Es el tiempo de Gitanjali Rao, que ha inventado nuevas tecnologías. Entre estas innovaciones, destinadas a combatir cuestiones reales, se incluye un dispositivo para identificar plomo en el agua de consumo, así como aplicaciones que utilizan inteligencia artificial para detectar el ciberacoso o la adicción a los opiáceos y otros tormentos sociales.
A ella, que cursa el segundo año de bachillerato ( high school ) en el área suburbana de Denver, la escogieron entre 5.000 jóvenes estadounidenses, de 8 a 16 años. Todos tenían una cosa en común, según remarcó el magazine: un impacto positivo.
Time empezó a premiar al hombre del año en 1927. Más tarde, esta denominación se transformó en la persona del año. En la edición adulta de este 2020, los elegidos son dos: el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su vicepresidenta Kamala Harris.
Tras esta larga historia, esta es la edición de debut con la distinción del chico o chica del año. Esto no quiere decir que no haya habido jóvenes reconocidos entre los mayores. En el 2019, la activista Greta Thumberg, entonces de 16 años, logró el rango de ser la persona más joven con ese honor.
La incorporación de la nueva categoría se ha marcado la meta de distinguir a “los líderes emergentes de la generación más joven de Estados Unidos”, explicó la revista en un comunicado.
En la conversación que Rao mantuvo con Jolie para el número ilustrado en portada con su foto, confesó que asume la misión de crear una comunidad global de jóvenes innovadores para resolver problemas del mundo.
A esos colegas de generación les dio un mensaje para inspirarlos en esa búsqueda. “No intentéis resolver todos los problemas, simplemente centraros en el que más os estimule”, afirmó. “Cualquier puede hacerlo”, proclamó.
“No me veo como el típico científico. Todo lo que veo en televisión es que un científico es un hombre mayor, generalmente blanco”, lamentó.
No le consta que tuviera un instante eureka en el que descubrió de súbito su pasión. “Siempre he sido alguien que quería poner una sonrisa en la cara de otros. Ese es mi objetivo diario, hacer feliz a alguien y esto pronto viró hacia la investigación. ¿Cómo podemos traer positividad y comunidad al lugar donde vivimos? Estaba en segundo o tercer curso y empecé a pensar cómo usar la ciencia y la tecnología para provocar un cambio social”, sostuvo.
Tenía diez años cuando supo de la grave contaminación del agua de beber en la ciudad de Flint (Michigan). Comunicó a sus padres que quería experimentar con la tecnología de “sensores de nanotubos de carbono” en el laboratorio de calidad del agua de Denver. Recordó que, como se dice, su madre se quedó a cuadros. Le salió una pregunta exclamativa: “¡¿Qué?!”. El editor de la entrevista introdujo un paréntesis para aclarar que existen unas moléculas cilíndricas hechas de átomos de carbono que son muy sensibles a los cambios químicos, por lo que son un instrumento útil para detectar químicos en el agua.
Esa indagación la calificó de “factor de cambio” y si nadie la iba a hacer, ella se encargaría.
Manos a la obra. A los doce años desarrolló un mecanismo, con esos nanotubos de carbono, para detectar plomo en el agua. Le valió elogios. Colabora con expertos en esta materia para llevar esta innovación al mercado.
Luego vino Epione, un mecanismo que diagnostica en un estado inicial la adicción a los opiáceos recetados.
Esto le condujo a Kindly, recurso basado en inteligencia artificial que se instala en los teléfonos móviles para prevenir el acoso cibernético. Permite a los adolescentes escribir una palabra o frase para averiguar si las palabras que están usando son intimidantes y esto les decida a revisar lo que están enviando o continuar. “El propósito no es castigar. Como una más, sé que los adolescentes tienden a tener arrebatos. En cambio, esto te da la oportunidad de repensar lo que estás diciendo y sabes que hacer la próxima vez”, especificó.
Jolie, impresionada, confesó que se sentía como si estuviera “hablando en Ginebra con un científico de 60 años”.
Rao replicó que hace cosas “más normales” para su edad. “Cocino mucho, no es bueno, pero cocino”. Y añade: “También es ciencia”.