Nuevos escenarios de participación infantil en la sociedad del conocimiento, Informe


José María Sánchez Burson 
Director Prospectiva Observatorio Innovación y Participación
Junta de Andalucía, Consejaría de Salud



Partimos de la convicción del papel central que los niños y niñas van a representar en las nuevas sociedades del conocimiento. Intuimos que utopía social alterará la tradicional postración que ha venido soportando la población infantil en nuestra sociedad va progresar hacia un nuevo posicionamiento de la infancia como fuente de valor en el modelo social emergente.

Una serie de razones nos alumbran un nuevo escenario social en el que la infancia va a desarrollar un rol activo y participativo en la gestión de los patrones sociales. 

En primer lugar, la infancia constituye un grupo humano cuantitativamente muy significativo, representa más del 33 por 100 de la población humana, y hoy sabemos que la construcción de la sociedad en red propicia la autonomía y engloba las nociones de pluralidad, integración, solidaridad y participación, de tal modo, que en los nuevos contextos sociales del conocimiento ninguna persona podrá quedar excluida de las nuevas dinámicas de la sociedad en red, y menos aún los niños que aportando un porcentaje muy elevado de la población humana representan la base del futuro de la humanidad. Las nuevas sociedad del conocimiento no pueden  desaprovechar el intenso caudal de conocimiento, creatividad e innovación que pueden aportan los niños para el desarrollo humano. No es previsible que las nuevas sociedades del futuro dilapiden el elevado valor energético de sus nuevas generaciones, y lo predecible es que sean nutritivos socialmente desde temprana edad.

En conexión con lo anterior, la intensa disposición de la infancia hacia la creatividad y la innovación es otra razón que abunda en el protagonismo que se le reconocerá a las poblaciones infantiles.
Los niños se hallan más proclives al ejercicio de la creatividad y al desarrollo de la innovación, sus pensamientos son más libres, audaces, optimistas e incorporan visiones imaginativas ajenas al mundo de los adultos. Nos consta que en las sociedades del conocimiento, los valores y prácticas de creatividad e innovación van a desempeñar un  papel muy importante para dar respuesta a las nuevas necesidades de la humanidad, y es lógico, que los  niños las personas más creativas e innovadoras no puedan seguir pasando desapercibidas en los procesos participativos y productivos.
También, la innata actitud a la apropiación de las nuevas tecnologías facilita la integración del mundo de la infancia en las nuevas sociedades del conocimiento. La capacidad para apropiarse de la multitud de tecnologías que emergerán en las sociedades futuras representa una ventaja competitiva de primer orden, en relación al resto de la población humana adulta que tendrá que superar una permanente alfabetización tecnológica.
La aprehensión tecnológica de los niños se desarrolla de modo natural, intuitivo y libre.
La intensa emergencia tecnológica que caracterizará el desarrollo de la Sociedad del Conocimiento exige mentes muy  abiertas, intuitivas, flexibles y desapegadas de lo conocido, y en este contexto los niños cuentan con ventajas asociadas a su proceso de crecimiento y aprendizaje. 

Incluso, se advierte que se invierte la pirámide tradicional del conocimiento, en la medida que los más jóvenes tendrán que alfabetizar a los mayores en el adiestramiento de las nuevas tecnologías y sus usos. Aunque constituya una paradoja, pero resulta que los que poseen menos conocimientos están en mejor predisposición de abrirse y obtener los nuevos conocimientos, frente aquéllos que
dominan el conocimiento previo.

Cuanto más dominamos los conocimientos más ignorantes somos para acceder al nuevo conocimiento generado.
Por ello decimos, que en los nuevos patrones de acceso al conocimiento y al desarrollo tecnológico la  infancia va a desempeñar una función esencial, instruyendo a los adultos a integrar las tecnologías emergentes y los nuevos conocimientos.
De esta forma, la tradicional dinámica del conocimiento que  se desplaza de mayores a niños y jóvenes se invierte, de tal modo que éstos últimos cooperan en el aprendizaje de sus antecesores.

Además, los niños aportan una visión más higiénica, generosa y solidaria del mundo que sus antecesores, de común son más optimistas, abiertos y valientes que los adultos. En las experiencias en las que se les permite participan se muestran confiados, seguros, libres y desprendidos de los determinantes que les permite aportar elementos innovadores que las nuevas sociedades deberán de privilegiar.

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