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Hay que garantizar que los derechos de la infancia no se quedan sin conexión

Con motivo del Día de Internet, que se celebra el 17 de mayo, lanzamos la campaña #SinConexión para concienciar a la sociedad en general de que niños, niñas y adolescentes también se desarrollan en Internet, por lo que este tiene que ser un lugar seguro para ellos, garantizando que se cumplen sus derechos.



Save the Children 

16 de mayo de 2024



Niños, niñas y adolescentes están presentes en el entorno digital y se desarrollan también en este mismo ámbito, tal y como nos pasa a los adultos. Las posibilidades que ofrece Internet y las nuevas tecnologías son muchas, y los niños y las niñas comienzan cada vez antes a relacionarse con la red, ya que su primer contacto a día de hoy es a los 7 años de edad. Por ello, reivindicamos que los derechos de la infancia y la adolescencia también deben ser respetados en el entorno digital, de la misma forma que se deben garantizar en el mundo físico.


Sabemos que hay peligros, que navegar por Internet también implica riesgos para niños, niñas y adolescentes. Y es normal preocuparse por el posible uso excesivo o inapropiado de las pantallas según la edad, lo que a su vez puede tener un impacto negativo en otros hábitos saludables, como los patrones de sueño y los hábitos nutricionales.


De la misma forma que no prohibimos a niños, niñas y adolescentes salir de casa porque hay peligros, no podemos con esa excusa prohibirles el acceso a Internet. La prohibición no es la solución, porque les estaríamos privando de sus derechos. La infancia también utiliza las nuevas tecnologías, forman parte de su proceso de socialización, y no podemos privarles de ellas.


Desde Save the Children apostamos por educar a niños, niñas y adolescentes en un uso responsable y seguro de Internet y las nuevas tecnologías. Es imprescindible dotarlos de herramientas para que estén lo más seguros posibles en el entorno digital desde las familias y la escuela, a quienes los poderes públicos deben otorgar las herramientas y formaciones necesarias.


UNA ‘CAJA’ PARA SENSIBILIZAR A ADOLESCENTES


En el contexto de nuestra campaña #SinConexión, lanzamos la Caja de Herramientas ‘Si pasa, no pases’, diferentes materiales que tienen como objetivo promover que adolescentes entre 14 y 17 años que hayan sido testigos de un hecho de violencia online asuman una actitud proactiva para detenerlo y/o evitar que se perpetúe.


‘Si pasa, no pases’ está disponible en castellano, català y euskera. Esta caja cuenta con dos actividades principales:


  1. Un juego de rol, a través del cual las personas que participan pueden vivir situaciones simuladas de violencia online y practicar así diferentes formas de hacerle frente como espectadores en tiempo real.
     
  2. Una guía que sirve como hoja de ruta para identificar paso a paso los diferentes tipos de violencia online que existen y cómo intervenir con cada una de ellas de forma efectiva, además de contar con información sobre diferentes recursos de apoyo o institucionales.


¿QUÉ PEDIMOS CON ESTA CAMPAÑA?


Pedimos que se implementen medidas que ya recoge la Ley Orgánica de Protección a la Infancia y Adolescencia frente a la Violencia (LOPIVI): 

  • Educar en ciudadanía digital. Aprender el uso de las tecnologías en un mundo tecnológico es un derecho, por lo que resulta imprescindible educar a la infancia y adolescencia en el uso seguro y responsable de las nuevas tecnologías.
     
  • Educación afectivo-sexual en igualdad de género y diversidad, reglada, desde edades tempranas y adaptada a cada etapa educativa.  
     
  • Implementar mecanismos efectivos para prevenir la violencia y el acceso al contenido perjudicial en Internet. El entorno digital debe ser un entorno seguro para la infancia y la adolescencia. 
     
  • Elaborar campañas de sensibilización dirigidas a promover la protección de los derechos de niños, niñas y adolescentes en el entorno digital y a la promoción de hábitos saludables relacionados con el uso de la tecnología en la infancia y la adolescencia.



    ACCESO AL VIDEO


 

Jaime Funes: «Los adolescentes tienen más valores que el mundo adulto»

Consideramos la adolescencia la edad compleja por excelencia, pero me da la sensación de que lo hacemos desde el punto de vista de los adultos ¿Somos conscientes de cómo viven ellos esta etapa tan complicada?

elPeriódico

Juan Carlos Garza

26/04/2024


Jaime Funes en Zaragoza. / JOSEMA MOLINA

El temor a la adolescencia está en lo que los chicos se pueden encontrar en las calles, en los amigos que pueden tener... El problema de las adolescencias desconcierta a los adultos, que muchas veces piensan ‘que no sea o que no haga lo que yo hice’, buscando una seguridad imposible. El adolescente está en una etapa de experimentar, de probar, y eso angustia a los adultos. Pero hay siempre gente cerca que va a ayudarles a gestionar ese mundo que están descubriendo.


¿Por qué preocupa tanto al adulto?


Cuando algo es nuevo, diferente a lo que uno vivió, el pánico se apropia del adulto, pero el adolescente solo acabará mal si no se le ayuda a encontrar el camino. Nos acojonamos al ver las incertezas de la vida, pero tenemos que ver las cosas desde la perspectiva del joven, tratar de entender sus argumentos, que no son los nuestros. La mejor manera de educar es la conexión con la vida, tener claro que el aprendizaje de la vida tiene que ver con la convivencia.


¿Y el adolescente cómo vive esa etapa? ¿Cómo es de complicada para ellos?


Es complicada por una serie de confluencias de variables, desde problemas en casa a amigos que conocen en la calle, los porros que amenazan... El adolescente no deja de ser alguien desconcertado por vivencias que no conocía, amistades diferentes... Eso le genera una vida feliz, pero inestable, pues además los adultos adolecen de falta de sensibilidad por ver que lo que el chico dice es importante para él, de demostrar que les interesa su vida y no solo los problemas puntuales. Nos dedicamos a reprender lo que consideramos que no hacen o que no está bien, pero no a escucharlos.


En los últimos tiempos, los adolescentes están en el foco por la cantidad de problemas de salud mental que están sufriendo y que a algunos les llevan incluso al suicidio. ¿Qué está pasando, qué hacemos mal?


Los adultos traspasamos nuestros problemas a la realidad adolescente. El drama del suicidio ya era la primera causa de muerte externa antes de la pandemia, y no ha aumentado. Solo que ahora nos hemos dado cuenta. ¿Qué pasa, que se nos han acabado las razones para explicarles que vale la pena vivir? Los chicos siempre han tenido necesidad de expresarse, pero nosotros no les permitimos hablar de cómo se sienten. Estos problemas no habría que derivarlos a salud mental, sino entender qué les pasa y ayudarles con ello. Seguro que tiene otra manera de expresar su malestar que en un sofá con un psicólogo.


El mundo digital se ha demonizado como una de las causas que están influyendo de forma negativa en los adolescentes. ¿Lo ve así?


Los adultos cometemos el error de pensar que lo digital es negativo, pero nosotros también estamos digitalizados. Es verdad que los chicos están más expuestos, pero hoy también sienten diferente, construyen su identidad de forma diferente. Los amigos virtuales, también son amigos. La vida real está ahí, pero también la digital, donde escuchamos música o aprendemos cosas. Aunque hay que tener claro que el móvil es un instrumento individualista. Hablas con otros, pero no te obliga a comunicarte con ellos, al igual que las gafas de realidad virtual no te conectan con nadie, mientras la escuela obliga a trabajar juntos, a descubrir juntos. La vida ha de desarrollarse en contextos diferentes, no solo en el virtual. El problema son aquellos adolescentes que se aíslan con los móviles.


A pesar de las críticas que reciben los adolescentes de hoy, yo me encuentro con un gran porcentaje de jóvenes con muchos valores.


Objetivamente, tienen más capacidades y más valores que los adultos. El problema es que el adulto que se queja de ello es precisamente el que no los tiene e invoca a tradiciones periclitadas. El compromiso político de hace 30 años es muy distinto al de hoy, pero los jóvenes de este tiempo demuestran, por ejemplo, un gran compromiso con el medio ambiente. Otros van a lugares con ganas de apreciar determinados estados de ánimo que les permiten estar felices; también son conscientes de que hay compañeros de su edad que, por distintas circunstancias, padecen penurias y no tienen lo que tienen ellos. Si comparamos, el conjunto de la juventud tiene más valores que el mundo adulto.

¿Han arruinado los móviles la salud mental de los jóvenes? La ciencia busca explicaciones a un problema universal

En un polémico libro, el psicólogo estadounidense Jonathan Haidt culpa a las pantallas y a las redes sociales del aumento de ansiedad y depresión entre jóvenes y adolescentes, pero en ciencia la explicación nunca es tan sencilla.

elDiario.es

Antonio Martínez Ron




El 9 de enero de 2007, cuando Steve Jobs presentó el primer iPhone y anunció que iba a “reinventar el teléfono”, el mundo de las comunicaciones cambió para siempre. Pero aquel día, según el psicólogo estadounidense Jonathan Haidt, se produjo otro cambio siniestro e inesperado: fue el pistoletazo de salida de la gran crisis de salud mental que atenaza hoy a jóvenes y adolescentes, con tasas de ansiedad y de depresión nunca vistos.


Esta es la atrevida tesis de su nuevo libro, La generación ansiosa, que se publicará en español a finales de mayo y en el que pone el foco en el supuesto “recableado mental” que ha experimentado la llamada generación Z por culpa de las nuevas tecnologías y el botón de “me gusta”. “Sostengo que esta gran reconfiguración de la infancia es la principal razón del maremoto de enfermedades mentales en los adolescentes que comenzó a principios de la década de 2010”, escribe Haidt. 


El autor también defiende que los padres de estos niños cometimos el error de sobreprotegerlos en el mundo real, mientras los dejábamos indefensos en el mundo virtual cuyos peligros se desconocían, como si los hubiésemos enviado al planeta Marte sin conocer previamente las condiciones. “Estas son las razones principales por las que los niños nacidos después de 1995 se convirtieron en la generación ansiosa”, resume.


“No está respaldado por la ciencia”


El libro ya ha tenido respuesta de conocidos científicos que estudian la cuestión. La psicóloga Candice L. Odgers, de la Universidad de California en Irvine, rebatió los argumentos de Haidt en la revista Nature y le acusó de establecer una falsa relación causal entre dos factores que coinciden en el tiempo. También anticipa que el libro va a vender muchos ejemplares por su enfoque amarillista “que muchos padres están dispuestos a creer”, aunque su tesis central “no está respaldada por la ciencia”. 


“Un análisis realizado en 72 países no muestra asociaciones consistentes o medibles entre el bienestar y el despliegue de las redes sociales a nivel mundial”, escribió la experta. “Además, los hallazgos del estudio Adolescent Brain Cognitive Development, el mayor estudio a largo plazo sobre el desarrollo del cerebro adolescente en los Estados Unidos, no han encontrado evidencia de cambios drásticos asociados con el uso de la tecnología digital”.


Haidt se ha defendido con una gran profusión de datos en su popular newsletter, en la que admite que este miedo a que los jóvenes se estén “pervirtiendo” es un tic generacional que se repite desde la antigüedad. “Hasta ahora, los escépticos han tenido razón la mayoría de las veces, y cuando tienen razón, se ganan el derecho de llamar alarmistas a los que han fomentado un pánico moral infundado”, escribe. Pero, como pasó antes con el tabaco, el alcohol o la violencia en televisión, los escépticos no siempre tienen razón, advierte. Como en el cuento de Pedro y el lobo, sugiere, “la pregunta que tenemos que hacernos es la siguiente: ¿tienen razón los escépticos... o realmente el lobo llegó alrededor de 2012 y desde entonces ha estado atacando a los jóvenes a través de sus teléfonos inteligentes y cuentas de redes sociales?”.


Separar el trigo de la paja


Para tener una visión fundamentada y completa del problema, conviene reconocer primero los hechos que recoge Haidt que son incontestables. A lo largo de su libro, el psicólogo muestra las tablas con la evolución de las tasas de depresión y ansiedad en Estados Unidos y en otros países, y en todos se repite la misma tónica. A partir de 2010, en las sociedades occidentales se disparan los problemas de salud mental en todos los tramos de edad, pero entre adolescentes y jóvenes se observan aumentos de hasta el 134% en ansiedad y del 104% en depresión, con especial incidencia en las mujeres. Si acudimos a los datos de España observamos lo mismo: las cifras se disparan en los dos grupos de edad, de 15 a 19 años y de 20 a 24.


“Lo que postula Haidt es que ya tenemos estudios que hablan de causalidad y no solo de correlación”, explica Gregorio Montero, médico psiquiatra infantil y juvenil, experto en TDAH y problemas con las nuevas tecnologías. “Y desde el otro lado, donde yo me incluyo, se le critica que efectivamente no tenemos estudios longitudinales con una población muy amplia que demuestren claramente una relación causal, porque para eso necesitamos ensayos clínicos aleatorizados, y es muy difícil hacerlos, sobre todo con grandes poblaciones”. La sensación entre la comunidad científica, resume, es que Haidt se está dejando llevar por el sensacionalismo y que su libro está plagado de afirmaciones que no son del todo ciertas a nivel científico, aunque el problema sobre el que pone el foco sea grave y muchas de sus recetas, válidas.


“Mamá, ¡mírame a los ojos!”


“A esta generación le ha pasado mucho más que el iPhone”, asegura Sara Toledano, psicóloga de la Fundación Manantial. “A estos jóvenes también les ha pasado tener unos padres que están igual de estresados que ellos, dedicando toda la energía al trabajo y que están usando muchas veces las redes para desconectar”, apunta. Y recuerda el caso de una paciente que sufrió un shock cuando su hija le dijo: “Mamá, ¡mírame a los ojos!”.


“Lo que yo veo en consulta es que padres y madres trabajan cada vez más horas y los chavales están cada vez más solos”, recalca Montero. “Si un chaval está solo porque sus padres no llegan a final de mes y no tienen más remedio que trabajar todo el día, y al mismo tiempo otros chavales están como él, tenemos el cóctel perfecto”, asegura. Así que, en general, no es solo el hecho de usar el móvil y las redes, hay que entender el contexto, lo mismo que sucede con el alcohol y otras drogas. “Es muy diferente tomar cerveza que tomar tequila, y tomarte un vino porque ha ganado tu equipo el sábado, que tomarte un tequila por las noches, que es lo que hacen [metafóricamente] los adolescentes”.


“Por mi experiencia y mi conocimiento —insiste Toledano—, te puedo decir que en el campo de la salud mental no podemos establecer causas directas de ningún problema, no funciona la causalidad lineal”. Ella y su equipo lideraron recientemente el informe #Rayadas en el que se abordaba con profundidad este asunto y se mostraba su especial incidencia en las mujeres más jóvenes. En este estudio trataron de entender qué ocurre a nivel emocional con la población entre 16 y 24 años y la conclusión es que la causa es multifactorial, aunque las pantallas lo hayan empeorado. 


“En el estudio preguntábamos a estos 2.000 chicos cuáles eran las preocupaciones que asociaban a su salud mental, y colocaban la crisis climática, el desempleo y la ausencia de expectativas como tres factores muy importantes que condicionaban su bienestar o malestar emocional”, recuerda. “Lo que sí creo es que las redes sociales han supuesto un cambio en el comportamiento, en la manera de ser y de percibir el mundo y, por tanto, en el bienestar o malestar emocional de estos jóvenes, pero que impacta igual que el resto del contexto social”, asegura.


“Creo que es multifactorial, pero está claro que estamos ante un experimento en tiempo real en todo el mundo”, afirma Gabriel Rubio, catedrático de la Universidad Complutense (UCM) y jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Doce de Octubre. “Lo que sí que vemos en las consultas es que cuanto más grave es el cuadro clínico que tiene el joven, mayor es el enganche que tiene con el móvil y las redes sociales”. Hace un año, en la facultad de Medicina de la UCM, en la que él trabaja, hicieron una encuesta anónima en la que participaron 657 estudiantes, casi el 70% de los matriculados. “Y nos encontramos que una de las conductas que claramente estaba más sobrerrepresentada era la de uso abusivo de las tecnologías, la adicción al móvil”, asegura. “¡Y esto en estudiantes de Medicina!”. 


Adolescencia vulnerable 


Un posible argumento contra la tesis de Haidt es que este aumento de los problemas de salud mental está presente en todos los tramos de edad, como si la causa fuera el gran cambio en los modos de vida, en las formas de relacionarse y de informarse. “Pero no hay que olvidar que es mucho más fácil condicionar los rasgos de personalidad de un crío que de una persona de 35 años”, matiza el doctor Rubio. “Cuando un chaval está conectado en redes sociales desde los 11 años, acostumbrado a que le respondan, a que se le acepte, a los likes, le estás condicionado su forma de ser, seguramente para mal”.


“El motivo por el que nos preocupa más la adolescencia es por el desarrollo cerebral”, afirma Rubén Baler, especialista en salud del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de EEUU (NIDA). “La adolescencia es un periodo de vulnerabilidad y las autoridades de salud pública tienen una responsabilidad mayor de enfatizar el mensaje e intervenir de forma temprana para poner a esos individuos en una trayectoria más saludable”. Para Baler, de visita en España por el Congreso Mundial de Patología Dual de Mallorca para hablar de este tema, aunque el mensaje de Haidt sea simplificador y no del todo correcto científicamente, es mejor pasarse de alarmista que reaccionar tarde.


“No cuesta tanto hacer algo preventivo”, sostiene. “Yo creo que los responsables deberían al menos tomarlo con cautela, para que los adolescentes no sufran los efectos más contundentes y nocivos que, sospechamos, pueden tener”. Y recuerda que hay ejemplos en la historia en los que, a pesar de que no había una prueba contundente de estudios longitudinales, resultó que se debía a intereses de la industria, como pasó con el tabaco, o la culpabilización de las grasas de los problemas cardiovasculares, cuando lo que estaba detrás era sobre todo el azúcar. 


“En medicina y psicología conviene aplicar el principio de prudencia”, coincide Montero. “Que la ciencia no haya demostrado al 100% que la epidemia de trastornos mentales en adolescentes y adultos sea por las redes sociales o los smartphones, no significa que no debamos hacer nada al respecto ni tomar medidas”. Aunque los argumentos de Haidt son muchas veces inconsistentes, las recomendaciones que hace en su libro le parecen válidas: retrasar la compra del smartphone y el acceso a las redes sociales, evitar el uso de dispositivos digitales en los centros escolares y la supervisión por parte de los padres para enseñar a los jóvenes a usarlos. “Hay que enseñarles a conducir y ponerse al volante del móvil, pero para circular con responsabilidad y madurez”, concluye.


“Nos han puesto en un experimento global de magnitudes épicas, en el cual millones de ciudadanos en el mundo somos conejillos de Indias”, asegura Baler. “Lo que hay que conseguir es una alfabetización, el primer paso es educarnos, porque la gran mayoría están viviendo como sonámbulos sin darse cuenta de lo que está pasando”. “A los chavales hay que ayudarles desde la escuela y la familia a que tomen cierta distancia crítica de los mensajes que escuchan, que puedan tener experiencias presenciales, relacionales, y no solo a través de las redes sociales”, recomienda Toledano. “Hay que volver a hacer interesante el mundo real”. 

La Fundación Atresmedia y UNICEF España lanzan la campaña ‘Menores de edad, no de derechos digitales

Con esta acción, las dos entidades impulsan la difusión de los derechos digitales de los niños, niñas y adolescentes, y promueven su cumplimiento para crear un entorno digital seguro. La campaña se emitirá en todos los canales de televisión, radiofónicos y digitales del Grupo Atresmedia, así como en la página web y redes sociales de la Fundación Atresmedia y de UNICEF España.


Fundación Atresmedia

24.04.2024



En un contexto de creciente preocupación social por la rápida evolución de las tecnologías y de Internet y sus consecuentes riesgos, la Fundación Atresmedia y UNICEF España lanzan la campaña ‘Menores de edad, no de derechos digitales’ para destacar la relevancia que tienen los derechos de la infancia en la vida de niños, niñas y adolescentes en cualquier lugar y ante cualquier circunstancia, incluido el mundo digital.


Con esta acción, ambas entidades impulsan la difusión de los derechos de los niños, niñas y adolescentes en el entorno digital, y promueven su cumplimiento para que este entorno sea seguro para su desarrollo.


La campaña, que se difundirá en todos los canales de televisión, radiofónicos y digitales del Grupo Atresmedia, así como en la página web y las redes sociales de la Fundación Atresmedia y la página web y redes sociales de UNICEF España, muestra distintos hitos históricos que reflejan el progreso continuo hacia el reconocimiento y la protección de los derechos de la infancia a nivel internacional.


Sin embargo, el camino de los derechos de la infancia no ha terminado y, en la actualidad, los niños, niñas y adolescentes se enfrentan a los nuevos retos y desafíos del entorno digital.


El estudio ‘Impacto de la Tecnología en la Adolescencia’, publicado por UNICEF España en 2021, desvela la alta incidencia que el mundo digital tiene entre los adolescentes (en España, el 95% tiene acceso a un teléfono móvil con conexión a Internet), que presenta oportunidades pero también riesgos: el 42% asegura haber recibido alguna vez mensajes de contenido erótico/sexual, uno de cada diez ha recibido –a través de redes, chats, Internet o videojuegos- una proposición sexual por parte de un adulto, y uno de cada cinco podría estar sufriendo ciberacoso.


El informe, cuyos resultados se obtuvieron tras encuestar a más de 50.000 adolescentes, revela también que uno de cada tres hace un uso problemático de Internet y redes sociales.


Ante esta nueva realidad, el Comité sobre los Derechos del Niño publicó en 2021 la Observación General núm. 25, que recoge la necesidad de reconocer y proteger los derechos de la infancia también en el entorno digital y que sirve para que los niños, niñas y adolescentes puedan conocer, promover y exigir el cumplimiento de sus derechos en este ámbito. Así, se establecen cuatro principios que deben guiar las medidas dirigidas a garantizar su efectividad: no discriminación, interés superior del menor, supervivencia y desarrollo, y respeto del punto de vista de los niños.


Para garantizar que estos principios se cumplen, la Fundación Atresmedia y UNICEF España instan a la sociedad a ofrecer a los niños, niñas y adolescentes las mejores oportunidades para que puedan desarrollar su derecho a la información, a la libertad de expresión y a la participación cívica, y piden su implicación para asegurar que el entorno digital esté libre de información falsa y de actitudes y contenidos dañinos.


Esta iniciativa se enmarca en el Memorando de Entendimiento que la Fundación Atresmedia y UNICEF España firmaron el pasado año con el objetivo de realizar acciones conjuntas dirigidas a informar y sensibilizar a la sociedad sobre la situación de la infancia en su relación con los medios, la información y los dispositivos digitales, y a promover su uso eficaz y responsable entre los más jóvenes.


Asimismo, ambas organizaciones forman parte de la propuesta de Pacto de Estado para proteger a los menores de los riesgos de Internet y las redes sociales, liderada por la Asociación Europea de Transición Digital (AETD) y que cuenta con el impulso adicional de 5 entidades de la sociedad civil, entre ellas UNICEF, con el apoyo institucional de la AEPD y la adhesión de más de 170 organizaciones, como respuesta a su preocupación sobre los riesgos que afrontan niños y adolescentes en Internet y las redes sociales. 

Los derechos digitales de la infancia, libro.

 Reconocer una nueva generación universal de derechos fundamentales 
aplicables en el ecosistema digital.



SALIERNO, Karina V.
Editorial: Astrea
ISBN: 978-987-706-485-8


Plantea la necesidad de sistematización y reconocimiento de los derechos digitales fundamentales de la infancia con obvia posible proyección a toda persona humana, en el entendimiento de que resulta imprescindible actualizar los derechos humanos tradicionales y sus normas protectorias, así como también, identificar nuevas situaciones de riesgo en donde las soluciones jurídicas actuales resultan por lo menos insuficientes
Por ello, propone reconocer una nueva generación universal de derechos fundamentales aplicables en el ecosistema digital.

Es necesario advertir inicialmente que las relaciones humanas intersubjetivas han mutado de espacio y de lugar y han adquirido la universalidad ilimitada del entorno digital. En este camino, se desdibujan las barreras de contención del espacio físico y se amplía el horizonte de vulneración de los derechos fundamentales en el ecosistema digital.

Tal vez no seamos lo suficientemente conscientes de este cambio, o bien el brillo de la tecnología haya nublado la visión de los objetivos de la humanidad, pero lo cierto es que se hace necesario dar un paso adelante en la protección de los derechos fundamentales en el entorno digital para poder enfrentar los constantes desafíos que el avance de la ciencia le impone a la persona humana.

El desarrollo de la técnica de recolección y análisis de datos, de los algoritmos predictivos y del perfilamiento (data profiling), presenta un desafío único para los mecanismos de control y protección de los derechos fundamentales.

El ecosistema digital se encuentra liderado por grupos de poder que basan sus ganancias en la recolección, perfilamiento y marketing de datos.

La libertad de elegir y el valor que tiene la posibilidad de elegir, representa alejarnos de la comodidad de no pensar y seguir un instinto de aceptación.

La capacidad de tomar decisiones es fundamental para el desarrollo del plan de vida como sustento de la libertad y la dignidad y es esencial para garantizar los valores políticos de las naciones que la protegen.

La inteligencia artificial es un paraguas de algoritmos que incluye, biometría, reconocimiento facial, predicción de comportamientos e intervención en toma de decisiones humanas. El mercado de la inteligencia artificial está creciendo exponencialmente, y las empresas requieren de este tipo de servicios porque le brindan el mayor campo de predicción del comportamiento humano.

Como vemos, el desafío es enorme, tenemos más preguntas que respuestas, pero lo importante es adentrarnos en el camino de la investigación de los aspectos ventajosos y desventajosos de esta nueva tecnología, que puede brindarnos innumerables beneficios pero que también puede constituirse en vehículo potenciador de riesgos para el desarrollo de la personalidad humana y el goce de los derechos fundamentales.