Orden SND/370/2020, de 25 de abril, sobre las condiciones en las que deben desarrollarse los desplazamientos por parte de la población infantil durante la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19.

Un BOE extraordinario recoge la orden ministerial(acceso) 
que permite salir a pasear a los menores de 14 años 
a partir de mañana domingo, día 26 abril

Los paseos permitidos de los niños: de una hora, a un kilómetro del domicilio y sin usar parques o instalaciones deportivas.
Si el adulto que les acompañe es otra persona que conviva con ellos o un trabajador al cuidado de los menores, deberá contar con una autorización firmada por sus padres.
Un BOE extraordinario recoge la orden ministerial que permite salir a pasear a los menores de 14 años a partir de mañana domingo. Con limitaciones por seguridad: una salida diaria, de una hora, a un máximo de un kilómetro del domicilio del menor y entre las nueve de la mañana y las nueve de la noche.
Solo podrá acompañarles un adulto, que podrá sacar a hasta tres niños. Este adulto será el responsable de que cumplan las medidas de seguridad, especialmente la distancia con otras personas de al menos dos metros. Podrá ser uno de los progenitores, pero también otra persona que conviva con ellos o empleados del hogar que estén al cuidado de los menores. Eso sí, deberán contar con una autorización firmada por sus padres.
Además de estos paseos, los menores de 14 años podrán acompañar a un adulto en las salidas para las actividades permitidas en el estado de alarma, como ir a la compra. Los de 14 y más pueden salir solos a esos recados.

Las reglas para los paseos de los niños

  • Podrán salir los menores de 14 años (no los que hayan cumplido ya esa edad).
  • Les acompañará un adulto responsable. Puede ser uno de los progenitores o alguien que conviva con ellos o su cuidador. En los dos últimos casos, deberán llevar una autorización.
  • Pueden salir una vez al día, entre las nueve de la mañana y las nueve de la noche, durante un máximo de una hora.
  • A un máximo de un kilómetro del domicilio.
  • Distancia interpersonal de al menos dos metros de otras personas.
  • Pueden pasear por cualquier vía pública, también espacios verdes, pero no acceso a parques infantiles o instalaciones deportivas.
  • Además de estos paseos, pueden acompañar a sus padres a cualquiera de las salidas permitidas en el estado de alarma.
Las comunidades autónomas serán las encargadas de regular cómo se ponen en marcha estas salidas para los menores que están en centros públicos.

Para justificar este permiso para paseos, la orden argumenta que entraría dentro de tres excepciones a la cuarentena: el cuidado de menores, las razones de fuerza mayor y necesidad y cualquier otra causa de análoga naturaleza, todas ellas vigentes desde el inicio del estado de alarma.

Apertura escalonada del confinamiento de la población infantil y juvenil.

del confinamiento de la población infantil y juvenil.

La Sociedad Española de Pediatría Social (SEPS), que ha participado junto con la Asociación Española de Pediatría (AEP) y otras sociedades científicas de Pediatría en el Consejo Asesor del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, ante la confusión y la frustración creadas por las informaciones emitidas por el Gobierno de España, a veces contradictorias, sobre las medidas que se van a adoptar para la apertura progresiva del confinamiento de la población infantil y juvenil ante la pandemia por coronavirus, hace públicas las siguientes consideraciones: 
  1. La actividad física y el juego en espacios abiertos son necesidades básicas de la infancia en sus diferentes etapas evolutivas y, por lo tanto, su satisfacción es un derecho que tienen los niños, las niñas y los adolescentes y que debe ser cumplimentado en la medida en que no suponga un peligro de contagio para ellos, para sus familiares, o para otros niños o adultos.

    De este derecho se deduce que son los padres o tutores quienes tienen el deber de acompañar a los hijos en el desarrollo de actividades físicas al aire libre, y no son los hijos quienes deben acompañar a sus padres a tareas imprescindibles como la compra de productos necesarios, que tienen lugar casi siempre en establecimientos cerrados, donde la concentración de personas y la reducción de los espacios pueden suponer una situación de riesgo para el posible contagio del coronavirus.

    Para hacer compatibles ambos aspectos, se deben establecer los criterios y los detalles concretos de la actividad que podrán desarrollar fuera de sus domicilios, y de las precauciones que se deben adoptar bajo la responsabilidad de sus padres o tutores, como han propuesto las sociedades científicas en el citado Consejo Asesor.
  2. En el ejercicio de este derecho consideramos que debe darse prioridad a los hijos de familias monoparentales en riesgo de pobreza, con la adopción de las medidas de apoyo de los servicios sociales locales y de conciliación familiar en el trabajo de sus padres o madres, a la vez de la flexibilidad que sea necesaria para facilitarles el acceso a la actividad física y al juego en espacios públicos o vecinales abiertos.
  3. Debe considerarse prioritaria la apertura progresiva del confinamiento y el acceso a la actividad física en espacios públicos abiertos, de la población infantil y juvenil que tiene necesidades especiales por padecer enfermedades crónicas, discapacidad, problemas del desarrollo o enfermedades psicológicas o psiquiátricas.
  4. También se debe conceder prioridad en la aplicación de las medidas de apertura del desconfinamiento, a los hijos de familias que viven en viviendas pequeñas, privadas de ventanas o balcones al exterior o que viven en condiciones de hacinamiento.
  5. Las medidas que se adopten deben tener consideración especial con los niños, niñas y adolescentes tutelados por el Sistema de Protección en Centros o en Familias de Acogida.
Lo que exponemos como una exigencia ante las autoridades que tienen la competencia en el dictado y aplicación de estas medidas, y a la opinión pública, para la mejor garantía de los derechos de la infancia, que está contribuyendo de forma ejemplar al cumplimiento del estado de alerta en nuestro país.

Los menores y mayores: las afueras de la ciudadanía. La misión de los nietos, vídeo.

Ha sido así como, junto a las carencias de un sistema público de salud que ha sufrido durante años el maltrato de políticas neoliberales, hemos ido comprobando cómo nuestro modo de vida, incluso más allá de las prioridades políticas e institucionales, había situado en un lugar muy secundario el bienestar, la voz y el peso social de las personas mayores.

 Un colectivo, cada vez más numeroso de acuerdo con la evolución demográfica, que no hemos sabido integrar no solo en las políticas públicas sino incluso en nuestro orden cotidiano de tiempos y necesidades. Salvo en la labor que muchos abuelos y muchas abuelas han realizado para permitir que mujeres y hombres, y muy singularmente las primeras, pudiéramos conciliar vida laboral y familiar, en el resto de los escenarios las personas mayores habían ido desapareciendo, como si desde el momento en que dejan de ser "productivos" ya no tuvieran nada que aportar a la sociedad, como si ya solo fueran un estorbo y solo merecieran algún titular en la batalla campal que los partidos han tenido a costa de sus pensiones. El estado que ahora ha empezado a hacer visible de muchas residencias, la soledad a la que tantos y tantas están condenados o la angustia que les ha tocado vivir en medio de una pandemia amplificada en su dramatismo por unos medios con frecuencia instalados en el morbo, deberían ser las urgentes señales de alerta sobre una parte de la ciudadanía, cada vez más numerosa, que debería ser parte del reconocimiento, la redistribución y la participación. Un mandato que, aunque sea con la limitada fuerza jurídica de los principios rectores de la política social y económica, está presente en nuestra Constitución cuando en su art. 50 mandata a los poderes públicos para que promuevan "su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio". Una lección que todos deberíamos aprender, de tal manera que empezáramos a proyectar nuestras vidas, es decir, nuestros espacios y nuestros tiempos, sin expulsar de ellas a quienes entendemos que nada pueden aportar a las máquinas que mueven el mundo.

En el otro extremo, y así lo estamos detectando en los debates que en estos últimos días se están abriendo sobre la necesidad de que puedan salir a la calle o en la enorme controversia que están generando las medidas relacionadas con el curso escolar, nos encontramos con los niños y con las niñas. Esos sujetos de derechos a los que el ordenamiento nunca sabe bien cómo tratar, y a los que con frecuencia olvidamos también en un mundo de adultos en el que la mayoría de edad parece ser una barrera mágica que nos permite configurar versiones distintas de la dignidad. 
Las personas menores de edad, que son objeto de una limitadísima atención en nuestra Constitución (art. 39.4), a pesar de los tratados internacionales y de la sucesivas leyes que en nuestro país hemos aprobado teniendo presente su interés superior, siguen siendo considerados ciudadanía de segunda, absolutamente invisibilizados entre unas políticas excesivamente paternalistas y otras que no tienen presente la compleja y diversidad realidad de quienes no hayan llegado a la mayoría de edad. Todo ello además en el contexto de unas sociedades en las que tenerlos se mueve entre el lujo que representan para una mayoría y la satisfacción de un supuesto deseo, el de ser padres y madres, que una vez satisfecho no siempre se traduce en un ejercicio corresponsable de educación y cuidados.

De alguna manera, pues, las personas menores y las mayores nos están poniendo delante del espejo el rostro más cruel no solo de unas políticas públicas y de unos gobiernos cegados por las leyes del mercado, sino también el de nosotros mismos. Tan centrados durante todo este tiempo en nuestro presente de acomodados demócratas que fácilmente olvidamos el niño que fuimos, de la misma manera que no quisimos pensar en el mayor que irremediablemente, y si tenemos la suerte de que ningún virus nos mate, llegaremos a ser. Sin habernos dado cuenta de que sin unos ni otros reducimos la democracia a un simulacro en el que la igualdad y la dignidad apenas si son cínicos argumentos en manos de los que un día, aunque nos pese, también llegaremos a viejos.

Paco Salinero.

Cuando se trata de libros para niños, todos somos censores. Día del Libro 2020.



El docente y escritor canadiense Perry Nodelman dice que 
cuando se trata de libros para niños, todos somos censores. 
Pero ¿qué censuramos, con qué finalidad y en nombre de quién?.
...Censuramos aquellos libros que no se adecúan a nuestra visión ideal de la infancia
 sin tener en cuenta los intereses o las necesidades reales de los niños 
y subestimando su capacidad de interpretación...

No se crece sin sufrir,

Empecemos por la última pregunta. Censuramos en nombre de una noción de infancia que heredamos de la ilustración francesa del siglo XVIII, concretamente de Rousseau y sus principios básicos sobre cómo educar a los niños. Entre sus ideas más influyentes y conocidas está la de que el niño es bueno por naturaleza y que es la sociedad la que puede llegar a pervertir sus buenas inclinaciones. Por lo tanto, es necesario proteger a la infancia (palabra que proviene del latín infans: el que no habla) de la perversión y del mal para asegurarnos de que cuando hable, lo haga con buenas palabras, muchas de las cuales le van a llegar a través de los cuentos.
Caperucita Roja (Adolfo Serra, Nórdica)

En nuestro concepto de infancia también cala hondo el enfoque constructivista de otro suizo, Piaget, quien describe las capacidades que tiene el niño en cada etapa de su proceso evolutivo para razonar sobre el mundo que lo rodea y que, por tanto, como mediadores, nos lleva a preguntarnos qué lenguaje y qué propuestas temáticas está preparado para procesar, muchas veces más basados en prejuicios que en datos empíricos.

Y aquí entra en juego un tercer elemento, los valores, es decir, sobre qué podemos y debemos hablarles. Hemos recorrido un largo camino desde la literatura para el adoctrinamiento de los siglos XVIII y XIX hasta la actual literatura considerada una herramienta para formarnos como ciudadanos críticos a partir del diálogo entre el lector y el texto. Sin embargo, todavía queda mucho didactismo escondido que ve en el libro un instrumento útil para educar, para “abuenizar”, como dice Díaz Ronner, y así huir del conflicto y transferir “los deberes y los principios éticos provenientes del sector hegemónico”, que no es otro que el de los adultos. Amparados en esa finalidad educativa que se le otorga a la literatura, le damos entrada a la fatídica pregunta que atormenta a tantos libreros y bibliotecarios: ¿me recomiendas un libro para?”, o la no menos desafortunada consiga docente que trata de buscar un único significado irrefutable en cada lectura: ¿qué quiso decir el autor? Y entonces los niños tiemblan y se quedan sin palabras porque durante toda la lectura no disfrutaron del libro sino que leyeron para dar respuesta a La Verdad, aquella que incluso el propio autor desconoce.

El principito (Joann Sfar, Salamandra)
Claro que los libros nos transmiten valores y nos enseñan cosas, sobre todo esos libros que no son edulcorados y nos mueven el piso sin proponérselo pero no lo hacen del mismo modo para todos: “Yo creo que la literatura nos puede enseñar muchas cosas sin que seamos conscientes de eso, porque lo que nos enseña, en todo caso, no es lo mismo para cada lector y no es una sola cosa. Si algo nos enseña fuertemente, es a hacernos preguntas”. (María Teresa Andruetto).

La literatura infantil le facilita al niño aproximarse a realidades, del ambiente inmediato o lejano, que muchas veces padece o disfruta pero que no sabe todavía cómo expresarlas, y que la imaginación, en forma de imágenes o palabras, le permite al menos pensarlas sabiendo que esa no es la realidad misma. El niño completa lo que el texto sugiere en función de su experiencia vital y literaria y así construye el sentido, que nunca es uno, y que nunca está terminado del todo porque, como nos han enseñado las teorías de la recepción, un mismo libro puede tener significados distintos para la misma persona en etapas distintas de su vida. En esa pluralidad de significados y de niveles diferentes de lectura es que tampoco el niño hace la misma interpretación que el adulto y por eso no les hacen reír y llorar las mismas cosas.

Pero cuando se cree que la literatura puede ser una medicina que nos salva de la perversidad del lobo o, en el otro extremo, un virus que nos puede convertir en monstruos con los dardos de la palabra, entra en juego la censura y los valores morales priman sobre los literarios y el significado parece que solo puede ser uno. Entonces la censura, en nombre del bien, quema todo aquello que no encaja con su noción de infancia.

¿Cómo define la RAE el término censura?:
(I) tr. Formar juicio de una obra u otra cosa.
(II) tr. Corregir o reprobar algo o a alguien.
(III) tr. Murmurar de algo o de alguien, vituperarlos.
(IV) tr. Dicho del censor oficial o de otra clase: Ejercer su función imponiendo supresiones o cambios en algo.

Es decir, censurar es imponer una visión de algo que se ha formado a partir de un “juicio”, y la propia RAE define este término en su primera acepción como “facultad por la que el ser humano puede distinguir el bien del mal y lo verdadero de lo falso”, y cuando buscamos la definición de “bien”, encontramos que el bien no encierra en sí mismo la cualidad de verdadero porque puede ser “aprehendido falsamente como tal”. Por tanto, se censura en nombre de creencias y no de realidades.

¿Y quién censura? Podríamos distinguir tres tipos de censura si bien no dejan de estar interrelacionadas:
. La político-educativa, que ha sacado de las bibliotecas títulos como El principito por incitar a la ilimitada fantasía, Donde viven los monstruos por promover el desafío a la autoridad o Las brujas, obra que fue tildada de misógina.
. La comercial, que saca del mercado todo libro que no vende, a menudo porque su temática le resulta incómoda al mediador ya que habla de temas como la muerte, la homosexualidad o la violencia. Si bien hay editoriales más arriesgadas en sus propuestas, es difícil encontrar más de un libro de cada una de estas temáticas en el catálogo de una misma editorial. Y, no hay que perder de vista que, en muchos países, son el sistema educativo y las licitaciones estatales los principales clientes de las editoriales.
. Por último se encuentra la censura del mediador que no se anima a acercar un libro por miedo a no tener respuestas o a que se den situaciones que no pueda controlar.
Donde viven los monstruos (Maurice Sendak, Kalandraka)
Pero también censuramos los libros que consideramos de baja calidad aunque a los niños les fascinen y pisoteamos uno de los derechos fundamentales del lector según Pennac: el derecho a leer cualquier cosa. Y así llegamos a situaciones tan esperpénticas como la de la escuela pública de Barcelona que el año pasado censuró clásicos de la literatura infantil como Caperucita roja por sexistas.

Por tanto, censuramos aquellos libros que no se adecúan a nuestra visión ideal de la infancia sin tener en cuenta los intereses o las necesidades reales de los niños y subestimando su capacidad de interpretación.

Los niños deben poder tener los libros a su alcance, elegir aquel que prefieran, pero cuando somos nosotros quienes, como mediadores, elegimos sus lecturas, debemos ser responsables porque, como dice Cecilia Bajour, “elegir es ya estar leyendo”. 
Somos constructores de un canon que va a contribuir a constituir el imaginario de muchos niños y que, para algunos, va ser ser su única ventana para asomarse a lo diferente. No podemos coartarles esa oportunidad en nombre de nada ni de nadie.

Diversos estudios del campo de las neurociencias han puesto de manifiesto que la lectura de obras literarias tiene implicaciones cerebrales que van más allá del mero entretenimiento en tanto nos permiten ponernos en el lugar del otro y detectar, comprender o predecir deseos, intenciones, pensamientos, creencias o emociones (Juan Mata). 
Pero, ¿cómo aprovechar esta capacidad si todo lo que les damos a leer es fácil y homogéneo, si no les permitimos pensar nada nuevo? La literatura es un campo fructífero para abrir la cabeza a otras realidades, para pensar la propia desde otros ángulos, para ser más empáticos con quienes nos rodean. 
Tenemos que animarnos a quedarnos sin respuestas, a que ellos se queden con más preguntas de las que traían antes de la lectura, a que la curiosidad los lleve por caminos inescrutables donde ellos puedan encontrar la salida. Estoy convencida de que no los ayudamos sobreprotegiéndolos. 
No se crece sin sufrir.


Bajour, C. y Carranza, M. (2005). «Abrir el juego en la literatura infantil y juvenil». En: Imaginaria, n.º 158.
Díaz Ronner, M.A. (2001). Cara y cruz de la literatura infantil. Buenos Aires, Lugar Editorial.
Mata, J. (2016). «Neurociencia, lectura y literatura infantil». En: Tribuna del socio, pp.48-51.
Nodelman, P. (1992). «We are all censors». En: Canadian Children’s Literature, n.º 68, pp.121-133.

«La infancia está demostrando una capacidad de resistencia mayúscula».

NOVEDAD: Nota de Prensa y Resumen Ejecutivo de 1 de mayo 2020



El 61,6% se muestra aburrido durante estas semanas de confinamiento. 
El 36,7% está o ha estado preocupado por la situación; el 28% muestra tristeza y un 16,2%, miedo. 
Estos son algunos de los sentimientos que dicen tener las y los chavales que han respondido, principalmente, de entre 10 y 14 años.


  • Una encuesta en línea, realizada desde el 21 de marzo hasta el 7 de abril, recoge las voces de niñas y niños en relación al confinamiento y a cómo están viviendo estas semanas de encierro en casa.
  • Los datos definitivos todavía no se conocen. Las tres personas que pusieron en marcha el estudio #InfanciaConfinada (con el apoyo de Enclave de Educación) están trabajando contrarreloj para publicarlos a inicios de la semana que viene, con todas las dificultades que cualquiera está viviendo estos días.

¡CONFIAD EN LOS NIÑOS!


Lourdes Gaitán Muñoz*.

La infancia tiene un enorme valor simbólico para los adultos. Un simbolismo que se basa en una imagen idealizada del pasado (la infancia que nunca tuvimos) y en una proyección hacia un ideal futuro (el que construirán las incontaminadas nuevas generaciones). Las amenazas contra esa visión general hacen saltar las alarmas de nuestros mejores sentimiento, al grito de ¡salvad la infancia!.



Luna, 10 años.


Tal está sucediendo, de manera incremental en estos tiempos de pandemia, en lo que se refiere a las niñas y niños que, igual que las personas adultas y mayores,  se están conformando a permanecer en su casa, al entender que todos  lo hacemos en aras de un beneficio para nuestra comunidad, cual es el de reducir el riesgo de ser contagiados por un virus que al parecer encuentra un modo preferido para expandirse a través de las relaciones que, como humanos, mantenemos unos con otros.

Las niñas y niños no pertenecen a una especie distinta. Como nosotros, las personas adultas, sufren la incertidumbre del momento, pasan momentos de ansiedad, de enfado y de temor, pero también de empatía, sorpresa y bienestar, porque están teniendo la oportunidad de disfrutar de  experiencias que les están vetadas en su modo de vida habitual. Sin embargo los adultos, en lugar de ponernos a mirarlos, escucharlos y aprender de ellos, nos hemos lanzado, una vez más, a pensar por ellos, a sobre-protegerlos, a ponerles a salvo.


A salvo de la información, que sin embargo les bombardea, como a todos, a diario. A salvo del aburrimiento, para lo cual han surgido múltiples consejos, iniciativas y programas para que “se entretengan”. A salvo de bajar ni siquiera un peldaño en la carrera de conseguir metas, alcanzar resultados, triunfar en los retos, no bajar la nota, no perder el curso, no seguir en la rueda de un sistema educativo que hace tiempo que dejó de estar al servicio de sus necesidades de formación. A salvo de traumas y enfermedades sin cuento que, a no dudar, sufrirán después del confinamiento, y así mismo de riesgos a los que, sin duda, están ya sometidos. 

Para todo ello, ¡oh milagro! parece haber una misma solución: que los niños y niñas puedan salir a la calle un rato, eso sí, debidamente vigilados y protegidos.

A cada cual le tira su oficio y a mí, como socióloga estudiosa de la infancia y la adolescencia, me picó pronto la curiosidad de saber ¿cómo están viviendo esto los niños y niñas?.  

Un fenómeno de la magnitud como el que estamos viviendo sin duda producirá muchas investigaciones en el futuro, pero a mí me interesaba una cosa pequeña, fresca, del momento, que me ayudara a dar la vuelta a mi pensamiento adulto y aproximarme al punto de vista de ellas y ellos. Así, durante la segunda y la tercera semana del confinamiento (atención: los niños no dicen confinamiento, sino cuarentena “porque son cuarenta días ¿no?”) por el procedimiento de “bola de nieve” fui consiguiendo que niños y niñas de entre 4 y 14 años me hicieran llegar sus dibujos, redacciones, vídeos o audios, a través de los WhatsApp de sus madres, tías o abuelas, que concedían el oportuno permiso. En una segunda vuelta, pedí a otro grupo de niñas y niños de características semejantes que me dijeran cuáles eran, para ellos, las 3 mayores ventajas y desventajas de la situación actual. En total han sido 60 niños y niñas los que han querido manifestarse. 

Hoy quiero compartir aquí algunos de mis descubrimientos.
En primer lugar hay que señalar que, como el mensaje ha sido, para todos, el de no salir de casa, la percepción de los niños y niñas, especialmente de  los más pequeños, ha sido la de que el enemigo, el coronavirus, estaba fuera, mientras la casa constituía un refugio seguro donde la familia se había aprovisionado de todo. Desde esa perspectiva, salir a la calle no aparecía como opción o deseo. 

Estar en casa todo el día ha supuesto toda una recolocación y redefinición de los papeles en el grupo familiar, con la instalación de nuevas rutinas en las que ha habido que combinar los trabajos dentro o fuera del hogar de los mayores, las obligaciones escolares de los niños, la realización de las tareas domésticas, la elaboración de las comidas, el cuidado de los más pequeños, los tiempos de televisión o de videojuegos así como los hacer deporte, bailar, charlar, ver películas y series, jugar, disfrazarse, cocinar recetas, etc., etc. Hacer estas cosas, toda la familia junta, constituye sin duda y por encima de todas las cosas, lo más valorado por las niñas y niños que han participado en esta pequeña consulta. 


A juzgar por sus expresiones, en esta situación extraordinaria, los niños y niñas han logrado algo que es bastante inusual en su vida corriente, como ha sido ganar autonomía para la propia gestión de su tiempo libre. Frente al carácter semi-obligatorio y dirigido que suelen tener todas las actividades de ocio con las que se trata obsesivamente de llenar el tiempo de los niños, en las circunstancias actuales ellos sienten que pueden elegir e inventar qué hacer, e incluso pueden elegir no hacer nada.

La cara opuesta de esta libertad de elegir qué hacer con su tiempo, está representada en los deberes, en las tareas escolares. Hay preocupación entre los niños en esta cuestión. Se deduce, por sus expresiones, que ha habido muy diferentes formas de abordar el mantenimiento del ritmo de aprendizaje que tenían en el colegio. Así se manifiestan algunos sobrecargados de deberes, otros acusan el problema de entender algunas materias sin la presencia del profesorado, la dificultad en el manejo de las plataformas para la enseñanza on-line  o el temor a los malos resultados finales. No faltan, sin embargo, quienes relatan sus encuentros diarios en el aula virtual como una experiencia satisfactoria. 

Los niños y niñas de esta muestra echan de menos salir, claro que sí, por supuesto, y también dicen que se aburren, claro, pero esta queja está relacionada siempre y en todo caso, por no poder estar los sus amigos, charlar, jugar y hacer deporte con ellos. Algo similar sucede cuando se refieren a sus otros familiares, como abuelos, tíos o primos. Pero, como decía uno de ellos, “en el siglo XXI tenemos la suerte de contar con la tecnología”, y así pueden hacer video llamadas, jugar a la consola con amigos, tener video reuniones, etc. Todo esto tiene un valor emocionalmente muy tranquilizador para ellos. 


Una diferencia que se percibe, en comparación con lo que se suele observar en otras investigaciones, es un aumento del sentido de comunidad entre las niñas y niños participantes. No es solo la solidaridad y la empatía hacia los que trabajan, hacia los que cuidan, hacia los que sufren, es el sentimiento de un “todos” que juntos serán (seremos) capaces de superar la pandemia. 


El impacto de esta crisis en los valores y en las formas de vida propias de un mundo globalizado, interconectado y materialista está por ver, pero en la incertidumbre respecto al futuro, no estaría de más prestar atención a los valores prevalentes que están desvelando las actitudes y discursos de los niños. 



¡Confiemos en ellos!.



*Lourdes Gaitán Muñoz
Doctora en Sociología y Diplomada en Trabajo Social. Socia fundadora y ex-presidenta de GSIA. Miembro fundador de la Red Europea de Master en Derechos de los Niños, así como del RG Sociología de la Infancia de la European Sociological Association. Su vida laboral se ha desarrollado entre la docencia y la función pública, desempeñando distintos cargos...
Autora de: El espacio social de la infancia, Sociología de la infancia y De “menores” a protagonistas, así como de capítulos de libros y artículos en revistas especializadas. Coautora de: Para comprender el Trabajo Social, La intervención social con colectivos inmigrantes, Ciudadanía y derechos de participación de los niños. Áreas de investigación en infancia: políticas sociales, ciudadanía, participación, ciudad y migraciones.



#CIBERCOVID19.

 FAMILIA CIBERSEGURA - EDUCANDO EN CIBERSEGURIDAD.


Toca quedarnos en casa, combinando teletrabajo, cuidado familiar y curso escolar. Menos mal que la tecnología se ha convertido en nuestra aliada. 
Padres y madres, ¿aprovechamos el momento para ser una familia cibersegura? Educadores, ¿trabajamos las competencias digitales?
Desde IS4K (todo lo que hay que saber sobre seguridad digital e infancia/adolescencia) quieren apoyaros con esta serie de artículos y recursos que iremos publicando a lo largo de la próximas semanas.

El esperado fin del encierro infantil.



“En el relato de los chicos también hay cosas positivas”.

Cuando la socióloga de la infancia Lourdes Gaitán observó la avalancha de mensajes en defensa de los niños confinados, pensó que detrás de ese discurso había una “pretendida sobreprotección”.
Así que les preguntó a los niños: realizó una encuesta a decenas de menores invitándoles a contarle qué les estaba pareciendo el aislamiento. “Me sorprendió que la mayoría están viviendo el proceso de confinamiento de forma más positiva de lo que pensamos los adultos. Estaban contentos por estar con  sus padres en casa, y valoraban la libre disposición de su tiempo, que habitualmente está controlado por adultos que les rigen sus horarios y rutinas: en el cole, las extraescolares”, explica la experta.
Muchos mostraban su preocupación por lo que está ocurriendo fuera y lo que más echaban de menos no era el mundo exterior, sino “su mundo exterior, sus amigos.
Lamentablemente eso con un paseo por el barrio no se soluciona”, concluye la socióloga
Lola tiene 9 años y así vive ella la cuarentena por el coronavirus.

Beatriz Lucas


Desde que comenzó el decreto del estado de alarma el 14 de marzo, 8,3 millones de menores de edad en España permanecen encerrados en sus casas. La mayoría sin pisar para nada la calle, mientras sus padres, abuelos o vecinos pueden hacer la compra, pasear al perro o bajar la basura. 
Este sábado Pedro Sánchez anunció que los pequeños de la casa podrán por fin “disfrutar un rato del aire libre” a partir del próximo 27 de abril. Quedan por ver los detalles y algunos interrogantes, como qué ocurre con los menores mayores de 12 años, edad a la que el presidente aludió como límite para la nueva medida.
Sánchez presentará este domingo a las Comunidades Autónomas un informe elaborado por expertos pediátricos. Estos eran partidarios de que los niños vayan acompañados de un adulto responsable, mantengan una distancia de un metro y medio con otras personas, no utilicen columpios o mobiliario urbano y usen mascarilla. Respecto al tiempo, barajaban paseos de 30 minutos.
El anuncio llega tras una avalancha de críticas al estricto confinamiento de los más pequeños. Según un informe de la Plataforma por los Derechos de la Infancia las condiciones para los niños en España son las más duras del mundo, seguidas por Italia (donde, como en Francia o Alemania, pueden salir con restricciones). La última semana varias instituciones y expertos han reclamado que los niños puedan salir. Madrid, Cataluña o el País Vasco han pedido que se reduzcan las restricciones y el Defensor del Pueblo ha instado al Gobierno a que la alarma afecte por igual a niños y adultos tras recibir decenas de quejas de familias preocupadas por la salud de sus hijos. También el comité de expertos de la Asociación Española de Pediatría que asesora al Gobierno pidió medidas urgentes para la infancia.

Lo que han podido o no hacer los niños, o sus padres con ellos, durante el confinamiento ha estado además rodeado de ambigüedad. Los menores ni siquiera figuraban en la primera versión del decreto de alarma. El texto se modificó tres días después, pero la redacción sigue sin ser clara. Alude a que las personas deben circular solas “salvo que se acompañe a personas con discapacidad, mayores, o menores”. La ambigüedad del texto ha hecho que autoridades y familias no tengan claros los límites. A Silvia, madre de un niño de dos años, le increpó una vecina por bajar a la farmacia a buscar paracetamol con el pequeño en brazos. El padre estaba en casa con fiebre, posible covid-19.
También este sábado, antes de la comparecencia de Sánchez, Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, aseguró en rueda de prensa que “los niños y niñas pueden salir según permite el último decreto, por ejemplo, un padre con uno de sus hijos puede bajar a comprar el pan en caso de necesidad”. Preguntado por qué significaba exactamente esa necesidad, el ministerio de Sanidad explicó a EL PAÍS que el niño podría salir “solo en casos de fuerza mayor, por ejemplo, si el adulto necesita ir a hacer la compra y no hay otro adulto en la vivienda”.

Los niños no han estado en la política en ningún momento”, opina la socióloga Carolina Pulido, concejal de Más Madrid y madre de una niña de tres años. “El decreto se hizo desde un punto de vista productivo y sanitario. Ni los niños ni los ancianos estuvieron en la ecuación. Se ha presupuesto que las familias éramos más irresponsables que quienes van a comprar tabaco, cuando hemos demostrado que no es así”. El psiquiatra y experto en apego Diego Figuera considera por su parte que “la clase médica y política cree que no nos podemos fiar de la familia española y no se confía en que vigilen que los niños y respeten las medidas de seguridad”.
Al prejuicio de irresponsabilidad se ha sumado el miedo de considerar a los niños como especialmente contagiosos. Mónica llevaba a sus hijos al súper en coche cuando en un paso de peatones una mujer le increpó: “¡Son vectores de contagio!”. La infancia como “vector de transmisión” es la expresión que ha utilizado el Gobierno para justificar la dureza del confinamiento infantil. Pulido cree que desde las instituciones se ha estigmatizado a los niños y ha calado en los ciudadanos. “Nos han dicho que eran muy contagiosos, pero no nos han explicado por qué el confinamiento era más estricto para la infancia que para los adultos”, dice la socióloga.

Preguntado por este diario sobre la evidencia científica que sustenta que los niños son más contagiosos que el resto de personas y por ello su confinamiento tenía que ser más estricto, el ministerio de Sanidad no ofrece una respuesta clara. “Los expertos así lo recomiendan”, aseguran. Pero los epidemiólogos explican que la relación del coronavirus con la infancia está llena de incógnitas. “Es una enfermedad desconocida y estamos aprendiendo paso a paso”, explica Silvia Carlos, epidemióloga de la Universidad de Navarra.
No tenemos ni idea de la carga infecciosa del coronavirus en niños, no sabemos cuántos están infectados o cuántos han pasado la infección”, señala el epidemiólogo y pediatra Quique Bassat. En estos casos la ciencia se basa en otras enfermedades transmitidas por virus. “Sabemos que en la gripe, los niños ejercen de transmisores (cuatro veces más que los adultos) a otros pacientes de riesgo”, dice Silvia Carlos
.
Existen pocos estudios sobre el tema. En Islandia se han analizado pacientes con síntomas compatibles y los niños presentaban la mitad de veces la enfermedad (un 6%) frente a los adultos (un 13%). Para conocer la carga infecciosa del coronavirus en niños (y adultos) habrá que esperar a que concluya el estudio serológico del Instituto de Salud Carlos III que tiene previsto analizar a 63.000 españoles...


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OPIK,
Grupo de Investigación en 
Determinantes Sociales de la Salud 
y Cambio Demográfico.

La situación de alerta sanitaria por la pandemia del COVID-19, ha obligado al confinamiento de la población con el fin de limitar al máximo la movilidad de las personas. Se trata de una medida que en muchos países como el nuestro resulta muy excepcional, desconociendo los efectos que puede tener en la salud y el bienestar de la población. Sin embargo, sí conocemos la importancia de las condiciones materiales y de vida en la salud: aspectos como las características de nuestras viviendas, el nivel de ingresos o las expectativas de empleo repercuten de forma muy importante en el bienestar. Además, los niveles de salud y los principales condicionantes de la salud empeoran a medida que el nivel socioeconómico de las personas desciende. Las desigualdades sociales en salud son un claro reflejo de la desigualdad social y material de nuestras sociedades.

A partir de aquí, desde el Grupo de Investigación en Determinantes Sociales de la Salud y Cambio Demográfico - OPIK (UPV/EHU), con la colaboración de Bidegintza - Cooperativa para la promoción humana y el desarrollo comunitario y el Centre d'investigació en Salut Laboral, CiSAL (UPF), hemos diseñado un (Abre una nueva ventana)estudio (pdf ,153,69 Kb) con el objetivo de conocer cómo el confinamiento puede estar afectando a la salud y el bienestar de nuestros niños y niñas y al de padres y madres y cómo las condiciones de vida de las familias pueden determinar cómo lo estamos viviendo.















#LaInfanciaPregunta al Gobierno sobre el COVID-19.

ponen en marcha la iniciativa #LaInfanciaPregunta.

El ministro de Ciencia y el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad contestan a las inquietudes y pregunta de niños y niñas de toda España, a través de la iniciativa #LaInfanciaPregunta del Alto Comisionado para la Lucha contra la Pobreza Infantil y la Plataforma de Infancia.

RTVE 18/04/2020

Xª Conferencia Mundial del Niño en la Ciudad,. ATENCIÓN! APLAZADA por COVID-19

15 al 17 de septiembre de 2020.

La Fundación Internacional del Niño en la Ciudad, el Ayuntamiento de Dublín y el Departamento de Asuntos de Niños y Jóvenes de Irlanda lo invitan a asistir a la décima edición de la Conferencia Mundial del Niño en la Ciudad, que tendrá lugar del 15 al 17 de septiembre de 2020 en Dublín, Irlanda .

Estamos preparando un programa de alto nivel para usted que incluye sesiones plenarias, así como sesiones paralelas, excursiones interesantes y oportunidades de trabajo en red donde puede conocer a otros niños profesionales, planificadores urbanos y formuladores de políticas.

¿Por qué asistir?
La conferencia mundial es una oportunidad clave para compartir conocimientos, buenas prácticas y hallazgos de investigación de las diversas disciplinas que son importantes para el objetivo compartido de crear ciudades amigables para los niños.

Asegúrese de no perderse este notable evento y marque del 15 al 17 de septiembre de 2020 en su agenda. Pronto (condicionado a la evolución de la pandemia COVIP-19) habrá más información sobre los temas y la convocatoria de ponencias.

¡Esperamos verte en Dublín!

Temas:
Dentro de esta amplia perspectiva, la conferencia Child in the City en Dublín se centra específicamente en los siguientes siete temas:

1.Conectando verde y jugar

Los esfuerzos para hacer de las ciudades lugares más verdes para vivir son visibles a nivel mundial. Este desarrollo positivo general de llevar la naturaleza a las ciudades se puede utilizar para crear no solo entornos más verdes sino también ciudades lúdicas. Para alcanzar este objetivo, es fundamental que los profesionales de las disciplinas sociales y físicas trabajen juntos. ¿Cómo podemos sacar provecho de la 'ecologización' de las ciudades de manera que (re) conecte a los niños, especialmente a los niños de barrios desfavorecidos, con el verde urbano? y la naturaleza?

2. Conectando generaciones

La falta de cohesión social es un problema con el que luchan muchas ciudades. Una forma de superar las divisiones sociales es restablecer las relaciones entre ciudadanos más jóvenes y mayores. Tradicionalmente, las ciudades se centran principalmente en políticas y espacios específicos por edad, pero hoy existe una necesidad social y espacial de cambio. Socialmente, es cada vez más importante conectar diferentes grupos de edad, desde niños hasta adolescentes y personas mayores (0-80), ¡sin mencionar a los abuelos! Espacialmente, vemos la necesidad de crear espacios intergeneracionales en una ciudad en constante crecimiento. ¿Cómo pueden las intervenciones sociales y espaciales facilitar el contacto intergeneracional y la cohesión social? ¿Y qué puede ser la agencia de los jóvenes en la toma de decisiones en torno a las futuras ciudades cohesionadas?

3. Conectando salud y juego

La salud infantil es un gran problema hoy en día y los problemas de salud están muy relacionados con la clase. En esta conferencia queremos establecer una conexión entre la salud infantil, el entorno urbano y el juego infantil, con un enfoque específico en la clase desigual de posición de los niños y los jóvenes. Nuestro objetivo es enfocarnos no solo en problemas de salud física como la obesidad, sino también en problemas de salud mental, ya que vemos un aumento de adolescentes y jóvenes con problemas de salud mental en particular. ¿Cuál es la influencia del entorno residencial en la salud de los jóvenes y cuáles son los posibles beneficios del juego (al aire libre) para crecer de manera más saludable?

4. Conectar la movilidad infantil y el futuro sostenible.

Muchas ciudades de todo el mundo están desarrollando políticas para garantizar futuros sostenibles. Parte de estas políticas están dirigidas a crear mejores posibilidades de movilidad lenta. Aquí hay una conexión importante para hacer con la vida cotidiana de los niños. ¿Cómo podemos crear futuras ciudades sostenibles que incluyan niños? ¿Y cómo los apoyamos (y a sus padres) a caminar y andar en bicicleta solos?

5. Conectando la paternidad urbana con la planificación urbana

Las grandes ciudades occidentales tienen una larga historia de suburbanización de familias que solo recientemente ha comenzado a cambiar. Hoy, muchas familias con diversos antecedentes viven en un entorno urbano. Sin embargo, dentro del discurso urbano, las familias, los niños y sus vidas cotidianas a menudo se descuidan. La planificación urbana y el diseño espacial rara vez se dirigen a las familias como ciudadanos urbanos con necesidades específicas, ni a la noción misma de trabajo parental. ¿Qué desafíos enfrentan los padres en su vida cotidiana para combinar trabajo y cuidado? ¿Qué arreglos sociales y espaciales ayudarían a apoyar mejor la crianza de los niños en contextos urbanos?

6. Conectando familias inmigrantes a comunidades sociales

La migración crea un flujo enorme de familias y niños en todo el mundo. Es un gran desafío dar la bienvenida a todos los ciudadanos recién llegados a las ciudades. ¿Qué nos dice la investigación sobre las dificultades que enfrentan las familias de migrantes y refugiados para establecerse en sus nuevos vecindarios? ¿Qué políticas ayudan a liberarlos del aislamiento y los estimulan a usar sus habilidades y creatividad para transformar y enriquecer a las comunidades urbanas? ¿Cómo pueden todas las familias urbanas construir juntas la aldea que se considera necesaria para criar niños?


7. Tema abierto

La palabra como antídoto contra el destierro infantil.

Marisa González de Oleaga*,

La pérdida del lugar donde uno ha nacido y vivido sus primeros años es la pérdida parcial de uno mismo. 
Somos, en buena parte, los espacios, los olores, las caras conocidas y familiares que nos rodean. 
 Somos las relaciones que hemos establecido con esos paisajes.
Cuando todo eso queda atrás y nos vemos empujados a abandonar el lugar al que pertenecemos, 
algo de nosotros queda enganchado en ese otro tiempo, 
como las ramas atascadas en el recodo de un río. 
Una interrupción, un corte, una suspensión se produce en la vida del que emigra o del que se exilia. 
Más aún si se trata de un menor. A ciertas edades se tienen menos recursos para abordar lo inevitable.
Este efecto resulta obvio para quienes, como yo, 
se vieron desplazados durante la dictadura militar que asoló la Argentina entre 1976 y 1983.

El prototipo de ciudadano global: el migrante
Pero los desplazamientos forzados no son acontecimientos del pasado. Refugiados, exiliados, migrantes son casi el prototipo del ciudadano global. Miremos donde miremos hay gente moviéndose, desplazada por razones económicas o políticas. A las puertas de Europa, en la frontera de los Estados Unidos.
Y entre ellos niños y adolescentes, menores que, sin embargo, no tienen voz, invisibilizados, como parte de la unidad familiar. O, si se los consigue ver, estigmatizados con apelativos como los “menas”, menores extranjeros no acompañados. Un eufemismo perverso que solo sirve a los propósitos de la burocracia estatal, más preocupada por el control que por el bienestar de la población.

Una comunidad de desterrados