La sexualización de las niñas: la pederastia consentida

Como etapa de la vida, la infancia tiene entidad suficiente, como para no quemarla con "aceleradores".

 



<p>Concurso de belleza infantil, en Estados Unidos.</p>
Concurso de belleza infantil,
en Estados Unidos.
Esta última semana saltaban las alarmas por la aparición de la actriz Millie Bobby Brown --“Once” en la serie Stranger Things-- en un listado de las actrices más sexys en la revista estadounidense W. Brown, de 13 años, aparece además en otras portadas vestida y maquillada de manera que parece mucho mayor, sexualizada, cosificada y preparada para hacer caja a través de su cuerpo. 
Además, de cara al Halloween, ha salido al mercado un disfraz provocativo, inspirado en el papel que la joven protagoniza, que ha causado gran  indignación en las redes. 

Estamos asistiendo a una normalización de la sexualización en menores de edad en los últimos años. La mercantilización infantil unida a la sexualidad se está acelerando a ritmos preocupantes. Ocurre también con los niños varones, pero sigue siendo entre las niñas donde se produce la cosificación desde cada vez más temprano: la hipersexualización de la infancia. La industria cinematográfica y lo que la rodea deja bien claro el mensaje: las niñas venden, porque son las niñas las que desde pequeñas siguen siendo objetos que poseer y que moldear a gusto del machismo y del dinero, tantas veces de la mano. 

Seguro que recuerdan cuando comenzaron a venderse sujetadores para niñas con relleno. Por supuesto, el feminismo lo rechazó y lo denunció desde el comienzo. Sin embargo, aún siguen vendiéndose. Las niñas –sus padres-- pueden comprar una aceleración de su ritmo biológico. Estos complementos hacen que la menor se precipite a lo que viene después y no disfrute de lo que toca a su edad. La niña aprende a ser mujer antes de lo previsto y, desde muy pequeñas, son bombardeadas con modelos de éxito social que triunfan por su aspecto físico. 

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