, miles de niños, niñas y adolescentes (NNA) viven en condiciones de vulnerabilidad en sus barrios, sus escuelas o en sus propias familias, y otros en una compleja atención del Estado que debería velar por su integridad y bienestar.
Las cifras son alarmantes y no pueden ser ignoradas. Según datos recientes, en Chile, más de 200 mil niños y adolescentes son víctimas de violencia física y emocional cada año. Además, otros miles se encuentran en hogares, o familias de acogida, muchos de ellos sin la atención y el cuidado adecuados porque la política pública especializada es aún deficiente.
La violencia contra los menores no es solo un problema social; es una crisis humanitaria que requiere nuestra atención inmediata. No podemos celebrar el Mes de la Niñez mientras sigan siendo víctimas de abusos, negligencia o de negar sus derechos.
Las familias son el agente clave, pero el Estado tiene la responsabilidad de proteger a nuestros niños y niñas y garantizar sus derechos. Sin embargo, las políticas actuales son insuficientes y, en muchos casos, ineficaces. Niños y niñas no son aún reconocidos como personas y sus voces son ignoradas.
En el Mes de la Niñez, en lugar de simplemente celebrar, debemos reflexionar y actuar. Necesitamos políticas públicas más fuertes, una mayor inversión en programas de promoción, prevención y protección infantil, y por supuesto, una sociedad comprometida con su reconocimiento como actores sociales, sujetos de derechos y también de protección.
No hay mucho que festejar mientras se siga invisibilizando y vulnerando los derechos de niños, niñas y adolescentes en Chile. Es hora de que tomemos medidas concretas para cambiar esta realidad y asegurarnos de que cada niño, niña y adolescente en nuestro país tenga la oportunidad de crecer en un ambiente seguro y amoroso.
La verdadera celebración será cuando podamos garantizar que todo niño, niña u adolescente pueda vivir una vida digna y plena.