Qué es y por qué es tan importante.
Cristian Vázquez,
Cristian Vázquez,
Foto: Pixabay |
La resiliencia infantil es la capacidad que se desarrolla durante la infancia de adaptarse y salir fortalecido de la adversidad.
Se trata de un aprendizaje que comienza en la infancia y se desarrolla luego durante toda la vida.
La
resiliencia primaria es la que proporcionan los primeros cuidadores, en
general los padres, a través del apego con el niño,
mientras que la
secundaria se da más tarde a través de otras personas y las propias
experiencias.
La resiliencia
es "la capacidad de los seres humanos de no solo mostrar un buen
funcionamiento tras un trauma o una adversidad, sino incluso
transformarse y desarrollar cualidades insospechadas. La definición
pertenece al psicoterapeuta infantil José Luis Gonzalo Marrodán,
director de las ‘Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil’,
acontecimiento que vivió su tercera edición en San Sebastián los pasados
6 y 7 de octubre.
No es ocioso destacar a quién corresponde la definición, dado que, desde que la psicología comenzó a utilizar este concepto, la forma de entenderlo ha variado
en torno a ciertos matices de mayor o menor importancia. De todos
modos, para expresarlo en términos simples, una clave para entender la
resiliencia es la adaptación: la habilidad de poder adaptarse de forma
positiva a situaciones adversas.
De hecho, la psicología tomó el concepto de la física,
en cuyo ámbito la resiliencia es la capacidad de un material, un
mecanismo o un sistema que le permite, una vez que ha cesado una
perturbación a la que ha estado sometido, volver a su estado anterior.
Los terapeutas, sin embargo, lo llevaron más allá: las personas
resilientes no vuelven a su estado anterior, sino que salen fortalecidas de la dificultad, se desarrollan y siguen proyectándose en el futuro.
Desarrollar elementos positivos a partir de la adversidad
Foto: gonzalesearnest |
Cuando se habla de resiliencia infantil,
se trata de la capacidad de los niños de sobreponerse a situaciones
traumáticas, como malos tratos, durante sus primeros años de vida, y
desarrollar elementos positivos a partir de esas experiencias. Durante
mucho tiempo se creyó que la resiliencia era el fruto de la
"constitución especial de algunas personas".
Sin embargo, diferentes estudios demostraron que no es
así: tal capacidad es "el resultado de las interacciones entre el
individuo y sus semejantes, sus condiciones de vida y, por último, su
ambiente vital". Así lo apunta, en el libro ' Los buenos tratos a la infancia '
(Gedisa, 2005), uno de sus autores, el terapeuta familiar Jorge Barudy,
quien se ha especializado en el estudio de la resiliencia.
Para Barudy -de origen chileno, víctima de la tortura durante el régimen de Pinochet y afincado desde hace muchos años en Barcelona- existen dos tipos de resiliencia. La resiliencia primaria
la otorgan los primeros cuidadores, son el fundamento seguro para el
crecimiento y el desarrollo del niño. Es por eso que la resiliencia
infantil está tan vinculada con la crianza con apego, el modelo desarrollado a partir de las teorías del psicólogo John Bowlby durante la segunda mitad del siglo XX.
La resiliencia secundaria,
por su parte, es la que se puede desarrollar luego, ya que, como
explica Gonzalo Marrodán, el hecho de que niño carezca de buenos tratos
durante sus primeros años no lo condena a "la patología o la
inadaptación". Tanto otras personas (una familia acogedora, amigos,
profesores, pareja) como diversas experiencias (deporte, teatro, cine,
etc.) "pueden constituirse en importantes puntos de apoyo sobre los que
crecer y superar el dolor de los traumas tempranos, como el abandono o
el maltrato", apunta el experto.
Una base para aguantar los 'terremotos de la vida'
Foto: Max Pixel |
En el libro citado, Barudy y la otra coautora, Maryorie Dantagnan,
describen los resultados de un estudio publicado en 1980 que, de algún
modo, sentó las bases del trabajo sobre la resiliencia, que por entonces
comenzaba a germinar. La investigación, realizada por expertos del Centro Internacional de L’Enfance,
en París, de acuerdo con el cual "en condiciones socioeconómicas
equivalentes y a menudo precarias", los hijos de algunas familias
tuvieron un crecimiento, un desarrollo y resultados escolares
significativamente superiores a los de otras familias en condiciones
similares.
La razón de esos resultados superiores radicaba,
según los autores del libro, en "las cualidades maternas sobre
intercambios afectivos y relacionales con sus hijos, sus capacidades
educativas, la organización de la vida familiar y la gestión
presupuestaria". En otras palabras, fue una mejor resiliencia primaria
lo que permitió a esos niños lograr un desarrollo superior. Gonzalo
Marrodán recurre a una metáfora muy útil para graficar la importancia de
la resiliencia: compara a las personas con edificios.
La resiliencia primaria equivale a los cimientos:
si son firmes, la base es segura, "lo que nos sujeta cuando sufrimos
los terremotos de la vida", apunta el experto, quien también pertenece a
la Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente.
Si el niño careció de apego y, por lo tanto, esos cimientos no están,
"sujetamos el edificio como se hace con las catedrales o casas
colgantes, que se sujetan unas a otras: el adulto y el entorno sujetan
al niño". Esa es la resiliencia secundaria.
Una capacidad que se construye en el tiempo
Un dato clave que se debe tener en cuenta es que la resiliencia no es una capacidad estática,
que se adquiere de una vez y para siempre. Por el contrario, la
resiliencia "se construye en el tiempo, es un proceso, un camino que se
cuenta como el relato de una vida", explican los especialistas Victoria
Muñoz Garrido y Francisco de Pedro Sotelo en un artículo publicado en la Revista Complutense de Educación. Añaden que la resiliencia "resulta de un proceso dinámico evolutivo, lo cual implica "tener otra mirada sobre la realidad".
Por ello, su lugar es importante también en el ámbito de los profesionales de la salud. Así lo destacó la Asociación Española de Pediatría,
hace unos meses, al anunciar unas jornadas de "fomento de la
inteligencia emocional para el personal sanitario". Dados sus altos
niveles de estrés y la exigencia de acoger, consolar y acompañar a
personas en situaciones difíciles, el organismo recomendaba que " se instruya al personal sanitario en habilidades emocionales y estrategias resilientes que les resultarán altamente eficientes en su vida profesional y personal"
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Danos tu opinión, Escribe tu comentario, AQUÍ