La muerte de un hijo es sin lugar a dudas la pérdida que se siente como más dolorosa y lacerante. Un dolor a veces no bien entendido por todos, probablemente porque va más allá de lo imaginable.
Es por esto
que para tratar un asunto tan delicado y profundo hemos preferido
utilizar las palabras de alguien que está pasando por este trance. Se
trata de Angela Miller, quien desde su sensibilidad
como madre y escritora ha sabido a nuestro entender reflejar con
claridad la intensidad de ese dolor en algunos de sus textos.
Lo que la muerte de un hijo enseña
En diversos
medios, Angela Miller ha escrito con franqueza acerca de lo que supone
la pérdida de un hijo, del dolor sin bálsamos ni excusas y de la dura
realidad que ofrece la vida después de la pérdida. Pero nos ha parecido
particularmente revelador su artículo “Siete cosas que he aprendido de la pérdida de mi hijo“, cuyas claves resumimos a continuación:
1.- El amor nunca muere
Sin importar las circunstancias, quiénes son, o de dónde proceden, no hay mayor vínculo que la conexión entre padres y madres que sufren la agonía de soportar la muerte de un hijo.
Es un dolor
que se sufre durante toda la vida, y por desgracia, sólo aquellos que
han recorrido el camino de una pérdida semejante llegan a comprender la
profundidad y amplitud, tanto del dolor como del amor que llevan dentro.
3.- Es un duelo para toda la vida
Está bien claro. No existe un modo de superar el dolor por la muerte de un hijo. El dolor dura para siempre, porque el amor es para siempre.
La pérdida de un hijo no es un evento finito, es por el contrario una pérdida continua que se despliega minuto a minuto a lo largo de toda la vida,
y que es recordada por cada evento, por cada circunstancia vital, por
cada hito de crecimiento que ya no será y que pudo haber sido.
4.- Entras a un club lleno de almas brillantes
Habría sido mejor no entrar a este club, desde luego, pero una vez dentro es de justicia valorar que está lleno de grandes personas, y compartir esa luz y esa fuerza que reconforta.
Es admirable verles cada día transformando su dolor en una fuerza incomparable, convirtiendo su tragedia en un legado de amor incondicional. Un club repleto de madres y padres generosos y guerreros que redefinen la palabra valiente.
5.- El vacío nunca es menos vacío
La pérdida de un hijo deja un vacío que jamás podrá llenarse. Es y será siempre un espacio que falta en nuestras vidas, en nuestras familias y en nuestros corazones.
Ni siquiera el
tiempo que todo lo cura hará que el vacío sea menos vacío. Tampoco las
palabras de aliento o los consejos bien intencionados de familiares y
amigos impedirán que ese espacio vacío permanezca para siempre.
6.-De la tristeza más profunda a la más completa felicidad
Precisamente por haber entendido y soportado la tristeza más profunda y desgarradora es posible acercarse a la felicidad más completa. Angela Miller lo expresa de un modo contundente:
“Aunque
voy a llorar la muerte de mi hijo para siempre, esto no significa que mi
vida carece de alegría y felicidad. Muy al contrario. De hecho, y a
pesar de que me tomó un tiempo llegar a este punto, mi vida es mucho más
rica ahora. Yo vivo cada experiencia desde un lugar más profundo”.
7.-Para ti, que has perdido un hijo
Si has
vivido la experiencia de una pérdida tan dolorosa como la muerte de tu
propio hijo, o si estás cerca de personas que están pasando por esta
situación extrema, puede serte de utilidad el documento que presentamos a
continuación para su descarga.
Se trata de una una guía editada por la AECC (Asociación Española contra el Cáncer), que de forma sensible y rigurosa pretende ser de ayuda para canalizar la experiencia
y aprender a convivir con el dolor. Ofrece un buen número de
sugerencias para que analices y comprendas tu sufrimiento a modo de
acompañante silencioso por el proceso de duelo.
Con
interesantes reflexiones sobre emociones que en mayor o menor medida
están siempre presentes, como la tristeza, la culpa o la ira, y un
análisis de variables relevantes como el poder del llanto, la necesidad de afectos o el valor del tiempo, este documento te ayudará a caminar por el dolor sin rendirte ante él, encontrando en la medida de lo posible un sentido al sufrimiento.
Las palabras iniciales de los propios autores nos ofrecen una idea clara del objetivo que se plantean:
“Este
libro te lo queremos dedicar a ti, que has perdido un hijo. Con él no
queremos que olvides. Tampoco que ignores tus sentimientos y retomes tu
vida. Probablemente en estos momentos ni puedas ni quieras. No queremos
nada más que acompañarte el tiempo que tú nos necesites”.
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