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Hermano mayor, Justin Bieber y otros venenos adolescentes.

por Alba Sotelino Couñago y Carmen Paniagua.



Los adolescentes son un caso perdido desde hace milenios!!, 
¿cómo hemos podido llegar al presente?
¿En qué momento el sonriente y sonrosado niño 
pasa a ser un adolescente rebelde o apático?
¿Qué ha pasado? 
¿Dónde ha ido esa ternura, esa inocencia? 

Hagamos un ejercicio de imaginación simple. 
Piensa en un niño, un niño pequeño, ¿qué adjetivos te vienen a la cabeza para describirlo? ¿Tierno, inocente, cariñoso…? 
 Ahora, piensa en un adolescente. ¿Por casualidad palabras como inestable, orgulloso y egoísta han aparecido de repente? 

¿Qué ha pasado? ¿Dónde ha ido esa ternura, esa inocencia? ¿En qué momento el sonriente y sonrosado niño pasa a ser un adolescente rebelde o apático?
“La juventud actual ama el lujo, es maliciosa, es malcriada, se burla de la autoridad y no tiene ningún respeto por los mayores. Nuestros muchachos de hoy son unos tiranos, que no se levantan cuando un anciano entra a alguna parte, que responden con altanería a sus padres y se complacen en ser gentes de mala fe…”.

Tranquilo, no es problema únicamente tuyo que te sientas identificado con la frase anterior. Para tu sorpresa, esta reveladora afirmación la realizó nada más y nada menos que Sócrates en el siglo IV a. C. Pero no fue el único, ya que podemos encontrar ideas similares hasta en una tablilla de arcilla encontrada en Babilonia hace más de 3000 años que afirma:
“Los jóvenes de hoy son unos perezosos, unos malhechores que jamás serán como la juventud en otros tiempos. La juventud actual no será capaz de asegurar el mantenimiento de nuestra cultura…”.

Tradicionalmente, se ha entendido la adolescencia como un período de vaivenes emocionales, de rebeldía y desobediencia y, como no, de estrés y verdadero sufrimiento para los que rodean a aquellos chicos y chicas que, unos años atrás eran tan dulces e inocentes. A esta visión se le ha denominado storm & stress.

Sin embargo, si los jóvenes, o adolescentes, son un caso perdido desde hace milenios, ¿cómo hemos podido llegar al presente? 
¿Cómo hemos sido capaces de alcanzar una sociedad ordenada, si somos los hijos/nietos/bisnietos de los adolescentes que ya fueron mal vistos en su época?

La respuesta es simple: prejuicios.

Y es que la realidad es bien distinta a como la acabamos de leer. Los adolescentes, los jóvenes, no son peores en cada generación. Somos nosotros quienes, al crecer, nos olvidamos de quiénes hemos sido y vemos con malos ojos a la generación a la que daremos paso en unos años.
¿Recordáis a la madre de Marty Mcfly, co-protagonista de la popular saga de “Regreso al Futuro”? ¿O a Claire Dumphy, madre y protagonista en “Modern Family”? Ambas tienen en común una cosa: Su adultez responsable y “moralista”  poco tiene que ver con su imagen en la adolescencia… y es que esas madres pacientes, empáticas y cuidadoras una vez fueron rebeldes, impulsivas y desobedientes.
De hecho, para ser justos, los adolescentes actuales puede que sean hasta mejores que los de hace unas décadas. Así, según estudios como el Health Behaviour in School-aged Children (HBSC) que realizan preguntas a adolescentes de entre 11-18 años cada cuatro años desde 1982, han encontrado que algunas conductas de riesgo, como el consumo de tabaco o alcohol, están disminuyendo cada vez más en los últimos años. Por ejemplo, en 2002 en nuestro país el 14.7% de los adolescentes afirmaba fumar a diario. Esta cifra ha disminuido en aproximadamente la mitad en el año 2014. En cuanto a la delincuencia, también ha disminuido, concluyendo que el número de detenciones y expedientes abiertos a menores es menor cada año.
Ahora bien, si los datos nos muestran que nuestros prejuicios son erróneos, entonces ¿qué los mantiene? Como muchos de vosotros podéis imaginar, gran parte de la responsabilidad de la imagen negativa que tenemos sobre los adolescentes viene dada por los medios de comunicación. Cualquiera que se anime a hacer un análisis del contenido de las noticias que dan los medios sobre los jóvenes verá que en la gran mayoría la conducta antisocial o el consumo de sustancias es el tema principal. Poco se habla de los intereses de los jóvenes, de su implicación activa y positiva en la sociedad, de sus aportaciones cada día más numerosas.

Los medios de comunicación hablan.

Un ejemplo que no podemos dejar pasar es el programa Hermano Mayor, que se emite en varios países. En este programa, capítulo a capítulo, vemos adolescentes que muestran una imagen negativa sobre esta etapa: drogas, robos y violencia están presentes en cada minuto (y milagrosamente, tras unos días con el presentador desaparecen…) Otro ejemplo es la conocida serie británica Skins, en la cual se muestra a la adolescencia como un período de desenfreno, impulsividad y consumo diario de drogas  ¿En qué canal echan un programa sobre adolescentes reales que puedan servir como modelo y den una imagen positiva?
girl wasted vodka phrase skins quote
Pero no toda la culpa la tiene Hermano Mayor, famosas series como Física o Química nos devuelven una y otra vez la imagen de un adolescente que nadie querría como hijo.
Estas noticias inevitablemente nos generan una idea sesgada sobre los adolescentes, hecho que nos lleva a tener una imagen negativa sobre ellos, a rechazarlos y en muchas ocasiones, volcar sobre ellos todos estos estereotipos de los que hablamos.
Este hecho tiene claras consecuencias negativas en dos grupos:
  • En ocasiones, los adultos no nos preocupamos lo suficiente por ellos: pese a que son menores de edad, aunque, por ejemplo, su desarrollo cerebral no está completo aún y le quede tiempo para parecerse al adulto, los consideramos culpables, invulnerables y totalmente responsables de sus actos.
Creemos que ya pueden cuidarse solos, por lo que no nos movilizamos para mejorar su bienestar tal y como lo hacemos con los niños. Un ejemplo y consecuencia de ello lo vemos en el maltrato adolescente: por ejemplo, el maltrato a niños y niñas nos aterra; si vemos a un padre pegarle a un niño de 5 años rápidamente se nos estremece el cuerpo y, si somos responsables, llamaremos al teléfono de protección al menor para denunciar la situación. Pero, ¿qué pasa con el maltrato de padres hacia sus hijos adolescentes? En muchas situaciones no nos estremece igual, pensamos que algo habrán hecho, que quizás hasta se lo hayan ganado, y no vamos a llamar a nadie para que vaya en su ayuda pues “ya es suficientemente mayorcito” para buscar ayuda por sí mismo (cosa que no pensamos en la violencia machista cuando una mujer es maltratada). Somos mucho más tolerantes hacia el sufrimiento de los adolescentes.
  • Los adolescentes pueden llegar a identificarse con esta imagen, e incluso pensar que ser adolescentes es hacer lo que los medios dicen, lo que la sociedad espera de ellos. A este fenómeno se le llama profecía autocumplida. En este caso, si me dicen que ser adolescentes es tener conductas de riesgo y discutir con mi familia, es lo que haré una vez que llegue a la adolescencia, ya que se supone que la adolescencia implica todo esto. Por lo tanto, no es raro que en estas edades se use la frase “Es que soy adolescente”, “Si no lo hago ahora, ¿cuándo lo voy a hacer?” o “Es que tiene las hormonas revueltas” para justificar ciertos comportamientos, como por ejemplo discusiones en casa, desafíos a la autoridad o malas contestaciones.

En conclusión…

Como podemos apreciar, la adolescencia es una etapa marcada por los cambios, puesto que ya no nos referimos a los adolescentes como niños, pero tampoco como adultos. 
Por lo cual, es esperable que en muchas ocasiones a los adolescentes les surjan dudas acerca de cuáles son los límites, y en consecuencia, los pongan a prueba o se opongan  a estos. 
La demanda de mayor independencia es una constante absolutamente normal en esta etapa del desarrollo y es ahí donde los padres, madres y educadores deben hacer una reflexión sobre la situación, sus hijos e incluso sobre ellos mismos (¿Quién no quería independencia con quince años?).
Es necesario que los adultos desarrollemos una actitud más crítica con respecto a la imagen adolescente que se ofrece en los medios de comunicación y que abramos los ojos a lo que la realidad nos ofrece, dejando de lado los prejuicios, como forma de fomentar una adolescencia más sana.

No olvidemos que nosotros también tuvimos que crecer.

Para saber más:

-Un libro: Desarrollo positivo adolescente (2015). Alfredo Oliva Delgado (coord.) Editorial Síntesis.
-Una película: Ghost World, Ciudades de papel
-Una serie: The O.C.

Más de la mitad de los menores LGTB sufre acoso escolar en las aulas.

La federación estatal que defiende los derechos de este colectivo denuncia que la primera causa de los ataques que sufren los jóvenes en los colegios es su orientación sexual
VIRGINIA MARTÍNEZ 


Manifestación contra la transfobia y
en memoria de Alan. / 
J. Barbosa
La historia de Alan, el transexual de 17 años que se quitó la vida el pasado 24 diciembre por "la presión e incomprensión social", es uno de tantos casos de acoso escolar que sufren los menores LGTB. La Federación Estatal de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (FELGTB) denuncia que más de la mitad de los jóvenes de este colectivo sufre acoso en centros educativos por su orientación sexual. El porcentaje aumenta respecto a los transexuales porque "son víctimas más visibles y eso les hace exponerse a un mayor riesgo", explica el presidente de la asociación, Jesús Generelo.

La federación no tiene un informe único sobre acoso escolar contra el colectivo LGTB, pero extrae sus deducciones del compendio de diversos estudios. Una de las conclusiones es que la primera causa de acoso en los centros educativos es la orientación sexual, porque los menores de este colectivo "apenas reciben apoyo dentro del sistema", subraya Generelo. La asociación denuncia que el sistema educativo está aún muy por detrás de la sociedad en lo que respecta el reconocimiento e integración de estos jóvenes en las aulas.

Adolescentes, lo que de verdad pensamos.

Esta Navidad, ING y UNICEF presentan 

ADOLESCENTES, lo que de verdad pensamos sobre ellos. 

Una iniciativa para desafiar nuestros prejuicios sobre la adolescencia. 


y descúbrela.


y ahora que has visto el video

¿qué piensas?


Menor no es igual a mayor

Kepa Paul Larrañaga 
Presidente de Asociación GSIA

La discriminación etaria, vincula el ejercicio de la discriminación 
al simple hecho de tener una edad determinada.


1.- Menor se contrapone a mayor, aludiendo a la inferioridad frente al otro.
2.- ‘Menor de edad’ es una categoría jurídica.
3.- Niño, es la manera como la Convención sobre los Derechos del Niño define a las personas menores de 18 años. Pero, a su vez, determina a la persona capacitada para ser un agente social, con unos derechos por ser individuo y persona humana.
4.- Infancia, es una categoría sociológica que determina el colectivo o grupo social heterogéneo que conforma los denominados niños y niñas.

Quienes nombran a los niños y niñas como el futuro agregan implícitamente una serie de acepciones correspondientes al término ‘futuro’: lo no formado, quien aún no es persona, quien aún no es ciudadano, quien hay que educar desde la tutorización, quien hay que proteger como bien o inversión social. Esta serie de subcategorías implícitas refuerzan el valor dado al niño como sujeto social. Ninguno.

Mayor no es igual a menorQuienes nombran a los niños y niñas como presente asumen la responsabilidad de situar temporalmente la contemporaneización de los sucesos frente a otros. Posibilitando y compartiendo la agencialidad con quienes interactúan en un espacio social determinado, y habilitando esta interacción con lo inmediato, no con el niño definido por su edad, sobre todo su edad cronológica frente, en muchos casos, su edad madurativa en correspondencia con la mayoría de edad, en España a los 18 años. Aunque, cualquier niño o niña antes de su mayoría de edad arbitraria puede legalmente hacer otras cosas: firmar un contrato, mantener relaciones sexuales consentidas, dar su consentimiento para ser operado, etc… aunque no pueda ejercer como ciudadano en su sentido estricto.

La discriminación etaria, vincula el ejercicio de la discriminación al simple hecho de tener una edad determinada. ¿Qué diferencia hay en el número 18 + 1 día frente al 18 – 5 días? Ninguna, aunque las niñas y los niños han habitado espacios que quedan definidos, a su vez, en sus peculiaridades.

¿Cuáles son los espacios de la infancia y de la adolescencia?
El espacio escolar: Se trata de un espacio amurallado o vallado, perimetrado para acotar lo que sucede dentro de ese espacio, dentro de un perímetro donde el suceso o la acción con otros no se registra, se invisibiliza o se ha invisibilizado como dato.
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El espacio de calle de los niños y niñas: es otro espacio restringido, de ser un espacio horizontal de la calle, del páramo, de lo aún no urbanizado a un espacio verticalizado. Pasando el ocio o el tiempo libre de ser autogestionado con el grupo de pares a un ocio y un tiempo libre obligatoriamente gestionado por los padres. La calle, es un espacio cada vez más securizado en correspondencia con su reconversión a un espacio arquitectónico urbanizado y en el interior de una vivienda, logrando un niño estático y cercado en su gesto.
El espacio doméstico: se trata de otro espacio privativo, aunque hemos supuesto inocentemente que es un espacio de protección del niño y la niña. Por cierto, podríamos considerar el coche como una prolongación móvil del espacio doméstico. Llegado a este punto, nos deberíamos preguntar sobre la correspondencia entre protección o seguridad y el número de víctimas-niños de accidente de tráfico bajo la tutela de sus padres y madres.
Ante el resto de espacios, ¿qué supone la existencia del ciberespacio?, considerado como realidad vertebradora de esos otro espacios convencionales ante un niño habitante y ‘residente digital’.
El ciberespacio es un espacio transversal, incidiendo: en visibilizar lo que ocurre detrás del patio amurallado, en superar la relación física entre tiempo y espacio localizado en el barrio o en la calle colindante al hábitat próximo, en solaparse con el espacio privado doméstico como metáfora de la intimidad.

La construcción de la realidad mediante las palabras distingue el concepto virtual como ajeno o lejano a lo real. Se trata de una contraposición admitida en el discurso, en la conversación, y sobre todo al describir esa realidad como apropiación legítima de lo público frente a una virtualidad como apropiación ilegítima de los privado. Estas ideas contrapuestas conforman el conjunto de proyecciones frente a otros, en su mayor parte niños y niñas habitantes del ciberespacio virtualizado, en su denominación conceptual de los adultos. Pero la realidad es la expresión de un binomio: virtualidad y actualización. Es exactamente la razón por la cual la palabra construye la realidad, pues la palabra es virtualización de la realidad como pensamiento, pero actualización en el debate y en el discurso público, sobre el lado donde se verifica su acción o interacción. Es esa propiedad de la actualización la que denota la construcción colectiva de un significado. Sin esa actualización la realidad se sesga en su virtualización, requiriendo (la actualización) de consciencia sobre el entorno y de los objetos alrededor, de la interacción aceptada y de la participación, y admisión de la misma, en otros. En suma, espontaneidad y diálogo.

El niño o la niña habitantes y residentes en el ciberespacio son niños públicos solapadamente en el resto de espacios, pero unos niños que deben aprender carentes de experiencia a emular un salto cualitativo frente a una educación y un aprendizaje que aún mantiene el paradigma educativo anterior como válido.

Y ni tan siquiera la suma de muchos elementos menores, o en todo caso de personas menores de edad, logran una mayor. Hemos graduado en años esta diferencia, generando un salto imposible para quienes siendo niñas y niños desean participar con otros adultos en correspondencia.

España,¿es País para la Infancia y la Juventud?, Congreso Internacional AFIN

Cuestionando el Adultismo


20 y 21 de noviembre de 2015
Palacio de Congresos
de la Universidad  de Valladolid
C/ Real de Burgos, s/n · 47011 Valladolid




A inicios del siglo XX, la feminista sueca Ellen Key publicó en Estocolmo un libro en dos volú- menes, traducido en 1906 al italiano y al cas- tellano y en 1909 al inglés, titulado El siglo de los niños. En él proponía convertir al siglo que se iniciaba en el de los niños y niñas, a través de la educación en el ámbito de la familia y de la escuela. En 1910, fue el médico judío-polaco Janus Korczak quien escribió por primera vez sobre los “derechos de los niños”. No obstante, no sería hasta casi finales del siglo XX, en 1989, cuando se reconocería en un acuerdo a escala mundial, en la Convención de los Derechos de la Niñez, el derecho a la protección, la partici- pación y la provisión de la niñez.

A lo largo del siglo XX surgieron y se con- solidaron ciertas especialidades profesionales dedicadas a la infancia, como la pediatría, la psicología evolutiva o la pedagogía, y también el trabajo social destinado a la niñez vulnerable. Sin embargo, no fue hasta el últi- mo cuarto de ese mismo siglo XX, en 1978, cuando el psicólogo Jack Flasher acuñó el término “adultismo” o “adultocentrismo”, según la traducción por la que se opte, para referirse a la opre- sión ejercida por las personas adultas –o los distintos sistemas creados por ellas– experimentada por los niños-as y jóvenes, así como los estatus socio- políticos y de poder diferenciales que caracterizan las relaciones entre las personas adultas y los-as niños-as y jóvenes.

Más recientemente, Brenda Le-Françoise ha señalado que los países del  norte  de  Europa,  especialmente los escandinavos, han desarrollado y sostenido sistemáticamente políticas inclusivas de la infancia y la juventud y han trabajado, en las políticas y en las prácticas, para combatir las ten- dencias al “adultismo”. Al mismo tiempo, se ha señalado que hay otros paí- ses europeos que no han desarrollado –o lo han hecho escasamente– políticas inclusivas y de reconocimiento de derechos de la infancia y la juventud. Probablemente uno de los más recien- tes  ejemplos  –o  consecuencias–  de ello sean los índices de desempleo ju- venil superiores al 50% registrados en España y Grecia.

La existencia y persistencia del “adultismo”, muchas veces ejercido y/o justificado en la necesidad de proteger y (bien) educar a los niños-as y jóvenes tiene significativos y perdurables efectos sobre su salud, su educación, su desarrollo y su bienestar. Por ello, el próximo IX Congreso Internacional AFIN “España, ¿es país para la infancia y la juventud?: Cuestionando el adul- tismo” abordará y analizará distintos aspectos del “adultismo.” Lo hará des- de diversas disciplinas y prácticas pro- fesionales, así como desde diferentes circunstancias y experiencias perso- nales. Como ya ocurriera en 2012, en esta edición el congreso estará coor- ganizado por ARFACYL (la Asociación Regional  de  Familias  Adoptantes de Castilla y León, a quienes desde aquí queremos hacer público nuestro agradecimiento.


Durante el IX Congreso Internacional AFIN, que se celebrará en Valladolid los días 20 y 21 de noviembre, habrá un espacio reservado para la presentación de pósters. 
Quienes quieran enviar sus propuestas para difundir resultados de trabajos relacionados con la temática del mismo, pueden hacerlo a través de la siguiente dirección e-mail: gr.afin@uab.cat antes del 20 de octubre. Los autores y autoras de los pósters seleccionados recibirán un certificado.
Los pósters son una excelente forma de diseminar resultados de investigación a través de una forma de presentación más visual, aunque sus contenidos se piensen como si fueran para un artículo. 



Precio inscripción:
Inscripción: 60 €
Descuento especial socios de CORA: 50%
Socios ARFACyL: 0 €

Imperfecto lúdico

Una forma de hablar típica de los niños

He aquí un ejemplo:
(1) Tú eras el lobo y yo Caperucita.

Es un uso propio del lenguaje infantil que puede servir para fijar el papel que asume cada participante en el juego, como en (1). 

También se emplea para determinar las circunstancias del mundo fabulado en el que se desarrolla la acción:
(2) Yo tenía un caballo gigaaaante.

Este imperfecto se emplea cuando se habla de situaciones y mundos imaginarios, pero no cuando estamos hablando del mundo real. Unos niños que van a jugar un partido de fútbol no dirán lo siguiente:
(3) Tú eras portero.

El imperfecto lúdico no es aquí pertinente porque no estamos ante un mundo inventado, sino ante una situación real que se describe así:
(4) Tú eres portero.


Hemos dicho que esta es una forma de hablar típica de los niños; pero también podemos encontrar ocasionalmente el imperfecto lúdico en boca de los adultos (sobre todo de los que conservan el ingenio y las ganas que hacen falta para jugar).

El humorista Quino, creador de Mafalda y una pandilla de niños y niñas, inolvidables, Premio Príncipe de Asturias


El humorista Quino,

Premio Príncipe de Asturias 

de Comunicación y Humanidades

en su edición 2014


Justo cuando Mafalda, esa niña, cumple 50 años

Mafalda, une petite fille de 50 ans

 y una pandilla de niños, inolvidables


 
Fuentes
Europa Press, Buenos Aires 


   La niña 'antisistema' creada por Quino en 1964 (*) , conocida como Mafalda, cumple 50 años desde su creación sin perder actualidad porque "muchas de las cosas que ella cuestionaba siguen sin resolverse" en Argentina y en el mundo, ha indicado el autor de la historieta.
   "A veces me sorprende cómo algunas de esas tiras dibujadas hace más de 40 años todavía pueden aplicarse a cuestiones de hoy", comentó el guionista y dibujante argentino de 81 años de edad, según informa 'Telesur'.

   El autor vive en Buenos Aires, y por razones de salud no pudo asistir este jueves al Festival internacional del cómic de Angulema (Francia), que montó una exposición de homenaje a Mafalda con el apartamento de la pequeña como decorado.

   Quino ha sido considerado uno de los mejores humoristas gráficos de su país, Argentina, desde su primer álbum 'Mundo Quino', publicado en 1963. Pero, fue la pequeña niña de pelo negro y lazo rojo quien lo lanzara a la fama en 1964.

 A través de la mirada crítica de esta niña de clase media, Quino dio su propia visión anticonformista del mundo. No le gusta el fútbol -dice que no lo entiende- y sólo fue dos veces a una cancha. A Mafalda no le gusta la sopa y critica el mundo de los adultos.
   Sus temas favoritos son los problemas económicos y sociales, las desigualdades, la injusticia, la corrupción, la guerra o el medio ambiente. Por eso Mafalda sigue tan vigente hoy como cuando nació ya hace medio siglo. 

Unos secundarios, una pandilla de niños, inolvidables
Pero el éxito de Mafalda no se debe sólo a sus agudas observaciones. También a un reparto de secundarios de lujo con los que Quino retrató y parodió a la sociedad argentina y a todas las sociedades en general.

Ahí tenemos a sus abnegados padres, que siempre se quedan sin palabras ante las agudas observaciones de "su niñita",  ni siquiera Freud podría haberse enfrentado a Mafalda. Y también a sus amigos:  
.- Felipe (el soñador tímido y enamoradizo que quiere arreglar el mundo como su ídolo, el Llanero Solitario);  
.- Manolito (una caricatura del inmigrante gallego que representa las ideas capitalistas y conservadoras);  
.-Susanita (parlanchina, altiva  y chismosa. Su único interés es crecer y convertirse en madre. Para ella el futuro perfecto del verbo amar es "hijitos").

.- También tenemos a Miguelito (Enérgico, contundente y más filósofo que la propia Mafalda); 
.- a Guille (el hermano pequeño de Mafalda y el único que crece a lo largo de la tira. es muy travieso y le gusta Brigitte Bardot); 
.- y finalmente a Libertad (casi una metáfora. es la única del grupo más radical que Mafalda. Su padre es socialista)
.- Y no podemos olvidar a Burocracia, la  tortuga mascota de Mafalda y Guille, llamada así por la lentitud que tiene para todo.

Felicidades¡¡¡

(*)
Quino dice que el 29 de spetiembre 1964 cuando se publicó la primera tira
 © Joaquín S. Lavado (Quino)

¿Pero qué nos pasa con los niños?. La columna de Rosa Montero


¿Pero qué nos pasa con los niños? 



¿Está antes el interés del partido, de la Iglesia, de la empresa, que el de una criatura a la que nadie va a hacer caso? 
¿Creemos que son propiedad inviolable de los padres, hagan con ellos lo que hagan? 
Qué ferocidad y cuánta hipocresía


Como es natural, me parece muy necesario que se hable de las mujeres maltratadas. Pero hay otro tipo de violencia social y doméstica que apenas mencionamos, otras víctimas que aún están mucho más desprotegidas, y son los niños (los ancianos también, pero de eso hablaré otro día).
Por supuesto que si cae una red mafiosa de pedófilos todo el mundo se alegra: son delincuentes profesionales. Pero, ¿por qué será que la sociedad es tan reacia a admitir y perseguir los abusos contra los niños si son perpetrados por un familiar, un colega de trabajo, un vecino? 
Del caso del profesor de música y presunto sobador de niñas en el colegio Valdeluz, lo que más me preocupa y me repugna son ese director y ese jefe de estudios que supuestamente conocían lo que estaba pasando. En el mismo periódico, leo que el ministro de Economía alemán aupó a un diputado de su partido aun sabiendo que le investigaban por pedófilo. 
Y no hace tanto nos enteramos de que la BBC miró para otro lado mientras Saville, su presentador estrella, le metía mano a un millar de niños. Por no hablar del horror del incesto, ese infierno sepultado en la hermética intimidad del núcleo familiar. 
Según la Revista d'Estudis de la Violència (2008), entre un 20%-25% de mujeres y un 10%-15% de hombres españoles confesaron en diversos estudios haber sufrido abusos sexuales en la infancia; en el 39% de los casos el agresor era el padre, y en el 30% otro familiar. 
Calculen la dimensión de esa herida secreta. 
¿Pero qué nos pasa con los niños? 
¿Creemos que son propiedad inviolable de los padres, hagan con ellos lo que hagan? 
¿Y es su indefensión lo que nos incita al abuso? 
¿Está antes el interés del partido, de la Iglesia, de la empresa, que el de una criatura a la que nadie va a hacer caso? 
Qué ferocidad y cuánta hipocresía.

La patologización de la infancia, libros

La patologización de la infancia

Colección Ensayos y Experiencias

La patologización de la infancia (I):
¿Niños o síndromes?

http://www.noveduc.com/images/libros/10010080_g.jpg0.- Vivimos en una época en la cual necesitamos que los niños se arreglen solos a edades cada vez más tempranas, debido a que los adultos estamos muy ocupados en los problemas que la subsistencia o el éxito profesional nos imponen. 
Eso produce efectos en la relación niño y su desarrollo/familia/escuela/salud.

Esta es la secuencia, que no parece que sea nada lógica, es una nueva manifestación en la que se revierte el conflicto sobre la parte más débil de esa relación: los niños y las niñas... y las soluciones fáciles (medicamentosas por lo general): 


1.- Las escuelas por su parte -si bien han pasado a ser uno de los mejores espacios sociales donde se intenta acoger a "todos" los niños- no se encuentran preparadas para dar respuestas a las nuevas demandas.

"Problemas escolares" se transforman así en "problemas de los escolares", a partir de los cuales se los deriva a consulta médica. 

2.- Se los evalúa entonces -en función de lecturas de fuerte sesgo biologicista considerando de manera "recortada" sólo aquellas conductas que se observan "trastornadas" mientras se omite de manera llamativa cualquier tipo de referencia a sus historias y condiciones de vida. 
3.- Se les ponen nombres a esos trastornos en función de un único referente: el DSM-IV y/o el DSM-V. 
4.- Por lo general y porque es lo más falsamente fácil para todos los adultos (padres, educadores u profesionales de la salud), el niño o la niña acaban medicamentados.

Este libro cuestiona esta tendencia a clasificar a los niños, proponiendo en su lugar salir al rescate de su subjetividad.

La patologización de la infancia (II):
Problemas e intervenciones en la clínica