Nueva campaña de Fad-Juventud: "El uso adecuado del entorno digital es tarea de todos"

Favorecer el buen uso de la tecnología de los y las adolescentes es tarea de todos. Descubre quiénes son todos y todas


Fad Juventud

Boletín Novedades N.60

Mayo 2024




El uso adecuado del entorno digital es tarea de todos


Promover el bienestar digital


No se trata de prohibir, sino de realizar un acompañamiento digital y promover el bienestar digital de las personas jóvenes. La tecnología es fundamental para el aprendizaje y el desarrollo de habilidades esenciales para el futuro.


Responsabilidad compartida


Toda la sociedad puede contribuir. El uso digital de los y las adolescentes es un tema complejo que debemos abordar entre todos y todas: familias, docentes, plataformas tecnológicas, creadores de contenido, legisladores y los propios jóvenes.


Autonomía y límites


Promover su autonomía para que aprovechen sus beneficios y minimizar posibles riesgos. Establecer límites para evitar que se conecten de manera excesiva, durante el horario escolar a contenido ajeno al lectivo o que accedan a contenido inapropiado para su edad.


Acompañemos a los y las adolescentes en el mundo digital


En un mundo donde la tecnología evoluciona más rápido que nuestra capacidad para entender todos sus impactos, los y las adolescentes se encuentran especialmente vulnerables a riesgos como la exposición a contenidos inapropiados, el ciberacoso y la sobreexposición en redes sociales.


Educar y proteger de esos riesgos y promover su autonomía y la toma de decisiones informadas, resulta primordial. Es nuestro deber como sociedad garantizar un entorno digital seguro y saludable para ellos y ellas.


Fad Juventud trabaja para conseguir una juventud más preparada para la ciudadanía digital y aportar a familias y educadores las herramientas y recursos necesarios para:

  • Establecer límites saludables en el uso de la tecnología.
  • Educar sobre los riesgos online y cómo navegar de manera segura.
  • Promover un uso de la tecnología que sea seguro, formativo y enriquecedor.

¡Juntos y juntas podemos marcar una diferencia significativa en el bienestar digital de la adolescencia!


Ideas para acompañar a tus hijos e hijas


Establecer normas claras

  • Establece horarios específicos para el uso de dispositivos, especialmente durante las horas de estudio y antes de dormir.
  • Asegúrate de establecer qué tipos de contenidos son apropiados, explicando el porqué de las restricciones.

Fomentar el uso educativo

  • Introduce plataformas y aplicaciones que promuevan el aprendizaje y que pueden ayudar en actividades escolares.
  • Anímalos a realizar proyectos que utilicen tecnología, como programación, edición de video o diseño gráfico, para desarrollar habilidades útiles.

Ser modelo a seguir

  • Demuestra un uso equilibrado y consciente de la tecnología en tu vida cotidiana. Niños, niñas y adolescentes imitan las conductas de los adultos, por lo que tu ejemplo es poderoso.
  • Usa la tecnología para comunicarte efectivamente, mostrando respeto y cortesía en cada interacción digital.

Educación sobre los riesgos

  • Enséñales sobre la importancia de la privacidad online, cómo crear contraseñas seguras, la huella digital  y el manejo seguro de la información personal.
  • Habla sobre los riesgos del ciberacoso y cómo identificar y manejar posibles fraudes o estafas online.

Promover el equilibrio entre tecnología y otras actividades

  • Organiza actividades sin tecnología, como deportes, lectura o arte, para mostrar que hay vida más allá de las pantallas.
  • Dedica momentos para actividades familiares donde todos los dispositivos estén apagados, fomentando así la conversación y el vínculo familiar.

Diálogo abierto y continuo

  • Mantén un diálogo abierto donde se sientan seguros para expresar sus gustos, sus preferencias, sus dudas o preocupaciones sobre lo que encuentran online y por qué.
  • Establece momentos regulares para discutir sobre redes sociales y tendencias en internet y estar disponible y ser referente para cuando necesiten apoyo ante los riesgos.

“Te falta calle”: ¿y si el problema no es el exceso de pantallas, sino el escaso tiempo al aire libre?

Distintos estudios cuestionan la idea de que los móviles estén minando la salud mental de los jóvenes y ponen el foco en la falta de contacto social físico


EL PAÍS

ENRIQUE ALPAÑES

02 JUN 2024



Niños juegan a las chapas en Leganés (Madrid), en 1978. BERNARDO PÉREZ

Algo se empezó a torcer a partir de 2010. Las tasas de depresión y ansiedad entre adolescentes se dispararon un 50%. Las de suicidio lo hicieron en un 32%. Los miembros de la generación Z —nacidos a partir de 1996— empezaron a padecer ansiedad, depresión y otros trastornos mentales, alcanzando niveles más altos que cualquier otra generación en la historia. Uno de cada 10 niños y jóvenes —o lo que es lo mismo, 293 millones en todo el mundo— empezaron a desarrollar un trastorno mental, según un estudio publicado en la revista JAMA Psychiatry. Los datos son claros, los motivos no tanto.


La década de los diez fue aquella en la que los adolescentes de los países desarrollados cambiaron sus teléfonos por smartphones y trasladaron gran parte de su vida social a internet. La coincidencia de ambos fenómenos hizo que muchos autores los relacionaran. Diversos estudios han refrendado esta idea, acusando a las redes sociales de empeorar la salud mental de la población, fomentando un debate social y cierta desconfianza hacia la tecnología. El último autor en hacerlo ha sido Jonathan Haidt en su libro La generación ansiosa (Editorial Deusto). Pero su éxito ha despertado a la vez un debate, académico y social, de quienes ponen en tela de juicio una idea que se había convertido en mantra.


Candice L. Odgers, profesora de psicología de la Universidad de California, publicó una crítica en Nature el pasado marzo, argumentando que culpar únicamente a los teléfonos es una idea muy sugerente, pero que “no está respaldada por la ciencia. Peor aún, (...) esta creciente histeria podría distraernos y hacer que no abordáramos las causas reales de la actual crisis de salud mental entre los jóvenes”, explicaba. Un estudio de la universidad Dragvoll de Noruega, realizado en 800 menores de 10 a 16 años, señalaba en la misma dirección. “La prevalencia de la ansiedad y la depresión ha aumentado. También lo ha hecho el uso de las redes sociales. Por eso mucha gente cree que tiene que haber una correlación. Pero este estudio indica que no es así”, afirmaba su autora principal, Silje Steinsbekk.


También hay mucha literatura científica que sugiere justo lo contrario. Las evidencias de un lado y de otro parecen multiplicarse, y solo hay un punto en el que toda la comunidad científica parece ponerse de acuerdo: la tecnología y las redes sociales tienen un efecto negativo cuando sustituyen al juego y las actividades al aire libre. No es el exceso de móvil, es la falta de calle.


Según un estudio de OnePoll, solo el 27% de los niños juegan regularmente en la calle. El dato es llamativo, pero cobra otra dimensión al compararlo con el de sus padres y sus abuelos. El 71% de los babyboomers (las personas nacidas entre 1946 y 1964) jugaban en la calle regularmente cuando tenían su edad. Además, los adultos que aseguraron haber jugado en la calle en su infancia tenían una salud mental autopercibida considerablemente mejor, según el estudio. “En la actualidad hay una sensación de peligro que, aunque no sea real, hace que los niños utilicen poco la calle. Hemos retirado a los niños de la ciudad para meterlos en las casas o en urbanizaciones cerradas”, explica Inma Marin, licenciada en magisterio y autora del libro Jugar (editorial Paidos). Así, los padres que en su momento jugaron al aire libre, prohíben ahora a sus hijos hacerlo sin supervisión. Las cosas han cambiado, argumentan, y tienen razón.


Las calles son mucho más seguras hoy en España que hace 30 años. Los asesinatos y homicidios han descendido un 30% (son cerca de 300 al año), la mortalidad vial se ha desplomado un 80% (1145 fallecidos en 2023) y los secuestros de menores permanecen como un fenómeno muy raro. En 2021, según la asociación ANAR, especializada en estos casos, hubo 18 en toda España. El año anterior fueron ocho. Pero la percepción es diferente. Un declive del capital social —el grado en que la gente conoce y confía en sus vecinos e instituciones— ha exacerbado los temores de los padres. Las redes sociales virtuales han ido cogiendo fuerza a medida que las redes sociales reales, las que nos vinculaban con el barrio y la ciudad, la perdían. La calle se ha empezado a ver como un lugar peligroso y se ha vaciado de niños.


Las nuevas urbanizaciones se construyeron con esta idea en mente, añadiendo un espacio de juego acotado y cerrado. Empezaron a popularizarse las actividades extraescolares para proporcionar un ocio productivo y seguro a los niños. En la década de 1990, los padres empezaron a meter a sus hijos en casa o en el polideportivo. Un informe del Ministerio de Cultura ya estableció en 2009 que el 90% de los alumnos de primaria (6-12 años) dedicaba sus tardes a actividades deportivas, idiomas, música o baile.


No fue un cambio positivo. “La privatización de los espacios no favorece tanto los vínculos y las relaciones”, explica Marín sobre esta nueva realidad. Las amistades son más homogéneas y la posibilidad de hacer nuevos amigos es mucho más limitada que en un espacio público. Las clases extraescolares pueden ser divertidas y positivas para el desarrollo del niño, pero en ningún caso son un sustituto del juego. “Este tiene que ser libre. Puede haber reglas, los adultos podemos proponerlas, pero los niños deberían someterse libremente a ellas, el juego no puede ser una imposición”, señala la experta.


La sobreprotección a la infancia hace que se perciba como una rareza ver a niños jugando solos en la calle, cuando no una imprudencia. En 2015, el Pew Research Center de EE UU señaló que los padres, de media, creían que los niños debían tener al menos 10 años para jugar sin supervisión delante de su casa, y que no deberían hacerlo en un parque público hasta los 14 años. Es decir, hasta que ya no tienen edad de ir al parque.


En todo este proceso, la tecnología ha jugado un papel relevante, convirtiéndose en el sustituto perfecto de unas calles cada vez más vacías. La televisión hace 30 años ofrecía un tiempo limitado de programación infantil, pero eso fue cambiando con la TDT, el streaming, los vídeos y DVDs. Internet se hizo ubicuo y los videojuegos, cada vez más populares. La alternativa a las calles se hizo más atractiva, pues parecía más segura. Pero era una falsa percepción.


“Somos muy miedosos en la calle, pero no tanto en el espacio digital, que es donde los menores necesitan más acompañamiento. Da la sensación de que el niño está quieto delante de la pantalla y parece por ello que está controlando, pero tiene muchos más estímulos ahí que en el mundo real”, opina Silvia Sánchez Serrano, profesora en la Universidad Complutense de Madrid en el departamento de estudios educativos y miembro del grupo de investigación Cultura Cívica.


De la calle a experiencias virtuales


Sánchez no estigmatiza las pantallas, como tampoco lo hace Marín. Ambas creen que los videojuegos son formas de juego lícitas, enriquecedoras y divertidas. Pero advierten del peligro que supone que estos sustituyan al juego físico. “Hay que hacer cierta pedagogía digital”, explica Sánchez. “No se les tiene que prohibir el uso de la pantalla, se les tiene que ofrecer alternativas, porque ese impulso del juego es innato, lo van a querer”.


Pero no es eso lo que ha venido pasando en los últimos años. “Yo crecí jugando en la calle y no en casa, a menos que el tiempo fuera realmente horrible”, explica Jennifer, profesora de inglés de 50 años. “Pero mis chicos [tiene dos hijos, de 14 y 20] siempre están dentro a menos que tengan un partido o algo así”. Jennifer da clase a chavales de secundaria y sabe por eso que lo que pasa en su casa no es una excepción. “Creo que todo el mundo puede ver esta tendencia con los niños. Nunca se aburren, nunca están fuera, a menos que sea en unas clases extraescolares. Se pasan el día con las pantallas”. Ella obligaba a sus hijos a pasar tiempo en el parque cuando eran más pequeños, pero al final, también a ella, le costaba un esfuerzo extra. Cuando sus hijos tuvieron 12 o 13 años claudicó.


No es solo que los padres hayan limitado el acceso a la calle. Es que a sus hijos, por otro lado, cada vez les resulta más fácil y atractivo pasar la tarde en casa, encerrados y solos en sus habitaciones. Con el tiempo, las empresas tecnológicas han conseguido acceso a los niños y adolescentes casi en todo momento. Han desarrollado emocionantes actividades virtuales, diseñadas para liberar dopamina en grandes cantidades y crear adicción.


Las experiencias virtuales se han ido diferenciando cada vez más de las reales. Y esto ha tenido un impacto en los jóvenes cerebros de los menores: “Los años de infancia y adolescencia son aquellos en los que el cerebro está más pendiente de adquirir los conocimientos, sobre todo de tipo socioemocional. Esto implica el imitar lo que ven, el experimentar junto con los demás. Y eso significa presencia física”, explica David Bueno, profesor de biología en la Universidad de Barcelona especializado en la genética del desarrollo.


Bueno explica que el cerebro del niño sufre ciertos cambios para convertirse en adulto. Que las conexiones que se crean en esta época determinan el tipo de persona que será. Y señala como una parte de estas conexiones vienen determinadas por la biología y la genética, pero no todas: “El ambiente es lo que termina de favorecer unas conexiones u otras. Y este ambiente lo conforman las experiencias que tienen en su día a día. El sistema educativo. Cómo se relacionan con sus padres, entre ellos y con su entorno. Y esto es lo que conecta con la importancia de salir a la calle”.


El juego es el trabajo de la infancia, y todos los mamíferos jóvenes trabajan a destajo: de esta forma conectan sus cerebros jugando, practicando los movimientos y habilidades que necesitarán de adultos. Los gatos arañan y trepan. Los perros persiguen la pelota como si fuera una presa. Los leones se pelean entre ellos. Esto no es muy diferente en los humanos. Los niños juegan para practicar sus habilidades físicas, los adolescentes lo hacen mediante el deporte, aumentando la competitividad e introduciendo interacciones sociales: flirtean, son muy físicos y desarrollan chistes internos que unen a los amigos. Muchos estudios demuestran cómo los mamíferos —desde los ratones hasta los monos— se deprimen cuando se les priva del juego. Nada hace pensar que esto sea diferente en los humanos.


Sustituir el juego físico por un juego virtual, y quedar con los amigos en la calle por chatear con ellos e interactuar en redes sociales no parece la mejor de las opciones. Pero es exactamente lo que está sucediendo. Según un informe de API Report en menos de una década ha aumentado en un 50% el tiempo que los niños pasan frente a una pantalla, vinculando este fenómeno con la inactividad de los menores. Su autor, Aric Sigman, afirma en un editorial asociado que este informe “confirma lo que la mayoría de los padres ya saben: que el tiempo de pantalla (...) recreativo está ocupando horas de su día, y ha sustituido al juego al aire libre”. Este sería el principal problema. Tal y como reflexiona Bueno, “el juego físico, el real, implica la activación simultánea de todos los sentidos, mientras que el mundo virtual solo se usan dos, la vista y el oído. Además, en las relaciones físicas tratamos con personas reales que tienen virtudes y defectos. La pantalla solo nos muestra las virtudes de los demás”.


Crecer encerrado en casa y socializando menos en la calle puede tener sus consecuencias, advierten los expertos. Y estas se empiezan a reflejar en multitud de estudios. Las encuestas muestran que los miembros de la generación Z son más tímidos y tienen más aversión al riesgo que las generaciones anteriores. Son un grupo serio, menos dado a trasnochar, a las borracheras y a la promiscuidad que sus mayores. Socializan menos en persona y son más propensos a sentirse solos. Están más concienciados, pero tienen más problemas de salud mental.

Hay estudios que refrendan estas ideas, pero es arriesgado convertirlas en un mantra. Para cada generación existe una narrativa sencilla y reduccionista. Para los miembros de esta, los centennials, la opinión popular es que los teléfonos inteligentes les han hecho desgraciados y frágiles, que las redes sociales han exacerbado sus problemas de autoestima. Pero distintos estudios empiezan a poner en tela de juicio estas ideas. O a matizarlas. Es fácil y tentador echar la culpa a un factor externo y malvado. Demonizar a Mark Zuckerberg, a Silicon Valley o a los excesos del capitalismo tecnológico y convertirlos en únicos responsables de la pandemia de ansiedad y depresión que afecta a los más jóvenes. Pero puede que esto sea solo parte de un problema más complejo que empieza en casa. Y se soluciona en la calle. 

Juventud y sinhogarismo: webinar 19 de junio, Más allá de la vivienda.

En las últimas décadas, las políticas vinculadas al sinhogarismo han puesto el foco en soluciones centradas en la provisión de una vivienda. La vivienda debería ser un derecho humano básico, pero la realidad de las personas sin hogar tiene muchas capas y se ve afectada por muchos factores que no pueden ser dejados de lado a la hora de buscar soluciones integrales a una realidad tan compleja.
La serie editorial publicada por FACIAM “Más Allá de la Vivienda” pretende ampliar la mirada sobre este fenómeno y ayudar a comprender la complejidad y diversidad de la situación de las personas sin hogar. Solo si se tiene en cuenta la dimensión individual, comunitaria y estructural del sinhogarismo, la vivienda se convierte en un hogar.
Proponemos una serie de sesiones webinars sobre  sinhogarismo.  Migración, Juventud, Salud Mental, Relaciones Sociales, y Mujeres, los focos temáticos de los informes de la serie «Más Allá de la Vivienda» y que recorreremos en las sesiones webinar, de la mano de los datos y testimonios ofrecidos en los informes publicados y acompañados de experiencias y propuestas de acción.
Webinar  – Juventud y Sinhogarismo
El informe Juventud y Sinhogarismo de la serie “Más allá de la vivienda– publicado por FACIAM y realizado por el IDUCM pone el foco en la realidad que viven las personas migrantes sin hogar y presenta diferentes propuestas de acción enfocadas a su integración en una sociedad de la que ya forman parte.

En este webinar presentaremos la realidad de las personas jóvenes en situación de sinhogarismo y exclusión residencial a través de diferentes datos y testimonios reflejados en el informe. 

Además, presentaremos experiencias que construyen respuestas a realidades concretas y propuestas de acción a diferentes niveles. Estas son algunas preguntas a las que daremos respuesta en este webinar:
  • ¿Cuáles son las dimensiones que están definiendo el sinhogarismo que afecta a las personas jóvenes?
  • ¿Por qué es importante abordar la salud de las personas jóvenes en situación de sinhogarismo?
  • ¿Qué impacto tiene el elemento migratorio en la realidad del sinhogarismo que afecta a las personas jóvenes?

#MásAlládelaVivienda  #SinHogarismo
 
ENLACE PARA INSCRIPCIONES aquí
 
Fecha: 19 de junio – Hora: 10:00 – 11:30 – Formato: online

PROGRAMA: DESCARGA EL PROGRAMA aquí
PRESENTACIÓN Isabel Tortajada Veintimilla – Directora de Sant Joan de Déu València
DIMENSIONES DEL SINHOGARISMO EN LAS PERSONAS JÓVENES Iría Noa de la Fuente, Doctora en trabajo social de la Universidad Complutense de Madrid – IUDC (Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación)
EXPERIENCIAS QUE CONSTRUYEN
  • Sistemas de acogida al empleo juvenil  Leyre Jauregui Gonzalez, Técnica del programa  BATZEN – Zabalduz Cooperativa
  • Hogar, comunidad y futuro Ana Gómez Ortiz, Coordinadora Proyecto Futuro&Co – Red FACIAM
PRESENTACIÓN DE PROPUESTAS DE ACCIÓN Pablo Yáñez Legaspi, Técnico  del Programa  Inxerta – Fundación Albergue Covadonga

PREGUNTAS DE LOS ASISTENTES
 

“Rompamos el silencio. Violencia hacia la infancia y adolescencia en un contexto de violencia de género” , Jornada 11 de junio.

En esta Jornada visibilizarán la #violenciavicaria como una forma de violencia contra la infancia y la adolescencia, pondremos el foco en quienes va dirigida directamente esta violencia y analizaremos qué está fallando en el sistema de protección. 


Contaremos con dos grandes profesionales, @violetaassiego y Olga Barroso Braojos, especializadas en derechos humanos, violencia e infancia y se trasladarán las voces de niñas víctimas de violencia de género para que las ponentes puedan contestar a sus dudas, preocupaciones... 

📍ESPACIO RONDA. Ronda de Segovia, 50. Madrid 

🗓️  Martes 11 de junio 
⌚DE 9.15 A 11.30 H. 

📝 Inscripciones aquí: https://lnkd.in/dkQPJGXR 

Esta jornada es posible gracias Federación de Mujeres Progresistas y  la financiación del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030. 

Desinformación y alfabetización digital, Cursos de Verano UNED - 35.ª edición.


Cursos de Verano UNED - 35.ª edición
Desinformación y alfabetización digital 

Acceso a toda la información de este curso de la UNED   https://extension.uned.es/actividad/idactividad/35991

Lugar y fechas
    Sede organizadora: UNED Denia
    Sede de celebración: Benidorm
    Del 3 al 5 de julio de 2024

Horas: Horas lectivas: 20
Créditos: 1 crédito ECTS. 

Online o presencial
: Puedes elegir la asistencia presencial o la asistencia online en directo o en diferido.

En la actualidad, la ciudadanía muestra su vulnerabilidad ante la rápida transformación del ecosistema informativo, permitiendo la proliferación de la desinformación. Un fenómeno en expansión que quiebra la confianza en las instituciones al introducir información verificablemente falsa o engañosa que se crea y divulga con fines lucrativos o para inducir deliberadamente a error.  En este contexto, existen importantes problemas y desafíos como, por ejemplo: el aumento del discurso del odio, la manipulación política e injerencias extranjeras en los procesos electorales o la proliferación de bulos, lo que requiere la adopción de medidas desde un enfoque multidisciplinar. La educación, como herramienta fundamental para generar un pensamiento crítico e introducir la comprensión del fenómeno de la desinformación, puede ayudarnos a mitigar parte del problema. De ahí que en el curso se trate esta cuestión desde distintos enfoques y perspectivas: educativa, política, comunicativa, etc.


La pobreza golpea con más fuerza a los adolescentes: el 37,1% está en riesgo de exclusión

Un informe critica que en España hay cerca de 900.000 menores que no tienen cubiertas sus necesidades básicas del día a día


EL PAÍS

PAU ALEMANY

27 MAY 2024



Dos niñas de cinco años cenando en su vivienda, en Sevilla.JASPER JUINEN (GETTY IMAGES)

Tener menos de 18 años en España supone un mayor riesgo de pobreza o exclusión social que la media de la población (26,5%). El 33,9% de ellos está en esa situación. Pero hay grandes diferencias por edades. Los adolescentes de 13 a 17 años son los peor parados, con una cifra que se eleva hasta el 37,1%, frente al 31,8% en la etapa de cero a tres y del 32,6% entre los cuatro y los 12 años. Son datos que desgrana el Análisis de la encuesta de condiciones de vida con enfoque de infancia 2024, presentado este lunes por la Plataforma de Infancia, entidad que aglutina a más de 70 organizaciones y que ha analizado los microdatos del estudio del Instituto Nacional de Estadística, publicado el pasado febrero. En este informe, la plataforma destaca además que uno de cada 10 niños en España está en situación de carencia material severa, es decir, que no tiene cubiertas las necesidades básicas de su día a día. Una cifra que alcanzó en 2023 el récord de la serie histórica.


El estudio califica la adolescencia como “la etapa olvidada”, y el director de la Plataforma de Infancia, Ricardo Ibarra, argumenta que “los jóvenes de entre 13 y 17 años son los que suponen un mayor coste de crianza”. De ahí que las familias con menores en esas edades estén casi 10 puntos peor que el conjunto de la población, que presenta una tasa de riesgo de pobreza o exclusión del 26,5%. Este, que se conoce como tasa AROPE, según sus siglas en inglés, es un indicador que mide tres variables: por un lado, la intensidad del empleo en el hogar; por otro, el riesgo de pobreza, que mide cuántas personas tienen ingresos bajos con relación al conjunto de la población (recoge a todos los hogares cuya renta es inferior al 60% de la mediana del país, teniendo en cuenta el tamaño de las familias) y, finalmente, la carencia material severa.


En la presentación del estudio, la plataforma ha puesto el foco precisamente en este último indicador, la carencia material severa. El 10,8% de los hogares con menores está en esta situación. También son los adolescentes quienes peor parados salen aquí: el 11,9% de los menores de 13 a 17 años está en esta situación, frente al 10,4% de los niños de cuatro a 12 y el 9,8% en la etapa de cero a tres.


Estar en esta situación implica vivir en un hogar en el que no se puede cumplir con al menos cuatro de las nueve cuestiones que plantea el INE. Entre ellas, cosas tan básicas como comer carne o pescado al menos cada dos días, mantener la vivienda a una temperatura adecuada, tanto en invierno como en verano, o tener lavadora. También se incluyen en la lista no poder afrontar gastos imprevistos de 650 euros, no disponer de teléfono o no poder irse de vacaciones al menos una vez al año. Hay 870.523 niños y adolescentes en España que están en situación de carencia material severa.


“La falta de recursos básicos esenciales no solo impacta en las condiciones de vida presentes, sino que también puede afectar significativamente el desarrollo físico, emocional y cognitivo, lo que puede tener consecuencias a largo plazo en su bienestar y oportunidades futuro”, se menciona en el análisis.


La tendencia en los últimos años es preocupante. Antes de la pandemia, en 2019, el porcentaje de carencia material severa era prácticamente la mitad, un 6%, y en 2023 la cifra era siete décimas inferior. Entre los indicadores analizados, varía el número de personas afectadas. Por ejemplo, el porcentaje de familias que no puede incluir carne o pescado una vez cada dos días es del 6,9%, mientras que el de las que no puede adecuar la temperatura a la estación del año es del 19,9%. El 34,1% de los hogares con menores no puede irse de vacaciones al menos una semana al año.


La tasa de pobreza infantil —es decir, los hogares con niños que están en riesgo de pobreza— es dispar entre las comunidades autónomas. Andalucía y Canarias son las regiones con una tasa de riesgo de pobreza y exclusión social más elevada, que afecta a alrededor del 45% de los menores. Otras autonomías del sur, como la Región de Murcia o Extremadura, también reflejan una situación de mayor gravedad. En el lado opuesto, el País Vasco, la Comunidad de Madrid y La Rioja mantienen una mejor situación y la tasa no supera el 25% en ninguno de los tres casos.


Con estos datos, España es el segundo país de la Unión Europea con la tasa más alta de pobreza infantil, solo por detrás de Rumania. Una de las razones que explica esta posición es la incapacidad del país de aplicar medidas eficientes que lleguen a las capas más necesitadas. Los países europeos consiguen reducir la tasa de pobreza 13,9 puntos a través de las transferencias sociales, mientras que España solo consigue bajarla 5,9, según ha destacado la Plataforma de Infancia.


El ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, quiere instaurar en España una prestación universal por crianza, una medida de la que disponen la mayoría de países de la Unión Europea, pero que en España es inexistente. La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz (Sumar), ha anunciado, de hecho, que una de sus prioridades en la negociación de los presupuestos para 2025 será defender que se instaure una prestación de este tipo que llegue a 200 euros al mes hasta los 18 años. Una medida que en todo caso deberá negociarse con la parte socialista del Gobierno, que no la ha apoyado en público en ningún momento. De hecho, en la legislatura pasada, Unidas Podemos también defendió la creación de una prestación universal, pero no logró el visto bueno de la parte socialista.


En España, la ley de familias, actualmente en tramitación parlamentaria, incluye el derecho a percibir una renta de 100 euros al mes por hijos de hasta tres años, pero este derecho no es universal y se articula a través de dos medidas diferentes. Por un lado, una deducción fiscal reembolsable para mujeres trabajadoras, que en la legislatura anterior se amplió también a otros supuestos, entre ellos, mujeres que perciben una prestación por desempleo. Y, por otro, a través del complemento de infancia ligado al ingreso mínimo vital, para familias vulnerables, que en el tramo hasta los tres años asciende a 125 euros al mes. Pero las organizaciones de infancia critican que no llega al conjunto de la población, especialmente a los más vulnerables. “Muchas [familias] no llegan a tiempo o no tienen la documentación adecuada, y eso hace que terminen desistiendo”, explica Ricardo Ibarra.


El director de la Plataforma de Infancia se muestra por ello a favor de la prestación universal por crianza. “Estamos de acuerdo con la propuesta de los 200 euros al mes hasta los 18 años, aunque quizá sea más realista implantarlo de manera progresiva: primero hasta los seis años, luego hasta los ocho, y así ir aumentando”, comenta.


Bustinduy ha incidido en reiteradas ocasiones en que la ley de familias fue un “primer paso”, pero que hace falta más. Y que es una anomalía que España no disponga de una prestación de este tipo. De hecho, defiende que toda la población debe tener acceso a este derecho, y que la medida debería ir acompañada de una reforma fiscal, de tal manera que los más ricos puedan financiarla a través de los impuestos.


PUEDES CONSULTAR EL INFORME COMPLETO AQUÍ: Análisis de la Encuesta de Condiciones de Vida con enfoque de infancia 2024