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Niños que temen ser adultos: El fracaso del sistema para proteger a los y las menores migrantes llegados a Canarias

Amnistía Internacional ha enviado una carta a todas las autoridades competentes (Gobiernos autonómicos, Central y Partidos Políticos) sobre la necesidad de respetar el interés superior del menor también cuando se trata de menores migrantes llegados a Canarias.



AMNISTÍA INTERNACIONAL

16 de enero de 2025



La masificación en algunos centros para la acogida de niños y niñas no acompañados es uno de los principales problemas en Canarias, con los 82 centros de acogida para menores muy por encima de su capacidad y con unos recursos humanos y medios económicos insuficientes para atenderles adecuadamente, entre los que destaca la falta de formación especializada, y de intérpretes o asistencia jurídica gratuita y de calidad.


Sin embargo, éste no es el único reto al que se enfrentan las autoridades canarias. La organización también ha señalado como graves los problemas de coordinación entre las distintas instituciones que trabajan sobre niños y niñas migrantes no acompañados, incluyendo el uso de diferentes criterios por la misma institución, esto es policía, Fiscalía o la propia Dirección General de Infancia.


“Esto tiene gravísimas consecuencias, tanto en los derechos de los niños y niñas, mientras son menores, como, y sobre todo, cuando deben enfrentarse a la vida adulta. Hemos hablado con niños que temen convertirse en adultos porque no saben qué será de ellos”, declara Virginia Álvarez, responsable de Area de Investigación y Política Interior en Amnistía Internacional España.


Y es que la falta de una adecuada diligencia en la tramitación de la documentación necesaria en tiempo y forma que permita que los menores salgan de los centros con un permiso de residencia, y que les habilite para trabajar, es uno de los temas que más preocupan a los menores migrantes.


“Cuando cumples 18 años tienes que buscarte la vida, pero cómo lo vas a hacer si no tienes nada. Muchos chicos tienen que irse [del centro de acogida] al cumplir la mayoría de edad, pero se van sin nada. Tengo miedo de que esto me pase a mí también”, señala Pierre*, camerunés de 17 años que lleva dos años y dos meses en Canarias después de emigrar para ayudar a su madre y hermanos.


Similar es el miedo de Amil*, que llegó con 17 años a Canarias desde Marruecos, a principios del año 2023, después de que su embarcación fuera rescatada por Salvamento Marítimo. Le llevaron a un centro de menores, que tuvo que abandonar en octubre de ese mismo año. Cuando se marchó, lo único que le entregaron fue su pasaporte. Tras quedarse en la calle, pudo estar unos meses en el campamento para migrantes Canarias 50, desde donde iniciaron los trámites para solicitar el permiso de residencia, aunque en el momento de la la entrevista estaba nuevamente en situación de calle. Cuando salió del centro de menores por cumplir la mayoría de edad, nadie le informó de su situación administrativa (de hecho, su petición de permiso de residencia ya había sido denegada por haber sido solicitada fuera de plazo), ni tampoco de que, al abandonarlo, su empadronamiento sería dado de baja y le retirarían su tarjeta sanitaria.


“El sistema está abandonando a estos chicos y chicas, dejándoles sin herramientas para lograr su integración social”, lamenta Virginia Álvarez.


Otras preocupaciones en relación a estos menores


Amnistía Internacional también considera que deben reforzarse los mecanismos de denuncia para que sean accesibles y efectivos y así los menores puedan contactar con las autoridades en caso de ser necesario. También debe mejorar la supervisión de los centros de acogida de emergencia.  Por otro lado, no existen protocolos adecuados para garantizar la derivación a recursos adecuados de niños y niñas con necesidades específicas, tales como víctimas de trata, solicitantes de protección internacional y menores con problemas de salud mental.


Finalmente, Amnistía Internacional considera que debe establecerse una estrategia que incluya medidas adecuadas y contundentes para combatir el racismo contra los niños y las niñas no acompañados, especialmente cuando viene por parte de corporaciones locales y/o de responsables políticos. Señalamiento y estigmatización a los menores en distintos ámbitos, incluso en algunos centros sanitarios por su personal, o presiones xenófobas para dejar de atenderles son algunas de las consecuencias de este racismo existente en las islas.


Soluciones sin más demora


"Dos años llevan las Comunidades Autónomas sin asumir su responsabilidad en la acogida de estos niños y niñas, tal y como es su obligación según los tratados internacionales. Las autoridades y partidos políticos deben adoptar de manera urgente e inmediata una propuesta de reparto vinculante, obligatorio y equitativo que permita garantizar una adecuada acogida a todos los niños y niñas extranjeros tutelados por cualquier administración", señala Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España.   


Según los datos de la Fiscalía General del Estado, a fecha de 31 de diciembre de 2023 figuraban inscritos en toda España 12.878 menores no acompañados. La comunidad canaria tenía 4.700 menores en su red de acogida, lo que significa que estaría haciéndose cargo de la tutela del 36.5% de los menores no acompañados que habían llegado al Estado español. A fecha de agosto de 2024, solo 192 niños y niñas habrían sido trasladados desde Canarias a otras Comunidades Autónomas de la península.


El Gobierno central ha respondido a la organización asegurando que persiste en la negociación y la búsqueda de acuerdo con los distintos partidos políticos respecto de la necesaria solidaridad y responsabilidad compartida entre las Comunidades Autónoma. "Esperamos que esta afirmación se haga  realidad sin más dilación. Tanto el Gobierno estatal como los autonómicos, especialmente el de Canarias, llevan meses negociando un acuerdo en relación a un posible Decreto Ley que alivie la situación de los niños y niñas no acompañados en Canarias. Esperamos que la propuesta esté basada efectivamente en el interés superior del menor", exige Esteban Beltrán.


El Gobierno canario ha informado a Amnistía Internacional de que para intentar paliar esta situación se están abordando nuevos planes y acciones tendentes a mejorar la acogida de los niños y niñas migrantes, entre ellos la capacitación del personal que trabaja en los dispositivos de acogida, para fortalecer la detección de vulnerabilidades y niños y niñas necesitadas de protección internacional, y que se han destinado 200 millones de euros para implementar estas mejoras. También ha asegurado que se está trabajando en un plan conjunto con las entidades de colaboran con la administración, para la mejora y revisión de protocolos. Igualmente, en noviembre se fortaleció con 20 personas, entre ellas diez con perfil técnico, el equipo de trabajo de la Dirección General de Infancia.


Amnistía Internacional ha señalado las siguientes recomendaciones a las autoridades:
1. Asegurar la protección jurídica efectiva de los niños y niñas no acompañados, y que se vele por que se aplique el principio de no devolución, descartando iniciativas como la devolución a Marruecos de niños y niñas impulsadas por algunas administraciones.
2. Garantizar que todos los niños y niñas son adecuadamente identificados y se activan los mecanismos de protección, adoptando un protocolo uniforme de determinación de la edad para todo el Estado, que sea respetuoso con los derechos humanos y no invasivo, y en el que se garantice que los menores son informados y escuchados.
3. Garantizar, de acuerdo a los estándares internacionales, el derecho de los y las menores a documentación, a procedimientos de asilo y formación e itinerarios efectivos de integración.
4. Dotación de recursos suficientes en Canarias y a nivel autonómico, para asegurar la adecuada acogida.
5. Garantizar que los menores migrantes cuentan con información y mecanismos de denuncia accesibles y efectivos, y que se investigan a fondo todos los casos de vulneraciones de los derechos y se llevan a cabo inspecciones periódicas de los centros.
6. Reforzar los servicios sanitarios, especialmente en islas que puedan estar más tensionadas, como por ejemplo El Hierro, reforzando especialmente los servicios de salud mental.
7. Adoptar todas las medidas necesarias para combatir el racismo y la discriminación.

8. Cumplir con el principio de solidaridad y responsabilidad compartida entre las diferentes Comunidades Autónomas, aprobando un reparto obligatorio entre las mismas. 

El trato a la infancia migrante en España, bajo la lupa del Comité de Derechos del Niño

En 1990, España ratificó la Convención sobre los Derechos del Niño. Ratificar esta Convención significa respetar y promover los derechos de todos los niños, niñas y adolescentes que están en España.



The Conversation 

Elisa Brey

12 diciembre 2024



Cada cinco años, España tiene la obligación de revisar sus actuaciones ante el Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas. Esta revisión permite ver hasta qué punto se respetan los derechos de los menores.


Actualmente está terminando el VII Ciclo del procedimiento de informes periódicos de España ante el Comité de Derechos del Niño. Este procedimiento tiene cuatro fases. Aquí nos vamos a centrar en los derechos de la infancia migrante.


Primera fase: las cuestiones prioritarias


El 10 de febrero de 2023, el Comité de Derechos del Niño informó a España de la lista de cuestiones previa a la presentación de informes.


El documento de 15 páginas se refiere 38 veces a niños migrantes, adolescentes migrantes, niños en situación de migración o niños o menores no acompañados. La protección de los derechos de la infancia migrante aparece como un tema prioritario. El protagonismo lo tienen los niños.


El objetivo es garantizar la recopilación de datos, el principio de no discriminación, el interés superior del niño, el respeto por las opiniones del niño y evitar la explotación y los abusos sexuales. Se proponen medidas especiales de protección para niños solicitantes de asilo, refugiados y no acompañados y niños en situación de migración. Además, se señala la importancia de cuidar de su salud mental y su acceso a la educación.


En noviembre de 2022, UNICEF ya había emitido un informe preliminar que iba en esa línea.


Segunda fase: el informe español


El 12 de marzo de 2024, España presentó el Informe del Estado parte para responder a la lista de cuestiones previa al Comité de Derechos del Niño.


El documento, de 35 páginas, incluye nueve referencias a niños, niñas y adolescentes no acompañados, menores migrantes o niños en situación de migración. Hay cuatro referencias al Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Y otras cuatro menciones a crisis o contingencias migratorias. De ello se desprende un lenguaje de tipo administrativo en un contexto de crisis repetidas. Las palabras tienen un significado y con este vocabulario el protagonismo de la infancia no resulta tan evidente como en el Informe del Comité.


En su informe, España menciona planes de formación para atender y escuchar a los niños migrantes, iniciativas para prevenir su explotación sexual y su trata y medidas para evitar su abandono escolar. Se refiere a medidas extraordinarias implementadas en Ceuta para dar acceso a la educación a unos 1 000 menores de edad que entraron el 17 de mayo de 2021.


Y aborda las medidas especiales de protección propuestas antes por el Comité. Se explica el anteproyecto de ley para un nuevo procedimiento de determinación de la edad. Se evoca la adopción, en 2022, del Modelo de gestión de contingencias migratorias para la infancia y adolescencia no acompañada y del Plan de Respuesta ante crisis migratorias para menores migrantes 2022-2023.


Aparece otro punto importante. Según dos sentencias recientes del Tribunal Supremo, las repatriaciones de niños marroquíes por España, desde Ceuta, en agosto de 2021, no se ajustaron a la Ley de Extranjería. Al mencionarlo en su informe, el Estado reconoce las contradicciones entre la norma y la aplicación de la ley. En general, es un gran desafío para la garantía de derechos.


Tercera fase: informes alternativos


Durante la tercera fase del procedimiento, las partes interesadas pueden presentar informes alternativos ante el Comité de Derechos del Niño. Entre marzo y agosto de 2024, se presentaron diez de organizaciones de la sociedad civil y un informe del Defensor del Pueblo. A estos informes hay que sumar otros dos.


De trece informes, cinco no mencionan nada de la situación de la infancia migrante y otros cinco incluyen referencias puntuales. Tres informes se dedican de forma exclusiva a la infancia migrante. Destacan dos factores de especial vulnerabilidad: la ausencia de protección familiar y la carencia de documentación.


Mientras la Fundación Raíces se centra en los niños, niñas y adolescentes que llegan a España sin protección familiar, la Fundación Emet Arco Iris y sus colaboradores abordan la realidad de los niños separados de un adulto, y/o carentes de documentación, cuando llegan a España. La Fundación Cepaim y sus colaboradores se dedican a la infancia apátrida.


En esta misma línea, el Consejo General de la Abogacía Española dedica un apartado específico a los niños no acompañados. El informe señala irregularidades e incumplimientos jurídicos y sociales. Y recomienda contar con abogados especializados en derecho de menores y extranjería.


Fapmi-ECPAT España denuncia los riesgos de explotación sexual de los niños y niñas solos. Estos riesgos se producen cuando llegan a España, cuando están bajo la tutela del Estado y cuando son repatriados. Se ven agravados por la situación de hacinamiento que sufren durante su trayectoria migrante.


En cuanto al Defensor del Pueblo, insiste en que debería facilitarse la reagrupación familiar. A la luz de los demás informes, cobra especial sentido.


La Plataforma de Organizaciones por la Infancia, por su parte, dedica seis de 44 ámbitos de actuación a la infancia migrante. Además de cuestiones mencionadas en otros informes, se refiere a la necesaria lucha contra la segregación escolar en España y la infancia sin escolarizar en Melilla.


Cuarta fase: comparecencia de España


Cuando se abra la cuarta y última fase del procedimiento, España tendrá que comparecer y dialogar sobre las cuestiones abordadas por los informes. Luego, el Comité de los Derechos del Niño emitirá unas Observaciones Finales. Este documento servirá de base para que España lleve a cabo nuevas medidas para la infancia.


En cinco años, se abrirá un nuevo procedimiento durante el cual se repetirán de nuevo las fases aquí explicadas. Veremos entonces si se producen avances o cuáles son los nuevos retos para respetar los derechos de la infancia migrante. 

La España más diversa: uno de cada cuatro menores de edad tiene un padre extranjero

La transformación demográfica plantea retos en las ciudades, en los colegios o en el mercado laboral aunque el debate de cómo gestionamos la diversidad permanece soterrado por otro más virulento


EL PAÍS

MARÍA MARTÍN / DANIELE GRASSO

11 AGO 2024




Familias se refrescan en Madrid Río el pasado martes. ÁLVARO GARCÍA

La llaman la playa de Madrid, aunque no es más que césped y chorros de agua en una ciudad asfixiada de calor. Se trata de uno de los pocos lugares gratuitos para refrescarse y decenas de familias disfrutan allí de tardes al aire libre. La inmensa mayoría son latinos, una imagen cada vez más común en la capital y tantas otras ciudades. Por cada toalla, un avión lejos de casa; por cada juego, una historia de sufrimiento, prosperidad y reencuentro. Muchas de las adolescentes a la sombra son hijas de las internas que cuidan niños y ancianos y que emigraron desde Colombia, Honduras o Nicaragua hace años. Ashley, de 16 años, y Daniela, de 17, cuentan cómo sus madres, solas y en precario, esperaron mucho tiempo hasta obtener la residencia o la nacionalidad y poder traerlas. Las sillas de camping y las neveras congregan a generaciones de españoles e inmigrantes con hijos con pasaporte español. Oswaldo Colina, hispano-venezolano de 46 años, que emigró hace más de dos décadas, ilustra la escena que tiene ante sus ojos, una realidad cada vez más presente en las estadísticas: “Hoy han dicho en la tele que España crece gracias a nosotros. Siempre hablan de la inmigración, quizás sí, somos muchos, hay sitios en los que parece que estoy en Caracas, pero ¿qué te voy a decir yo, si vine igual? A mí no me perjudica en nada. Uno viene a trabajar y echar pa’alante”.


La inmigración lleva años transformando los pueblos y las ciudades españolas. La población acaba de alcanzar los 48,8 millones de habitantes y, entre ellos, hay 8,7 millones de vecinos, un 17% del total, que ha nacido en otro país. Hay más proporción de nacidos en el extranjero que en Francia, Italia o Grecia. El porcentaje baja al 12% si se excluye a los que tienen o lograron nacionalidad española, pero sigue siendo una de las proporciones más altas de nuestro entorno. Igual que Ashley o Daniela, hoy en España uno de cada cuatro residentes de hasta 17 años tiene al menos un progenitor extranjero.



Este es un fenómeno relativamente nuevo en España. A comienzos de siglo, cuando empezó el primer bum migratorio, los nacidos en el extranjero no llegaban al 6% de la población, pero desde entonces el país empezó a convertirse en una sociedad receptora. “El auge económico de principios de siglo, con la consiguiente demanda de mano de obra, sobre todo no cualificada, marcó el inicio de la nueva fisionomía de la sociedad española”, apunta Abdoulaye Fall, demógrafo y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona.


Los discursos alarmistas en España se enfocan en la inmigración irregular, en el mar y en las vallas, los escenarios más visibles, dramáticos y descontrolados, pero ese es un recorte muy pequeño de la movilidad. Aunque en el imaginario colectivo predomine la imagen del hombre africano que intenta cruzar desesperadamente el Atlántico en un barco que se rompe a pedazos, la realidad de los residentes en España nacidos en el extranjero es mucho más diversa. Y si alguien representa el inmigrante más común en España es una mujer latinoamericana de alrededor de 40 años.


¿Quiénes son los extranjeros?


En total, los latinoamericanos representan el 37% de los extranjeros. El doble que los de otros países de Europa (19%) o los africanos (17%). Seis de cada diez extranjeros tienen menos de 44 años, prácticamente la misma proporción de españoles que tienen más de esa edad. Suelen tener al menos estudios de secundaria (el 39%, no muy lejos del 46% de los españoles) y cuando entran en el mercado laboral, más de uno de cada dos (55%) tiene un contrato fijo. Cuando un extranjero tiene un trabajo a jornada completa, su sueldo medio es igual al de los españoles e incluso más alto cuando se trata de empleos de alta calificación y mejor pagados, según la Encuesta de Población Activa. Por otro lado, los inmigrantes, especialmente los que están en situación irregular, están sobrerepresentados en la economía sumergida, una realidad sin cuantificar.


Muchos, casi 800.000, vienen de países de rentas más altas que España, como Francia, Alemania, Reino Unido o Estados Unidos. Y aunque la nacionalidad más común es la marroquí (un millón de personas), las comunidades que más han crecido en la última década son la venezolana (520.000, tres veces más que hace diez años), la colombiana y la ucraniana (dos veces más).




Hace nueve años que en España muere más gente de la que nace (135.000 más defunciones en 2022), pero el país sigue creciendo y va camino de los 49 millones de personas. Y casi todo el crecimiento poblacional se debe a los extranjeros. En la última década han aumentado en dos millones los residentes de origen extranjero y casi la mitad tienen nacionalidad española (muchos son nietos de españoles que emigraron). Mientras, los nacidos en España han disminuido en 600.000 personas. Es decir, si observáramos la evolución desde 2013 de un grupo de 100 personas nacidas fuera de España y de otro grupo de 100 personas nacidas en España, veríamos que actualmente las primeras serían 133 y las segundas, 98.


El mercado laboral los busca y crece gracias a ellos, al mismo tiempo que nunca ha habido tantos alumnos de fuera en universidades y centros de formación. El número de españoles afiliados a la Seguridad Social en los últimos diez años apenas ha evolucionado, mientras el de los extranjeros no deja de crecer: los inmigrantes ocupan el 41% de los puestos de trabajo creados en 2023.

Aunque el mercado también refleja las desigualdades. Y sus fallas se ceban con los inmigrantes: España es uno de los países con más estudiantes universitarios que trabajan en empleos por debajo de su cualificación y el tercer país europeo con más extranjeros sobrecualificados (54%). La tasa de paro, de las peores de la Unión Europea, sube hasta el 13% cuando se mide entre los inmigrantes con estudios universitarios y se reduce al 7% entre españoles en la misma situación.


Los nuevos españoles


La transformación de la sociedad no se debe solo a los recién llegados, sino a una nueva generación de jóvenes más diversa que nunca. Casi uno de cada cuatro menores nacidos en España tiene al menos un progenitor extranjero (el 22,3%, y sube hasta el 25% si se incluyen los menores nacidos fuera). En el 80% de los casos, la madre o el padre emigró desde un país no comunitario. De todos los niños de menos de tres años nacidos en España, uno de cada tres tiene al menos un progenitor extranjero.


Son los hijos del bum de comienzos de siglo y de los que han venido después. Son los nuevos españoles, un colectivo que acapara cada vez más atención de los expertos, una descendencia que tendrá un impacto considerable en el futuro. En el padrón hay ya más Mohammed (escrito con una o dos M) que Victor, Joaquín, Marcos, Roberto, Gonzalo o Borja. O más Ahmed que Iñigo, Oriol o Iñaki. También hay más Jennifer (con una o dos N) que Amaya, Candela o Lola.

“Son ellos los que determinan cómo España se ha convertido en un país diverso”, afirma Rosa Aparicio, socióloga e investigadora del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset. “Es hora de que los de acá dejen de sorprenderse cuando se encuentran con una abogada del Tribunal Constitucional de origen marroquí o el jefe del departamento de cirugía de un gran hospital de origen chino. Estos y múltiples otros casos hacen de España un país de inmigración cuyo futuro tendrá mucho que ver con qué hacen y cómo se integran estos nuevos españoles”, mantenía Aparicio en la investigación que lideró junto a Alejandro Portes, condecorado con el Premio Princesa de Asturias por su trayectoria investigadora, entre otros ámbitos, de las migraciones internacionales.


Los autores, que bautizaron su libro como Los nuevos Españoles, constataron las ventajas con las que parten los hijos de los autóctonos tanto en logros educativos como ocupacionales, pero concluyeron que el proceso de consecución de estatus en España es el mismo para unos y otros. La renta, y no tanto el origen, marca su futuro. “Ambos forman parte de un universo común donde el estatus familiar, el sexo, la ambición de los padres y las expectativas educativas y ocupacionales de los propios adolescentes juegan el papel central a la hora de determinar cuán lejos llegaran en sus vidas”, señala el estudio. Sí destacan la discriminación que perciben algunos colectivos, como como los hijos de subsaharianos y asiáticos (chinos), por su raza, y magrebíes, por su religión, una cuestión clave en su proceso de inclusión: a mayores experiencias de discriminación, menor es la identificación con su entorno y participación política.


El discurso de odio


“El principal reto no es cómo gestionamos la inmigración ahora sino en los próximos años”, defiende Fall. El demógrafo senegalés apunta los desafíos más urgentes: la brecha socioeconómica entre migrantes y españoles determinada por un mercado de trabajo que requiere empleados menos cualificados, la infrarrepresentación de personas extranjeras —pero también de españoles hijos de migrantes— en sectores laborales más cualificados o la escasa participación política.


La transformación demográfica plantea retos en las ciudades, en los colegios o en el mercado laboral aunque el debate de cómo gestionamos la diversidad permanece soterrado por otro más virulento.


Los extranjeros se han convertido en el chivo expiatorio y comodín electoral de la derecha. El debate político sobre la inmigración, siguiendo la estela europea, se ha llenado de soflamas racistas y discriminatorias, hasta el punto de que Vox y PP han acabado defendiendo las mismas medidas, entre ellas, desplegar a la Armada para frenar cayucos. “Los españoles tienen derecho a salir tranquilos a la calle”, dijo a finales de julio el líder de los populares, Alberto Núñez Feijóo, en referencia a los inmigrantes.


En las últimas elecciones que se celebraron en Cataluña, en marzo de este año, irrumpió Aliança Catalana en el Parlament con el 3%. El partido, ultranacionalista y xenófobo, mantuvo un discurso centrado en atacar a la población local musulmana, precisamente en la comunidad con más musulmanes de España (600.000, según la Unión de Comunidades Islámicas de España, casi el doble que en la segunda, Andalucía). A pesar de la trampa de vincular la religión al origen, esta formación consiguió sus mejores resultados en pequeñas ciudades catalanas donde hay entre un 8 y un 12% de residentes africanos, el doble de la media regional (4%). En Ripoll fue primera fuerza. Su líder, Silvia Orriols, pedía una Cataluña “libre del Estado español, del Estado francés y del Estado islámico”.


En su libro Los mitos sobre la inmigración, recién publicado, el sociólogo Hein de Haas reflexionaba sobre el discurso público, que abona situaciones como la que se está viendo estos días en Reino Unido, donde se ha destado una cacería contra inmigrantes y refugiados tras el asesinato de tres niñas por parte de un ciudadano inglés nacido en el seno de una familia refugiada de Ruanda. “Y cuando los políticos alientan al monstruo del racismo y el pensamiento conspirativo [...], incluso grupos bien integrados y exitosos cuyo sentido de pertenencia y lealtad a la nación nunca se cuestionó [...] pueden ser apartados y redefinidos como enemigos de la nación y convertirse en el blanco de la exclusión sistemática y la violencia o incluso del genocidio. La diversidad como tal no socava la cohesión social, pero el discurso de odio de los dirigentes políticos sí puede hacerlo”.


Gemma Pinyol, directora de políticas migratorias y diversidad en el laboratorio de ideas Instrategies, lamenta el “embrutecimiento” del debate público: “Así es muy difícil participar de los debates tranquilos que deberíamos estar teniendo sobre cómo hay que trabajar en los territorios para mejorar la convivencia, cómo combatir miedos irracionales o cómo encontrar espacios de encuentro”. Los procesos migratorios, mantiene Juan Manuel Goig, catedrático de Derecho Constitucional de la UNED, son un “caladero de votos”. El consenso no escrito de mantener este asunto fuera de la contienda política, explica, se ha roto en toda Europa. “En España ha llegado más tarde pero ha llegado y es muy peligroso porque vemos al inmigrante como un enemigo”, dice Goig.


A pesar del ruido, la coexistencia es mucho más armónica de lo que se cree. Desde la Gran Recesión de 2008, los académicos han trabajado con la hipótesis de que, en un país como España —castigado por la crisis y la precariedad, y con un elevado volumen de población de origen inmigrante—, se dispararía la hostilidad y el racismo. Pero no se ha cumplido. “Las relaciones entre inmigrantes y nativos son tranquilas y cordiales, aunque distantes, y las actitudes sosegadas y un racismo de baja intensidad han sido las notas dominantes en este campo durante estos años”, afirman los investigadores de la Universidad de Comillas Juan Iglesias y Alberto Ares en su estudio Lo que esconde el sosiego. Prejuicio étnico y relaciones de convivencia entre nativos e inmigrantes en barrios populares.


Pero bajo el sosiego, revela el estudio, se esconden “un fuerte prejuicio étnico” y un creciente malestar social que, en ocasiones, se atribuye al extranjero. Los investigadores constatan que en los barrios más populares proliferan discursos que culpabilizan a la inmigración de los problemas sociales y económicos que viven, aunque esas cuestiones sean atribuibles a procesos políticos, económicos y sociales de fondo y no a la población migrante.


En el último barómetro del CIS, cuando se pregunta a los españoles cuál creen que es el principal problema de España, un 5% contesta “la inmigración”. Son menos de la mitad de los que contestan que el problema son los políticos o la economía y más de los que contestan que el principal reto es la vivienda. El porcentaje es bastante transversal por edad, tamaño de municipio o renta, pero se dispara (por encima del 15%) entre quienes trabajan en el campo.


En general, los expertos han elogiado el modelo español frente al asimilacionismo francés, cada vez más cuestionado, o el multiculturalismo inglés, que va por el mismo camino. “El éxito del modelo español es que no hay modelo”, afirmaba Alejandro Portes a EL PAÍS. La pregunta ahora es si España puede continuar en la inercia.


“Nos ha funcionado hasta ahora, pero España debe asumir que es un país no solo de inmigrantes, sino de nacionales con realidades más diversas. Y esa nueva realidad exige mayor gestión pública”, mantiene Gemma Pinyol. “Al no tener un modelo normativizado, como el francés o el británico, hemos hecho muchas cosas bien porque hemos tenido bastante margen de prueba y error. Y el mundo local, ayuntamientos y organizaciones sociales, ha sido garante de cierto nivel de cohesión social”, explica. “Pero hemos puesto mucho énfasis en las políticas sociales y eso ha provocado que la gente identifique a los extranjeros como demandantes de ayuda social cuando no es el origen sino la renta lo que determina esa demanda”, añade Pinyol, que defiende que es momento de ir más allá. “Para construir sociedades cohesionadas hay que pensar en políticas de movilidad, de urbanismo, de sostenibilidad…”. El Estado de bienestar se deteriora, defiende Pinyol: “Y para no responder a ese deterioro se está creando una narrativa que culpa al extranjero”.


FUENTES


Las cifras mencionadas y utilizadas en este reportaje tienen como fuentes: los resultados definitivos (a cierre de 2023) de la Estadística Continua de Población; el Censo de Población y Viviendas de 2021; el Censo anual (2023); la Estadística de Nacimientos; la base de datos de demografía y población de Eurostat (2023).