Desigualdades urbanas de la infancia y adolescencia









Los debates en torno a las desigualdades y el territorio suelen consensuar en que en las ciudades contemporáneas el acceso a servicios y derechos humanos básicos es más generalizado y de mejor calidad que en los espacios rurales. Sin embargo, estudios recientes indican que, cuando se trata de abordar de modo complejo las desigualdades, es preciso enfocar en las ciudades[1].Equidad para la infancia recupera esta misión y pretende aportar a que el fenómeno de la desigualdad urbana sea problematizado en un sentido complejo y multidimensional. Pero además, sostiene que debe ser especialmente considerado a la luz de sus efectos sobre la población más joven de las ciudades, es decir, las niñas, niños y adolescentes[2].
La perspectiva que quiere enfatizarse se sustenta en la convicción de que las vidas de las personas se moldean y modifican profundamente según el lugar en donde nacen, crecen, se educan y se socializan. En este sentido se sostiene, por un lado, que los efectos de las ciudades en las personas comienzan a advertirse desde los primeros años de vida. Por otro lado, mientras la ciudad es en términos geopolíticos una sola, suele albergar en sí misma muchas ciudades. Es decir, las ciudades están fragmentadas y las condiciones de vida en sus distintos barrios, o comunas, puede ser verdaderamente diferente. Accesos muy variados a los derechos de educación, recreación, saneamiento, trabajo, circulación, etc.[3], implican diferentes posibilidades de experimentar y participar en la ciudad. En suma, la complejidad de desigualdades en el seno de una misma ciudad puede ser muy grande, y es preciso conocerla para poder incidir en ella de forma efectiva.
Además de atender a las mencionadas desigualdades intraurbanas, es necesario prestar atención a los efectos que éstas tienen según qué momento de la vida estén transitando las personas que las padecen. Esto porque tanto los usos y apropiaciones de la ciudad, como los efectos perversos de habitar en ella, no son los mismos según se trate de adultos o de niños, y tampoco de mujeres o de varones. Las desigualdades en las ciudades deben problematizarse teniendo en cuenta el curso de la vida, los imaginarios que en relación a cada edad social se ponen en juego en la vida urbana, y la condición de género y las representaciones asociadas a ser varones o mujeres en las ciudades. Así como es preciso estudiar, comprender, y actuar sobre las desigualdades urbanas considerando las dimensiones de edad, y de género, no puede desconocerse las dimensiones étnica y racial. Más aún cuando muchas ciudades latinoamericanas cuentan con un segmento importante de población negra, indígena y migrante que no sólo sufre desigualdades de clase sino estigmatizaciones, discriminaciones y segregaciones en función de su pertenencia étnica.
Considerando este problema de las desigualdades urbanas como un fenómeno complejo, la política social urbana debe incluir e integrar las políticas dirigidas a mejorar los niveles de vida, las que se orientan a disminuir las desigualdades sociales, y las que buscan eliminar la segregación urbana de niñas, niños y adolescentes. Desde el punto de vista de la infancia y adolescencia, es necesario considerar las dimensiones ambientales del espacio y las dimensiones subjetivas de la experiencia de la ciudad, dada la importancia de aspectos tales como la estabilidad, la sensación de seguridad, y la percepción de segregación en la vida cotidiana de niños, niñas y adolescentes.
“Mientras en las discusiones sobre la infancia y su protección sobresale el discurso de los derechos, es preciso insistir sobre la necesidad de no separarlo del cuestionamiento sobre las desigualdades. De otro modo, los derechos se tecnocratizan, y se configuran más que una plataforma desde la cual disputar la equidad, en una ficción.”
Al respecto es preciso atender, al menos, a dos cuestiones. Por un lado, al hecho de que las políticas de vivienda -directamente relacionadas con las desigualdades urbanas- configuran oportunidades y restricciones que facilitan o restringen procesos de movilidad socioterritorial[4]. Éstas tienen incidencia directa en que ciertos territorios se revitalicen y sean mejores lugares para vivir. Las políticas de vivienda pueden activar un conjunto de intervenciones públicas vinculadas al acceso a derechos básicos como el transporte hacia centros laborales, educativos o sanitarios y obras de saneamiento vitales. El mejoramiento habitacional urbano colabora en disminuir las estigmatizaciones con las que acarrean ciertos territorios. La estigmatización territorial, construida social y mediáticamente y alimentada por el abandono estatal, el delito, y la pobreza, no tiene sólo manifestaciones materiales como la inexistencia de líneas de transporte público que quieran transitarlo, o la falta de profesionales de la salud o la educación que quieran brindar servicios allí. También contiene manifestaciones simbólicas que trasladas las carencias o supuestos vicios del territorio a sus habitantes. Ésto, especialmente para los jóvenes, dificulta su inserción laboral[5].
Mientras en las discusiones sobre la infancia y su protección sobresale el discurso de los derechos, es preciso insistir sobre la necesidad de no separarlo del cuestionamiento sobre las desigualdades. De otro modo, los derechos se tecnocratizan, y se configuran más que una plataforma desde la cual disputar la equidad, en una ficción. El discurso de derechos debe ser conectado con los contextos en los cuales se lo quiere aplicar, pues los derechos definen inclusiones y exclusiones según qué significan en cada contexto, dado que aquello que se define como derecho también es producto de disputas entre distintas posturas político ideológicas y objeto de interpretaciones disímiles[6]. El discurso de derechos tiende a no dejar especificado el modo en que los estados debieran garantizar los derechos sociales, o de provisión y protección según las normas que dicen seguir -por ejemplo la CDN-, o de aislar el problema de los derechos de los niños y adolescentes de las desigualdades de clase, género y raza como modo de evitar lidiar con las realidades políticas y económicas. Por ello es preciso hacer uso de ellos de un modo crítico y, especialmente, en estrecha relación con un análisis profundo de las desigualdades que en cada momento se quieren abordar.
www.unicef.org_-012Teniendo en cuenta estas advertencias sobre los derechos y el uso de su discurso, hay tres tipos de derechos que se relacionan especialmente con el desarrollo niños y adolescentes: son los referidos al acceso a la educación, a la salud, y a la protección frente al trabajo infantil. Parece necesario avanzar en la comprensión de las articulaciones mutuas entre los tres, así como es casi autoevidente la mutua incidencia de las decisiones de planificación de políticas que se tome en cada uno de estos aspectos.
Extender las posibilidades de acceso a la educación no sólo requiere de medidas estructurales como la construcción y puesta en funcionamiento de escuelas[7]; requiere también un sistema de salud orientado a la prevención temprana que augure buenas condiciones sanitarias para que la llegada a la escuela suceda[8]; así como muchas otras cuestiones que podrían incorporarse, como por ejemplo, las construcciones simbólicas y materiales que hagan posible que el trabajo infantil no sea una opción frente a la escuela[9]. Finalmente, la articulación territorial y ambiental de la salud, educación y trabajo permitirá el desarrollo de acciones más complejas y mejor direccionadas. En suma, lo que interesa señalar es que para reducir las desigualdades no sólo se requiere atender el cumplimiento de derechos establecidos sectorialmente, sino hacer un esfuerzo político en conectar los diferentes ámbitos que hacen al bienestar de las niñas, niños y adolescentes que viven en las ciudades.
Ante tal complejidad que presenta el fenómeno de la desigualdad urbana y sus efectos sobre la infancia y la adolescencia, sólo cabe un abordaje multiagencial. Tanto el Estado, en sus distintos niveles y aparatos, como las organizaciones que representan a la sociedad civil, y los sectores académicos y de investigación que estudian el problema, deben encontrar los modos de articular sus esfuerzos[10]. Si bien estos diferentes actores responden a lógicas de acción e intereses distintos, y también tiene diferentes responsabilizades en la gestión del problema, pueden enriquecerse mutuamente. El punto clave está en que estos actores se encuentren, retroalimenten sus visiones, compartan buenas prácticas[11], colaboren en la superación de los obstáculos presentes, y logren aportar, desde las distintas miradas, insumos para la generación de políticas públicas urbanas enfocadas en la superación de las desigualdades que atañen especialmente a las infancias y adolescencias.
Equidad para la Infancia está comprometida y trabajando para facilitar los procesos de traducción que se requieren para que los conocimientos y aprendizajes provenientes de estos múltiples actores puedan encontrar un lenguaje común[12]. Las acciones que vienen emprendiéndose para alcanzar ese objetivo se sustentan en la convicción de que sólo fortaleciendo y estimulando un trabajo colaborativo podrán acercarse las claves para que las infancias y adolescencias de las ciudades latinoamericanas vivan en condiciones de mayor equidad.

[1] La pobreza infantil en las ciudades. Equidad para la Infancia.  http://www.equidadparalainfancia.org/la-pobreza-infantil-en-las-ciudades/
[2] Desigualdades urbanas en la infancia y la adolescencia. Equidad para la Infancia.  http://www.equidadparalainfancia.org/desigualdades-urbanas-en-la-infancia-y-la-adolescencia/
[3] Impacto de la desigualdad intraurbana en la población infantil de América Latina. Diego Born, Enrique Delamónica, Alberto Minujin http://www.equidadparalainfancia.org/impacto-de-la-desigualdad-intraurbana-em-la-poblacion-infantil-de-america-latina/
[6] Resignificando la protección. Nuevas normativas y circuitos en el campo de las políticas y los dispositivos jurídico-burocráticos destinados a la infancia en Argentina. Carla Villalta, Valeria Llobet. http://www.equidadparalainfancia.org/resignificando-la-proteccion-nuevas-normativas-y-circuitos-en-el-campo-de-las-politicas-y-los-dispositivos-juridico-burocraticos-destinados-a-la-infancia-en-argentina/
[7] Educación crítica. Un nuevo saber pedagógico en búsqueda de soluciones a problemas de larga data. Flavia Terigi. http://www.equidadparalainfancia.org/educacion-critica-un-nuevo-saber-pedagogico-en-busqueda-de-soluciones-a-problemas-de-larga-data/
[8] Promoviendo equidad desde el inicio a través de desarrollo de la primera infancia y la salud en todas las políticas. Clyde Hertzman, Helia Molina, Raúl Mercer, Ziba Vaghri.http://www.equidadparalainfancia.org/promoviendo-equidad-en-salud-primera-infancia/
[10] Desafíos para las organizaciones sociales en un contexto configurado por desigualdades persistentes, políticas en perspectiva de derechos y co-responsabilidades. Laura Acotto.http://www.equidadparalainfancia.org/desafios-para-las-organizaciones-sociales-en-un-contexto-configurado-por-desigualdades-persistentes-politicas-en-perspectiva-de-derechos-y-co-responsabilidades/
[11]  EDUCÓMETRO: La infancia como medida. Fundación Arcor. http://www.equidadparalainfancia.org/la-infancia-como-medida/
[12] Sentidos de la cooperación intersectorial en las políticas públicas para la infancia. Alberto Reinaldi. http://www.equidadparalainfancia.org/sentidos-de-la-cooperacion-intersectorial-en-las-politicas-publicas-para-la-infancia/

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