“Los niños no son una especie distinta, son actores sociales ya, no empezarán a serlo cuando cumplan los 18”. Entrevista a Lourdes Gaitán.

Los niños son actores sociales de pleno derecho 
y no una especie de extensión subordinada a los adultos. 
El hecho de que no hayan alcanzado la mayoría de edad 
no debería determinar su estatus en este sentido.
“Decimos que tenemos que reconocer que nuestra relación con las personas 
que hemos calificado como menores –porque hemos puesto una raya en una edad– es arbitraria, 
que no hay nada natural en la vida de las personas y que todo es socialmente construido”

Lourdes Gaitán defiende que niñas y niños son sujetos activos que hemos de escuchar.
Lourdes Gaitán, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, es pionera en España en la Sociología de la Infancia, una disciplina relativamente reciente que defiende la emancipación de la infancia y que los niños sean considerados actores sociales de pleno derecho y no una especie de extensión subordinada a los adultos. 
“Tampoco estamos diciendo que haya que dejar a los niños en la selva para que se apañen”, matiza. 
Daniel Sánchez Caballero,

Entrevista:
¿En qué consiste la sociología de la infancia?
La historia de la sociología de la infancia es bastante reciente, más o menos desde el año 1987, cuando Jens Qvortrup, un sociólogo danés, coordinó un número especial en una publicación científica. Los ingleses estaban ya también planteándose reaccionar frente a esa punto de vista dominante que era la sociología funcionalista y la psicología evolutiva. Y también en Estados Unidos empezaron a plantearse ver las cosas de otra manera. Lo primero es un cambio de mirada hacia las personas niñas. No son una clase diferente, no son una especie distinta. Es la especie humana, y la especie humana cuando nace lo hace bastante incompleta, como sabemos, y necesitamos un periodo largo de introducción en la vida social. Lo que sucede es que ese período de introducción, que es necesario desde un punto de vista biológico, es a la vez social. Hay todo un proceso de socialización, de cómo se es niño y se aprende a ser niño, cuáles son las expectativas sobre ser niño y cuáles son las respuestas esperadas. Y todo eso es lo que se ofrece en la socialización, que es una etapa de dependencia, aprendizaje, inocencia e ignorancia. Son toda una serie de connotaciones que vienen a decir: “Tú no eres”. Se define al niño por lo que no es, por lo tanto no tiene, no puede, no hace. Yo mando y se establece también una jerarquía de poder donde el poder lo tenemos en los adultos.


Nosotros decimos que esto no es natural, sino que es socialmente construido. 
Construimos la infancia de una manera determinada, fundamentalmente de orientación eurocéntrica occidental. Todo esto, está en la base de todas las manifestaciones que vemos luego, entre ellas este dichoso veto parental fundamentado en que quien decido sobre mis hijos soy yo, luego soy el propietario de mis hijos.

Pero si esto es una construcción social y las construcciones sociales son inherentes a las sociedad, no estamos inventando nada, más allá del cambio de paradigma. Quiero decir, la situación es la misma y parece que inevitable. ¿Qué supone este cambio de mirada que proponéis?
Hay dos paradigmas fundamentales en la Sociología de la Infancia. Uno es una construcción social, es decir, una adjudicación de sentido a un concepto que se construye socialmente. No es un proceso consciente de construcción, sino que se va haciendo en nuestras mentes a base de experiencias, mandatos, etc., etc. Es una construcción social, pero es un fenómeno permanente en toda estructura social, que tiene variaciones históricas, culturales, sociales, políticas y económicas. No es lo mismo vivir la infancia hoy en España que vivir la infancia hoy en Senegal, Perú, Turquía o China. Tiene variaciones locales e históricas. No es lo mismo ser niño hoy que serlo hace 50, 100 o 150 años en cuanto al estatus que socialmente se les concede. La otra pata de la Sociología de la Infancia es que los niños y niñas –es un rollo, pero es necesario hablar así porque no todos somos niños o niñas– son ya actores sociales. No lo empezarán a ser cuando cumplan dieciocho años. Son actores sociales porque intervienen, actúan de hecho en la vida social. No sólo porque con su presencia, en el momento que un niño o una niña llega a nacer en una familia ya transforma esa familia, transforma su entorno y empieza a interactuar con él.

Hay estudios sobre cómo influyen, cómo socializan los hijos a los padres. El cambio social les afecta y ellos también tienen respuestas frente al cambio social.
Más cosas de perogrullo que decimos es que eso de que los niños repiten como monos; no es cierto. Si los seres humanos nos hubiéramos limitado a repetir como monos, estaríamos en la Edad de Piedra. Es precisamente porque cada nueva generación está haciendo nuevas aportaciones y no las hace a partir de un momento físico determinado en su trayectoria vital. Por eso decidimos que esa definición de infancia socialmente construida también es construida por los propios niños y niñas. A nosotros nos gusta mucho hablar de los movimientos de los niños trabajadores. Como ejemplo: de qué manera los niños toman las riendas y la palabra y la voz de sus propios intereses. Pero en este momento tenemos también el ejemplo fantástico del Fridays for future (el movimiento por el clima entre los adolescentes), los movimientos de gente que es menor de la edad a la que los adultos decidimos que ya sí que pueden hablar, que son los 18; o el de Chile, en el que son los estudiantes de secundaria que desde 2012 empezaron a decir «esta sociedad es injusta».

Muchas preguntas de todo esto que me has dicho. Es inherente a la sociedad, entonces. ¿No es una construcción social? Sí, sí o sí. Una estructura social no puede no ser claro.
Claro que sí. En ese sentido sería igual a la construcción social que tenemos, que nos dice cómo esperamos que se comporte un padre de familia, una mujer soltera, un hombre de negocios, una estudiante de universidad, un aprendiz. Efectivamente, todo es ese proceso de conductas esperadas con respecto a los otros en función del lugar que le tenemos atribuido en la estructura social.

Y dentro de que obviamente no es lo mismo ser un niño hoy en España que hoy en China o que hace 40 años en Alemania, por ejemplo, ¿es un buen momento para la infancia?
A mí me parece que es bueno. Si haces esa perspectiva temporal, seguro que es mejor. La aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño en Naciones Unidas, que ha hecho treinta años el pasado noviembre, se considera un punto clave. Fue cuando se llegó a un consenso mundial y que, además, está suscrita por todas las naciones del mundo (menos Estados Unidos), que fijó esa imagen colectiva de lo que debe ser un niño o una niña o una adolescente, cómo hay que tratarlos, qué obligaciones tenemos para con ellos y qué derechos tienen también, qué pueden reclamar a la sociedad. Es un punto de partida, porque representa un consenso que, como todo documento, es criticable –y se critica que sea eurocéntrico, que sigue siendo proteccionista y adultista–. Se dice que no habrá discriminación por sexo o raza, pero no se dice nada de la edad. Implícitamente se admite que la edad es un motivo de discriminación para la infancia. La edad marca el eres o no eres, una cosa que criticamos quienes estamos en esto. Además, también hay datos cuantitativos que señalan efectivamente cómo en el mundo las condiciones de salud, de primera muerte, etc., han ido mejorando incluso en los países que consideramos menos desarrollados. Otra cosa que se valora positivamente es eso de que ha entrado en la agenda política; no tanto como debería, pero ha entrado. Hay un debate incluso en torno a esto del veto. Que es una manera de molestar, pero ha favorecido que se hablara de los niños en un sentido de su derecho a estar informados.

Elabora esto un poco.
Como persona de corta edad tengo derecho a recibir información, que es la educación sobre las cosas que me van a hacer falta para vivir. Todo esto son factores positivos que nos hacen decir que se va a mejor. Los niños y niñas tienen poca voz, pero tienen voz. Otra cosa es que luego no nos guste la voz que tienen. Se dice que Greta Thunberg (la activista climática) es una enferma. Una razón para esto es porque no se puede admitir un niño fuera de lugar. ¿Qué pasa porque tenga conductas diferentes a las que hemos construido colectivamente sobre lo que debe ser un niño? Pero precisamente porque los seres humanos rompemos las barreras es como la humanidad ha avanzado.

Claro, eso es lo que quiero comentar. Vale que hemos avanzado pero ¿ahora es el momento para los niños? ¿No se les hace un reconocimiento a sus derechos? Para nada, pero tampoco la sensación de que siempre es todo de una manera pasiva. Para ellos no es más; ahí tenéis vuestros derechos, pero tampoco queremos que intervengais mucho.
Esa es la cuestión. Prevalece todavía ese sentimiento proteccionista, pero también que hay una estructura de poder –por ahí se junta un poco con el tema de género– desde el punto de vista patriarcal, adventista. Y nuestro refranero está lleno de cosas así: «Cuando seas padre comerás huevos», «Cuando los mayores hablan, los niños callan»… Todo eso son cosas del pasado. Está en nuestro subconsciente colectivo. Y no hemos conseguido, como sociedad adulta, dar la vuelta al modo en el que tenemos de verlos. Para eso hay que mirarles como personas, no como objetos que piden juguetes. ¿Por qué les gustan los juegos? ¿Se interesan por los juguetes o son un signo social de potencia y de capacidad de un padre de comprarles cosas absolutamente inútiles? El asunto es si les miramos como objetos o si estamos dispuestos a considerarlos sujetos.

¿Crees que el hecho de que ahora haya una generación de niños que se está criando con referentes como puede ser Greta puede cambiar la manera en que ellos mismos se ven?
Creo que sí, que esas cosas empoderan a la infancia. Pero creo que Greta ha emergido al ver porque ya había algo, una capacidad de los niños y las niñas de hacer ese crecimiento social, esa socialización, al margen de lo que era tradicional. Esto es uno de los cambios que ha traído la sociedad en red. Antes los niños recibían fundamentalmente una instrucción en cuanto a conocimiento de la vida. Era fundamentalmente a través de los adultos. La sociedad en red lo que ha traído es la posibilidad de que los propios niños y niñas se comuniquen entre sí y a sus propias culturas. Uno de mis primeros contactos con la Sociología de la Infancia, con los movimientos de los niños trabajadores en este caso, fue en 2002. Se hizo en Berlín un encuentro de niños trabajadores de todo el mundo. Una cosa que yo he contado siempre es que la forma de vestir de los niños era muy similar. El tipo de pantalones, las camisetas, el tipo de corte de pelo era muy semejante. Esas culturas infantiles, con la capacidad de ser comunicadas a través de las redes, ha sido un factor de empoderamiento para los niños.

¿Estamos preparados como sociedad para este cambio si es que se llega a hacer?
No sé si como sociedad, pero como adultos no. Nadie con poder lo cede fácilmente. Es una estructura adultocéntrica, patriarcal, donde los que mandan son los mayores y tú ya mandarás. Que hay una vida hasta los 18 años y a partir de ahí hay otra vida plena se contradice con lo de que el aprendizaje es para toda la vida. Los que defendemos que hay que escuchar la voz de las personas que no tienen esa edad marcada de una manera artificial decimos que tienen ideas, opinión y cosas que contar. Esto no significa que haya que tratarles igual que a los adultos. Los seres humanos nos necesitamos unos a otros, la vida humana es dar y recibir, pero todo el tiempo. Los niños necesitan de nosotros. Los adultos necesitamos guiar, acompañar y conducir a esa difícil tarea que es crecer. La pregunta es: ¿lo hacemos de acuerdo con unas convenciones, con una construcción social que de alguna manera heredamos? En ese sentido sí que es muy parecido a otros movimientos que han transformado nuestras visiones, empezando por el feminista, que efectivamente es una reivindicación que viene del siglo pasado y que dice que las mujeres no somos una subclase. Sería una cosa un poco similar.

Ha salido Greta en la conversación. ¿Nos está molestando más a los adultos que sea una mujer o que sea una niña?
Que sea una niña. Seguro, porque se sale del marco. Es una niña que dicen que está manipulada sencillamente porque piensa. Asombraría que hablara un mono, pero que hable un niño no te tiene que asombrar. Es como cuando quieren tener voz en el proceso de separación de los padres; los niños en en estos procesos son como maletas. Cada vez que oigo decir: “Y entregó al niño”. ¿Qué dices? ¿Es una maleta? Esa persona podrá decir algo. La norma dice: “Cuando tengan uso de razón o cuando sean capaces de razonar y en todo caso, a partir de los 12 años”. ¿Quién determina que ya tienen capacidad de hablar? Otra cosa es que escuchar a los niños no sea hacer lo que digan, que es otra forma del paternalismo, sino tener en cuenta su opinión.

En general, las personas que están más cerca de los niños y las niñas –las madres y los padres, pero más las madres y los educadores– están mucho más próximos a entender a los niños y las niñas como seres humanos, no como menores. También rechazamos el término “menor”, porque minorizada. Es un adjetivo comparativo que se sustantiva para colocarlo como etiqueta a un grupo de personas y supone que esa persona no es porque si hay un menor hay un mayor, y el mayor es el que manda, el que decide.

Seamos panarceros!.

Caminos para la convivencia pacífica entre estudiantes colombianos y venezolanos.


Universidad de Sto. Tomás,
Bogotá, Colombia.
Herramienta pedagógica que se desarrolla en Colombia con el objetivo de mejorar la convivencia entre estudiantes colombianos y venezolanos en el ambiente escolar. 
Este material busca generar reflexiones entre los niños, niñas y adolescentes, sus maestros y familias, en torno a una serie de conceptos clave vinculados a los procesos migratorios, tales como: frontera, derechos humanos, refugio, desplazamiento forzado, trata de personas, xenofobia, discriminación, entre otros. 
Así también ofrece 50 orientaciones prácticas para el acompañamiento psicosocial.






“Los niños no pertenecen a nadie pero son responsabilidad de todos”, Entrevista.

Cuando sube la marea de los tópicos 
de preguntar a quien sabe y 
se sale de la inmediatez de medias verdades sustentadas a golpe de twitter o de titular.

Entrevista a Marta Martínez Muñoz*: 

A propósito de las infancias hablamos con Marta Martínez Muñoz, socióloga con más de 20 años de experiencia como consultora, docente, evaluadora e investigadora en Europa, América Latina y el Caribe; años dedicados al estudio, difusión y promoción de las políticas y derechos de las niñas, niños y adolescentes. 
Sobrevolando la conversación estuvieron Greta Thunberg, el llamado PIN parental, las dialécticas entre norma, deseo y práctica política, la niñez como significante o como significado, el Sur, la explotación..

¿Qué es la niñez? ¿Hay una? ¿Hay una niñez universal?
Bueno, esa es una de las grandes preguntas de la sociología de la infancia. Para responderla hay que recurrir fundamentalmente a la historia, a la historia de la infancia. La niñez ha cambiado profundamente a lo largo de ésta porque el rol que ha tenido en la misma y las formas de relacionarse con ésta han variado. Así, hoy, lo que podemos afirmar es que hay muchas formas de ser niño niña. De hecho, en América Latina se utiliza mucho el término “niñeces”.

Ha habido una cultura eurocéntrica que ha impuesto patrones, acciones y visiones sobre la niñez, pero las formas de ser niño y de ser niña no solo han cambiado desde el punto de vista histórico (no es lo mismo tener 11 o 12 años en el siglo XXI que en el XI o XIX) sino que también cambian desde el punto de vista geográfico y cultural: no es lo mismo ser niño en el mundo rural que en el urbano, en una megalópolis latinoamericana que ser alcalde, con 13 años, en una comunidad quechua del mundo andino.
No podemos estudiar o entender los problemas que afectan a la niñez sin cruzarlos con otros sistemas de dominio como pueden ser el patriarcado, el capitalismo, las clases, desde luego que el racismo, y yo añadiría, siempre, el territorio.
¿La niñez europea, la niñez del imaginario del Norte Global? Del Norte Global desarrollado y de sus clases pudientes, entonces... Porque el vector de clase también será definitivo en esa generación de distintas “niñeces”... Hablamos de cultura, clase, geografía...
Bueno, efectivamente creo que ya te has respondido. De hecho, las primeras legislaciones que tienen que ver, en el caso español, sobre protección (y luego vamos a poner entre comillas esa protección) están relacionadas con la participación de los niños y niñas en el trabajo. Mientras unos niños, en plena época de desarrollo industrial, trabajaban, los niños de las clases burguesas estudiaban con institutrices en casa. Por tanto, no podemos estudiar o entender los problemas que afectan a la niñez sin cruzarlos con otros sistemas de dominio como pueden ser el patriarcado, el capitalismo, las clases, desde luego que el racismo, y yo añadiría, siempre, el territorio.

¿Cómo ha evolucionado el concepto de niñez históricamente? ¿Hay algunos hitos?
Hay varios hitos. En cualquier caso, hay una historia oficial de los derechos de la infancia y una historia no oficial más desconocida. El consenso habitual sobre esos hitos de los que hablamos es que el principal de todos tiene lugar cuando se empieza a fraguar la idea de que los niños y niñas tienen que tener derechos, y eso ocurre a lo largo del siglo XX, y no será hasta la Convención (de Derechos del Niño), en 1989, cuando se consideran sujetos. Para mí, habría dos hitos: el primero, a fines del XIX con la desmercantilizacion de la mano de obra infantil, y el segundo con el reconocimiento como sujeto de derechos. Pero esos son hitos, como bien has dicho, en el Norte Global desarrollado, porque los hitos en la infancia del Sur Global serían otros muy diferentes...
En todo caso, podemos hablar de menores de edad, pero hablar de los menores como colectivo tiene un componente adultocéntrico importante que se suele utilizar cuando los niños, las niñas, transgreden cualquier elemento del sistema.
¿Es la infancia un objeto a proteger? (y utilizo objeto intencionada y sesgadamente, aviso).
No, no es la infancia Un objeto proteger. Nunca, aunque lo ha sido hasta hace muy poco tiempo, y lo sigue siendo en muchas culturas. Y digo que la infancia es un sujeto que no hay que proteger nunca porque el término “protección” puede resultar absolutamente arbitrario. Lo que sí es la infancia es un sujeto al que hay que promover sus derechos en todas sus dimensiones. Cuando decimos que hay que proteger a los niños (que es la frase que se usa habitualmente), ese concepto de protección que puede tener una persona de extrema derecha (lo hilo con debates actuales) puede ser totalmente diferente del concepto que puede tener una persona con cultura democrática. De hecho, uno de los argumentos del PIN parental es: “yo, que quiero proteger a mis hijos, considero que no deben acceder a determinadas materias”. Por lo tanto, considero que los niños no hay que protegerlos nunca, hay que proteger sus derechos.
Observamos que en esa otra lógica de niñeces y vivencias múltiples hay muchos niños que con 10, 11, 12, 13 o 14 años tienen culturas democráticas y políticas muchísimo mayores que personas con mucha más edad.
Dice Iván Rodríguez Pascual, sociólogo de la Universidad de Huelva: “no diga 'menores' o tentará al lado oscuro...”. ¿Compartes ese punto de vista?
Totalmente. La consideración de la infancia ha estado siempre asociada a culturas de dominio, de control, de subordinación, de inferioridad, y de hecho es muy curioso porque si buscas la definición de la palabra adulto en el diccionario encontrarás algo así como que es “la persona que ha alcanzado su mayor grado de perfección”. Entonces, la minoridad perpetúa culturas de control, de transición, y sobre todo culturas de entender, o de malentender, que los niños y niñas siempre son seres en preparación, en relación a otros. Menor, además, es un adjetivo que se sustantiviza... En todo caso, podemos hablar de menores de edad, pero hablar de los menores como colectivo tiene un componente adultocéntrico importante que se suele utilizar cuando los niños, las niñas, transgreden cualquier elemento del sistema.

Es básico, entonces, ese paso considerativo de “menor”, a niño, a niña...
Totalmente. Es fundamental. De hecho, para mí es un indicador claro de cómo están presentes los microadultocentrismos cotidianos (igual que el feminismo habla de micromachismos, nosotros podríamos hablar de estos microadultocentrismos). En ese sentido, el lenguaje está cargado de mirada política sobre el mundo y, para mí, perpetúa lógicas de control hegemónicas. Mientras tanto, observamos que en esa otra lógica de niñeces y vivencias múltiples hay muchos niños (o menores, desde la mirada adultocéntrica) que con 10, 11, 12, 13 o 14 años tienen culturas democráticas y políticas muchísimo mayores que personas con mucha más edad. Utilizar el término de “minoridad” perpetua la desigualdad por edad.

Menor siempre es “el otro”, ¿verdad? Menor y menorizado, y me viene a la memoria inmediata Greta Thunberg. ¿Qué crees que había, que hay, detrás de esa permanente apelación a su minoría de edad? ¿No hay una negación consciente de la agencia y la autonomía de las personas menores de edad? ¿Qué esconde esa negación?
Bueno, en primer lugar yo creo que es una reacción que parte de la incapacidad de las personas adultas para entender que los niños y niñas pueden ser sujetos de movilización política, sujetos de acción colectiva, parte del no reconocer esas capacidades (ése es un identificador adultocéntrico). Esconde un miedo. Creo que asistimos ahora mismo a una generación de niños y niñas, de jóvenes y adolescentes que han empezado a entender que la promesa social de futuro (porque no se les reconoce el presente) que tienen preparado para ellos es una estafa y ante esa estafa en materia de educación, de vivienda, de Medio Ambiente, han reaccionado. A mí me parece que uno de los principales elementos de éxito de todo lo relativo a Greta (más allá de un montón de factores que ya se han señalado y que hemos conversado entre sociólogos de la infancia) es que tiene un alto componente existencial, y ese alto componente existencial creo que es la gran paradoja del éxito del movimiento. 
Mientras les decimos que tienen que esperar, 
ellos han identificado que esa espera es una estafa. 

Hablaríamos entonces de niñas, de niños, productores de política...
Productores de política... A mí me gusta hablar, como un elemento clave que se ha convertido casi como un eslogan, de que los niños y niñas no son solo sujetos de derechos, sino sujetos productores de política y sujetos históricos.


     Para mí una de las claves -aunque parezca intangible- es combatir las culturas           adultocéntricas (por eso es tan importante identificar desde lo micro hasta lo macro) y buscar muchos más espacios de inclusión intergeneracional donde los niños y niñas participen.

Considerando que son, los niños, los adolescentes, plenos sujetos de derechos políticos, ¿qué se podría hacer para sustanciar esos derechos, para generar su plena ciudadanía?
Aquí hay que considerar previamente que, de todos los derechos que se han reconocido a la infancia, los civiles y políticos son los que más resistencia han tenido en el mundo adulto porque impugnan el espacio político gobernado por dicho sujeto. Ocurre igual que con el movimiento feminista, con la diferencia de que las culturas de organización política de las mujeres tienen más visibilidad y posicionamiento. ¿Qué se puede hacer? Yo creo que, para empezar, para mí una de las claves -aunque parezca intangible- es combatir las culturas adultocéntricas (por eso es tan importante identificar desde lo micro hasta lo macro) y buscar muchos más espacios de inclusión intergeneracional donde los niños y niñas participen. Por ejemplo, durante mucho tiempo el binomio “infancia y política” ha sido muy incómodo, porque enseguida pensamos que estamos “adoctrinando”. Es un indicador evidente... Pero es que a las niñas y niños a lo mejor no se les puede adoctrinar, porque tienen una gran capacidad. Si partes de la idea de que los estás adoctrinando, igual en realidad lo que albergas es la idea de que son sujetos susceptibles de ser adoctrinados. Por otra parte, es tan adoctrinable un adulto como un niño o una niña. Hay que promover muchos más espacios de participación sustantiva, protagónica, de participación que verdaderamente cambie de manera sustancial la agenda de los Derechos Humanos para que, de alguna manera, salgamos de esas acciones de retórica que, a la hora del ahora, no transforman de forma estructural las vidas que tienen muchos niños, especialmente en Sur Global.
Triunfó la mirada hegemónica de la Declaración de los Derechos del Niño: al niño desprotegido se le cuidara, al niño hambriento se le alimentará, al enfermo se le atenderá... frente a la declaración de Moscú donde se considera que todos los niños y niñas tienen derecho a participar en la redacción de las normas que regulen sus vidas
¿Dónde se podría ubicar el mayor error de las izquierdas, o de los planteamientos pretendidamente transformadores, en la concepción de la niñez? ¿No está usando la izquierda un léxico compartido con la derecha en relación a la niñez, o como mínimo tremendamente parecido al hegemónico? ¿Cuántas veces hemos oído como reproche aquello del “infantilismo político”, planteamientos “infantiles”...? ¿Ahí habita mucho veneno adultocentrista, no?
Te compro totalmente lo del veneno adultocentrista. Es muy impopular en las izquierdas tener un discurso impugnador en este terreno. Primero, creo que porque nunca se ha entendido que los derechos de la infancia son parte de los Derechos humanos. Ése un eje nuclear. Su consideración como derechos menos sustantivos, menos importantes, es un elemento clave. Un segundo elemento es que que creo que el sector de los derechos de la infancia es un sector muy feminizado, ubicado en el espacio de lo privado, de la familia... Fuera de ese espacio los niños están, como dicen los ingleses out of place, y la izquierda tampoco ha “comprado ese place”. Y habría un tercer elemento que creo que es que ha habido poca visibilidad de autores marxistas, que los hay, que hayan trabajado el tema de los derechos del niño. Son poco conocidos y esto tiene relación con el hecho de que se hayan dedicado a un tema considerado de “menor entidad”.

Marco Gaetano
Y es que habría dos historias paralelas en el tema de los derechos de la infancia. En 1918 se publica, muy vinculado a la Pedagogía de la Reforma y a la Revolución Rusa, el primer texto, que se llama la Declaración de Moscú, que recoge derechos de la infancia. Lo hace incluso antes de lo que se conoce como la Declaración sobre los Derechos del Niño de 1924, que luego ha venido a conocerse más. Ese texto, si lo leemos, es un texto muchísimo más revolucionario que la propia Convención sobre los Derechos del Niño de 1989. Su articulado es absolutamente espectacular. Cito de memoria un apartado: “bajo ninguna circunstancia el niño deberá ser considerado propiedad de sus padres, ni de la sociedad, ni del Estado...”. Sin embargo, en paralelo, lo que se ha venido a conocer es la historia “oficial” de los derechos del niño, construida a la par que la Sociedad de Naciones. Si comparamos lo que entonces decía la declaración del 24 con la declaración de Moscú nos encontramos universos absolutamente antitéticos. Triunfó la mirada hegemónica de la Declaración de los Derechos del Niño: al niño desprotegido se le cuidara, al niño hambriento se le alimentará, al enfermo se le atenderá... frente a la declaración de Moscú donde se considera que todos los niños y niñas tienen derecho a participar en la redacción de las normas -nada menos que de las normas- que regulen sus vidas. ¡Qué relato tan absolutamente antitético! Luego, en la gran historia de la Revolución Rusa, los movimientos de la educación libre quedaron en un archipiélago de invisibilidad. Claro reflejo evidente, todo, de como el gran discurso de la infancia ha sido un discurso colonial y europeo.
Observamos que hay países donde los niños y niñas ejercen representación política desde las más tempranas edades, otros que no, incluso estados donde no puedes votar hasta los 20 o los 21 años.
Retrocedamos para significar algunas cosas en lo práctico... Háblanos del voto a los 16 años, entonces. Existe ya en Austria y en Malta, donde es hasta obligatorio...
Existe en muchos países el voto a los 16 años. En algunos se reconoció de manera gradual (por ejemplo en Nicaragua tras la Revolución Sandinista), en otros casos es facultativo hasta los 18 (caso de Ecuador, donde el voto es obligatorio)... Para mí, más que de derecho al voto habría que hablar mejor de derecho al sufragio activo y pasivo, a elegir y ser elegidos, de la posibilidad de que los niños y niñas entren a la arena política. Esa resistencia del sujeto adulto es uno de los elementos más relacionado con el hecho de que la infancia es la historia de la eterna frontera. En teoría, los niños y niñas están protegidos, desde el punto de vista de los derechos, hasta los 18 años, pero en realidad encontramos que hay un montón de fronteras que delimitan cuándo puedes votar, cuándo tener relaciones sexuales consentidas, emanciparte... Hablamos de un acuerdo social y no natural, igual que no es natural la edad cronológica, y es un indicador de cómo cada uno de los países ha construido la agenda pública para la infancia, lo que se puede y no se puede hacer, las puertas que se abren y las que se cierran. En ese sentido, observamos que hay países donde los niños y niñas ejercen representación política desde las más tempranas edades, otros que no, incluso estados donde no puedes votar hasta los 20 o los 21 años. De nuevo, el panorama que nos muestra que no hay una sola infancia, que hay que hablar de infancias, de niñeces.
Que Vox haya utilizado el PIN parental para condicionar la agenda política es la expresión clara de los cinco grandes elementos asociados a lo que la infancia ha sido considerada: los niños y niñas como propiedad, como futuro, como peligrosos, cómo exclusivos del ámbito privado y como incapaces.
Tendremos que pasar, inevitablemente, por el PIN parental. Del que, igual, no estaríamos de acuerdo ni con el nombre... ¿De qué va eso del PIN parental? ¿de qué es expresión?
Para empezar, el nombre no puede ser más singular. El pin es una insignia, es una marca, un marchamo y, si me apuras, hasta un estigma. Para mí es una expresión de dominio y censura. No solo frente a los derechos sexuales y de diversidad -que es donde la mayoría ha puesto el foco-. Es un paradigma claro de que los niños y niñas, para la ultraderecha, siguen siendo considerados propiedad de las familias y, por tanto, nada de lo publico puede ponerles la más mínima mácula. La Convención sobre los Derechos del Niño (uno de los tratados más ampliamente ratificados en la historia) solo hay un país que no la ha ratificado y es Estados Unidos. Y lo más interesante, y que entiendo que tiene que ver con esto, es que el movimiento ultraconservador y ultraneoliberal considera que muchos de los artículos de la Convención sobre los Derechos del Niño atentan contra la patria potestad y son injerencias en la vida familiar. Para mí, el hecho de que Vox haya utilizado el PIN parental cómo relato para condicionar la agenda política es la expresión clara de los cinco grandes elementos asociados a lo que la infancia ha sido considerada en la sociedad: los niños y niñas como propiedad, como futuro, como peligrosos, cómo exclusivos del ámbito privado y como incapaces. Ahí está, como elemento nuclear, el principio de que las políticas públicas no deben intervenir en el ámbito familiar, porque los niños y niñas pertenecen, son y deben seguir estando en el ámbito privado. Esto es lo que piensan los posicionamientos más conservadores y reaccionarios.
Los niños no pertenecen a nadie. En todo caso, en un sentido de pertenencia no mercantil, pertenecerían a su comunidad, pero ni siquiera les dejan pertenecer a su comunidad.
Me ahorro preguntar de quién son los niños y... repaso lo hablado y observo que habitamos en el adultocentrismo. Conceptual, normativo y hasta, casi físico, con esas transformaciones casi grotescas de los niños y niñas en adultos cantantes y bailarinas sexys, cocineritos y cocineritas de renombre... ¿Qué hay que hacer ahí, frente a esas prácticas, desde qué mirada? Aunque, mucho ojo también con un bienintencionado salvacionismo...
Para mí ese es error, el gran error: las palabras lindas, los eslóganes, las retóricas adultas para bienpensantes. Los niños no pertenecen a nadie pero son responsabilidad de todos. Con diferentes niveles de responsabilidad, es cierto. De sus familias, sin duda, y del Estado en todos sus niveles. Pero no es lo mismo responsabilidad que privacidad, privacidad asociada más a objeto que a sujeto. Por tanto, los niños son titulares de derechos, pertenecen a sí mismos, no pertenecen a nadie. En todo caso, en un sentido de pertenencia no mercantil, pertenecerían a su comunidad, pero ni siquiera les dejan pertenecer a su comunidad porque tratamos de seguir perpetuando su estancia en un ámbito privado. Y ahí vienen los eslóganes de adultos bienpensantes, como tú dices, que son retóricas que ahogan a niños y niñas en esa lógica de que, “cómo hay que protegerlos, yo decido cómo protejo a mis hijos y tú, Estado, no puedes intervenir aquí”.

Otro indicador claro del adultocentrismo es una dimensión corporal y sexual. Somos decisores de lo que ocurre en el territorio, en el cuerpo de los niños, que frente a ser “territorio de dignidad”, se convierte en un territorio de disputa.

En el terreno de lo más normativo, ¿qué supuso la Convención de los Derechos del Niño? ¿Qué lecturas se hicieron de ésta?
Supuso un cambio de paradigma, supuso una articulación o, mejor dicho, un marco normativo que funcionaría como un estándar para legislaciones nacionales, para legislaciones políticas públicas. Sus obligaciones de carácter estatal devienen en vinculantes, pero creo que se ha puesto mucho más el acento en que los niños y niñas conozcan la Convención que en que la conozcan las personas adultas.

Si el colonialismo está basado en el expolio y la asimetría, la infancia también ha padecido circunstancias similares. Hay que descolonizar el pensamiento sobre las infancias
Tema espinoso: el trabajo infantil. ¿Qué es el trabajo infantil? Hay UN trabajo infantil? Autoorganización de niños y niñas trabajadores... ¿reconocimiento de sus derechos o abolición del trabajo infantil?
El trabajo, el concepto de trabajo ha variado a lo largo de historia. Las expresiones de autoorganización de niños, niñas y adolescentes trabajadores defienden que el trabajo, especialmente en sus comunidades, aun en contextos de absoluta desprotección, es una opción por la vida, es un mecanismo de autodefensa y es fundamentalmente, y en muchos contextos, una puerta abierta para el acceso a otros muchos derechos. En ese sentido, hay expresiones de organizaciones, que han sido mi principal escuela en materia de derechos, protagonizadas y conducidas por niños y niñas, por adolescentes que defienden el derecho a trabajar -que no es lo mismo que el derecho al trabajo- en condiciones de dignidad y que, desde una lógica identitaria, tanto desde su condición de niños como de clase están intentando mejorar sus condiciones de vida y trabajo en sus comunidades más inmediatas. Y lo más llamativo de todo esto es que, a pesar de estar protagonizadas por niños y niñas, cuyas vidas crecen de manera rápida, algunas de esas organizaciones tienen más de 40 años, lo cual es desde el punto de vista de la sociología es un hecho absolutamente singular.

¿Estamos hablando fundamentalmente de América Latina?
Estamos hablando de América Latina, pero también de África y de Asia.

Fuera de Europa se piensan estas cosas distintas, ¿verdad?
Absolutamente distintas. Aquí hemos evolucionado a lógicas de absoluta sobreprotección. De hecho, durante un tiempo se utilizó un término, que con posterioridad no tuvo más desarrollo, que era el de los “adultoscentes”, adultos con prácticas de dependencia adolescente, incapaces de generar las suficientes capacidades. Con todo, alrededor de la infancia sigue existiendo uno de los sistemas de dominación más asimétricos que hay. Si el colonialismo está basado en el expolio y la asimetría, la infancia también ha padecido circunstancias similares. Hay que descolonizar el pensamiento sobre las infancias.

* Marta Martínez Muñoz es Presidenta de la Asociación Enclave de Evaluación y Enfoque de Derechos, Coordinadora de Europa NATS (red de solidaridad con los movimientos de infancia trabajadora) e investigadora asociada del Centro de Estudios de Infancia y Adolescencia de la Universidad Politécnica Salesiana de Quito-Ecuador. 

Estamos Aquí: Una caja de herramientas de participación infantil:


Una Caja de herramientas de participación infantil, 
desarrollada con la  Learning for Well-being Foundation 
para ayudar a las organizaciones a implementar la participación de los niños 
y fomentar la colaboración entre generaciones. 
La caja de herramientas, pensada para niños y adultos, 
es un conjunto de herramientas atractivo y accesible.



Autores:  
Darren Bird,  Alice Hagger-Vaughan,  
Luís Manuel Pinto,  Linda O’Toole,  
Tinna Ros-Steinsdotti, Mieke Schuurman.
 


The Toolbox builds on a children’s rights perspective to provide the tools needed to implement meaningful child participation in a variety of settings and to prepare children to play leading roles in participatory events. It builds on an understanding that participation can come in many forms, and through a variety of engaging activities helps prepare children for these different situations. Uniquely, this Toolbox also offers tools to help find meaningful ways for children and adults to work together

 Throughout the 6 modules, the user is guided on how to run sessions with children and adults on topics including participation, representation, facilitation and evaluation, whilst also giving explanations of different aspects of child participation. Activities in the Toolbox use a creative approach to help answer questions children might ask themselves as they prepare to play a role in a project and explain the important conditions for children to participate meaningfully and safely. It is a flexible and practical set of tools, aimed at guiding, inspiring and encouraging the user to implement meaningful child participation in a way that is tailored to them, their needs and their context.

Chapters:
  • Introduction
  • Participation chapter explains what we mean by child participation and how it takes place when children and adults are working together.
  • Module A: Us – Foundation of Partnership chapter contains activities for children and adults to understand each other’s roles in partnership, to create trust.
  • Module B: Me...as me This chapter offers activities to explore one’s own qualities, what inspires them, what they pay attention to and how that influences how they participate in the world.
  • Module C: Me, as Participant has activities to help children and adults prepare to participate in dialogues with other children and adults.
  • Module D: Me, as Representative contains activities to help children better represent groups of people, when they have to participate in an event on their behalf.
  • Module E: Me, as Facilitator is dedicated to helping children who take a lead in facilitating conversations between children and adults.
  • Module F: Us, Reflecting and Learning contains activities and tools that you can use during or at the end of all activities to help children and adults reflect on their experience.
  • Resources A list of publications and websites where you can find more activities and resources to help you feel prepared.
Attached files:  we_are_here_toolbox.pdf
Total number of pages: 185
Series this is part of: Participation.

Recopilación de las ponencias presentadas en el VIII Congreso Mundial por los Derechos de la infancia y la adolescencia.

Se cumplen 30 años de la aprobación por la Asamblea General de Naciones Unidas de la Convención sobre los Derechos del Niño. Treinta años son pocos si pensamos que, antes de esta fecha, niños y niñas no eran considerados sujetos de pleno derecho, sino simplemente sujetos a los que el Estado y la familia debían garantizar su protección. Éste fue el cambio radical que supuso la Convención: el paso de la tradicional perspectiva tuitiva de la legislación sobre infancia, a la consideración de ésta como titular indiscutible de derechos humanos y libertades públicas.

La Asociación para la Defensa de los Derechos de la Infancia y Adolescencia (ADDIA), inició hace 15 años el movimiento de Congresos Mundiales por los Derechos de la Infancia y Adolescencia, que cada dos años se celebra en una parte del mundo. Cada uno de estos Congresos, celebrados hasta el momento en Venezuela, Perú, España (Barcelona y Málaga), Puerto Rico, Argentina, México y Paraguay, ha reunido a profesionales, investigadores, docentes, entidades públicas y privadas, y sobre todo, niños y niñas de todo el mundo, con el objetivo de analizar la aplicación real de la Convención en todo el planeta, y "avanzar conjuntamente hacia un mundo realmente apropiado para la niñez y la adolescencia".
El VIII Congreso Mundial tuvo lugar hace un año en Málaga, los días 7, 8 y 9 de noviembre 2018. Durante tres días, representantes del mundo académico, instituciones públicas y entidades privadas de más de 15 países, unieron esfuerzos y voluntades para avanzar en la construcción de «un mundo apropiado para la niñez», elevar la calidad del debate público en torno a los temas de infancia, y dar voz a los niños, haciéndoles visibles como sujetos de derechos.
Carlos Villagrasa Alcaide y Blanca Sillero Crovetto

accede desde aquíWolters Kluwer España..

Índice de Ponencias

Prólogo
Los Congresos Mundiales por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia: de Málaga a Córdoba, de Europa a América, por y con los niños, niñas y adolescentes de todo el mundo, Carlos Villagrasa Alcaide
Ponencias del VIII Congreso Mundial por los Derechos de la Infancia y Adolescencia
1. Familia, infancia y adolescencia: el derecho a vivir en familia
  • El derecho a vivir en familia. Modalidades alternativas de cuidado de los niños en el marco jurídico español, Rosa Calvo Guerra
  • «La infancia y la adolescencia primero, ¿mito o realidad?», Declaración de Constitución, Chile, Gizella Espinosa Ortega
  • El derecho del niño a tener una familia: análisis de la adopción en Colombia a partir de la Ley 1098 de 2006, Lina Marcela Estrada Jaramillo y Ángela María Mesa González
  • Filiación y gestación subrogada: el caso de Ucrania, Jesús Flores Rodríguez
  • Desinstitucionalización de niños y jóvenes en Chile, la experiencia de la Fundación Mi Casa, María de la Luz González López
  • El derecho a vivir en familia y la subsidiariedad de la adopción a la luz del interés superior del niño, Alejandra Illanes Valdes
  • La familia de crianza en Colombia, Sandra Soraya López Gutiérrez
  • Liquidación sancionadora del régimen económico matrimonial, Adolfo Lucas Esteve
  • L’ascolto giudiziale della persona minore d’eta’ l’esperienza italiana e spagnola a confronto, Verónica Malfa
  • Aspectos civiles del secuestro internacional: desafíos para la protección de la infancia y de la adolescencia, en especial, de su situación en el Derecho chileno, Alexis Mondaca Miranda
  • The conscious placing children for legal adoption regarding the statute of the child and adolescent, Anna Gabriella Pinto da Costa
  • La orientación a las familias para la atención integral a la infancia desde la formación universitaria, Dania Rodríguez Rodríguez, Yohandra Semanat Ortiz y Mónica María Corrales Lefebre
  • Niños y jóvenes en mediación: cuando el derecho a ser escuchado nos interpela como operadores de conflictos, María Eugenia Solé y María Paola Felibert
  • La diversidad familiar en las aulas, Juan Andrés Teno Gutiérrez
  • Evolución de las políticas públicas en Chile: una apuesta regional basa en la intervención familiar, Viviana Elizabeth Zambrano Lizama
  • Las intervenciones en el campo familiar a partir de la transición normativa en la R. Argentina. Dilemas éticos y metodológicos en la disciplina del Trabajo Social, María Felicitas Elias
2. Educación inclusiva y mediación desde la infancia
  • Operador de niñez y adolescencia. Formación profesional a jóvenes y adultos. Área social, Gilda Carol Acosta Marín, Ricardo Gusmerotti y Oscar Rios D`Ascenzo
  • «Testimonio de mi educación en Derechos Humanos y su influencia en mi formación como promotor y defensor de los derechos de niñas, niños y adolescentes», Yoltic Aguilar Casillas
  • Creando con el arte, jugando con el cuerpo, reconociendo nuestra historia, Mariana Becerra, Mirian Judith Barrionuevo, Sergio Fernando Zabala y Ángela Dolores Noemí Navarro
  • La escuela: fábrica de mediadores, Eva Cabra Vázquez y María Esther Espinosa Garzón
  • Imágenes para el derecho a vivir en paz: reflexiones y experiencias plásticas, Pilar del Río Fernández
  • Regulación de la resolución pacífica de conflictos en la etapa de educación primaria en España, María Fuertes Melcón, María José Vieira Aller y Camino Ferrerira Villa
  • Prevención de la violencia infantil y el acoso escolar a través de la mediación en un contexto educativo concertado, José Luis González Sodisy Victoria del Rocío Gómez Carrillo
  • El principio del interés superior del menor. A propósito de la estancia de menores, junto con sus madres reclusas, en centros penitenciarios, Joan Manel Gutierrez Albentosa
  • La evolución de los cuatro pilares básicos de la educación y filosofía Montessori: otro tipo de educación es posible, Jesús Juárez Pérez-Cea, Cristina López Ruz y José Manuel Vega Díaz
  • La educación infantil como medio de transformación social en contextos de marginación: “déjame que te cuente", Jesús Juárez Pérez-Cea, Cristina López Ruz y José Manuel Vega Díaz
  • Discursos de la infancia respecto del protagonismo infantil y ciudadanía desde las relaciones pedagógicas en el contexto escolar, Siu Lay-Lisboa, Evelyn Araya-Bolvarán, Camila Marabolí-Garay, Gabriela Olivero-Tapia, y Carolina Santander-Andrade
  • Si queremos genios, debemos aprender a frotar la lámpara: el miedo y el amor en el sistema educativo, Álvaro Ledesma Alba
  • Programa Escuelas de Tiempo Completo: análisis bajo el marco jurídico de protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes, Luna Rodríguez Brianda Esmeralda
  • Yoga para niños y adolescentes: un derecho educativo universal, Rosa Isabel Martínez Lillo y Edith Meszaros Crow
  • Modelo de educación corresponsable. «Mi escuela promoviendo la paz», Azalea Martínez Navarro
  • La prevención del absentismo a través del acompañamiento con jóvenes expulsados de centros de secundaria, Jose Manuel de Oña Cots, Lorena Molina Cuesta y Manuel Jesús Moreno Taboada
  • La resiliencia en infancia y juventud en riesgo de exclusión social: procesos educativos, José Manuel De Oña Cots, Lorena Molina Cuesta y Manuel Jesús Moreno Taboada
  • La práctica profesional desde una visión intercultural, un escenario que favorece el desarrollo de las infancias, Elizabeth Rengifo Guerrero y Carmen Sofía Sánchez Jiménez
  • Equidad e inclusión social. Una cuestión de derechos. Estudio de caso de una alumna de Síndrome de Angelman en educación infantil, Ana María Robles Anaya y Pedro José Jiménez Calvo
  • Ideas para cambiar el mundo: imaginarios de niños y niñas sobre su rol como sujetos de transformación social, Ángela Mayerly Campos Hurtado y Laura Carolina Hurtado Rodríguez
3. Cultura y deporte, empresa y responsabilidad social
  • Estudio sobre prevención de conductas violentas en el fútbol, María José Benítez Jiménez y Lucía Quiroga Rey
  • Proyecto zapatillas: igualdad e inclusión en el deporte a través de la escuela base en el club deportivo, Gloria María Calderón Duque y Nuria Calvo Boizas
  • Protección del menor en el derecho del fútbol, Rocío López San Luis
4. Derechos sociales, diversidad funcional y capacidades
  • La maternidad adolescente y la demanda social creciente en Argentina. Un abordaje integral desde la política pública del Municipio de la ciudad de Córdoba, María de las Mercedes Facciano, Nadia Laura Gómez Mahut y Magdalena HIdalgo
  • Acogimiento residencial para la protección de menores: la visión de los profesionales, Isabel María Martínez Salvador
  • Los derechos sociales de niñas, niños y adolescentes, la política pública en materia de infancia. Referencia al caso mexicano, Ivette Fátima Mecott Rivera
  • La representación mediática de la niñez en América latina y su incidencia en la sociedad frente a la legislación vigente sobre derechos de la infancia y la adolescencia, Diana Mireya Pedraza González
  • Avances y desafíos en los derechos de la infancia y adolescencia en el marco de los estándares jurídicos internacionales y de la nueva Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, Alice Binazzi Daniel, Antonia Picornell-Lucas y Cristina Herrero Villoria
  • El derecho a la salud de los niños indígenas amazónicos de la frontera entre Brasil y Colombia, Carmen Pineda Nebot, Herbert Cristhiano Pinheiro de Andrade, Carlos Ivan Molina Bulla y Antonio Vagner Almeida Olavo
  • El emprendimiento social infantil, un derecho de participación con dimensiones concurrentes, Silvia Vallejo Jiménez
  • La regulación constitucional de la infancia y la adolescencia en Europa: una aproximación, Vicente Cabedo Mallol
  • El ejercicio del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo por parte de niñas en Chile, Claudia Moraga Contreras
  • Liderando mi cambio, Blanca Lucía Cecilia Wong Ronceros
5. Respuestas frente a la violencia y la pobreza
  • Las violencias contra niños, niñas y adolescentes, de Colombia y Venezuela, María Patricia Ariza Velasco
  • The growth of the restorative justice practice in ceará, Lara Giramaes Amorim Luna y Raquel Coelho de Freitas
  • El uso de los menores en los conflictos de la separación. Interferencias parentales: consecuencias y medidas, M.ª Adela Checa Caruana
  • Derecho a la educación para adolescentes en situación de calle en Brasil: entre representaciones y políticas públicas, Raquel Coelho de Freitas, Vanessa de Lima Marques Santiago y Manoel Torquato
  • Un cuerpo marcado, Plácido da Silva Sampaio y Phelipe Braga Bezerra
  • La responsabilidad de las personas menores de edad excombatientes en el conflicto armado colombiano a la luz de los principios del interés superior del niño y la capacidad progresiva, Juliana Salomé Díaz Pantoja
  • Niñez: intervenciones interdisciplinarias ante escenarios multidimensionales, Maximiliano Elías Gómez y Sena Natalia Carolina Estela
  • El testimonio del menor víctima de delitos de naturaleza sexual como prueba de cargo para la condena del agresor, Manuel López Jara
  • E.L. - Una historia de violencia, Andrés Marín Labera y Raúl Mena Palacín
  • Derecho a la ciudad y juventud: cómo las políticas públicas pueden combatir la violencia en Fortaleza, Juliana Gonçalves de Sousa, Fernando Paes y Letícia Fontenele
  • Los niños y los jóvenes en dos ciudades de la frontera amazónica: Benjamin Constant (Brasil) e Islandia (Perú). De los derechos de ciudadanía a la violencia infantil-juvenil, Carmen Pineda Nebot, Antônio Vagner Almeida Olavo y Herbert Cristhiano Pinheiro de Andrade
  • Violencia sexual intrafamiliar en la infancia, Ascensión Rodríguez Fernández
  • El principio de prioridad de mantenimiento de los menores en su familia de origen en los casos de violencia, Beatriz Verdera Izquierdo
  • La esterilización forzosa de niñas y adolescentes con discapacidad en España, Inmaculada Vivas Tesón
  • La privación de la patria potestad en supuestos de violencia de género: ¿cambio de rumbo en la práctica judicial?, Neus Capdevilla Parra
  • La afectación de la trata de niñas, niños y adolescentes con fines de explotación sexual entre migrantes venezolanos en situación de irregularidad en Bogotá D.C., Emily Tatiana Fernández Marín
6. Participación activa, tecnología, internet y redes sociales

  • La atención a la infancia con juguetes o dispositivos electrónicos. Posibilidad o realidad, Ariel Nuviola Rodríguez, Claudia Heredia Leyva y José Luís Barrueta Aguilar
  • Renacimiento tecnológico, Onisveldy Paula Olivalde Barbosa y Messias Vieira Barrios Filho
  • Respuestas jurídicas ante el sexting practicado por menores. Una primera aproximación, Albert Ruda
  • Uso de aplicaciones tecnológicas en contextos educativos interculturales indígenas: experiencia de trabajo interdisciplinario, Pilar Andrea Uribe Sepúlveda
  • Generación 2.0: nativos digitales y vulnerables a la violencia en red, Ana María Pérez Vallejo

En la encrucijada, Niños Migrantes solos en su transición hasta la edad adulta, en Italia.

At a crossroads,Unaccompanied and separated children in their transition to adulthood in Italy.
UNICEF, ACNUR y OIM,
Noviembre 2019.

Este trabajo proporciona una visión general de la situación y de las posibles vías de transición a la vida adulta de niños y niñas migrantes no acompañados en Italia. 
El informe aborda: 
a) el acceso a la educación y la formación profesional; 
b) el acceso al mercado laboral y los riesgos relacionados con el trabajo informal; 
c) el acceso a vivienda adecuada; 
d) las experiencias con los tutores; 
e) relaciones sociales formales e informales; 
f) relaciones con familias de origen; 
g) el riesgo de movimientos secundarios; y 
h) recomendaciones a nivel italiano y de la Unión Europea.

Acceso al Informe

La caída del adultocentrismo.



El adultocentrismo está en crisis y 
no logramos verlo detrás de todas las cifras que nos muestran dicha situación,
 buscando siempre a los culpables fuera 
y responsabilizando a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
Analizando los pilares que sustentan esta caída del adultocentrismo.

por Juan Pablo Venegas,




La caída del adultocentrismoLa situación actual de la niñez en el país (CHILE) se explica en gran medida por un olvido sistemático y negligente de las instituciones adultas respecto de las necesidades principales de niños, niñas, adolescentes y jóvenes (NNAJ), así como también por los resultados de problemáticas sociales que ligan conductas y comportamientos validados culturalmente en la crianza y que sustentan la pobreza infantil, las altas incidencias en violencia y una severa crisis de salud mental, entre otros flagelos. 
Lo anterior obliga a analizar los pilares que sustentan esta verdadera caída del adultocentrismo.

El Fracaso de las Instituciones Adultas: Estado, Iglesias, Escuelas, la Justicia, SENAME, todos espacios de relacionamiento que han devenido en rotundas crisis de legitimidad, de funcionamiento y resultados, de generación de desigualdad, de equidad jurídica y de oportunidades. En particular, hacia la niñez, el Estado no ha cumplido con su promesa de brindar protección y garantías de derechos para NNAJ; la cantidad de niños, niñas vulnerados al interior del mismo SENAME y, en los últimos dos años, la crisis de los colegios emblemáticos que ha sido tratada principalmente desde la crítica, la sanción y la reacción coercitiva, con poco y nulo diálogo resolutivo y un acercamiento real a sus demandas.

El Fracaso Ético – Cultural de la Adultez: Un segundo ámbito a destacar es el de la cultura y las costumbres, en donde la crisis ética y moral de la adultez, que ha amparado la violencia, el maltrato, la discriminación, el abuso y en donde existe una cultura de subestimar la niñez, la adolescencia y la juventud
El científico Pablo Razeto lo define como “una crisis sistémica y generacional, donde se ha subestimado a los adolescentes”. Clave en esto han sido las inconsecuencias mostradas tanto en fallos judiciales para delitos económicos, donde connotados empresarios han sido condenados a multas y a clases de ética, y jóvenes vendedores ambulantes son privados de libertad.
En el caso de las iglesias, la caída ética de la Iglesia Católica por abusos sexuales y el escándalo económico, así como las reacciones ultraconservadoras de iglesias evangélicas, distancian y decepcionan a la adolescencia y juventud de los valores tradiciones y costumbres que sustentan el contrato social.
En esta línea, en el estudio de Modelos Culturales de Crianza (WorldVision, 2017) se configura el concepto de “Complejo de Disciplinamiento”, entendido como un sistema de comportamientos que aloja de manera difusa y ambivalente formas de crianza basadas en la ternura y el afecto, con otras asociadas al castigo y el uso de la violencia.

El Fracaso Económico y Social: en este punto, tanto los datos como la vivencia cotidiana de la crisis de desigualdad de nuestro modelo de sociedad tiene un correlato directo con la niñez, adolescencia y juventud, pues junto con ser los más pobres entre los pobres, el 56,4% de los menores pertenecen a los primeros dos quintiles. Esto quiere decir que más de la mitad de los niños del país son parte del 40% más pobre de la población. Asimismo, el 13,9% de los menores de edad son catalogados como pobres según sus ingresos, y un 22,9% es considerado pobre multidimensional. Se suma a esto que la cifra de “NINI´s”, que supera los 520 mil en el país y que el desempleo entre los 15 y 29 años, la población más joven, bordea el 20%.

El adultocentrismo está en crisis y no logramos verlo detrás de todas las cifras que nos muestran dicha situación, buscando siempre a los culpables fuera y responsabilizando a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes.