Menor no es igual a mayor

Kepa Paul Larrañaga 
Presidente de Asociación GSIA

La discriminación etaria, vincula el ejercicio de la discriminación 
al simple hecho de tener una edad determinada.


1.- Menor se contrapone a mayor, aludiendo a la inferioridad frente al otro.
2.- ‘Menor de edad’ es una categoría jurídica.
3.- Niño, es la manera como la Convención sobre los Derechos del Niño define a las personas menores de 18 años. Pero, a su vez, determina a la persona capacitada para ser un agente social, con unos derechos por ser individuo y persona humana.
4.- Infancia, es una categoría sociológica que determina el colectivo o grupo social heterogéneo que conforma los denominados niños y niñas.

Quienes nombran a los niños y niñas como el futuro agregan implícitamente una serie de acepciones correspondientes al término ‘futuro’: lo no formado, quien aún no es persona, quien aún no es ciudadano, quien hay que educar desde la tutorización, quien hay que proteger como bien o inversión social. Esta serie de subcategorías implícitas refuerzan el valor dado al niño como sujeto social. Ninguno.

Mayor no es igual a menorQuienes nombran a los niños y niñas como presente asumen la responsabilidad de situar temporalmente la contemporaneización de los sucesos frente a otros. Posibilitando y compartiendo la agencialidad con quienes interactúan en un espacio social determinado, y habilitando esta interacción con lo inmediato, no con el niño definido por su edad, sobre todo su edad cronológica frente, en muchos casos, su edad madurativa en correspondencia con la mayoría de edad, en España a los 18 años. Aunque, cualquier niño o niña antes de su mayoría de edad arbitraria puede legalmente hacer otras cosas: firmar un contrato, mantener relaciones sexuales consentidas, dar su consentimiento para ser operado, etc… aunque no pueda ejercer como ciudadano en su sentido estricto.

La discriminación etaria, vincula el ejercicio de la discriminación al simple hecho de tener una edad determinada. ¿Qué diferencia hay en el número 18 + 1 día frente al 18 – 5 días? Ninguna, aunque las niñas y los niños han habitado espacios que quedan definidos, a su vez, en sus peculiaridades.

¿Cuáles son los espacios de la infancia y de la adolescencia?
El espacio escolar: Se trata de un espacio amurallado o vallado, perimetrado para acotar lo que sucede dentro de ese espacio, dentro de un perímetro donde el suceso o la acción con otros no se registra, se invisibiliza o se ha invisibilizado como dato.
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El espacio de calle de los niños y niñas: es otro espacio restringido, de ser un espacio horizontal de la calle, del páramo, de lo aún no urbanizado a un espacio verticalizado. Pasando el ocio o el tiempo libre de ser autogestionado con el grupo de pares a un ocio y un tiempo libre obligatoriamente gestionado por los padres. La calle, es un espacio cada vez más securizado en correspondencia con su reconversión a un espacio arquitectónico urbanizado y en el interior de una vivienda, logrando un niño estático y cercado en su gesto.
El espacio doméstico: se trata de otro espacio privativo, aunque hemos supuesto inocentemente que es un espacio de protección del niño y la niña. Por cierto, podríamos considerar el coche como una prolongación móvil del espacio doméstico. Llegado a este punto, nos deberíamos preguntar sobre la correspondencia entre protección o seguridad y el número de víctimas-niños de accidente de tráfico bajo la tutela de sus padres y madres.
Ante el resto de espacios, ¿qué supone la existencia del ciberespacio?, considerado como realidad vertebradora de esos otro espacios convencionales ante un niño habitante y ‘residente digital’.
El ciberespacio es un espacio transversal, incidiendo: en visibilizar lo que ocurre detrás del patio amurallado, en superar la relación física entre tiempo y espacio localizado en el barrio o en la calle colindante al hábitat próximo, en solaparse con el espacio privado doméstico como metáfora de la intimidad.

La construcción de la realidad mediante las palabras distingue el concepto virtual como ajeno o lejano a lo real. Se trata de una contraposición admitida en el discurso, en la conversación, y sobre todo al describir esa realidad como apropiación legítima de lo público frente a una virtualidad como apropiación ilegítima de los privado. Estas ideas contrapuestas conforman el conjunto de proyecciones frente a otros, en su mayor parte niños y niñas habitantes del ciberespacio virtualizado, en su denominación conceptual de los adultos. Pero la realidad es la expresión de un binomio: virtualidad y actualización. Es exactamente la razón por la cual la palabra construye la realidad, pues la palabra es virtualización de la realidad como pensamiento, pero actualización en el debate y en el discurso público, sobre el lado donde se verifica su acción o interacción. Es esa propiedad de la actualización la que denota la construcción colectiva de un significado. Sin esa actualización la realidad se sesga en su virtualización, requiriendo (la actualización) de consciencia sobre el entorno y de los objetos alrededor, de la interacción aceptada y de la participación, y admisión de la misma, en otros. En suma, espontaneidad y diálogo.

El niño o la niña habitantes y residentes en el ciberespacio son niños públicos solapadamente en el resto de espacios, pero unos niños que deben aprender carentes de experiencia a emular un salto cualitativo frente a una educación y un aprendizaje que aún mantiene el paradigma educativo anterior como válido.

Y ni tan siquiera la suma de muchos elementos menores, o en todo caso de personas menores de edad, logran una mayor. Hemos graduado en años esta diferencia, generando un salto imposible para quienes siendo niñas y niños desean participar con otros adultos en correspondencia.

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