Si aseguramos una educación de calidad y cuidados en los primeros años de vida de un niño o una niña podemos evitar una gran brecha social a futuro. Esta es una de las grandes conclusiones de nuestro último informe No todo vale. Y es que es justo durante los primeros 1.000 días de vida cuando se adquieren las bases para el desarrollo y el aprendizaje que servirán a los niños y niñas durante toda su vida adulta.
La barrera económica es el principal escoyo que encuentran las familias más vulnerables, pues deja al 52% de estas sin acceso a los centros de cuidado infantil. Ante esta realidad, nuestro informe ofrece una serie de recomendaciones para que la educación en la etapa de vida 0-3 sea una realidad para toda la infancia en situación de pobreza y vulnerabilidad y así contribuir a romper los círculos de la pobreza. “Invertir en primera infancia es importante porque les reporta grandes beneficios a los niños y niñas, pero es que va mucho más allá porque también beneficia a sus familias y a la sociedad en general”, nos cuenta nuestra compañera Dori Rodríguez, especialista de Educación de Educo.
Mejores resultados académicos y menores tasas de repetición y abandono.
Las niñas y niños que asisten a programas antes de los 3 años tienen mejores resultados educativos en etapas posteriores y menores tasas de repetición y abandono. Es, además, una medida imprescindible para el apoyo a la crianza y la conciliación familiar, pues favorece la mejora de los niveles de empleo de las familias, especialmente de las mujeres, que son quienes soportan la carga de los cuidados en mayor medida.
Por ello, desde Educo pedimos que se establezcan criterios de acceso a las plazas públicas que prioricen a las familias en función de su vulnerabilidad, asegurando mayor equidad en y entre las comunidades autónomas. “Hay más demanda que oferta, por eso los criterios para la adjudicación de las plazas tienen que revisarse porque existe un fuerte desequilibrio territorial en el acceso de las familias más vulnerables. Hablamos de personas migrantes, por ejemplo, que encuentran grandes barreras relativas al idioma o al desconocimiento de los procesos administrativos; pero también hablamos de familias monomarentales, que al no contar con una definición a nivel nacional se encuentran más o menos desprotegidas dependiendo de la comunidad donde residan. O familias de etnia gitana, que no cuentan con ningún tipo de consideración a pesar de que su inclusión está reconocida en los tratados europeos”, argumenta Rodríguez.
La educación y cuidado de los 0 a lo 3 años de vida es parte del derecho a la educación, y es crucial porque se adquieren las bases del desarrollo y aprendizaje que marcan el resto de la vida.
Asimismo, el informe recomienda que se revise el acceso prioritario a los hijos e hijas con ambos progenitores empleados. “Son precisamente las familias que están en el paro quienes mayor vulnerabilidad económica tienen. Sin embargo, se plantea el permanecer en el hogar como una capacidad para poder hacerte cargo de tu hijo, pero entonces ¿cuándo buscan empleo? Se les está negando la oportunidad de que puedan salir de la espiral de la pobreza”, puntualiza Rodríguez.
La falta de financiación pública es una importante fuente de inequidad en el acceso a programas de educación antes de los tres años. Garantizar la gratuidad del primer ciclo de educación infantil a los niños y niñas en situación de mayor vulnerabilidad (33,2%), supondría una inversión de 2.320,1 millones de euros. “La inversión iría a la raíz misma de la problemática porque sabemos que las desigualdades vienen de cuna y es función de las administraciones que todos tengamos los mismos derechos y oportunidades. Desde el mismo momento en que nacemos, y muy concretamente en nuestros primeros 3 años de vida, se empiezan a dibujar nuestras oportunidades de futuro”, asegura Dori Rodríguez.
Aunque las administraciones establecen la gratuidad en ciertos casos, esta solo alcanza al 22,2% de las familias: el 27,3 % de las niñas y los niños del primer quintil de renta — menos de 5.297,10 € de renta anual media— y más de la mitad del segundo — entre 5.297,10 y 9.588,60 €— no cuentan con ayudas sociales para el acceso a centros de cuidado infantil.
Debemos avanzar hacia la gratuidad y universalidad de la educación 0-3
Más allá del acceso y su urgente necesidad de revisión, hablamos también de la importancia de avanzar hacia la gratuidad y universalidad, con una oferta equitativa y de calidad. Según el informe, garantizar la gratuidad en condiciones de calidad con las tasas de matriculación actuales tendría un coste de 2.796,7 millones de euros, mientras que alcanzar la universalización del ciclo costaría 6.988,48 millones de euros.
Sigue el pensamiento de la guardería como lugar precisamente de eso, de guardia. De asegurar comida y cama a los niños y niñas. Es vital que el mensaje de la importancia de los primeros años cale en la sociedad porque nos estamos jugando el futuro. Pero no el suyo en particular, el de toda la sociedad como conjunto.
Asimismo, y hasta que esto ocurra, es importante asignar los recursos disponibles de forma que contribuyan a mejorar la calidad de la educación y los cuidados. “Es por eso que este informe se llama No todo vale, porque no vale ampliar el número de plazas sin un estudio profundo de las verdaderas necesidades y carencias. Hablamos de calidad, de adaptación de las infraestructuras, los espacios y los recursos materiales. Hay que responder a las necesidades de los niños y niñas más pequeñas y no olvidar realizar una asignación adecuada de personal”, puntualiza Rodríguez.
También debemos sensibilizar más a la población acerca de la importancia de esta etapa vital educativa y la necesidad de trabajar para garantizar los derechos y el bienestar de niños y niñas. A pesar de los muchos estudios que hablan de la importancia de los primeros años de vida, en los que se moldea el cerebro y se reparten las cartas decisorias de los adultos del mañana, sigue perpetuado el pensamiento de la guardería como lugar precisamente de eso, de guardia. De asegurar comida y cama a los niños y niñas. Es vital que el mensaje de la importancia de los primeros años cale en la sociedad porque nos estamos jugando el futuro. Pero no el suyo en particular, el de toda la sociedad como conjunto.