Redacción T21
Rev. Electrónica de Ciencia, Tecnología,
Sociedad y Cultura
El maltrato infantil afecta a los circuitos cerebrales
y entraña el
deterioro persistente de muchas funciones neuronales
que alteran el
tratamiento afectivo de la información.
Al mismo tiempo, provoca una
serie de secuelas
que van desde la depresión al suicidio.
Imagen: John Hain |
Científicos canadienses han observado por primera vez
modificaciones en las estructuras neuronales de ciertas regiones del
cerebro en personas que han sufrido malos tratos en la infancia. Estos
cambios cerebrales podrían contribuir a la emergencia de trastornos
depresivos y comportamientos suicidas en estas personas, según los
investigadores.
En los países occidentales, entre el 5% y
el 15% de los niños menores de 15 años son víctimas de malos tratos
continuados, ya sean físicos o sexuales. Las víctimas de estos maltratos
tienen un mayor riesgo de padecer trastornos psiquiátricos como la
depresión, la agresividad y la ansiedad, así como una toxicomanía más
frecuente e incluso el suicidio.
Según una investigación de la Universidad McGill, de la que informa en un comunicado,
las secuelas a largo plazo de los traumatismos sufridos en la infancia,
como el maltrato grave, podrían deberse a una deficiencia estructural y
funcional de las células del córtex cingulado anterior, una región del cerebro implicada en la regulación de las emociones y los estados de ánimo.
Para estos investigadores, estas modificaciones cerebrales podrían
contribuir a la emergencia tanto de trastornos depresivos como a
comportamientos suicidas a lo largo de la vida de las personas que han
sufrido maltrato infantil.
Procesos cerebrales implicados
Para comunicar con las células de otras regiones cerebrales y asegurar
así una organización y funcionamiento óptimo del cerebro, las señales
eléctricas utilizadas por las neuronas deben a veces recorrer largas
distancias.
Por este motivo, los axones están recubiertos
generalmente de mielina, un envoltorio de tejido adiposo que sirve para
proteger al axón y favorecer la eficaz conducción del pulso nervioso. La
formación de esta capa de mielina es progresiva y su acumulación se
produce sobre todo en la infancia, llegando esta capa a la madurez
cuando se inicia la edad adulta.
Anteriores investigaciones
ya habían revelado anomalías en la materia blanca del cerebro en
personas víctimas de maltrato durante la infancia. La materia blanca se
encuentra en los tejidos más profundos del cerebro (subcorticales) y
está constituida en gran parte por un conjunto de miles de millones de
fibras nerviosas (axones) cubiertas de mielina.
Ahora bien,
como estas observaciones previas procedían de imágenes cerebrales
realizadas con personas vivas, ha resultado imposible hasta ahora
obtener una imagen neta de las células y moléculas de esta materia
blanca afectadas por las anomalías en las víctimas de maltrato infantil.
Lo que ha hecho la nueva investigación para obtener una
imagen más clara de las modificaciones microscópicas de los adultos que
habían sufrido maltrato en su infancia, es utilizar las muestras de
tejido cerebral disponibles en el banco de cerebros Douglas-Bell Canada, que contienen numerosas informaciones sobre la vida de los donantes.
De esta forma, han podido comparar las muestras de tejido cerebral de
tres grupos de personas adultas ya fallecidas: personas depresivas que
se habían suicidado con antecedentes de maltrato infantil grave (27
personas); personas depresivas que también se habían suicidado pero sin
antecedentes de maltrato infantil (25 personas); y finalmente personas
fallecidas que no tenían antecedentes psiquiátricos ni de malos tratos
en la infancia.
- Resultados concluyentes
De esta
comparación, los investigadores descubrieron que únicamente los tejidos
cerebrales de las personas que habían sufrido maltrato en la infancia
presentaban un adelgazamiento de la capa de mielina que afectaba a una
parte significativa de las fibras nerviosas.
Asimismo,
observaron en estos pacientes alteraciones moleculares subyacentes que
afectaban de manera selectiva a las células que participan en la
producción y mantenimiento de la mielina, así como un aumento del
diámetro de algunos de los axones más largos de estas personas.
Según los investigadores, estas modificaciones cerebrales alteran el
tratamiento afectivo de la información en las personas que han sufrido
malos tratos en la infancia, provocando una serie de secuelas que van en
ocasiones desde la depresión al suicidio, entre otras.
Este efecto se produce porque las modificaciones cerebrales señaladas
interfieren en el acoplamiento funcional entre el córtex singular y las
estructuras subcorticales, tales como la amígdala y el núcleo accumbens,
ambas regiones vinculadas, respectivamente, a la regulación de las
emociones y al sentimiento de recompensa.
En consecuencia,
señalan que la adversidad en los primeros años de la vida puede entrañar
el deterioro persistente de muchas funciones neuronales en el córtex
del cingulo anterior.
Y como todavía no se ha establecido
en qué región del cerebro, en qué momento del desarrollo ni cómo, a
nivel molecular, estos efectos llegan a afectar a la regulación de las
emociones y los apegos, los científicos se proponen desarrollar nuevos
estudios para clarificar estos procesos
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