Manfred Liebel*,
Socio de honor de la Asociación GSIA,
En marzo de 2017-
Saint-Louis, en el
norte de Senegal -frontera con Mauritania- es una ciudad con encanto mórbido
que, en tiempos de la colonia, fue la capital del África Occidental Francesa.
En las calles cientos de chicos muy jóvenes, por lo general en grupos, abordan
a los transeúntes persistentemente con latas y cajas pintadas de blanco en la
mano para monedas. Son talibés,
estudiantes de escuelas islámicas que recogen en nombre de sus maestros
religiosos, los marabouts, dinero. En
estas escuelas, llamadas daaras, se les
enseña a leer y recitar el Corán. Parece que excepto algunos turistas
ocasionales ninguna persona se siente molestada por los niños que piden. En la
sociedad islámica de Senegal, es una práctica común ofrecer a las personas necesitadas
un obsequio, sobre todo si sirve (se cree) a efectos de caridad.
Por la tarde nos
encontramos en Saint-Louis con la sección local del Movimiento de los Niños,Niñas y Adolescentes Trabajadores (MAEJT). El contacto nos lo facilitó el
equipo de coordinación del Movimiento, cuya oficina se encuentra en la capital
Dakar.
Para nuestra sorpresa nos esperan en un patio en el centro de la ciudad un
grupo exclusivamente de mujeres jóvenes, aproximadamente de entre 12 y 18 años
de edad. Se presentan como las representantes electas de los 18 grupos de base
de los cuales se compone el Movimiento en Saint-Louis. Han venido especialmente
para encontrarnos, proceden de los suburbios donde el Movimiento -según
nuestras anfitrionas- incluye no menos de 1.800 miembros, es decir, en promedio,
un centenar en cada grupo.
Las representantes
nos informan que se han organizado en el Movimiento tanto varones como mujeres,
que se ganan la vida y la de sus familias con diferentes trabajos en hogares de
terceros, mercados, bodegas o talleres. Otras cuidan en los hogares de su
familia hermanos menores o asumen tareas domésticas (lo que valoran como
“verdadero trabajo” que merece reconocimiento). No les gusta pedir, pero están
en contacto con algunas escuelas islámicas, y en algunos casos los talibés decidieron
conseguir otras actividades y se asociaron a los grupos del Movimiento. No
entienden el Movimiento concurrencial de las escuelas islámicas, sino que
quieren contribuir a que en Senegal se aprenda también como desempeñarse de forma
autónoma en la vida.
Una de las
principales actividades de los grupos de base es aprender a leer y escribir en
francés. El francés es el idioma oficial de Senegal, que se utiliza
principalmente en la administración. Además, hay seis idiomas nacionales, de
los cuales wolof es el más extendido. Sin embargo, no se utilizan hasta ahora este
idioma en la escuela. Hay esfuerzos para cambiarlo pero aún no se han dado
grandes avances. En la reunión de Saint-Louis, las chicas hablan en wolof y
nuestro guía Ibou Diop Coulibaly nos traduce. Las chicas enfatizan que su propio
idioma es importante para ellas, pero para salir adelante en la vida, les
parece esencial "alfabetizarse" en francés.
Casi ninguna de
nuestras interlocutoras ha estado en la escuela o, por periodos cortos de
tiempo. Sienten que una de sus tareas es proporcionar acceso a la escuela a
todos los niños y niñas que trabajan, pero también entienden su derecho a la educación
como una forma de ser tomadas en serio en la escuela con sus experiencias como
niños trabajadores en la que puedan aprender cosas que les sean útiles para la
vida (lo que incluya explícitamente la educación sexual, que anime en especial
a las niñas, a confiar en sí mismas y poner límites a otros que quieren tomar posesión
de ellas). En caso de tener dificultades con la escuela, se apoyan mutuamente
con el fin de ser capaces de concluirla. Para ello reciben apoyo de colaboradores
mayores, algunos de los cuales también son maestros.
Otra tarea
importante de los grupos bases es capacitarse para actividades que les permitan
lograr una vida y un futuro mejor. No se trata solo de habilidades técnicas y
profesionales, sino de habilidades que les permitan "trabajar con
dignidad" y establecer proyectos conjuntos de trabajo auto-sostenibles
(llamado por ellos "actividades generadoras de ingreso"). Para ello,
se ejecutan talleres de capacitación, por ejemplo, para la costura, el bordado,
el uso profesional de computadoras o cómo crear huertos para la producción orgánica
de alimentos.
En sus trabajos, como
empleadas domésticas las niñas y adolescentes son frecuentemente maltratadas y
explotadas. Así nos lo cuentan nuestras interlocutoras: con jornadas a menudo
siete días a la semana y se ganan al mes el equivalente de sólo entre 22 y 38
euros, lo que no es suficiente, incluso en Senegal para su propio sustento. Con
la creación de pequeñas cooperativas, en donde se producen sus propios
artículos de primera necesidad y toman todas las decisiones por su cuenta,
esperan encontrar mejores perspectivas de vida para sí mismas. En otros lugares
en Senegal existen experiencias de mujeres de mayor edad, en la que esta forma
de economía social o solidaria está muy extendida y a menudo asegura un medio
de vida, por ejemplo, al producir y vender jabón, alimentos o prendas de vestir
con diseños artísticos.
Las tareas que se
ha fijado el Movimiento van más allá del aprendizaje y la preparación para una
vida laboral digna. De este modo, los grupos de base se entienden como una
especie de "ángeles de la guarda" (“ainées”), que animan a los niños a defenderse contra cualquier tipo
de violencia, y apoyarlos. Por ejemplo, el Movimiento se compromete a luchar
contra los matrimonios forzados de niñas y niños (todavía hoy comunes en
Senegal), o a apoyar a niños que han perdido sus familias o han migrado sin
familiares de países vecinos a Senegal, y tienen que sobrevivir ahora por
cuenta propia en la calle (muchos talibés, por ejemplo, provienen de este
grupo). Se apoya a estos niños mediante la integración en sus grupos de base y
proporcionándoles "mentores" a su lado, además por la vía de la
protesta pública y sensibilización contra las vulneraciones de derechos o al
recordar a vecinos y autoridades gubernamentales su responsabilidad para los
niños.
En nuestras
discusiones, hemos obtenido la impresión de que en el Movimiento africano no tienen
tanto interés de defender políticas públicas, sino más bien de asistirse
mutuamente y a otros niños en estado de emergencia para lograr, paso a paso, una
vida mejor. No dan mucha importancia a las leyes del Estado para la vida
práctica, más bien son consideradas en gran medida como una herencia de la
época colonial. Les parece más importante negociar con las autoridades
estatales y concluir con ellos de una manera amigable acuerdos (también se
invita a las autoridades locales a asistir a los grupos de base). Lo más
importante para los miembros del Movimiento es fortalecer a través de la
solidaridad la confianza en sí mismo y en sus propias capacidades y mejorar su
propia posición como niños y niñas socialmente desfavorecidos en la sociedad.
En Saint-Louis,
nuestras interlocutoras destacaron que de ninguna manera es excepcional en
Senegal que chicas sean elegidas como representantes. De hecho, nos encontramos
poco después en Thies, la segunda ciudad más grande de Senegal, otro grupo de
representantes a un solo chico, todas las demás eran chicas. En esta ocasión,
recordé que incluso en los primeros días del Movimiento Africano las mujeres
jóvenes fueron las protagonistas de su fundacion. En la década de 1990 había jóvenes
empleadas domésticas, conocidas en francés como “petites bonnes”, que habían expresado en una manifestación el 1 de
mayo en Dakar a través de pancartas respetar su dignidad y sus derechos. Así habían
dado el impulso para un Movimiento social que ahora está activo en 27 países de
África y tiene casi un millón de miembros. Más allá de sus países, es
reconocido oficialmente como representación de los intereses de los niños y
adolescentes trabajadores, y, por ejemplo, es acreditado como organización observadora
por la Unión Africana.
*Manfred Liebel,
Socio de honor de la Asociación GSIA
Sociólogo. Director del Instituto de Estudios Internacionales en Niñez y Juventud de la Universidad Libre de Berlín y del Magíster en Estudios en Niñez y Derechos del Niño. Además, es presidente de la Red Europea de Magísteres en Derechos del Niño y Consejero del Movimiento Latinoamericano y del Caribe de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores (MOLACNATs).
Nota: Del 18 de febrero al 2 de marzo de 2017, un grupo procedente de Alemania viajó a Senegal para informarse, entre otros asuntos, sobre el MAEJT. Se reunió con grupos de base en Saint-Louis y Thiès y pudo conversar ampliamente con representantes sobre los objetivos, actividades y experiencias del Movimiento.
En marzo de 2017
1 Droit à une formation pour apprendre un métier
2 Droit à rester au village (à ne pas « s’exoder »)
3 Droit à exercer nos activités en toute sécurité
4 Droit à un travail léger et limité
5 Droit à des repos maladie
6 Droit à être respecté
7 Droit à être écouté
8 Droit à s’amuser, à jouer
9 Droit à des soins de santé
10 Droit à s’exprimer et à s’organiser
11 Droit à apprendre à lire et à écrire
12 Droit à un recours et à une justice équitable, en cas de problèmes.
2 Droit à rester au village (à ne pas « s’exoder »)
3 Droit à exercer nos activités en toute sécurité
4 Droit à un travail léger et limité
5 Droit à des repos maladie
6 Droit à être respecté
7 Droit à être écouté
8 Droit à s’amuser, à jouer
9 Droit à des soins de santé
10 Droit à s’exprimer et à s’organiser
11 Droit à apprendre à lire et à écrire
12 Droit à un recours et à une justice équitable, en cas de problèmes.
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