Entrevista a Lourdes Gaitán Muñoz
por Elena Alemany
Editorial Sintesis Blog, 23 enero, 2012
“Derecho a tener amigos, a jugar, a ir a la escuela, a comer, a cantar, a tener novio o novia, a tener una familia, a crecer, a ser respetado, a la libertad, a tener una casa, a enfadarse, a descansar, a estar contento, a llorar, a decidir, a dar o no besos, a ser diferentes y a equivocarse”.
Estos derechos se recogieron en un estudio realizado en España en 2007 con niños y niñas (Gaitán,L. y Liebel, M. pag 84; citando un estudio de J. Funes), y si uno se para a pensarlo, suenan muy parecidos a los deseos de todo adulto equilibrado. Y es que, como señala Lourdes Gaitán, los niños no pertenecen a una especie distinta de la humana como a veces parece que creyéramos.
Lourdes Gaitán es coautora de Ciudadanía y derechos de participación de los niños junto a Manfred Liebel y autora de Sociología de la infancia En “Ciudadanía…”.
Lourdes Gaitán es coautora de Ciudadanía y derechos de participación de los niños junto a Manfred Liebel y autora de Sociología de la infancia En “Ciudadanía…”.
Gaitán y Liebel exponen de qué forma niños y adolescentes pueden adquirir la confianza y la autoestima necesarias para hacer frente a situaciones de su vida, así como para lograr presencia pública y ciudadanía y se explican las condiciones políticas que deben crearse para ello.
Hemos conversado con Lourdes Gaitán para profundizar en algunos aspectos relativos a la infancia contemporánea.
Síntesis: -En ocasiones la relación de los adultos o de las instituciones con los niños puede recordar al despotismo ilustrado: “todo para los niños, pero sin los niños”. ¿En qué aspectos o sociedades consideras que ocurre así y cómo se podría subsanar este problema?
Lourdes Gaitán: -Ocurre en casi todos los aspectos y, en distinto grado, en la mayoría de las sociedades. La idea dominante es que los niños son seres incompletos, que “ya serán” pero “aun no son” como los adultos, a quienes se les adjudican los atributos del ser humano completo. Esta idea se fundamenta en un hecho real de naturaleza biológica, porque los seres humanos necesitamos un largo periodo de tiempo para ser capaces de valernos por nosotros mismos en la realización de los actos esenciales para la vida. Sin embargo, el condicionamiento que nos hace ver a los niños como seres dependientes no es solo de carácter biológico, sino también social: asumimos una jerarquía de poder generacional en la que los adultos tienen el papel dominante. Si nos detuviéramos solo en dos detalles podríamos “repensar” la pertinencia de este planteamiento. Por un lado, la condición de niño o niña abarca a todas las personas por debajo de los 18 años, y es esta condición de “menores de edad” la que limita el reconocimiento de sus capacidades. Pero es evidente que no podemos “meter en el mismo saco” a un niño o niña de 2 años, que a un preadolescente de 12 o a una niña de 16. Por otro lado, la capacidad de actuación o de juicio no depende tanto del cronos, del tiempo transcurrido desde nuestro nacimiento, como de las experiencias que hayamos vivido en este tiempo y las oportunidades que hayamos tenido de conocer y desenvolvernos con autonomía en la vida.
S.:-En el libro se recoge la enorme variedad de situaciones y funciones que desarrollan los niños en países como Guatemala e India. Recientemente, además, se ha publicado un estudio que señala que un alto porcentaje de los niños de la India tiene malnutrición (la proporción es más alta que en África). ¿Cuál te parece el problema más acuciante de la infancia a nivel internacional hoy en día?
L.G.-Una de las voluntades que nos ha guiado en nuestro libro ha sido la de alejarnos de las habituales imágenes, ampliamente difundidas, que identifican los problemas de los niños con carencias extremas, a la vez que los sitúan lejos: en otros países, en otros continentes, en otras culturas. Este tipo de representaciones creemos que provoca más la caridad que la justicia, lo ajeno que lo propio. Nosotros hemos querido mostrar cómo los niños buscan la felicidad y ponen en marcha estrategias para lograrla, aún en las situaciones más difíciles. Y a la vez cómo, en lugares y entornos sociales aparentemente protectores, los niños ven vulnerados sus derechos humanos.
S.:-¿Cuáles son las luces y sombras de los derechos de los niños hoy en España? ¿y en Europa?
L.G.-La posición de los niños y niñas en España ha mejorado notablemente en el último tercio del siglo pasado. El desarrollo de la Constitución, especialmente los aspectos referidos a modificaciones en el derecho de familia, o al reconocimiento de derechos sociales a la salud, a la educación o a los servicios sociales, representa un hito. A partir de la Convención de los Derechos del Niño, promover la participación de los niños se ha convertido también en objetivo prioritario, especialmente en el ámbito local. La orientación de las políticas de infancia es, en todo caso, fundamentalmente proteccionista, lo que no evita que la pobreza que afecta a los niños no haya bajado del 24%, incluso en los años de bonanza económica, superior a la de adultos y mayores. En el caso de los niños en situaciones de especial vulnerabilidad, como son los que se encuentran en centros de acogida o los extranjeros no acompañados, no siempre se produce un trato del todo respetuoso con sus derechos humanos. En el ámbito de la Unión Europea predomina también el enfoque proteccionista mientras que, pese a la existencia de iniciativas interesantes en los últimos años, los mecanismos que podrían favorecer la participación de los niños en los asuntos que les afectan son prácticamente inexistentes. De este modo, tanto en España como en Europa, adultos están tomando decisiones cuyas consecuencias vivirán las generaciones infantiles y juveniles de hoy, sin ninguna participación de éstas. Piensa, por ejemplo, en decisiones relativas o con incidencia en el medio ambiente…
Síntesis: -En ocasiones la relación de los adultos o de las instituciones con los niños puede recordar al despotismo ilustrado: “todo para los niños, pero sin los niños”. ¿En qué aspectos o sociedades consideras que ocurre así y cómo se podría subsanar este problema?
Lourdes Gaitán: -Ocurre en casi todos los aspectos y, en distinto grado, en la mayoría de las sociedades. La idea dominante es que los niños son seres incompletos, que “ya serán” pero “aun no son” como los adultos, a quienes se les adjudican los atributos del ser humano completo. Esta idea se fundamenta en un hecho real de naturaleza biológica, porque los seres humanos necesitamos un largo periodo de tiempo para ser capaces de valernos por nosotros mismos en la realización de los actos esenciales para la vida. Sin embargo, el condicionamiento que nos hace ver a los niños como seres dependientes no es solo de carácter biológico, sino también social: asumimos una jerarquía de poder generacional en la que los adultos tienen el papel dominante. Si nos detuviéramos solo en dos detalles podríamos “repensar” la pertinencia de este planteamiento. Por un lado, la condición de niño o niña abarca a todas las personas por debajo de los 18 años, y es esta condición de “menores de edad” la que limita el reconocimiento de sus capacidades. Pero es evidente que no podemos “meter en el mismo saco” a un niño o niña de 2 años, que a un preadolescente de 12 o a una niña de 16. Por otro lado, la capacidad de actuación o de juicio no depende tanto del cronos, del tiempo transcurrido desde nuestro nacimiento, como de las experiencias que hayamos vivido en este tiempo y las oportunidades que hayamos tenido de conocer y desenvolvernos con autonomía en la vida.
S.:-En el libro se recoge la enorme variedad de situaciones y funciones que desarrollan los niños en países como Guatemala e India. Recientemente, además, se ha publicado un estudio que señala que un alto porcentaje de los niños de la India tiene malnutrición (la proporción es más alta que en África). ¿Cuál te parece el problema más acuciante de la infancia a nivel internacional hoy en día?
L.G.-Una de las voluntades que nos ha guiado en nuestro libro ha sido la de alejarnos de las habituales imágenes, ampliamente difundidas, que identifican los problemas de los niños con carencias extremas, a la vez que los sitúan lejos: en otros países, en otros continentes, en otras culturas. Este tipo de representaciones creemos que provoca más la caridad que la justicia, lo ajeno que lo propio. Nosotros hemos querido mostrar cómo los niños buscan la felicidad y ponen en marcha estrategias para lograrla, aún en las situaciones más difíciles. Y a la vez cómo, en lugares y entornos sociales aparentemente protectores, los niños ven vulnerados sus derechos humanos.
S.:-¿Cuáles son las luces y sombras de los derechos de los niños hoy en España? ¿y en Europa?
L.G.-La posición de los niños y niñas en España ha mejorado notablemente en el último tercio del siglo pasado. El desarrollo de la Constitución, especialmente los aspectos referidos a modificaciones en el derecho de familia, o al reconocimiento de derechos sociales a la salud, a la educación o a los servicios sociales, representa un hito. A partir de la Convención de los Derechos del Niño, promover la participación de los niños se ha convertido también en objetivo prioritario, especialmente en el ámbito local. La orientación de las políticas de infancia es, en todo caso, fundamentalmente proteccionista, lo que no evita que la pobreza que afecta a los niños no haya bajado del 24%, incluso en los años de bonanza económica, superior a la de adultos y mayores. En el caso de los niños en situaciones de especial vulnerabilidad, como son los que se encuentran en centros de acogida o los extranjeros no acompañados, no siempre se produce un trato del todo respetuoso con sus derechos humanos. En el ámbito de la Unión Europea predomina también el enfoque proteccionista mientras que, pese a la existencia de iniciativas interesantes en los últimos años, los mecanismos que podrían favorecer la participación de los niños en los asuntos que les afectan son prácticamente inexistentes. De este modo, tanto en España como en Europa, adultos están tomando decisiones cuyas consecuencias vivirán las generaciones infantiles y juveniles de hoy, sin ninguna participación de éstas. Piensa, por ejemplo, en decisiones relativas o con incidencia en el medio ambiente…
S.:- En el libro (pag 41) señalas que “Es necesario que los niños lleguen a pensar que sus acciones no quedarán en la nada, sino que pueden ‘hacer algo’”. ¿De qué forma pueden fomentar la participación de los niños en la vida social las nuevas tecnologías? Los blog y las redes sociales les pueden dar visibilidad, pero de ahí a que sus opiniones se tengan en cuenta…
L.G.-No sé si les llegan a dar visibilidad, pero sí poder. A través de la red los niños, niñas y adolescentes de hoy pueden establecer contactos con sus semejantes a todo lo largo y ancho del mundo. Compartir gustos, modas… y también ideas. Empezar a formarse una idea colectiva de su identidad (y su valor) como grupo social.
S.:-Hablando de redes sociales, desde el punto de vista de los derechos de los niños ¿Internet es más una oportunidad o un peligro?
L.G.-En todas las épocas históricas han existido herramientas o situaciones especialmente peligrosas para los niños, y en todas se ha enseñado a los niños (o han aprendido ellos mismos) a sortearlas. El miedo ha sido uno de los mecanismos utilizados para alejar a los niños del peligro y eso es en cierto modo lo que sucede ahora con Internet. Aunque también hay otra forma de ayudarles a evitar los riesgos, que es la de hacerles más fuertes, a través del conocimiento, la información, la escucha. Nosotros tratamos esto en el capítulo del libro sobre la resiliencia. Porque Internet y en general las nuevas tecnologías de la comunicación están ahí, ellos consideran que son “lo de ahora”, “lo suyo”, y no es probable que las abandonen.
S.:-¿Qué países te parece que se deberían tomar como modelo en cuanto a la ciudadanía y los derechos de participación de los niños?
L.G.-Desde el punto de vista del bienestar de los niños contamos con buena muestra de estudios comparativos en los últimos 10 o 15 años, donde algunos autores señalan que si bien ningún país responde totalmente a los compromisos con los niños que todos adquirieron al ratificar la Convención de los Derechos del Niño, los hay más eficaces que otros a la hora de lograr sus mejores condiciones de vida. Son aquellos que colocan a los niños en el centro de atención de sus políticas sociales, proporcionando un amplio abanico de beneficios sociales para ellos.
S.:- ¿Qué iniciativas interesantes se están adoptando actualmente? ¿Por qué te parecen interesantes?
L.G.-En lo que se refiere a la participación me parece muy importante el movimiento (en ocasiones promovido, alentado o acompañado por los propios niños) en defensa de la participación política de los niños, niñas y adolescentes, bien sea a través de su presencia en foros donde se toman decisiones que les afectan, o bien mediante la rebaja de la edad mínima para tener derecho a voto, e incluso la eliminación de cualquier tipo de discriminación basada en la edad. Lo importante es que su voz sea escuchada y su opinión cuente. Pienso que este es un debate (y una práctica) pendiente en España, mientras que, ciñéndonos solamente al ámbito europeo, son numerosas las regiones en los que las personas de 16 años votan en las elecciones locales, incluso Austria incluyó hace dos años el voto de los mayores de 16 en sus elecciones nacionales.
S.: -Me ha llamado la atención un comentario de una niña de 10 años que recoges en la página 83, en el apartado dedicado a la elección de Derechos del niño realizado por Defensoría de los Derechos de la infancia de la ciudad de Munich en 2005 (pag 82-83). Esta niña citó como derecho: “Los padres de familia tienen que ser amables con sus hijos, tienen que ser justos, y lo más importante: tienen que mostrarles amor”. Menuda lucidez y capacidad de síntesis. ¿Subestimamos la inteligencia de niños y adolescentes?
L.G.-Sí, sin duda, muestra de ello es que nos sorprende, nos llama la atención o “nos hace gracia” cualquier muestra de racionalidad de los niños. Así no resulta raro que a ellos no les guste mostrar sus habilidades con los mayores, más bien que traten de adaptar su conducta a lo que se espera de ellos.
S.: También me ha llamado la atención esta frase de un niño de 10 años de la misma página, porque revela muy bien la diferencia de perspectiva entre los chicos del mundo desarrollado y aquellos en vías de desarrollo: “Mi deseo sería que exista el derecho a tener amigos. Algunos niños no tienen amigos porque tienen que ir a trabajar”. ¿Qué te llevó a interesarte por estos temas?
L.G.-Fue la insatisfacción con las respuestas habituales, con las recetas habituales, con las interpretaciones habituales de la infancia y de la vida de los niños. Era como dar vueltas en una noria sin avanzar nada. Busqué otros enfoques y encontré ese que considera a los niños como actores sociales y a la infancia como parte de la estructura social, que cambia con la historia y el contexto. Esto me abrió el camino para comprender la infancia de otra manera. En cuanto a los niños trabajadores también cambió mi visión primero al descubrir su presencia en un foro internacional celebrado en Holanda allá por los años noventa, y después al conocer al movimiento de los NAT (Niños y Adolescentes Trabajadores).
S.: A lo largo de tus investigaciones sobre el tema de los derechos en la infancia, ¿qué ha sido lo más sorprendente que has oído de la boca de un niño o niña? ¿Y lo más conmovedor?
L.G.-Siempre recuerdo mi conversación, en Lima, sobre economía del bienestar, con dos chicos y una chica de unos 14 o 15 años, miembros de la coordinación de los NAT. Me conmueve cada vez que, al final de una entrevista o de un grupo de discusión, les doy las gracias por atenderme y ellos o ellas me responden “gracias a ti por escucharnos”.
(Entrevista realizada por Elena Alemany para Síntesis Editorial)
L.G.-No sé si les llegan a dar visibilidad, pero sí poder. A través de la red los niños, niñas y adolescentes de hoy pueden establecer contactos con sus semejantes a todo lo largo y ancho del mundo. Compartir gustos, modas… y también ideas. Empezar a formarse una idea colectiva de su identidad (y su valor) como grupo social.
S.:-Hablando de redes sociales, desde el punto de vista de los derechos de los niños ¿Internet es más una oportunidad o un peligro?
L.G.-En todas las épocas históricas han existido herramientas o situaciones especialmente peligrosas para los niños, y en todas se ha enseñado a los niños (o han aprendido ellos mismos) a sortearlas. El miedo ha sido uno de los mecanismos utilizados para alejar a los niños del peligro y eso es en cierto modo lo que sucede ahora con Internet. Aunque también hay otra forma de ayudarles a evitar los riesgos, que es la de hacerles más fuertes, a través del conocimiento, la información, la escucha. Nosotros tratamos esto en el capítulo del libro sobre la resiliencia. Porque Internet y en general las nuevas tecnologías de la comunicación están ahí, ellos consideran que son “lo de ahora”, “lo suyo”, y no es probable que las abandonen.
S.:-¿Qué países te parece que se deberían tomar como modelo en cuanto a la ciudadanía y los derechos de participación de los niños?
L.G.-Desde el punto de vista del bienestar de los niños contamos con buena muestra de estudios comparativos en los últimos 10 o 15 años, donde algunos autores señalan que si bien ningún país responde totalmente a los compromisos con los niños que todos adquirieron al ratificar la Convención de los Derechos del Niño, los hay más eficaces que otros a la hora de lograr sus mejores condiciones de vida. Son aquellos que colocan a los niños en el centro de atención de sus políticas sociales, proporcionando un amplio abanico de beneficios sociales para ellos.
S.:- ¿Qué iniciativas interesantes se están adoptando actualmente? ¿Por qué te parecen interesantes?
L.G.-En lo que se refiere a la participación me parece muy importante el movimiento (en ocasiones promovido, alentado o acompañado por los propios niños) en defensa de la participación política de los niños, niñas y adolescentes, bien sea a través de su presencia en foros donde se toman decisiones que les afectan, o bien mediante la rebaja de la edad mínima para tener derecho a voto, e incluso la eliminación de cualquier tipo de discriminación basada en la edad. Lo importante es que su voz sea escuchada y su opinión cuente. Pienso que este es un debate (y una práctica) pendiente en España, mientras que, ciñéndonos solamente al ámbito europeo, son numerosas las regiones en los que las personas de 16 años votan en las elecciones locales, incluso Austria incluyó hace dos años el voto de los mayores de 16 en sus elecciones nacionales.
S.: -Me ha llamado la atención un comentario de una niña de 10 años que recoges en la página 83, en el apartado dedicado a la elección de Derechos del niño realizado por Defensoría de los Derechos de la infancia de la ciudad de Munich en 2005 (pag 82-83). Esta niña citó como derecho: “Los padres de familia tienen que ser amables con sus hijos, tienen que ser justos, y lo más importante: tienen que mostrarles amor”. Menuda lucidez y capacidad de síntesis. ¿Subestimamos la inteligencia de niños y adolescentes?
L.G.-Sí, sin duda, muestra de ello es que nos sorprende, nos llama la atención o “nos hace gracia” cualquier muestra de racionalidad de los niños. Así no resulta raro que a ellos no les guste mostrar sus habilidades con los mayores, más bien que traten de adaptar su conducta a lo que se espera de ellos.
S.: También me ha llamado la atención esta frase de un niño de 10 años de la misma página, porque revela muy bien la diferencia de perspectiva entre los chicos del mundo desarrollado y aquellos en vías de desarrollo: “Mi deseo sería que exista el derecho a tener amigos. Algunos niños no tienen amigos porque tienen que ir a trabajar”. ¿Qué te llevó a interesarte por estos temas?
L.G.-Fue la insatisfacción con las respuestas habituales, con las recetas habituales, con las interpretaciones habituales de la infancia y de la vida de los niños. Era como dar vueltas en una noria sin avanzar nada. Busqué otros enfoques y encontré ese que considera a los niños como actores sociales y a la infancia como parte de la estructura social, que cambia con la historia y el contexto. Esto me abrió el camino para comprender la infancia de otra manera. En cuanto a los niños trabajadores también cambió mi visión primero al descubrir su presencia en un foro internacional celebrado en Holanda allá por los años noventa, y después al conocer al movimiento de los NAT (Niños y Adolescentes Trabajadores).
S.: A lo largo de tus investigaciones sobre el tema de los derechos en la infancia, ¿qué ha sido lo más sorprendente que has oído de la boca de un niño o niña? ¿Y lo más conmovedor?
L.G.-Siempre recuerdo mi conversación, en Lima, sobre economía del bienestar, con dos chicos y una chica de unos 14 o 15 años, miembros de la coordinación de los NAT. Me conmueve cada vez que, al final de una entrevista o de un grupo de discusión, les doy las gracias por atenderme y ellos o ellas me responden “gracias a ti por escucharnos”.
(Entrevista realizada por Elena Alemany para Síntesis Editorial)