BENEDICTO, Jorge [dir.].
“Informe Juventud en España 2016” (IJE2016).
Instituto de la Juventud de España.
sobre la Adolescencia y Juventud
El IJE2016 comienza señalando que el entorno en el que viven y crecen
los y las jóvenes hoy es sustancialmente distinto al de sus padres y
madres cuando tenían una edad similar a la suya.
El cambio de siglo
supone un punto de inflexión importante respecto a otras etapas de
crisis, que deja inservible un relato de progreso en el que sus
destinatarios se sienten engañados por una sociedad adulta que no cumple
sus promesas de futuro. Por ello, la publicación trata de describir los
fundamentos del enfoque generacional que ha constituido la crisis en
sus diferentes dimensiones (socioeconómica, político-institucional y
cultural), y analiza las repercusiones de esta crisis en sus vidas. Los
autores ven necesario, pues, sin separar el análisis macro del más
micro, estudiar la intersección entre las condiciones y vulnerabilidades
estructurales y experiencias biográficas de los y las jóvenes.
Para este macro estudio se realizó una encuesta a una muestra de
5.000 mujeres y hombres jóvenes españoles de entre 15 y 29 años de
edad, distribuidos por comunidades autónomas, y nacidos desde 1986 al
año 2000. Una generación marcada por la crisis en sus diferentes fases.
Por ello, se realizan tres cohortes de estudio: quienes nacieron a
finales de los años 80, personas nacidas a finales de los años 90 y
jóvenes nacidos y nacidas a mitad de la década de los noventa. Además
del cuestionario, el Informe complementa sus justificaciones con otras
fuentes de datos, entre los que se encuentran estudios anteriores del
Instituto de la Juventud de España (INJUVE), encuestas del Instituto
Nacional de Estadística (INE) y de otros organismos oficiales.
La presente reseña centra su mirada en los capítulos 5 y 6, que
analizan aspectos de la dimensión subjetiva de la juventud, y
seguramente constituyen la aportación más diferencial respecto a otros
informes de esta misma índole.
Análisis
El CAPÍTULO CINCO trata los distintos elementos del bienestar subjetivo de la juventud
y su interrelación con las condiciones estructurales, los factores que
lo determinan y cómo influye en sus actitudes, opiniones y tomas de
decisiones. Según los datos de este estudio, la gente joven en España
tiene niveles de satisfacción personal y felicidad mayores respecto del
resto de la población. Esto, dicen los autores, es paradójico, ya que
las condiciones materiales de los y las jóvenes son peores que las de
grupos mayores de edad. Esto se explica porque las condiciones objetivas
no son las únicas, y cobran peso otros aspectos subjetivos, así como el
grado de integración en la vida social (Pichler 2006; Khattab y Fenton
2009).
Tres son las variables individuales reflejadas en la satisfacción
juvenil que aparecen en el documento:
.- la situación laboral,
.- el tipo de
hogar y
.- si están emancipados o no.
El efecto de estas variables de
autonomía material afecta e influye de manera directamente proporcional,
y en gran medida está mediado por la sensación de control de la propia
vida.
Tras un estereotipo de aparente despreocupación se esconde un
colectivo con problemáticas específicas y preocupaciones propias. Así,
el barómetro del CIS y algunos estudios monográficos preguntan por las
dificultades que más afectan a los y las jóvenes españoles en su
conjunto, calando más aquellas relacionadas con cuestiones económicas y
del mundo laboral.Los autores extraen de estas informaciones que el
desempleo juvenil(que afecta a un 35.5%) es un rasgo distintivo de la
generación actual. Y existen dos grandes orientaciones de solución: por
una parte, se resolverá cuando se ataje el desempleo en general; por
otra parte, se presenta como una particularidad propia de la juventud
que requiere medidas específicas.
En perspectiva comparada con el resto de la Unión Europea, el
análisis observa diferencias según datos de Eurofound (2014). España
(como Portugal y Grecia) tienen unos horizontes de satisfacción muy por
debajo de la media. En especial los y las jóvenes son de los más
insatisfechos en cuestiones como el sistema económico y financiero, y el
empleo. Situación que se debe, según confirma Eurofound 2012, la
Encuesta Europea sobre Calidad de Vida (EQLS) y el Estudio Wulfgramm
2014, a las características económicas e institucionales, y el margen de
acción de los poderes públicos para actuar a través de políticas
específicas de empleo.
El texto señala que cuando los y las jóvenes piensan en futuro se
refieren al presente y a la congruencia entre lo que viven y lo que
aspiran. Según las conclusiones de estudios de 2012 realizados por el
Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud (CRS), los y las
jóvenes hablan de adoptar una posición activa para hacer frente al
empeoramiento de sus vidas, y tienen una idea muy certera de los riesgos
que enfrenta la crisis. La propia encuesta del estudio (IJE2016)
expresa que el 45% cree que son ellos y ellas quienes más están
sufriendo las consecuencias de la crisis, situación que es aún peor para
quienes no tienen estudios. Sin embargo, los y las jóvenes con trabajo
consideran que son las personas mayores de 50 años las más perjudicadas.
Asimismo, de acuerdo a las dos visiones de la crisis que ofrece el
texto (bien como algo pasajero, o algo irreversible), un 57% de los y
las jóvenes perciben que es un cambio más profundo en la forma de vida.
La valoración retrospectiva de las expectativas sobre el futuro
muestra a través de la EQLS recopilada por Eurofound 2014 que dos
tercios tienden a ser optimistas. Entre 2007 y 2011, al contrario que en
el resto de la UE, los niveles de optimismo descendieron. Por su parte,
las cifras del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud
(Rodríguez y Ballesteros, 2012) afirmaban que la situación era peor en
2012. En cuanto a los resultados de la IJE2016, se observa una mayor
proporción de expectativas de futuro positivo. Se percibe más pesimismo
entre los y las jóvenes de más edad, y entre quienes no están trabajando
o están en periodo de estudio.
La promesa de progreso ascendente que se mencionó a priori se podría
llamar de “éxito diferido” según los investigadores. Este éxito, dicen,
ha justificado el alargamiento de la juventud y el incremento del tiempo
invertido en formarse durante décadas, pero parece haber dejado de
funcionar. Y la comparación con padres e hijos es otra forma de
construir expectativas generacionales sobre cómo va a ser el futuro
teniendo en cuenta el pasado. Basándose en el estudio 2012 del Centro
Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud (Rodríguez y Ballesteros,
2013), la publicación afirma que los y las jóvenes actuales reconocen
las condiciones favorables en que se desarrollan sus vidas, pero son
pesimistas respecto a su evolución en el futuro en lo que se refiere a
los logros del Estado de Bienestar, como el acceso a sanidad, educación y
seguridad personal y económica.
El CAPÍTULO SEIS trata la construcción de la subjetividad juvenil, y
para ello contempla los ritmos, tiempos, formas de consumo, así como la
moda, la apariencia, y estilos de vida de los y las jóvenes. Además
examina sus diferencias con respecto a los adultos.
En primer lugar, se estudian las experiencias juveniles y prácticas de ocio.A
partir de los resultados del estudio “Jóvenes, ocio y consumo” del
INJUVE (EJ175-2014), el texto detecta que los y las jóvenes se decantan
por un ocio compartido, practicado en espacios públicos o al aire libre,
y que implica cierto gasto. El salto del deseo a la agencia hace que
practiquen en realidad actividades más económicas, algo que disminuye
con la edad. Se constata gran continuidad en las preferencias juveniles,
y se explica que una de las actividades más atractivas es viajar (el
95%), generalizándose entre la más joven el turismo low cost.
Otra actividad mayoritaria es el entretenimiento televisivo, mientras
que prácticas como ir al cine, salir de copas o leer se han visto
desplazadas.
El acercamiento también destaca datos sobre los recursos disponibles y
el consumo de los y las jóvenes en los tiempos de ocio, remarcando que
tres de cada cuatro jóvenes dependen de los ingresos de otras personas
(principalmente de los progenitores), según comparte el informe
EJ175-2014. Además, considerando el estudio “Jóvenes, economía, noche y
fin de semana, salud” (EJ165-2013) y la influencia de la crisis, el
informe aclara que el gasto mayor en las diferentes actividades de ocio
se destina a las comidas fuera de casa, en ropa y calzado, y gastos
ocasionados por gasolina y parking. Entre otros desembolsos que tienen
carácter puntual, la excepción a la regla son los cursos de postgrado,
que en proporción importante suelen ser desembolsados por las personas
jóvenes.
A raíz de los datos, la publicación también describe al consumidor
joven español en cuanto a la compra de bienes de consumo. Este tiene un
perfil confiado, despreocupado, pero que, por otro lado, controla lo que
gasta, no derrocha, actúa reflexivamente buscando en diferentes lugares
y comparando precios, así como aprovechando las oportunidades. Lo
denominan consumidor crítico, y su criterio de gasto va en función del uso, del valor de cambio.
En el análisis se observaelocio nocturno y de fin de semana como
tiempo de sociabilidad. Partiendo de la Encuesta del Tiempo de empleo
del INE (2009-2010 y 2002-2003), y de “A contratiempo. Un estudio de las
temporalidades juveniles” (Lasén, 2000), se identifica, según los
autores, que hay dos proporciones muy parecidas de jóvenes: quienes ven
la noche como un tiempo y espacio transgresor, y quienes consideran que
es tiempo para hacer algo distinto. También se encuentran significados
ligados con la sensación de libertad: el 65% no tiene la sensación de
estar sometido al control paterno y materno. El texto resalta que, si
bien la crisis ha hecho descender la identificación directa entre las
salidas nocturnas juveniles como salidas “de copas”, al cine, e incluso
en el consumo de drogas legales o ilegales, los motivos destacados para
dichas salidas siguen siendo en su mayoría (76%) ir a bares, cafeterías y
pubs. El “botellón” (actividad que, para sorpresa de los
investigadores, no depende del estatus socio-económico) es mayor entre
los jóvenes adolescentes que entre los más mayores.
En segundo lugar, se indaga sobre los usos de la tecnología y las formas de comunicación, partiendo
de datos de la Encuesta del INE sobre Equipamiento y Uso de las
Tecnologías de la Información y la Comunicación en los Hogares (2016).
El IJE2016 menciona que la expansión del acceso a Internet no ha dejado
de crecer en los últimos diez años (el 88% de los jóvenes usa
diariamente Internet). El medio preferido para acceder ha ido cambiando,
desplazándose hacia los dispositivos móviles. Adicionalmente, se apunta
que la accesibilidad a la Red está cambiando prácticas, experiencias y
estilos de vida, y categorías de espacio y tiempo. El uso de Internet es
múltiple y variado. Lo más extendido es comunicar o comunicarse a
través de correo electrónico o redes sociales (9 de cada 10 jóvenes las
usa), que han transformado la vida íntima, la imagen y exposición
personal, así como las relaciones. Además, los y las jóvenes utilizan
Internet para distintas formas de ocio y compra-venta de bienes,
afirmándose que los videojuegos (usados por 8 de cada 10 jóvenes) se han
convertido en una de las señas de identificación de las generaciones
juveniles conectadas.
En la investigación se reflexiona sobre los nativos digitales,
desmitificando la existencia de una diferencia radical entre la nueva
generación de nativos y la de migrantes digitales, que define Prensky en
su libro publicado en 2001. Los autores puntualizan que las edades no
anulan otras diferencias más significativas.
En tercer lugar, se atiende a la dimensión más personal, que tiene que ver con la vida y las relaciones íntimas: cuerpo, salud y vida saludable
en su doble faceta. Tal es la preocupación por el propio cuerpo en las
últimas décadas, que los investigadores mencionan a la nueva juventud
como la generación hedonista. Establecen
algunos indicadores (en este caso características positivas) asociados a
los siguientes datos: la preocupación por la salud y vida saludable
(considerada por más de la mitad de jóvenes como buena, según datos del
INJUVE de 2013); la realización de dietas (15%), además de porcentajes
de peso adecuado muy superiores al del conjunto de la población
(Encuesta Europea de Salud en España, ESSE, 2014); las horas de descanso
(media de 8 horas diarias) y el entrenamiento físico (más de la mitad),
de tal forma que seis de cada diez jóvenes considera que su forma
física actual es buena o excelente. En general, el ajuste entre la auto
percepción del cuerpo e imagen proyectada se realiza de forma diferente
entre hombres y mujeres, siendo más positiva entre ellos.
Como facetas negativas para la salud, el informe concluye que los y
las jóvenes reproducen pautas de consumo mayoritario en la población. Se
destaca que el consumo intensivo de alcohol, asociado al ocio nocturno y
el botellón, aumenta en porcentajes para la población menor de 34 años
(EESE, 2014), aunque un 50% dice no haber realizado ese tipo de consumo.
El tabaco, sin embargo, es un consumo que se reduce cuanto menor es la
edad del joven, porque la proporción de fumadores de entre 15 y 24 años
es inferior a la media.
Las defunciones, se explica en la publicación, están viviendo una
tendencia progresiva al descenso desde 1990. Las estadísticas 2014 del
INE datan en un 0,45% del total las muertes de jóvenes entre 15 y 24
años, siendo el reparto de género bastante desigual: las masculinas
superan el doble a las femeninas. El 47% de esas defunciones son
ocasionadas por causas externas. Las dos más recurrentes (tras la muerte
por tumores) son, por este orden: los accidentes de tráfico, que se ha
reducido considerablemente desde 2005 (263 fallecidos jóvenes en 2014), y
los suicidios (319 jóvenes en 2014). En la sociedad española han
crecido los suicidios un 15,2%, y llama la atención a los investigadores
que el 20% de la gente joven que se ha quitado la vida corresponda a
migrantes.
En cuarto y último lugar, el capítulo aborda la intimidad y la vida sexual de
la gente joven. Desde 2008, del 80% al 90% de los y las jóvenes han
tenido relaciones sexuales. De media, la primera relación sexual se tuvo
sobre los 17 años. El contexto familiar y de proximidad es el que más
influye en la sexualidad juvenil, pero también lo hacen las creencias
religiosas, apuntan los autores. Un 85% de esos chicos y chicas
(porcentajes similares a 2008) utilizó método anticonceptivo o de
profilaxis en su última relación, y el más usado fue el preservativo. En
adición a esto, según aumenta la edad de los y las jóvenes, disminuye
el porcentaje de uso del preservativo y aumenta el de la píldora
anticonceptiva. Las prácticas sexuales son cada vez más precoces pero
también más seguras, concluyen los autores. No obstante, es preocupante,
alarma el texto, que exista una relajación de conciencia sobre los
riesgos de transmisión del VIH/Sida y las Enfermedades de Transmisión
sexual.
El número de mujeres jóvenes que ha tenido embarazos no deseados ha
ido disminuyendo significativamente con los años, siendo la edad media
del primer embarazo los 20 años, y elevándose esa tasa con la edad.
Según los datos que aporta el análisis, en España se da una
progresión descendente de víctimas por violencia de género desde 2009 a
2015, con un descenso de 76 a 60 víctimas mortales. Sin embargo, la
violencia psicológica y de control es mayor cuanto menor es la edad de
la mujer.
Del resto de capítulos se pueden rescatar algunas conclusiones:
- Demográficamente, desde 1995 se produce un declive paulatino de población joven, llegando a descender a 7 millones en 2015. Sin embargo, aumenta la diversidad: un 15% son jóvenes migrantes. Las estructuras familiares de los jóvenes se han transformado, cada vez son más reducidas y de carácter monoparental.
- La crisis causa la imposibilidad de que los y las jóvenes accedan al mercado laboral: desde 2006, la población activa de 16 a 29 años se reduce en 1,9 millones; estos jóvenes ocupados tienen trabajos para los que se consideran sobrecualificados, y perciben inestabilidad e inseguridad. Aun así, se muestran activos y optimistas. Por su parte, el colectivo juvenil en paro asciende a un tercio en su franja de 20 a 29 años, afectando en mayor medida a hombres y a extranjeros (efecto paralelo al resto de Europa).
- Los jóvenes optan por seguir formándose, aumentando su nivel educativo. Pero estas trayectorias educativas están muy polarizadas entre la gente muy preparada y aquella con escasa preparación. Sin embargo, el abandono educativo temprano, aunque es alto, desciende en 10 puntos porcentuales. Mientras, el abandono de estudios universitarios es alto, porque requiere un esfuerzo económico para las familias y estudiantes. Existe otro sector juvenil que no estudia ni trabaja como causa del desempleo, pero que ha descendido.
- La situación económica del país también presenta, comenta el informe, obstáculos en las condiciones de vida y la autonomía de los y las jóvenes. La juventud emancipada desciende desde el año 2000, hasta que en 2015 se reduce al 22,4%. Ello se debe a que buena parte de los y las jóvenes no puede vivir de sus ingresos, que son unos 774 euros mensuales de media. Esto implica mayor dependencia, sobre todo de los progenitores (90% en 2016). La emancipación tardía (a los 29,1 años de media) es un rasgo diferencial de la juventud española dentro del conjunto europeo. Y aunque la emancipación en pareja sigue siendo la opción mayoritaria, se ha reducido en casi 10 puntos de 2008 a 2016. Por el contrario, los hogares unipersonales y pisos compartidos han aumentado cuatro y cinco puntos respectivamente.
- Las identidades colectivas tienden a la escasa religiosidad, a ser más bien localistas e ideológicamente de centro izquierda. El 42% de los y las jóvenes considera que hay mucha desigualdad en el país, y se revelan como ciudadanos conscientes de los problemas que atraviesa la sociedad española. Por estas razones sienten (en un 60%) la necesidad de realizar cambios profundos, pero sin que ello suponga impugnar el sistema político. A pesar de ello, reclaman la intervención del Estado y se muestran muy desconfiados y desconfiadas con respecto a las instituciones, sobre todo políticas. La insatisfacción que se expresa a priori, se ha traducido en el incremento notable de las posiciones radicales pero no extremistas: un 38% mantiene una politización crítica y un activismo reivindicativo
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